El macrismo consolidó su ofensiva durante todo el año 2016. Lo que parecía una certeza de lo que vendría, fue superada ampliamente por los datos de la realidad.
Algunos datos arrojan una buena radiografía de los lineamientos principales de la política y economía en manos de estos buenos muchachos.
El atraso cambiario, la reforma tributaria y la coparticipación de las provincias son temas de agenda. De todas maneras como ya planteamos en editoriales pasadas, el mentado blanqueo de capitales -u$s 90.000 millones que benefició a los evasores- no supone que entren en el circuito de la producción, sólo con la medida confiscatoria que disparó Macri a través del BCRA, podrán hacer uso de los mismos ya que aprobó la comunicación A6105, que habilita al Gobierno a tomar parte de los dólares depósitos para financiar al Tesoro Nacional, algo que estaba prohibido luego de la convertibilidad y el corralito. “Hoy, el sistema cuenta con u$s 27.100 millones en depósitos, de los cuales unos u$s 9.000 fueron prestados a privados, por lo que en base a los niveles de encaje actuales, el Tesoro Nacional se podría hacer con entre u$s 4.500 millones y 3.500 millones de dólares de los ahorristas para financiarse mediante títulos de deuda pública.” Minuto de Cierre 15/01/17
Por otro lado, La Nación del 16/01/17 publica “En estos días el blanqueo, y en el mediano plazo la estrategia de financiamiento en el exterior para tapar el agujero fiscal sumado a las inversiones extranjeras promoverán un dólar barato. Esta situación, con un “costo argentino” difícil de recortar por el importante rojo fiscal y el año de elecciones, hará compleja la sustentabilidad de sectores poco competitivos, lo que podría afectar el empleo.”
Dicho sin eufemismos el gobierno se encuentra sentado en una gigantesca deuda que generó en tan sólo un año y se presta a un año electoral para plebiscitar su política y seguir profundizando el ajuste. El endeudamiento externo contiene el colapso a costa de reforzar una relación perpetua con los grandes capitales y de esta manera someter al país. Según el Observatorio de Deuda Externa de la UMET, la deuda tomada en 2016 fue de u$s 48.343 millones en 2016, por bonos del sector público (u$s 29.493 millones), letras del Tesoro –Letes- (cerca de u$s 7.000 millones), títulos de las provincias (cerca de u$s 7.000 millones), y endeudamiento de empresas privadas (u$s 5.800 millones). Así, la deuda alcanzó el 54,8% del PBI, lo que implica una suba de más de 10 puntos en tan sólo un año.
Pero los números del BCRA dan realidades duras.
Entre enero y diciembre 2016 el patrimonio descendió más de 7000 millones de dólares. Los pasivos de la entidad sumaban a inicio del año 120.466 millones de dólares, mientras que al cierre del período habían subido hasta los 145.343 millones, un incremento de 20,8% en moneda dura. En tanto, los activos eran de 136.362 millones de dólares a principio de 2016, al tiempo que se ubicaron en 153.836 millones al cierre de diciembre pasado, con un avance de 12,5%. Esto implica que las deudas registraron un aumento de casi 8 puntos porcentuales por encima de los activos.
El pasivo del Central que adquirió el año pasado fue el stock de Lebac. A inicios de 2016, sumaban 415.211 millones de pesos, equivalentes a u$s 29.782 millones. Cuando cerró el año, el stock había alcanzado los 698.424 millones de pesos, equivalente a u$s 44.064 millones. En la gestión de Sturzenegger se duplicaron las deudas con bancos e inversores privados en Lebac, las que pagaron en la primera mitad del año tasas anualizadas de casi 40% anual. Si se tiene en cuenta que el año pasado el tipo de cambio subió un 20%, los beneficios en dólares obtenidos por los inversores de Lebac fueron muy elevados a nivel internacional. La contrapartida fue el fuerte incremento de los pasivos del BCRA. Estos datos demuestran que los beneficiarios fueron los grandes inversores sean de los negocios bursátiles o la renta financiera extraordinaria: los bancos. No podemos olvidarnos del agro que al haberle sacado las retenciones, resultó otro de los sectores más beneficiados por la gestión de estos buenos muchachos.
El Ministerio de Economía se desdobló en Ministerio de Finanzas a cargo de Luis Caputo y el Ministerio de Hacienda a cargo de Nicolás Dujovne. Este nuevo ministro es quien llevará adelante la segunda fase de ajuste y su “prioridad será “bajar los costos de la Argentina” para estimular al sector privado y facilitar la llegada de inversiones. Destacó que durante el año de gestión de Alfonso Prat-Gay, la baja o eliminación de las retenciones a las exportaciones, junto con los cambios en Ganancias y otro tipo de medidas permitieron lograr una reducción de impuestos por 1,7% del PBI”. La Nación 31/12/16
Además los recortes incluyen subsidios del Estado (que impactará en aumentos de servicios públicos), empresas estatales (debemos recordar el recorte de $30.000 millones de 2016) y que afecta a todos las áreas.
