A las 4.03 de la madrugada del 16, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) anunció el resultado del referéndum revocatorio al gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez Frías. El 94,94% del voto electrónico escrutado revela que la oposición no ha conseguido más votos que los que necesitaba Chávez para quedarse. El “no” consiguió 4.991.483 votos, lo que representa el 58,85% del voto, mientras que el “sí” ha conseguido 3.576.517 votos, lo que representa el 41,74%.
UN GOLPE CONTUNDENTE A LA CONTRARREVOLUCIÓN
A las 4.03 de la madrugada del 16, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) anunció el resultado del referéndum revocatorio al gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez Frías. El 94,94% del voto electrónico escrutado revela que la oposición no ha conseguido más votos que los que necesitaba Chávez para quedarse. El "no" consiguió 4.991.483 votos, lo que representa el 58,85% del voto, mientras que el "sí" ha conseguido 3.576.517 votos, lo que representa el 41,74% del voto.
Inmediatamente la oposición "se negó categóricamente" a reconocer los resultados. Sin embargo, está claro que el "no" ha ganado con una aplastante mayoría. Los primeros informes sugieren que la mayoría puede ser aún mayor, el 63% frente al 36%. Estos datos pueden estar más cerca de la realidad. El recuento manual de votos procedentes de los distritos rurales y zonas urbanas pobres donde Chávez cuenta con un apoyo extenso, y donde no se han utilizado las máquinas electrónicas, probablemente incrementarán el margen de victoria del presidente.
Las masas bien despiertas
El referéndum ha despertado a las masas. La participación electoral no ha tenido precedentes porque todos sabían lo que estaba en juego. Los venezolanos hicieron colas para votar durante más de diez horas. Nuestro corresponsal en Caracas escribía lo siguiente la noche pasada, dando una prueba del ambiente reinante en las calles durante la votación:
"La euforia en las caras de las personas y las celebraciones callejeras en las zonas pobres de Caracas contrastan con el ambiente de enojo en las zonas de los escuálidos. En todas las zonas ha habido grandes colas para votar, pero mientras en los distritos más pobres todavía están esperando para poder votar, en las zonas de clase media y alta las colas ya han desaparecido. En algunas zonas la gente ha estado esperando seis o siete horas para votar".
La histórica participación fue aproximadamente del 90% y presenta un profundo contraste con la participación en las elecciones en Gran Bretaña o EEUU. Esto es lo que ocurre cuando la población siente que tiene algo para votar a favor, y también en contra. Eso es lo que ocurre cuando las personas sienten que la política es realmente importante y que votar puede marcar la diferencia. Esto contrasta con la situación en las "democracias occidentales" donde en la mayoría de los casos ni siquiera votan porque creen que cualquiera que salga elegido no supondrá una diferencia real en sus vidas. ¡Y todavía Bush y Blair creen que tienen el derecho de dar una lección sobre democracia a la población venezolana!
Esta excepcional victoria en el referéndum del domingo es la octava victoria electoral de Chávez y los bolivarianos en los últimos seis años. Todavía la oposición insiste en describirlo como un "dictador". Estas palabras contrastan con la realidad de los hechos. Independientemente de lo que se piense de Hugo Chávez, él no es un dictador. Después de casi seis años en el gobierno, el presidente Chávez no sólo ha mantenido su apoyo popular sino que además lo ha acrecentado. Las elecciones de 1998 las ganó con el 56% de los votos y la reelección del año 2000 con el 59%. Ahora su apoyo está próximo al 60%.
La oposición, derrotada en cada elección, intentó echar a Chávez del poder con un golpe de estado en 2002, después con un cierre patronal de la empresa pública de petróleo PDVSA. Cuando estos intentos fracasaron, la oposición depositó todos sus esfuerzos en el referéndum revocatorio con la intención de echar antes de tiempo a un presidente elegido democráticamente.
