Los resultados de las elecciones europeas dan una imagen clara del ambiente que existe en toda Europa. Los resultados se pueden resumir en dos palabras: enojo y desilusión. El enojo se pudo ver en todas partes porque la característica común fue la derrota del partido que estaba en el poder.
Elecciones en la Unión Europea
Los resultados de las elecciones europeas dan una imagen clara del ambiente que existe en toda Europa. Los resultados se pueden resumir en dos palabras: enojo y desilusión. El enojo se pudo ver en todas partes porque la característica común fue la derrota del partido que estaba en el poder.
Las únicas excepciones son el PSOE en España y Nueva Democracia en Grecia. La razón está clara, tanto en Grecia como en España hubo recientemente elecciones generales y el partido en el gobierno fue expulsado del poder. Era demasiado pronto para que las masas de estos dos países juzgaran la política de sus respectivos gobiernos. Pero en España y Grecia también se puede ver el mismo proceso que en todas partes.
La desilusión fue claramente evidente en el bajo nivel de participación general, con una media del 44,5% en el conjunto de la Unión Europea. Incluso en países que normalmente cuentan con una participación elevada, como Grecia e Italia, se pudo ver cómo mucha gente prefería quedarse en su casa. En 1979 más del 60% del electorado de la UE participó en las elecciones europeas. Después la participación ha ido cayendo sucesivamente hasta 1999, en que perforó el 50%, y ahora que ha alcanzado el nivel más bajo de todos.
Esto no se puede explicar simplemente por la apatía del votante hacia la Unión Europea o el parlamento europeo. Europa no es un concepto abstracto o un organismo imparcial situado por encima de todos los países miembros. La Unión Europea tiene un claro contenido de clase. No es la Europa de los pueblos como a algunos liberales les gustaría hacernos creer. No es una institución diseñada para defender los intereses de los trabajadores de Europa. Se trata de algo distinto. Es un organismo que es ajeno a las personas que viven dentro de sus fronteras. La Unión Europea es un instrumento en manos de los capitalistas europeos. Está bajo el control de los principales imperialistas europeos, en particular la burguesía alemana, los capitalistas franceses y sus socios más jóvenes como Italia y España. Los capitalistas británicos también forman parte de esta organización pero por ahora han preferido cubrirse y quedarse al margen del euro.
La Unión Europea es un bloque económico que nació como resultado del declive de todas las viejas potencias europeas. Ninguna de ellas podía mantenerse por sí sola en el mercado mundial, así que estaban obligadas a juntarse si querían sobrevivir. Sin embargo, esto supone también tener que atacar a su propia fuerza laboral. Han reducido los salarios reales, los trabajadores tienen que trabajar más horas, etc. Esta es la lógica del capitalismo y ellos tienen que competir con fuerzas muy poderosas dentro de la escena mundial (EEUU y Japón en particular, pero también con potencias emergentes como China).
Mientras la economía marchó bien, durante los años ochenta y noventa, era comprensible que en muchos países europeos incluso trabajadores normales tuvieran ilusiones en que ser europeo significaba algo concreto: más empleos, salarios más altos e incluso mejores condiciones laborales, al menos sobre el papel si se miran las directrices europeas sobre derechos laborales.
Pero Europa ahora está en crisis. Aunque las últimas cifras demuestran una leve mejoría, el cuadro global es sombrío. En Alemania, el país más grande de la UE y la economía nacional más importante, a pesar del ligero aumento de las ventas del último período, el desempleo ha continuado creciendo y ahora supera el 10%, es decir, más de 4 millones de personas. Los días de pleno empleo y aumento del nivel de vida han desaparecido. El cuadro general es una Europa sumida en una profunda crisis económica.
Ninguna otra cosa subraya mejor la naturaleza de clase de la Unión Europea que el Tratado de Maastricht que establecía unos parámetros estrictos para todas las economías nacionales. En él se establecieron límites al nivel de gasto público y eso obligó a todos los gobiernos nacionales de los estados miembros de la UE a implantar medidas de austeridad. Por toda Europa escuchamos una y otra vez la misma canción: para cumplir los criterios de Maastricht debemos reducir las pensiones, recortar los subsidios de desempleo, privatizar y tipos de cosas por el estilo.
