El sectarismo de izquierda no es algo novedoso ni patrimonio exclusivo de grupúsculos venezolanos que se autoproclaman herederos y guardianes del auténtico pensamiento leninista y trotskista, ya el propio Lenin tuvo que salirles al paso a estas tendencias que comenzaban a proliferar en la Europa de 1920, y lo hizo a través de ese magnífico libro de método y táctica marxista que es El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. A lo largo del mismo va desarrollando los métodos y las tácticas quas que llevaron a los bolcheviques a pasar, en poco tiempo, de ser un pequeño grupo marxista a ser el gran partido que condujo al proletariado a la toma del poder en Rusia, y a contraponer estos métodos correctos y exitosos con los métodos erróneos que em
Venezuela
Quienes hemos oído hablar a Alan Woods sobre el partido revolucionario y la construcción del mismo, recordaremos algo que él repite con cierta frecuencia: que para un marxista un partido es en primer lugar un programa, unas ideas, un método y unas tradiciones, y sólo después una organización para llevar estas ideas a la clase obrera. De todos estos ingredientes que deben conformar un partido revolucionario, posiblemente sea el método que se emplea para construir el partido, el punto más polémico y en el cual difieren la mayoría de las organizaciones que se proclaman revolucionarias y marxistas. Y la discusión no es nueva. Desde el mismo instante en que Marx y Engels escribieran el Manifiesto Comunista en 1848, todas las organizaciones que en su momento pertenecieron a la I, o a la II, o a la III, o a la IV Internacional, basándose en su propia interpretación del marxismo, desarrollaron o no, aunque esto también sea una forma de desarrollar, un método para construir el partido. Claro está, como decía un viejo amigo, que sólo hay dos formas de hacer las cosas: bien o mal, a lo cual habría que agregar la cita bíblica de por sus frutos os conoceréis para saber quíén ha hecho las cosas correctamente y quién no. Desde el punto de vista del marxismo, como teoría científica que es, sólo existe un método válido y verdadero para construir el partido, para llegar a las masas de trabajadores con nuestro programa e ideas, como dice Alan Woods: el método que comenzaron a esbozar Marx y Engels en el Manifiesto Comunista y que luego desarrollarían hasta su máxima expresión Lenin y Trotsky construyendo el Partido Bolchevique y conduciéndolo a la victoria en Rusia en 1917, lo demás sólo son charlatanerías de teóricos seudomarxistas que para lo único que han servido es para alimentar su ego y para llevar a la derrota a la clase obrera en infinidad de ocasiones. Este es el método que humildemente hemos tratado de aplicar desde la CMR en cada una de las luchas en que hemos intervenido y que ahora queremos aportar de cara a la construcción del PSUV.
El método planteado por Marx y Engels
Como decíamos antes, fueron Marx y Engels los que dieron las primeras luces sobre el trabajo de los marxistas en el movimiento obrero cuando escribieron que: Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros. No tienen intereses algunos que no sean los intereses del conjunto del proletariado. No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar al movimiento proletario, más claro y diáfano que esto imposible, y agregaban: Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que en las diferentes fases de desarrollo porque pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto, para luego definir el papel que debían jugar los comunistas dentro del movimiento obrero: … los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. Nada allí huele a sectarismo ni a mesianismo ni a querer construir una organización de iluminados apartada de las masas, sino todo lo contrario, y desvirtúa las posturas, tanto de los sectores dogmáticos como sectarios que se autodefinen como marxistas y que se niegan a participar de la construcción del PSUV, prefiriendo mantener sus pequeñas organizaciones apartadas de la mayoría de las masas venezolanas alegando las más variadas y sesudas razones, lo cual no se corresponde en nada con lo que debe ser la visión y el análisis marxista que, por científico, debe partir de la realidad existente y no de cómo nos gustaría que fuera dicha realidad.
Lenin y el izquierdismo
El sectarismo de izquierda no es algo novedoso ni patrimonio exclusivo de grupúsculos venezolanos que se autoproclaman herederos y guardianes del auténtico pensamiento leninista y trotskista, ya el propio Lenin tuvo que salirles al paso a estas tendencias que comenzaban a proliferar en la Europa de 1920, y lo hizo a través de ese magnífico libro de método y táctica marxista que es El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. A lo largo del mismo va desarrollando los métodos y las tácticas que llevaron a los bolcheviques a pasar, en poco tiempo, de ser un pequeño grupo marxista a ser el gran partido que condujo al proletariado a la toma del poder en Rusia, y a contraponer estos métodos correctos y exitosos con los métodos erróneos que empezaban a emplear los grupos de ultraizquierda. Sin embargo, no es la idea desarrollar aquí todo el contenido del libro de Lenin, sino enfocarnos en lo que consideramos es uno de los postulados básicos que allí se expresan y que no es más que la continuidad y el desarrollo de lo planteado por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: los marxistas debemos realizar nuestro trabajo entre las masas, entre los trabajadores, debemos ir a ellos con nuestras ideas, a explicárselas pacientemente, a demostrarles que son las ideas correctas, y no sentarnos a esperar que ellos vengan a nosotros.