Esto resulta irónico. El derecho constitucional a un referéndum revocatorio sólo existe gracias a la nueva constitución redactada por una Asamblea Constituyente elegida durante el primer año de mandato de Hugo Chávez y aprobada en un referéndum popular. La revocación de funcionarios elegidos para cargos públicos fue una idea propuesta por Chávez a la asamblea y fue apoyada por la mayoría, y rechazada por la oposición, que después hipócritamente utilizó ese derecho para intentar echar al presidente. A propósito, si estos "demócratas" hubieran ganado, lo primero que habrían hecho es abolir el derecho al referéndum revocatorio.
Estos caballeros que se autodenominan demócratas, en la práctica demuestran que la "democracia" es sólo aceptable para ellos en la medida que ganan. Hasta el último minuto la oposición continuó con sus maniobras. Antes de que el CNE anunciase oficialmente los resultados, los miembros del CNE, Sobella Mejías y Ezequiel Zamora, hicieron un anuncio por separado cuestionando el resultado. Es un secreto a voces que tanto Mejía como Zamora están alineados junto a la oposición. Con esta clase de trucos sucios la oposición busca desacreditar el referéndum y de este modo preparar el camino para futuros actos de sabotaje.
Una vez más la clase obrera y los pobres de Venezuela mostraron un infalible instinto de clase. Se dice que en el barrio obrero de Petare se estuvo haciendo cola desde las cuatro de la madrugada. Cuando quedó clara la derrota de la oposición, el ambiente de las masas estalló. Las calles que rodean el Palacio Presidencial de Miraflores en Caracas estaban llenas de manifestantes pro – Chávez celebrando esta nueva victoria de la revolución bolivariana.
Venezuelanalysis.com publica lo siguiente: "Los chavistas han tomado las calles de los barrios obreros haciendo sonar las bocinas y tocando música. En las zonas obreras de Caracas también se pueden oír fuegos artificiales y buscapiés, parece una celebración del año nuevo".
Golpe a la contrarrevolución
No hay duda de que este resultado representa un golpe contundente a los contrarrevolucionarios, un sector de los cuales son claramente reticentes a aceptar el resultado. Dicen que se han producido intensas negociaciones entre el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA) con la coalición opositora, la Coordinadora Democrática, para convencer a esta última de que aceptase la victoria de Chávez.
Es bastante natural que las masas lo celebren. Una vez más han asestado un duro golpe a la contrarrevolución y la han bloqueado en el plano electoral. Pero extrañamente los opositores a Chávez también están en las calles y sus dirigentes les han ordenado que celebren su propia "victoria". La base de los grupos chavistas ha denunciado la convocatoria como un plan para provocar disturbios de orden público y posibles bloqueos de carreteras, como hicieron a principios de este año. Un dirigente de la oposición hizo un llamamiento a la "rebelión civil" para protestar por el retraso en el proceso de votación y esto confirma claramente estos temores.
Los contrarrevolucionarios están esperando utilizar el referéndum para orquestar nuevos enfrentamientos y desórdenes. Esperan provocar el suficiente caos como para provocar un golpe de estado. Este habría sido el escenario especialmente si el resultado hubiera sido muy cerrado.
Los dirigentes de la oposición Humberto Calderón Berti y César Pérez Vivas, del partido COPEI, dieron una rueda de prensa el domingo por la noche para agradecer a los observadores internacionales por estar presentes en esta "elección histórica". La miserable expresión de la cara de Berti habla por sí misma. ¡No suponían que iba a ser este el resultado! Los contrarrevolucionarios esperaban que su control de los medios de comunicación les diera la suficiente ventaja para ganar el referéndum. Además, contaban con el inestimable apoyo de Washington y la mayoría de los gobiernos de América Latina, personificado en Jimmy Carter y la OEA.
El papel de los "observadores" internacionales
Todavía tenemos que escuchar el veredicto de los observadores internacionales, incluido el ex presidente de EEUU, Jimmy Carter, y la OEA. Más de 400 observadores internacionales, incluida una misión de la OEA, se encuentran en Venezuela para "vigilar" el proceso del referéndum revocatorio. Realmente se trata de una injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela que no tiene precedentes. Este referéndum revocatorio ha sido el proceso electoral más estrechamente vigilado de todo el hemisferio occidental. Ciertamente no existió este nivel de vigilancia en las pasadas elecciones presidenciales estadounidenses, que fueron amañadas para conseguir que George W. Bush pudiera acceder a la Casa Blanca. Pero estas pequeñas contradicciones no importan demasiado a los críticos extranjeros de Venezuela.