La naturaleza real de la Unión Europea cada vez es más evidente para los trabajadores de Europa y las elecciones europeas simplemente han subrayado este hecho. Al principio, una capa de trabajadores aceptaron la idea de que debían hacer algunos sacrificios. Para ello contaron con las promesas dadas por los dirigentes sindicales que aceptaron esta idea y se la vendieron a los trabajadores con la proposición de que con el euro todo sería mejor. Hace unos pocos años en algunos de los países de la UE existía cierto grado de entusiasmo con el euro. Prometieron una economía más fuerte, pero para los empresarios esto significa una cosa completamente diferente que para los trabajadores.
Finalmente, el euro se hizo realidad. Millones de personas de toda Europa utilizan la misma moneda. Pero el sueño se está convirtiendo en una pesadilla. En muchos países los precios se han disparado. En todas partes los trabajadores se quejan de lo mucho que ha subido el costo de vida. Las estadísticas oficiales intentan negarlo pero si miramos las cifras oficiales de inflación veremos que estamos presenciando un gran engaño. Las cifras oficiales dicen que la inflación es baja, pero la percepción de las masas no es la misma. Como se suele decir: hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas…
Después de aceptar sacrificios, es decir, recortes del gasto social, del empleo, etc., los trabajadores esperaban tener un respiro, un período en el que las cosas les irán mejor. En su lugar tenemos el euro y una situación aún peor. Los gobiernos de Europa ahora están justificando más recortes con la excusa de que debemos permanecer en la moneda común.
Pero no habrá margen de maniobra dentro del euro, de los criterios de Maastricht y el mercado común (dentro de los límites del capitalismo y bajo el dominio de las multinacionales). Cada gobierno tiene que atacar los derechos laborales y reducir el estado de bienestar. No importa que sea un gobierno de izquierda o de derecha.
Como hemos dicho muchas veces, el euro en realidad era un sueño reaccionario, una verdadera pesadilla para las clases oprimidas de toda Europa. Por lo tanto, no debe sorprendernos que muy pocas personas acudieran a votar este pasado fin de semana. Aunque la Unión Europea es una entidad real, con poderes reales, el parlamento europeo no es otra cosa que un foro de discusión, un lugar donde los burócratas de segunda fila de los distintos partidos ganan salarios muy elevados. Esta es la impresión que tienen los trabajadores británicos, italianos, franceses, españoles… ¡Y tienen razón!
Las decisiones reales normalmente se toman en la sede del Banco Central Europeo (BCE), un órgano que no se elige y que está en sintonía con los directores generales de las grandes multinacionales. Cuando se tienen que discutir las cuestiones importantes, el consejo de ministros se reúne y delibera. De este modo vemos como se revela en toda Europa la verdadera naturaleza de la democracia burguesa. Se puede votar cada cinco años para elegir a los europarlamentarios, pero las decisiones reales se toman en otra parte. Así que la actitud de muchos es ¿para qué elegir a alguien que no decide nada importante?
Pero los resultados más sorprendentes se han producido en los nuevos países de la UE. El descontento allí ha alcanzado unos niveles record. Sólo el 17% votó en Eslovaquia, el 21% en Polonia, el 28% en la República Checa y el 27% en Estonia. Esto es bastante asombroso porque estos países acaban de entrar en la UE (1 de mayo de 2004) y se podría llegar a pensar que al menos tienen un poco de curiosidad. Los medios de comunicación en Europa occidental nos han bombardeado con la expansión de la UE a diez nuevos países miembros. Estos países se beneficiarían por que se modernizarían, etc. A la población de estos países se les presentaba un futuro glorioso.
Pero poco más de un mes después de su entrada en la UE, no ha habido escenas de alegría en las calles, más bien todo lo contrario. La población en estos países tienen una clara sensación de que son considerados ciudadanos de segunda clase en la UE. No se les permite viajar libremente dentro de la UE, como sí ocurre con los ciudadanos de la vieja UE. No tienen la misma libertad para trabajar en otro país de la UE. La única libertad real que existe para estos países es la libertad de transportar mercancías a través de las fronteras. Así es como entienden el libre mercado los empresarios franceses y alemanes. Pueden exportar a los nuevos miembros lo que quieran, también pueden poner fábricas en estos países, pagar una miseria a los trabajadores y después reexportar las mercancías a los países más ricos sin la necesidad de tener que pagar aranceles. Así que los trabajadores de Europa del este son para ellos sólo mano de obra barata.