Se proyecta eliminar programas de reinserción laboral por $1.000 millones y por este camino, debilitar a las organizaciones piqueteras que hoy los canalizan. Como contrapartida, el macrismo beneficia al empresariado con un plan para reducir los aportes patronales, bajo la excusa de que llevará a los capitalistas a generar más empleo. Va de la mano de la reciente reducción por decreto a las retenciones para la soja, que en 2018 bajará el 0,5% por mes hasta llegar al 18%. De esta forma, una serie de reformas impositivas –muchas aún en proceso- acompañan el plan de ajuste.
“Hay que empezar a mirar muy finito cómo estamos gastando”, comentó Dujovne, sobre sus planes en materia fiscal y velar por cada peso que salga del sector público.
Wall Street sigue presionando para más recortes del gasto público, además el sector de la burguesía industrial no encuentra un mercado “óptimo” en la medida que la crisis internacional sigue profundizando el camino de ajuste y recesión. Por su lado, la obra pública se encuentra estancada.
En términos concretos el macrismo de manera empírica, como expresión de la burguesía mediocre y parasitaria, sólo puede sostenerse ensanchando el gasto público (lo mínimo necesario para garantizar las elecciones) con un mayor endeudamiento externo. Al mismo tiempo, esto sin duda alguna se combina con mayor ajuste a la clase obrera y sectores populares.
¿Por qué se sostiene el macrismo? El papel de la CGT
Podemos decir sin equívocos que durante el 2016 las masas, trabajadores, juventud y sectores populares demostraron una enorme voluntad de lucha y de resistencia a los embates del gran capital timoneado por el macrismo.
La conducta de los jefes sindicales no deja dudas, ya que sostienen desde la asunción en diciembre pasado a hoy a un gobierno cada vez más impopular.
Sólo basta ver la actitud de desgaste que tuvieron con el anterior gobierno, decretando más de quince paros, tan sólo por ganancias, con el beneplácito de las grandes patronales; acerándose más a un lockout patronal que a un paro obrero.
Este triunvirato cegetista que en el pasado se encontraba dividido en tres CGTs, y hoy son una cara “renovada” sostiene la conciliación de clases en toda la línea. Y si tomamos el impuesto al salario, “ganancias”, el mismo se amplió a sectores de trabajadores, sumado a la desocupación, la carestía de la vida, la inflación, el vaciamiento de la salud y de la educación pública.
Además la burguesía aprende del pasado con una CGT siempre presta a incorporar a los movimientos sociales que han empezado nuevamente a engrosar sus filas al incrementarse la desocupación; y de esta manera garantizar “la paz social”.
Decíamos que el 2016 fue un año de variadas expresiones de lucha y presión sobre los jefes sindicales para que se lograra un paro nacional. Pero fue la traición y, por lo tanto, la oxigenación al macrismo por parte de estas direcciones que tan sólo negoció un bono de fin de año para los trabajadores en blanco y para aquellas patronales que pudieran pagarlo.
La proliferación de despidos y la embestida al salario es impactante. La desocupación subió al 10% en diciembre. Y la grieta social -según el INDEC- se ensanchó en el tercer trimestre de 2016: la distancia entre el 10% más rico y el 10% más pobre superó el 2.500% (25,6 veces). Ahora, más del 50% tiene ingresos inferiores a $8.000, sólo el 30% obtiene ingresos que superan la canasta básica por sobre la línea de pobreza (estimada en $13.126 por el INDEC en noviembre) y los ingresos individuales que alcanzan la canasta familiar (estimada en unos $22.000) son patrimonio del 10% que encabeza la pirámide. Pero la ofensiva no se detiene.
La intensa propaganda de los plumíferos del gran capital no cesa, ahora son los convenios colectivos los que impiden la venida del capital para generar empleo en el país. Nada más falaz que este discurso, ya es algo demostrado por experiencias en nuestro país y en otras latitudes en donde las consecuencias para la clase obrera son mayor desocupación y flexibilización laboral.
Los ejemplos más palpables son los de Vaca Muerta y AGR. En el primero, se bajó el salario y se quitaron derechos, avanzando sobre el Convenio Colectivo de Trabajo; mientras que en AGR, directamente cerraron la planta y despidieron a todos sus trabajadores, sin haber presentado ningún recurso previo de crisis. Los jefes sindicales de gráficos de la provincia de Buenos Aires, tuvieron que convocar a una medida de fuerza de 24hs.ante la presión de las bases. La Comisión interna sostiene la ocupación de la planta a como dé lugar, junto a cientos de agrupaciones y activistas que llenaron de solidaridad al conflicto.
Como toda respuesta, los jefes sindicales de la CGT sólo dijeron que es lógico que todo esto suceda, ya que cuando hay grasa se reparte y cuando no, hay que ajustar.
La oposición
El kirchnerismo mantuvo todo este tiempo una política de sostener las instituciones capitalistas. Desde el discurso de Comodoro Py por parte de CFK hasta hoy, ha seguido una línea de preservar la gobernabilidad y las instituciones. Sólo marcha hacia el 2017 a las legislativas y al 2019 para las presidenciales, sin abandonar la estructura del PJ que por años sostuvo que representaba una bolsa de traidores.
