El movimiento de acampadas universitarias, en solidaridad con el pueblo palestino de Gaza, ha comenzado a extenderse con fuerza incontenible por todo el Estado español. Comenzando por la Universitat de València el pasado 30 de abril, desde el comienzo de esta semana nuevos campamentos se han establecido en la Universidad Complutense de Madrid, en la UB de Barcelona, en la UPV de Vitoria-Gasteiz, Leioa (Bizkaia), y Gipuzkoa; así como en Granada, Alicante y Navarra. Y a partir de mañana jueves se sumarán los estudiantes de las universidad de Sevilla, Zaragoza, y de otras ciudades.
El movimiento está impulsado por la plataforma propalestina BDS, con la ayuda de organizaciones estudiantiles y políticas de izquierdas y revolucionarias diversas, entre los que destacan los compañeros del Movimiento Socialista.
El movimiento, que se inició a comienzos de abril en los campus de EEUU, y se ha extendido a otros países, está teniendo un impacto inspirador a nivel global y entre el pueblo palestino en particular. Recuerda al gran movimiento de protesta contra la guerra de Vietnam a fines de los años 60 y comienzos de los 70 del siglo pasado, que llevó a EEUU al borde una crisis revolucionaria. La guerra del Vietnam politizó a capas muy amplias de la juventud en todo el mundo, y merece la pena recordar que el detonante de Mayo del 68 en Francia fue la represión policial de una movilización estudiantil en París en solidaridad con el pueblo vietnamita.
Hoy, la solidaridad con el pueblo palestino y la indignación contra la masacre genocida del Estado de Israel contra el pueblo pobre de Gaza, está ejerciendo el mismo papel que 50 o 60 años atrás. Y la juventud del Estado español, asolada ya por sus propios problemas, no se está quedando atrás.
La burguesía española y los políticos de derecha, especialmente, están muy preocupados. La reaccionaria y patética presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha llamado a prohibir las acampadas. El gobierno de Sánchez está ante una dura tesitura, porque ha cultivado cínicamente una imagen “amistosa” hacia los palestinos, mientras permite la exportación de armas a Israel y apoyó inicialmente el derecho de aquélla a “defenderse”, y una actitud represiva suya contra las acampadas le llevaría al descrédito popular inmediato, dada la simpatía abrumadoramente mayoritaria de la población hacia el pueblo palestino.
Pese a las malas fechas por la aproximación del final de curso y los exámenes finales, la respuesta está siendo significativa, con cientos de estudiantes participando activamente en las acampadas en cada uno de los campus implicados. Ayer martes por la tarde, en Madrid, al término de una asamblea, miles de estudiantes se manifestaron por el campus de la Universidad Complutense, exigiendo el fin de la intervención militar de Israel en Gaza y de la implicación del gobierno español con la masacre, al permitir la exportación de armamento y componentes militares y logísticos al Estado sionista para que prosiga su obra macabra.
En la Universitat de València, los estudiantes han denunciado la implicación de empresas con intereses en esta universidad, que tienen en negocios con Israel, como el Banco de Santander, o Hewlett-Packard, que proporciona tecnología militar a Israel. Los estudiantes, correctamente, exigen el fin de estos negocios y la salida de estas empresas de la universidad. Aquí vemos cómo capitalismo, imperialismo y genocidio van de la mano. No puedes tener una cosa sin las demás.
Desde hace meses, vienen produciéndose movilizaciones en Gipuzkoa contra los directivos de CAF, empresa de material ferroviario que está construyendo un tranvía que conecta los asentamientos de colonos sionistas en Cisjordania con Jerusalén.
Los camaradas de la Organización Comunista Revolucionaria estamos participando activamente en este movimiento, implicándonos en las acampadas y en las pernoctaciones en València, Barcelona, Madrid y Vitoria-Gasteiz.
Además, de apoyar en tareas de organización e intendencia, nos implicamos en los debates políticos Nuestra posición, además de saludar la audacia y valentía de los estudiantes implicados, planteamos que este movimiento no debe quedarse solo en una demostración de solidaridad con el pueblo gazatí. Las acampadas deben ser el centro a partir del cual expandir hacia fuera nuestra oposición y rechazo al genocidio al que está sometido el pueblo palestino. Nuestra principal prioridad es como colaborar desde aquí en combatir la masacre y eso empieza denunciando las empresas pro-sionistas, o con negocios en Israel, que tienen convenios con las universidades españolas, para que se cancelen inmediatamente. Esto debe ser parte de la exigencia de la salida de las empresas privadas de las universidades públicas. Debería ser tarea de cada campus, como han hecho los compañeros de València, ubicar qué empresas tienen estos convenios, para denunciarlas públicamente. Como parte de esto, creemos conveniente organizar grupos de piquetes para repartir propaganda a las puertas de estas empresas y denunciar esta situación ante sus trabajadores y el público en general.
Esas mismas brigadas de propaganda deberían dirigirse a las grandes empresas de cada ciudad o zona y los barrios obreros, para pedir solidaridad y fortalecer el sentimiento antiimperialista y solidario entre capas más amplias de la clase obrera. En muchas zonas, sindicatos como CGT y CCOO han mostrado públicamente su apoyo a las acampadas, debemos pedirles y exigirles que organicen asambleas de trabajadores donde representantes de las acampadas puedan participar para explicar estas propuestas, particularmente aquellas empresas con vínculos con el capital israelí y, particularmente, las que estén relacionadas de algún modo con la actual campaña guerra sionista para plantear la idea del boicot a la exportación de mercancías y servicios que sirvan a Israel para este fin.
También sería necesario implicar a movimientos sociales de todo tipo para que se unan a las acampadas, y ayuden en la recolección de dinero, alimentos y provisiones para asegurar la continuidad de las acampadas.
La Organización Comunista Revolucionaria no actúa sola, somos parte de la nueva Internacional Comunista Revolucionaria (ICR), que será lanzada dentro de un mes, y estamos implicados en el movimiento de acampadas en solidaridad con Palestina en todo el mundo, empezando por EEUU con nuestros camaradas de los Comunistas Revolucionarios de América, y en Canadá.
Nuestra tarea como comunistas, además de implicarnos en el movimiento, y exponer nuestras posiciones de cómo extenderlo y fortalecerlo, es explicar que la mejor garantía de poner fin al genocidio israelí y de propinarle una derrota es un levantamiento popular contra el imperialismo y el capitalismo del cual se nutre, en primer lugar en todo Oriente Medio, no sólo en Israel sino en todos los regímenes árabes reaccionarios de la zona; a lo que se debe añadir también la más amplia y radical movilización popular en los principales centros imperialistas occidentales para obligarles a recular, extendiendo el sentimiento anticapitalista entre la juventud y la clase trabajadora que acerque también aquí la hora de poner fin al capitalismo genocida.