El pasado miércoles 2 de Julio se dió a conocer, temprano por la mañana, la desgarradora noticia del cierre de las residencias en el Hospital público de alta complejidad para niños y adolescentes Garrahan y todos hospitales nacionales (convenientemente, la mañana siguiente al examen de entrada de residencias hospitalarias). Esto, como califican los mismos trabajadores del hospital, fue realizado “por la puerta de atrás”. Tras semanas de intensificación de la lucha con paros y marchas a causa de los bajísimos salarios, el gobierno decidió atacar precarizando aún más la situación de los residentes: deberán convertirse en becarios.
Los residentes del hospital cuentan con salarios bajos: Un residente de primer año percibe un sueldo de $776.068, trabajando 70 horas semanales. Esto equivale a $2.771 por hora, un salario que se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Ahora, bajo el nuevo decreto, se presentan ante los residentes dos opciones: precarización o más precarización. Con el velo de “libertad para elegir” se presentan dos opciones de beca: la Beca Institucional, un contrato directo con el Hospital, que implica cobrar sin descuentos de aportes y cargas sociales, contar con los seguros (ART, mala praxis y salud) cubiertos por el mismo hospital (léase, pérdida de aportes jubilatorios, obra social, de relación de dependencia, de derechos), o una Beca del Ministerio, dónde reciben un estipendio en lugar de salario, ya que cesan de ser trabajadores.
Los residentes por supuesto rechazan la resolución emitida. Esta medida representa un retroceso en las condiciones laborales para miles de profesionales en áreas como medicina, enfermería, psicología, bioquímica, entre otras. La nueva normativa presenta la libertad de elección ante 2 opciones que no resuelven la problemática salarial. Se transforma lo que hasta ahora era un régimen formativo en un servicio remunerado a una beca sin vínculo laboral claro y sin aportes. Los mismos residentes denuncian algunos de los puntos alarmantes entre estas “opciones”: aumento de horas y guardias a 93 horas semanales, eliminación del descanso post-guardia (lo cual significa, tras hacer una guardia de 24 horas, continuar con la jornada laboral, completando alrededor de 30 horas de trabajo, seguidas), disminución a $3.200 por hora en la Beca Institución, y $2200 por hora en la Beca Ministerio. En la Beca Institución el monto es mayor a coste de la pérdida del aguinaldo, los aportes y la obra social. En la Beca Ministerio, se elimina la posibilidad de percibir bonos. En caso de rescisión de contrato, no hay indemnización. La renovación de contrato se hará anualmente, a pesar de tratarse de residencias de 3 o 4 años. Resulta obvia la mayor precarización a la cual se quiere someter a los profesionales.
Milei declaró que es incorrecto decir que el sueldo de los residentes se encuentra por debajo de la canasta básica, ya que esta tiene en cuenta una familia de cuatro. Según el presidente, debería compararse con la canasta básica individual, la cual se estima en los $360.000. Por lo tanto, en línea con esta lógica brillante, los residentes deberían renunciar a tener hijos, a poder pagar un alquiler, a comprarse ropa, y a tener una vida. Es curioso que el mismísimo señor presidente cuente con un salario de casi cinco millones de pesos, siendo una familia de uno.
Pero no debemos detenernos en las pequeñeces del discurso de Milei. Es un discurso que intenta desviar nuestra atención con obscenidades y datos falsos. Lo importante es entender que lo que está ocurriendo en el Hospital Garrahan es un ataque por parte de un gobierno al servicio de los dueños del capital, hacia los trabajadores de salud. Los residentes de los hospitales públicos a lo largo del país no llegan a pagar su alquiler, llevan vidas consumidas por el estrés, con jornadas extenuantes y grandes responsabilidades. Realizar este tipo de trabajo en las horribles condiciones de pago es impensado. Precarizar aún más es asegurar la fuga de miles de profesionales capacitados, y el vaciamiento de la salud pública. El sueño libertaro de privatizar la salud.
Está claro que los residentes y los trabajadores del hospital deberían percibir sueldos mucho mayores, dado que trabajan bajo jornadas extenuantes y en situaciones de altísimo estrés y responsabilidad, haciéndoles imposible hasta a veces tomarse vacaciones, dado que no hay personal suficiente para cubrir sus responsabilidades. Creemos, por un lado, que todas las personas deberían tener acceso a un trabajo acorde a sus capacidades, y por el otro, que todos deberían tener acceso a una salud pública de calidad. Pero está claro que el sistema gobernante no es capaz de garantizar estas necesidades básicas, y hasta las socava en función de sus intereses de clase.
Es por esto que no tenemos que dejar nuestro destino en manos de quienes obedecen a la lógica del mercado y buscan garantizar sus propios privilegios, a costa de la vida y el bienestar de los demás. Los trabajadores del Hospital Garrahan y de todos los hospitales del país saben cómo manejar el hospital. Entienden cuáles son las tareas necesarias para mantener el correcto funcionamiento de los hospitales. Cuando los trabajadores se encuentran bajo semejante ataque, deben tomar su institución, como hicieron los trabajadores del Hospital Bonaparte.
Los autoconvocados han demostrado una capacidad organizativa notable, impulsando acciones desde abajo. Su enfoque asambleario, de acción directa, y su vínculo con la comunidad les han permitido sostener la presión y la lucha, en claro contraste la tibieza (ATE y APyT) o la complicidad (UPCN) de las direcciones de la burocracia sindical que frenan el impulso de la lucha, acatando las conciliaciones obligatorias amañadas, sin lograr avances concretos. La autoconvocatoria, como método político de organización, tiene una importancia fundamental para el desarrollo de la lucha, ya que permite interpelar, unir y movilizar a la base de todos los sectores del hospital, garantizando una toma de decisiones verdaderamente democrática sobre el camino a seguir.

El camino hacia adelante es la lucha de todos los sectores. El problema hoy está centrado en los trabajadores del Hospital Garrahan, pero los trabajadores de todos los hospitales públicos, tanto nacionales como provinciales, así como todos los demás trabajadores se enfrentan a ataques similares y defienden intereses similares. Deben salir a apoyar a sus compañeros en el Hospital y, así, defender sus propios intereses.
La lucha es una sola, y es contra el sistema de precarización interminable que es el capitalismo. Aunque el sistema pueda ofrecer algunas concesiones, como flujos de dinero o beneficios momentáneos, estas son temporales y se pierden rápidamente frente a la lógica del “déficit económico”. La única verdadera solución es luchar por un sistema justo, gobernado por los trabajadores mismos, dónde todos los servicios de salud pública, sindicales y privados estén integrados en un sistema único estatal que permita una planificación económica eficiente y una distribución estratégica del personal médico en todo el territorio nacional, con el fin de garantizar un desarrollo equilibrado que responda a las necesidades de toda la sociedad.
Unámonos en la lucha para derrotar el ajuste este 17 de julio, junto a los compañeros del Hospital Garrahan y a todos los trabajadores, por sueldos dignos, por un futuro justo, donde verdaderamente se cuide a los trabajadores y a los pacientes, por un sistema de salud gestionado por los trabajadores, y hacia un gobierno de los trabajadores.
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