El elemento más conocido en la "misión de observadores" es el Centro Carter, fundado por el ex presidente estadounidense Jimmy Carter. Este antiguo granjero de cacahuetes fue un mediocre presidente, pero como manipulador diplomático tiene unas cualidades excelentes. El presidente Chávez me contó cómo lloró Jimmy Carter al conocer las espantosas condiciones de vida de los pobres en Venezuela. Su capacidad de llorar en determinados momentos es parte de su herencia bíblica de la zona sureña de EEUU. Sin duda sus ancestros también lloraron por el sufrimiento de los pobres, al mismo tiempo que se enriquecían gracias a sus esclavos negros. Su marca especial de hipocresía cristiana es el arma más útil en la armadura de la diplomacia internacional, y Carter ha conseguido dominarla con absoluta perfección.
La hipocresía en este momento está muy solicitada en Venezuela. La contrarrevolución no puede aparecer públicamente con su verdadera cara, debe disfrazarse como una "democracia verdadera", incluso aunque su objetivo real sea instalar una dictadura en Venezuela. Numerosas organizaciones contrarrevolucionarias se presentan como grupos defensores de los "derechos humanos" y otras cosas por el estilo. Para engañar a la opinión pública las cosas deben convertirse en su contrario: una derrota electoral debe ser presentada como una victoria, y una victoria como una derrota, la dictadura se debe presentar como una democracia y ésta como una dictadura, y así sucesivamente.
Una de las organizaciones especializadas en este tipo de hipocresía y engaño es Súmate, se supone que es una asociación civil objetiva no partidaria, pero en realidad es un grupo pro – oposición financiado por Washington. La codirectora de Súmate, María Corina Machado, participó en el golpe de 2002 que derrotó durante un breve intervalo de tiempo a Chávez, ella firmó los decretos que convertían en dictador a Pedro Carmona. Actualmente está siendo investigada por traición, por haber recibido fondos de un gobierno extranjero (el de EEUU) destinado a derrocar al gobierno Chávez.
Súmate utilizó sus fondos dados generosamente por donantes estadounidenses para organizar un gran equipo de "voluntarios" cuyo objetivo era recoger el mayor número posibles de votos favorables al "sí" en las encuestas a pie de urna. Estos "resultados objetivos" podrían ser presentados entonces como "prueba" de que la oposición había ganado y utilizado como propaganda para organizar disturbios en el momento en que Chávez anunciara la victoria.
A pesar de esta imagen pública de "organismo imparcial", el Centro Carter es una herramienta de Washington. El Centro Carter se financia con fondos procedentes del gobierno norteamericano. Y como dice un refrán inglés: quién paga al flautista elige la melodía. Es bien sabido que toda la clase dominante estadounidense se opone a Chávez y apoya a la oposición.
En un testimonio ante el subcomité estadounidense celebrado el 15 de marzo de 2000, el principal observador del Centro Carter, la profesora de ciencia política de la Universidad de Georgia, Jennifer McCoy, situó al gobierno venezolano en la categoría de "nuevas y sutiles formas de autoritarismo a través de la opción electoral…". En su declarada búsqueda para "impedir nuevas democracias híbridas", McCoy pidió al gobierno de EEUU que continuara apoyando al Centro Carter, con la intención de que esta financiación representara "un medio neutral y profesional de mejorar el proceso electoral".
McCoy ha pedido a EEUU que presione al gobierno de Chávez, aunque nunca han existido pruebas significativas de fraude electoral en la elección de Chávez en 1998 o en los plebiscitos organizador por el gobierno durante los años siguientes. ¡También presentó al gobierno Chávez de la misma forma que al ex – dictador peruano Alberto Fujimori!
