Aproximadamente a las 3 de la mañana del día de ayer, lunes 4 de septiembre, tres sujetos aún no identificados dejaron tres bombas molotov listas para usarse, justo frente a la puerta de la sede del Comité Capital del Partido Comunista de la Argentina (PCA), ubicado en la avenida Callao al 200, en la ciudad de Buenos Aires. Las bombas fueron colocadas sobre las baldosas conmemorativas de las y los militantes del PCA desaparecidos por la dictadura.
A primeras horas de la mañana, personal especializado de la Policía se hizo presente en el lugar para identificar los objetos en cuestión. Según Ariel Elger, titular del PC porteño, se desconoce por qué la policía se presentó en el lugar de manera tan expedita, ya que desde el PCA no se solicitó la presencia de los cuerpos policiales para tal fin.
Esta acción se efectuó el mismo día en que la candidata a vicepresidenta por La Libertad Avanza, movimiento político dirigido por Javier Milei, y diputada al Congreso, Victoria Villarruel, llevaría a cabo un acto en la sede de la legislatura porteña, en homenaje a las víctimas de lo que ella y los negacionistas denominan el terrorismo. Resulta obvio, que sus perpetradores no tienen otro fin que el amedrentar a la militancia del PCA pero también a la izquierda en general, en un contexto de avance y fortalecimiento político de los negacionistas y la ultraderecha.
Villarruel tiene un largo prontuario al respecto de la defensa, tácita o expresa, de la dictadura y la represión salvaje que ejerció contra las masas trabajadoras. Desde los 90 ha apoyado a ONGs creadas para defender a los represores y asesinos de la dictadura, llegando a entrevistarse en 2016 con el secretario de DDHH del gobierno Macri, Claudio Avruj, en representación del la ONG Espacio Memoria y Derechos Humanos, que defiende a ex miembros de la ESMA.
Ya en 2012 -tal y cómo reseña pagina12.ar- había expresado, durante una entrevista con el periodista Braslavsky, que “el terrorismo persigue amedrentar y quebrar las instituciones para lograr el poder. El Estado no lo necesita, comete abusos y debe pagarlos, pero terrorismo no.”, a lo que añadió, “Aquí hubo una guerra. Si lo olvidamos, puede pasar cualquier cosa y no habrá fuerzas armadas que contengan”.
El escandaloso acto promovido por Villarruel junto a sectores negacionistas, apoyados tácitamente por el gobierno de JpC y sus legisladores en CABA, tuvo como respuesta una movilización de las organizaciones de DDHH y de la izquierda, que manifestaron su indignación y repudio contra quienes quieren lavarle la cara al horrendo ayer, para avanzar hoy en la destrucción de los derechos democráticos y sociales de las masas trabajadoras.
Queda claro, pues, que la acción contra el PCA es parte de los sectores más reaccionarios de la burguesía, que buscan avanzar en su política de aplastamiento del movimiento obrero.
Desde la Corriente Socialista Militante, sección argentina de la Corriente Marxista Internacional, expresamos nuestro rechazo tajante ante cualquier acción reaccionaria, que intente socavar o hacer retroceder los derechos democráticos de la clase obrera y de sus organizaciones sindicales y políticas, conquistadas a partir de la resistencia bravía de la clase trabajadora y la militancia revolucionaria bajo la feroz represión militar primero, y luego, como resultado de la poderosa movilización obrera y popular que finalmente tiró abajo al gobierno de las infames y sanguinarias juntas militares.
De la misma forma, nos solidarizamos con los compañeros y compañeras del PCA ante este intento de amedrentar e intimidar a su militancia, pero también al conjunto de la izquierda y del movimiento obrero, y expresamos nuestro rechazo total ante los intentos de negar, ocultar o desmentir la irrefutable represión salvaje y brutal de las juntas militares. Sí, fueron 30.000, y no, no podrán lavarles la cara a los responsables.
Asimismo, es importante señalar que, los retrocesos o derrotas parciales o menores que hemos venido observando en distintos ámbitos de la vida en el último período, tanto a nivel económico como político, son consecuencia, por un lado, de la política de conciliación de clase de la actual dirección política del movimiento obrero. Esta dirección, realmente es actora y parte del propio régimen capitalista argentino y aplica una política de ajuste anti obrero, para favorecer a la clase dominante.
Por otro lado, ello también es consecuencia de la ausencia de una dirección genuinamente revolucionaria, que pueda ganar pacientemente el apoyo de las masas trabajadoras, tomar su voluntad de lucha y llevarla hasta sus últimas consecuencias, es decir, hasta el derrocamiento de este régimen podrido que sólo ofrece muerte y miseria a las mayorías, para establecer un Estado obrero que planifique la economía en beneficio de las masas trabajadoras y oprimidas del país.
En la medida en que el régimen capitalista argentino se mantenga en crisis, y la clase obrera, carente de una dirección genuinamente socialista, no pueda tirarlo abajo, engendros políticos como La Libertad Avanza y afines, algunos más o menos grotescos y reaccionarios, y otros más o menos bufos y burlescos, pueden seguir apareciendo en la escena política del país.
Lógicamente, el peligro siempre presente es que estos movimientos, de llegar a dirigir el aparato de Estado, podrían acelerar de manera más rápida y violenta la pérdida de derechos democráticos y sociales de la clase trabajadora.
Toca entonces luchar, luchar y empujar hacia adelante la construcción del partido revolucionario de la clase trabajadora que, dotado de las ideas y el programa verdaderamente socialistas, pueda tirar abajo al régimen capitalista y ponerle un freno definitivo a estas amenazas.
La dictadura carnicera de las juntas fue una consecuencia de la crisis histórica de la dirección del proletariado, como lo es ahora, salvando sus diferencias, el surgimiento del engendro Milei/LLA, y el fortalecimiento de las corrientes negacionistas y de extrema derecha. Muchos militantes y dirigentes de estas corrientes, aún y cuando no lo digan públicamente, estarían felices de ver otra vez a los milicos en la Casa Rosada ordenando la persecución y ejecución de los “zurdos hijos de puta” -como gusta decir a Milei-, para llevar al país de nuevo al “orden” –al orden capitalista de la propiedad privada, la miseria y la desigualdad salvaguardadas por la espada sanguinaria-. En última instancia, y entendiendo las grandes diferencias históricas, ambos fenómenos son consecuencia de la crisis irresoluta del capitalismo argentino, y de la ausencia de una dirección y un partido genuinamente revolucionarios.
Solidarizarnos y declarar nuestro repudio indiscutible ante este ataque es absolutamente justo y necesario, pero no suficiente.
Hay que construir el partido revolucionario y luchar por la construcción de un Poder Obrero, a partir de la coordinación de todas las luchas obreras en curso y de todas las que están por venir, en la forma de un Congreso Obrero nacional, sobre la base de delegados elegibles y revocables en todo momento, en cada fábrica, taller y centro de trabajo.
Este organismo democrático de la clase debe plantear un programa transicional de lucha que nos permita recuperar el ingreso y todos los derechos menoscabados, tirar abajo la política de ajuste fondomonetarista, y, finalmente, preparar el derrocamiento del régimen capitalista, que, como ya hemos señalado, es el padre y madre de las Juntas militares, de los LLA y de todo el resto de la podredumbre política que pervive en la sociedad. Manos a la obra.
Súmate a la Corriente Socialista Militante a luchar por estás ideas.