En estos países hay otro factor añadido. Cuando los viejos regímenes estalinistas colapsaron, a la población se le prometió una vida mejor. La privatización, la economía de mercado y otras cosas por el estilo llevarían al desarrollo económico y al crecimiento de los niveles de vida. Parece que algunos países en el último período han experimentado un crecimiento significativo, como es el caso de Hungría y Polonia. Sin embargo, esto se ha conseguido a cambio de un alto precio. El viejo estado del bienestar se ha desmantelado sistemáticamente y se ha producido una gran polarización entre ricos y pobres. Una gran parte de la población vive peor que antes. Eso ha provocado una creciente desilusión con los resultados producidos por la transición de los viejos regímenes al capitalismo. Esta polarización también se ha producido en países más desarrollados como Alemania y Francia.
Ya hemos mencionado la baja participación en toda Europa, sin embargo, a pesar de esto, las elecciones del fin de semana pasado demuestran claramente una cosa. Son una indicación de la creciente polarización entre las clases. También son una prueba de que los trabajadores de Europa están hartos de privatización, recorte de pensiones, empeoramiento de la educación y la sanidad, aumento del desempleo y un declive general de los niveles de vida. Todos los gobiernos europeos, ya sean de derecha o de izquierda, han puesto en práctica exactamente la misma política. ¡Las masas en Europa han votado contra esta política!
Un nuevo giro en Europa del este
Como hemos dicho antes, la tendencia general ha sido de duras derrotas para los gobiernos. Esto se ha podido ver claramente en Europa del este donde los partidos que dirigieron el proceso de entrada en la UE han sufrido derrotas importantes. ¡En Polonia los socialdemócratas sólo han conseguido el 9,34% de los votos! En la República Checa los socialdemócratas, también en el gobierno, han visto caer sus votos hasta el 8,78%.
Otra peculiaridad importante fue el ascenso en algunos países de partidos que han defendido una postura clara contra la UE. Uno de los ejemplos más obvios es el caso del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) en Gran Bretaña.
Este fenómeno también se ha producido en la República Checa y se ha reflejado en el éxito del Partido Comunista que ha conseguido un 20,6% de los votos. El éxito del PC refleja el ambiente anti UE que existe en este país que sólo tiene seis semanas de pertenencia a la unión, pero también revela el giro a la izquierda que se está produciendo en el país. A pesar de todo lo que dicen los medios de comunicación occidentales el comunismo está muy lejos de estar muerto. Desgraciadamente, el PC checo pone su retórica anti UE antes que los intereses de clase. En lugar de defender una alternativa genuinamente internacionalista para la UE, ha caído en las viejas tradicionales nacionalistas de los estalinistas. Esto también se ha combinado con una colaboración con su propia burguesía nacional. En las recientes elecciones presidenciales el apoyo del PC fue esencial para la victoria de Vaklav Klaus, ¡un políticos burgués de derecha!
Podemos ver cómo la postura anti UE se ha extendido en capas importantes de la población. La tragedia es que este ambiente no está siendo canalizado por los partidos obreros europeos hacia una posición socialista y anticapitalista. Con su postura los dirigentes de izquierda están haciendole el juego a los nacionalistas y confundiendo la bandera del movimiento obrero con la de nuestros enemigos. Es vital que los partidos obreros defiendan una alternativa claramente socialista y de clase, es necesario que luchen contra estas tendencias nacionalistas. La solución para las masas en Polonia, Hungría o incluso Dinamarca y Suecia no es el aislamiento nacional, algo imposible actualmente bajo el capitalismo. Los verdaderos socialistas, los genuinos comunistas, no pueden defender la alternativa de estar con la UE o fuera de ella.
Nosotros estamos en contra de la Unión Europa porque es un organismo capitalista, diseñado para fortalecer al imperialismo europeo occidental. Pero la alternativa no puede ser la llamada independencia nacional. Incluso fuera de la UE los capitalistas continuarán atacando a los trabajadores. Incluso en un país tan lejano de la UE como es Sudáfrica, el gobierno ha impuesto un límite del déficit público del 3% del PIB, el mismo criterio establecido por Maastricht, y evidentemente Sudáfrica no es un país miembro de la UE. La política es la misma en todas partes porque lo que está en crisis es el conjunto del sistema capitalista mundial. Por lo tanto, nuestra lucha no puede ser simplemente nacional. Debe ser internacional, por la transformación socialista de toda Europa junto con todos los trabajadores europeos.