Carter pide cautela
El hecho de que las simpatías de Carter y la OEA están del lado de la oposición está fuera de toda duda. Sin embargo, los planes de la oposición de hacer uso de los "observadores" extranjeros se estrelló con la respuesta masiva en la campaña del referéndum. La propia campaña estuvo dirigida de una forma escrupulosa y de una manera democrática. Nadie ha podido encontrar irregularidades.
A primera hora del domingo, después de visitar varios colegios electorales, Carter tuvo que admitir que las colas para votar no tenían "precedentes en su longitud y orden". Carter, que está al frente de la misión del Centro Carter para observar el histórico referéndum revocatorio de Venezuela, añadió que "desde primeras horas del día hemos visitado varios colegios electorales de Caracas y hay miles de personas esperando con mucha paciencia y en paz". El Secretario General de la OEA, César Gaviria, el domingo declaró que los resultados del referéndum serían "dignos de confianza".
¿Qué más podrían decir estas damas y caballeros? La intención original de la OEA y el Centro Carter era presionar al gobierno de Caracas para llegar a un "acuerdo" con la oposición o, si era posible, amañar el referéndum a favor de esta última. Si el resultado era estrecho podrían haber intentado anunciar una victoria de la oposición antes de que se anunciaran los resultados oficiales. Esta fue probablemente la razón por la que se retrasó tanto el resultado.
Un sector de la línea dura podría haber exigido que la OEA y el Centro Carter colaboraran con esta maniobra. Algunos sectores de la oposición aparentemente habían anunciado su intención de dar los resultados de sus propias encuestas a pie de urna antes de que se cerrasen los colegios electorales. Esta parece haber sido la posición del dirigente opositor Enrique Mendoza. Esto habría sido una clara provocación. Pero tanto el Centro Carter como la OEA han comprendido que es inútil y contraproducente intentar negar el resultado del referéndum.
A la una y media de la madrugada los funcionarios del Centro Carter y la OEA salieron de una reunión con el Consejo Electoral Nacional. Intentaban desesperadamente convencer a la coalición opositora, la Coordinadora Democrática, de que aceptara la victoria de Chávez. Pero Carter no podía obligar a la línea dura. No hay dudas de que él es un canalla imperialista, pero no es un completo loco. Un intento descarado de dar la victoria a la oposición mediante un fraude habría provocado inmediatamente una explosión que no hubiesen podido controlar.
Carter, un representante relativamente astuto del imperialismo estadounidenses, intentó calmar a la oposición. El periódico venezolano Diario Vea informaba que McCoy había criticado indirectamente la decisión de la oposición de anunciar antes de tiempo resultados no oficiales. McCoy declaró que todos los actores políticos deberían esperar al anuncio de los resultados por el organismo gubernamental acreditado, el Consejo Electoral Nacional.
Tanto el Centro Carter como la OEA comprendían que era inútil y contraproducente intentar negar el resultado del referéndum. Pero esta era sólo una decisión táctica. Entendían que un golpe en este momento estaba totalmente descartado porque la correlación de fuerzas de clase no era favorable. De este modo, la victoria de Chávez tendrá que ser aceptada de mala gana por al menos un sector de la oposición. En el mejor de los casos pueden intentar arrojar algunas dudas en el proceso, exagerando las irregularidades, gritando la palabra fraude, etc., Esto es lo que ya están haciendo. En realidad, lo estaban haciendo incluso antes de que se celebrara el referéndum.
¿Y ahora qué?
Como ya pronosticamos en nuestro último artículo (¿Por qué los marxistas defendemos el "no" el próximo domingo?), los imperialistas comprenden que todavía no está madura la situación para un nuevo golpe, que llevaría a una guerra civil, una guerra civil que ciertamente perderían. Por lo tanto, han decidido adoptar una táctica diferente. Después de fracasar en su objetivo del asalto, recurrirán al asedio. La lucha no ha terminado, simplemente ha pasado a un plano diferente. Los contrarrevolucionarios y sus aliados imperialistas esperarán hasta que la correlación de fuerzas de clase les sea más favorable. De nuevo entrarán en acción. Pero por ahora deben hacer una retirada táctica y lamerse las heridas.