-El éxito de los bolcheviques: …Sólo la historia del bolchevismo en todo el período de su existencia puede explicar de un modo satisfactorio por qué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las condiciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoria del proletariado. La primera pregunta que surge es la siguiente: ¿cómo se mantiene la disciplina del partido revolucionario del proletariado? ¿Cómo se comprueba? ¿Cómo se refuerza? Primero, por la conciencia de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolución, por su firmeza, por su espíritu de sacrificio, por su heroísmo. Segundo, por su capacidad de ligarse, de acercarse y, hasta cierto punto, si queréis, de fundirse con las más amplias masas trabajadoras, en primer término con las masas proletarias, pero también con las masas trabajadoras no proletarias. Tercero, por lo acertado de la dirección política que ejerce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y su táctica políticas, a condición de que las masas más extensas se convenzan de ello por su propia experiencia. (Cap. II, Una condición esencial del éxito de los bolcheviques)
-Algunas escusas de los sectarios para no integrarse al PSUV :
1-El PSUV está dirigido por los mismos dirigentes reformistas y oportunistas de los partidos que apoyan a Chávez.
Aquí se pude hacer una analogía entre sindicato y partido ya que a lo que se refiere Lenin es al método para trabajar en una organización de masas, e incluso cuando él habla de sindicatos reaccionarios está utilizando un caso extremo que no es el del PSUV, pero que ilustra muy bien cuál era su posición frente a la de los sectarios.
Tampoco pueden dejar de parecernos un absurdo ridículo y pueril las disquisiciones muy sabias, pomposas y terriblemente revolucionarias de los izquierdistas alemanes acerca de que los comunistas no pueden ni deben actuar en los sindicatos reaccionarios, de que es permisible renunciar a semejante actividad, de que hay que salir de los sindicatos y organizar forzosamente una unión obrera, nuevecita del todo y completamente pura, inventada por comunistas muy simpáticos (y en la mayoría de los casos probablemente muy jóvenes), etc., etc…. Pero la lucha contra la aristocracia obrera la sostenemos en nombre de las masas obreras y para ponerlas de nuestra parte; la lucha contra los jefes oportunistas y socialchovinistas la sostenemos para ganarnos a la clase obrera. Sería necio olvidar esta verdad elementalísima y más que evidente. Y tal es, precisamente, la necedad que cometen los comunistas alemanes de izquierda, los cuales deducen del carácter reaccionario y contrarrevolucionario de los cabecillas de los sindicatos la conclusión de que es preciso… ¡¡salir de los sindicatos!!, ¡¡renunciar al trabajo en ellos!!, ¡¡crear formas de organización obrera nuevas, inventadas!! Una estupidez tan imperdonable, que equivale al mejor servicio que los comunistas pueden prestar a la burguesía. Porque nuestros mencheviques, como todos los líderes sindicales oportunistas, socialchovinistas y kautskianos, no son más que agentes de la burguesía en el movimiento obrero… No actuar en el seno de los sindicatos reaccionarios significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a la influencia de los líderes reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas u obreros aburguesados (véase la carta de Engels a Marx en 1858 acerca de los obreros ingleses34). Precisamente la absurda teoría de la no participación de los comunistas en los sindicatos reaccionarios demuestra del modo más evidente con qué ligereza consideran estos comunistas de izquierda la cuestión de la influencia sobre las masas y de qué modo abusan de su griterío acerca de las masas. Para saber ayudar a la masa y conquistar su simpatía, su adhesión y su apoyo no hay que temer las dificultades, las quisquillas, las zancadillas, los insultos y las persecuciones de los jefes (que, siendo oportunistas y socialchovinistas, están en la mayor parte de los casos en relación directa o indirecta con la burguesía y la policía) y se debe trabajar sin falta allí donde estén las masas.
(Cap. VI, ¿Deben trabajar los revolucionarios en sindicatos reaccionarios?)