El SPD alemán paga por su política de austeridad
En Alemania el SPD ha sufrido la peor derrota de su historia, sólo ha conseguido el 21,4% de los votos. Si se compara con las últimas elecciones generales (2002), el partido de Schroeder ha perdido el 17% de los votos. ¿Alguien puede dudar de que este descalabro es el resultado de la política de austeridad aplicada por el gobierno del SPD? Pudimos ver grandes manifestaciones en Alemania el año pasado contra la Agenda 2010 y la política del gobierno de recorte de las pensiones y del estado del bienestar. Muchos votantes del SPD no votaron al partido y prefirieron quedarse en casa. Una encuesta decía que once millones habían optado por esta posición. En línea con lo que hemos visto a través de toda Europa, el voto tradicional de la izquierda, principalmente de la clase obrera, no ha ido a la derecha. Los demócrata cristianos (CDU) en Alemania no han podido aprovecharse de la caída del SPD. ¡La CDU ha conseguido un 4,2% votos menos que en 1999!
La protesta de los votantes de izquierda se ha podido ver en todas partes y sobre todo en lo que se percibe como la izquierda del SPD. Eso ha ocurrido principalmente con el Partido Verde que ha doblado su porcentaje de votos y el PDS que ha conseguido el 6% de los votos. Es importante subrayar esto, el efecto de la derrota del SPD no ha sido un aumento de la CDU y esto es claramente un efecto de las manifestaciones de masas del año pasado. La movilización de la clase obrera en general ha producido una radicalización política hacia la izquierda.
Se confirma la derrota de la derecha francesa
En Francia Raffarin ha sufrido otra dura derrota después de las elecciones regionales del pasado mes de abril. La derecha está ahora más dividida que nunca. El nuevo partido de Chirac fundado hace sólo dos años, el UMP, ha conseguido el 16,6% de los votos, la UDF, el otro partido de derecha del gobierno ha conseguido un 12,2%, junto con Le Pen y otros dos partidos de derecha. Así que el último intento de Chirac de reconstruir las fuerzas de derecha sólo ha conseguido provocar más divisiones.
Este proceso no se está produciendo en el vacío. Es un efecto directo de las movilizaciones de los trabajadores franceses durante los últimos años. Ayer hubo una manifestación contra la privatización del gas y la electricidad planeada por el gobierno, en ella participaron más de diez mil trabajadores en las calles de París.
Esta protesta contra la política de derecha ha sido canalizada por el Partido Socialista (PSF) que ha conseguido casi un 30% de los votos y, en parte, también por el Partido Comunista (PCF) que ha conseguido el 5,8%. Esto confirma el asombroso giro en la suerte de los principales partidos políticos franceses en un corto período de tiempo. No hace mucho que la derecha francesa celebrara sus victorias en Francia y eso provocó una reacción en los trabajadores y jóvenes. Esa miopía mental de la derecha sólo reflejaba una visión superficial de los procesos que se estaban desarrollando en la sociedad. Ahora los partidos tradicionales de masas han vuelto a la escena política francesa.
Este hecho testifica que los dos partidos tradicionales de la clase obrera francesa todavía cuentan con un gran apoyo en las masas. Cuando millones de trabajadores desean dar una patada al gobierno de derecha, como el de Chirac y Raffarin, está claro que ponen su atención en el PSF y el PCF.
Esto es exactamente lo contrario al sectarismo que defienden algunos grupos de izquierda, como la LCR y Lutte Ouvriere (LC). En muchas ocasiones han anunciado la muerte del partido socialista y comunista. Su éxito en las elecciones presidenciales los convenció más de esta perspectiva. Se veían marchando triunfalmente para convertirse en las principales fuerzas dentro de la clase obrera francesa. Ahora la realidad los ha sacudido. En la actualidad la que está en crisis es la extrema izquierda. La lista unitaria de la LCR y LO sólo ha conseguido un 2,6% en estas elecciones, confirmando lo que siempre hemos dicho. Tuvieron éxito en canalizar el voto de protesta pero, cuando se trata de echar a los partidos burgueses de derecha, las masas siempre giran hacia sus organizaciones tradicionales. No decimos esto para deleitarnos, sino para llamar la atención de las capas más avanzadas de trabajadores y jóvenes, para que se fijen en cómo se mueve la clase obrera. Si no aprendemos de esto en el futuro cometeremos serios errores en nuestra forma de aproximarnos al movimiento obrero en su conjunto.