¿Esto significa que todo está solucionado y que la oposición ha sido derrotada de una manera decisiva? No, en absoluto. Lo que ha demostrado la campaña del referéndum es que la sociedad venezolana está extremadamente polarizada entre derecha e izquierda. Esta polarización no desaparecerá después del referéndum, sino que se incrementará. En ese sentido, el referéndum no ha solucionado nada. Los contrarrevolucionarios reagruparán sus fuerzas y se prepararán para una nueva ofensiva cuando las condiciones les sean más favorables.
En el plano internacional no abandonarán su campaña contra la revolución venezolana, seguirán con sus pretensiones de que Chávez tiene tendencias autoritarias. Con la ayuda de organizaciones como Súmate, publicarán encuestas amañadas destinadas a contradecir los resultados oficiales y demostrar que el resultado está basado en un fraude. Continuarán saboteando y obstruyendo el progreso de la revolución, intentando causar caos económico y social. No estarán satisfechos hasta que Chávez sea derrocado y las conquistas de la revolución bolivariana sean totalmente liquidadas.
La última victoria del gobierno Chávez pone a la oposición burguesa en una posición difícil. Esta es la cuarta vez en que unas elecciones libres en Venezuela dan una mayoría decisiva a Chávez. La burguesía venezolana cada vez está más desesperada. La guerra de clase se intensifica por momentos. Los trabajadores y los campesinos, envalentonados por el resultado del referéndum, exigirán más reformas y la profundización del proceso revolucionario. La burguesía y los imperialistas exigirán un freno y una marcha atrás. El gobierno se encontrará entre dos piedras de molino.
La masiva participación electoral del domingo es un reflejo claro de la extrema polarización política a derecha e izquierda que hoy existe ene la sociedad venezolana. La cuestión inmediata era la permanencia del presidente Hugo Chávez en su puesto, pero también están implícitas otras cuestiones más profundas, y éstas siguen sin resolverse. Era necesario ganar el referéndum, pero el resultado del referéndum no resolverá estos problemas fundamentales. Sólo los agudizará.
Esos dirigentes del movimiento bolivariano que dicen que con la celebración del referéndum se silenciaría a los enemigos de la revolución, han demostrado ahora estar equivocados. Los enemigos internos y externos de la revolución venezolana no pueden aceptar las elecciones, los referéndum y las negociaciones. Sólo estarán satisfechos cuando la revolución sea derrotada. No reconocer esto es una gran irresponsabilidad.
En ocasiones anteriores, cuando las masas derrotaron a la contrarrevolución, se perdió una oportunidad dorada de llevar la revolución hasta el final y acabar con el poder de la oligarquía de una vez por todas. Pero en cada una de las ocasiones se ha desaprovechado la oportunidad. Los dirigentes se dejaron seducir por los cantos de sirena de la "moderación" y la "negociación", el resultado inevitable fue una nueva ofensiva de la contrarrevolución.
¡Es el momento de aprender las lecciones! No se puede dejar a medio camino la revolución. En la medida que la oligarquía continúa manteniendo el control de sectores importantes de la economía, continuará actuando como un caballo de Troya del imperialismo norteamericano, saboteando y socavando la revolución bolivariana. Es el momento de hacernos la pregunta clave: ¿podemos permitir que los intereses de un puñado de parásitos adinerados decidan los destinos de millones de personas? ¿O debemos poner fin de una vez por todas a esta situación expropiando la propiedad de los contrarrevolucionarios y emprendiendo el camino de la democracia socialista?
El 15 de agosto entrará en los anales de la historia revolucionaria como una gran victoria para la clase obrera, con una condición: que no lo desperdiciemos, que no devolvamos la iniciativa a nuestros enemigos, debemos asestar los golpes que destruyan la base de su poder. Esa es la única forma de que podamos conseguir la victoria y emprender una transformación decisiva de la sociedad.
Londres, 16 de agosto de 2004