Esto provocó una enorme atomización en los grupos K, como un malestar creciente de las bases o amplios sectores que apoyan al kirchnerismo. La suspensión del acto de la Corriente Federal Kirchnerista –CFK- en diciembre pasado, se basó entre otras cosas en la disputa de subordinarse o no a Cristina Fernández, posición liderada por La Cámpora; permitir o no que elementos como Delia y Miles o la Evita con Pérsico sean convocados nuevamente en un intento de depurar a los elementos más resistidos.
A pesar de esto, Cristina Fernández, según las encuestas, mantiene una alta intención de votos y puede aún jugar un papel en política.
También, el Masismo pretende ser el candidato favorito a las presidenciales del 2019, viene jugando sólo y ha logrado el apoyo del GEN de Stolbitzer.
Lo que debe quedar en claro, es que gane quien gane sólo tomará un hierro al rojo ya que la economía a nivel mundial gradualmente viene en un proceso de estancamiento. Ya sea quien gane en el 2019 no encontrará luego de un período de profunda recesión, un auge como en el 2003.
La crisis mundial capitalista no ha dejado espacio para las reformas, la crisis del capitalismo es también la crisis del reformismo.
Trotsky explicó hace tiempo que la traición está implícita en el reformismo en todas sus variedades. Con esto no quería decir que los reformistas traicionaran conscientemente a la clase obrera. Hay muchos reformistas honestos, así como un buen número de arribistas corruptos. Si acepta el sistema capitalista -como lo hacen todos los reformistas, ya sean de derechas o de izquierdas- seguidamente deben obedecerse las leyes del sistema capitalista.
Estructurar un Partido de los Trabajadores
Las dos CTAs, tanto la liderada por Yaski como la liderada por Micheli junto a la Corriente Federal de la CGT, liderado por Palazzo del sindicato bancario se ubicaron de manera correcta en el terreno del paro, en defensa de los convenios colectivos, el salario y el trabajo argentino. Ya dijimos en su momento que esta consigna de la defensa del trabajo argentino, se oponía a la apertura de las importaciones, pero no daba cuenta de quién produce el trabajo argentino. Quedando en una nebulosa que pueda existir una facción de la burguesía que sí podría llevarlo adelante. Nada más irrisorio. Tan sólo tomemos los últimos años para una lección por demás de ilustrativa que el sector progresista burgués sólo es pasible de generar empleo en la medida que se vea beneficiado por el Estado. En épocas de vaca flaca como las que vienen no sólo que son los primeros en despedir, sino además de negrear a más no poder.
La Mesa de Unidad Sindical constituida por las dos CTAs y la Corriente Federal, aunque realizaron varias movilizaciones masivas con el planteo de la necesidad de un paro nacional de 24hs, finalmente, se impuso la agenda de los jefes sindicales cegetistas. Sabemos que hoy esta Mesa no tiene la capacidad para convocar a un paro general y menos a una huelga general. Por ello, hay que tener proporción en la crítica.
Pero, sí señalamos con firmeza que esta Mesa debió y debe convocar a plenarios abierto de trabajadores, activistas y militantes para ir generando espacio de debates, sea de la Central obrera que sea. Esta es la única manera de ir generando una corriente por la base y los cuadros medios de todas las centrales y atraer a lo mejor del activismo y preparar una salida política sindical.
Se trata de que comencemos a debatir la necesidad de construir nuestro propio Partido de los Trabajadores, que breguemos por la unidad de los trabajadores hacia un objetivo claro y posible. El kirchnerismo dio lo que pudo ya que hubo un 2001, pero recompuso la credibilidad de las instituciones y la gobernabilidad, y surge además de la crisis de dirección aún no resuelta.
No cabe duda de que el lanzamiento de un Partido de los Trabajadores, dotado con un programa amplio de reivindicaciones y demandas socialistas, basado en los sindicatos tendría un impacto político enorme. Permitiría incorporar en su seno a expresiones de izquierda y corrientes socialistas revolucionarias. Aparecería como la única oposición de masas por izquierda a los partidos patronales.
En la medida que los trabajadores encuentren bloqueado su camino hacia la lucha reivindicativa sindical, como consecuencia de la crisis económica y de los obstáculos que le oponga la burocracia sindical, verán en la acción política una manera de cambiar la realidad que los rodea.
Debemos orientarnos en la perspectiva de fortalecer una alternativa propia, de trabajadores.
La izquierda en general no sólo debe aportar al camino de la legislativa del 2017, ya que creemos que el papel del parlamento es desnudar su carácter de clase, además de potenciar las luchas obreras desde esta y otras tribunas y que sean una caja de resonancia de los padecimientos de nuestra clase. Además debe mostrar la necesidad de estructurar una nueva legalidad, que obviamente no va nacer de la legalidad burguesa. Pero además debe sumarse a estructurar junto a los demás sectores un partido de clase. Posiblemente nos dirán que en ellos existe el Partido de Trabajadores. Creemos que no y sería un error de su parte negar esta tarea.
Debemos ganar a lo mejor del activismo hacia esta perspectiva y estructurar un PT. Sabemos lo que va a venir, el resto del mundo lo muestra, debemos prepararnos para ese momento.
Socialismo o barbarie