En Francia se está produciendo un nuevo giro en la lucha de clases y una crisis prolongada de la derecha. Los marxistas sabrán como llegar a los trabajadores y construir una alternativa dentro del movimiento obrero.
Importante golpe a Berlusconi
Si Chirac está llorando en París, Berlusconi en Roma tampoco está riendo. Los resultados de las elecciones europeas en Italia son muy significativos porque eran una prueba política para el gobierno de derecha de Berlusconi. Aunque en muchos países la baja participación puede haber distorsionado los resultados, el gobierno de Berlusconi no se puede consolar con esta idea. La participación en Italia fue del 73%, una de las más altas de la UE. Forza Italia, el partido de Berlusconi, sufrió una dura derrota en las elecciones europeas y regionales (que fueron el mismo día). Berlusconi perdió cuatro millones de votos, en comparación con las elecciones generales de 2001, ha pasado del 29,5 al 21% de los votos. Berlusconi se ha enfrentado a toda una serie de dificultades en el último período. Claramente quería que las elecciones europeas se convirtieran en un referéndum de su apoyo popular. Esperaba confirmar este apoyo pero desgraciadamente para él, ha ocurrido exactamente lo contrario.
Sin embargo, la izquierda en Italia se encuentra en una posición similar a la derecha alemana. Son incapaces de beneficiarse del apoyo perdido por Berlusconi. La oposición no ha podido ni siquiera conseguir una ventaja parcial de esta derrota. La Democracia de Izquierda (el DS, antiguo PDS, el grueso del viejo partido comunista italiano), La Margherita (un partido burgués formado a partir de la fusión de fuerzas más pequeñas) y varias escisiones del partido socialista se han presentado conjuntamente en una lista llamada: Unidad del Olivo. Este es un intento de basarse en la vieja coalición tripartidista del Olivo que gobernó el país antes de Berlusconi. Esta lista consiguió el 31% de los votos, algo sorprendente porque estos tres partidos por separado en las elecciones regionales de ese mismo día consiguieron un voto combinado superior al 31%, lo que podría indicar que sus seguidores no le ven futuro a la coalición de estos tres partidos.
La izquierda oficial pagó su política de ver y esperar en la cuestión de Iraq. Defendieron la retirada de las tropas italianas sólo unas semanas antes de las elecciones, esto hizo que muchas personas no creyeran que se trataba de una reivindicación seria. Pero también pagaron por su programa, no muy diferente al que está aplicando Berlusconi. También debemos recordar que la coalición del Olivo puso en práctica recortes serios, privatizaciones, desregulación de las condiciones laborales, etc., y muchas personas no se han olvidado de eso. Así que muy pocas personas realmente tienen ilusiones en una alternativa real a Berlusconi.
Sin embargo, en Italia como en toda Europa, hubo síntomas del giro a la izquierda que se está produciendo, a pesar de los pobres resultados de DS. Esto se pudo ver en el voto a RC (el partido que surgió de la izquierda del antiguo Partido Comunista Italiano), que pasó del 5 al 6,1% de los votos. En total un 13% de los votos fueron a partidos que están a la izquierda de DS. Este giro a la izquierda también fue evidente en las elecciones regionales donde una coalición de centro-izquierda ganó en los principales consejos regionales, como fue el consejo regional de Cerdeña y los ayuntamientos de Bari, Padua y Bolonia, donde Cofferati, el antiguo secretario general de la CGIL fue elegido alcalde. Lo más sorprendente es que de los 63 consejos provinciales la derecha sólo ganó en tres. Esto representa un golpe importante para la derecha.
Una vez más vemos que la lucha de clases y la movilización de la clase obrera afecta al frente electoral. En todas aquellas zonas donde hemos visto importantes luchas laborales en el último período, como Melfi, el PRC ha conseguido más del 10% de los votos, muy por encima de su media nacional. En Sicilia (hasta estas últimas elecciones, feudo de derecha) ha ganado el Olivo.
Debido a las divisiones de la izquierda y el efecto confuso de la alianza del DS con una serie de partidos burgueses de centro-izquierda, estos resultados sólo son un reflejo pálido y distorsionado de la oleada de lucha de clases que hemos visto en el último período. Estos resultados electorales servirán para profundizar aún más la crisis del gobierno de Berlusconi. Ya antes de estas elecciones eran evidentes las divisiones dentro de su coalición. Estos resultados electorales darán confianza a las masas en que Berlusconi puede ser derrotado.
Conclusiones generales
Los resultados de las elecciones europeas confirman lo que está claro para todo aquel que tenga ojos para ver. Representan un rechazo general de toda la política antiobrera llevada a cabo por todos los gobiernos de Europa durante el último período. Hemos visto una derrota de la derecha y la izquierda, las masas han votado en contra de la misma política. Este debe ser un elemento preocupante para las clases dominantes de Europa. Es una clara señal de que las masas están en su contra.
También ha quedado claro que no existe una alternativa de clase capaz de galvanizar la oposición de los trabajadores. Ante la ausencia de esa alternativa clara, esta protesta en algunos casos ha tomado la forma de votar por fuerzas como UKIP en Gran Bretaña o a partidos reaccionarios, especialmente en Europa del este. Sin embargo, sólo es un fenómeno temporal. Se debe a la debilidad de la dirección obrera o, como en Gran Bretaña, porque los partidos obreros tradicionales, como el Partido Laborista bajo la dirección de Blair, está en el poder y ha atacado violentamente los derechos de los trabajadores. Es un voto contra Blair, no a favor de las soluciones reaccionarias defendidas por los dirigentes del UKIP.
El voto en Europa también demuestra que cuando la clase obrera comienza a moverse decisivamente, los trabajadores siempre giran hacia sus organizaciones tradicionales de masas. Esto ocurrió claramente en España cuando el PSOE por sorpresa ganó el pasado mes de abril. Lo vimos también en Francia y parcialmente en Italia. Los trabajadores intentarán una y otra vez cambiar sus partidos. Cuando estos partidos están en el gobierno y no aplican la política que quieren los trabajadores, sufren derrotas y los trabajadores los expulsan del gobierno, pero después de un período de gobierno de derecha, los trabajadores vuelven de nuevo a ellos. En este proceso los trabajadores aprenderán que hace falta implicarse activamente en estos partidos y conseguir que vuelvan a ser partidos de la clase obrera y recuperen sus ideales históricos.
El pobre resultado obtenido por la coalición RESPECT (sólo 160.000 votos), a la izquierda del Partido Laborista, y los pobres resultados de la lista conjunta de la LCR y LO en Francia demuestran que no son una alternativa creíble a las organizaciones tradicionales de masas de la clase obrera. Este hecho es aún más destacado porque Blair lleva algunos años en el gobierno y es responsable de muchas medidas antiobreras, y en particular es visto como un servidor leal de Bush y su aventura iraquí. Probablemente sea el político más odiado de Gran Bretaña. Confirma lo que siempre hemos dicho, que no existe una alternativa real al trabajo paciente dentro de las organizaciones de masas. Bajo la presión de los acontecimientos, movilizaciones de masas, derrotas electorales importantes, etc., estos partidos serán sacudidos de arriba a abajo. La base comenzará a girar a la izquierda y buscará una respuesta. En el próximo período histórico veremos cambios importantes dentro de estos partidos. Vimos un ejemplo particular de este proceso en los años setenta y lo veremos una vez más pero a un nivel superior.
La tarea de los marxistas es analizar estos resultados y sacar las conclusiones necesarias. Los consideramos un barómetro útil de la situación actual y sobre todo en lo concerniente a las relaciones de clase. Sacan a la superficie un proceso que hemos analizado muchas veces en nuestras publicaciones, una polarización entre las clases con una radicalización a la izquierda de capas importantes de jóvenes y trabajadores.
Esto facilita nuestro trabajo, que debe ser paciente, un trabajo cotidiano en los centros de trabajo, en los centros de estudio y universidades donde hay que desarrollar la comprensión, primero entre las capas más avanzadas y más tarde entre las masas, de que sólo una tendencia marxista con base en las organizaciones de masas de la clase obrera será capaz de evitar la derrota, la desesperación y la desilusión, y canalizar la furia contra el sistema que se está acumulando entre la clase obrera y la juventud de todo el continente. Cuando los trabajadores europeos tengan la dirección que se merecen, no habrá fuerza sobre la tierra capaz de detenerlos. Serán capaces de presentar una alternativa real a los empresarios de la UE: los Estados Unidos Socialistas de Europa.
17 de junio de 2004