2-Se está metiendo a todo el mundo en el PSUV, los propulsores no están preparados ideológicamente
Podemos (y debemos) emprender la construcción del socialismo no con un material humano fantástico ni especialmente creado por nosotros, sino con el que nos ha dejado como herencia el capitalismo. Ni que decir tiene que esto es muy difícil, pero cualquier otro modo de abordar el problema es tan poco serio que no merece la pena hablar de ello. (Cap. VI, ¿Deben trabajar los revolucionarios en sindicatos reaccionarios?)
Los que tuvimos la suerte de estar el 19 de abril de este año en el Poliedro, en la juramentación de los casi 17.000 nuevos propulsores del PSUV, podemos dar fe del sentimiento profundamente revolucionario de la gente que estaba allí para ser juramentada, eran en su inmensa mayoría personas muy humildes, auténticos hijos del pueblo, algunos muy jóvenes, pero también unos cuantos ancianos, hombres y mujeres. Seguramente, también en su inmensa mayoría, no tienen una gran preparación ideológica, ni saben quién fue Carlos Marx, y mucho menos Lenin, pero con aquel entusiasmo y sed de ideas que demostraban a cada momento, se puede afirmar que sus mentes deben ser la tierra más fértil y abonada para las ideas del marxismo.…la tarea de los comunistas consiste en saber convencer a los elementos atrasados, en saber actuar entre ellos y no en aislarse de ellos mediante consignas sacadas de la cabeza e infantilmente izquierdistas.
-Las masas, el PSUV y los grupos sectarios:
Estos hechos prueban con entera claridad lo que confirman otros mil síntomas: el crecimiento de la conciencia y de los anhelos de organización precisamente en las masas proletarias, en sus capas inferiores, atrasadas. En Inglaterra, Francia y Alemania, millones de obreros pasan por primera vez de la completa falta de organización a la forma más elemental e inferior, más simple y accesible (para los que se hallan todavía impregnados por completo de prejuicios democrático-burgueses) de organización: los sindicatos; y los comunistas de izquierda, revolucionarios pero insensatos, quedan a un lado, gritan: ¡Masa! ¡Masa!, pero ¡¡se niegan a actuar en los sindicatos, so pretexto de su espíritu reaccionario!! e inventan una unión obrera nuevecita, pura, limpia de todo prejuicio democrático-burgués y de todo pecado corporativo y de estrechez profesional, que será (¡qué será!), dicen, amplia y para ingresar en la cual se exige solamente (¡solamente!) ¡¡el reconocimiento de los soviets y de la dictadura (véase la cita transcrita más arriba)!!¡Es imposible concebir mayor insensatez, mayor daño causado a la revolución por los revolucionarios de izquierda! (Cap. VI, ¿Deben trabajar los revolucionarios en sindicatos reaccionarios?)
Las masas bolivarianas han respondido mayoritariamente al llamado del presidente Chávez a conformar el PSUV, era un anhelo y una necesidad, el pueblo tiene tendencia a la unidad, lo ha demostrado en infinidad de ocasiones. Los partidos que hasta ahora habían venido apoyando el proceso no han sido más que máquinas electorales y fuente de negocios y clientelismo para gran parte de sus dirigentes, al mejor estilo cuartorrepublicano; cogollos donde se impide la participación popular. Es lógico que esas masas con un nivel de conciencia que ha ido creciendo junto con el proceso estén ansiosas de participar y de ser oídas. Ellas han asumido la construcción del nuevo partido como una tarea propia, muy suya y que las conecta directamente con el Presidente. Quien no entienda esto debería retirarse de la política. Así como en algún momento planteamos que querer participar en la revolución bolivariana fuera del chavismo era un suicidio, igualmente ahora afirmamos que querer construir un partido fuera del PSUV también es un suicidio político pero a una escala mayor.
La CMR y el PSUV
Desde que el Presidente Chávez lanzó la idea de conformar el PSUV el 15 de diciembre del año pasado, en la CMR no dudamos un segundo en que nuestro lugar como corriente marxista estaba allí, tratando de aglutinar y trabajar con los sectores más revolucionarios que seguramente iban a confluir en el nuevo partido. De una vez hicimos pública una declaración de adhesión y comenzamos a trabajar con nuestros militantes, en los lugares donde desarrollamos nuestra acción política, a favor de la nueva organización. No haberlo hecho así hubiera significado contradecir lo que hemos venido realizando durante todo este tiempo en INVEVAL y en el FRETECO. Hubiera sido negar las mejores tradiciones del bolchevismo, negar a Marx, negar a Engels, negar a Lenin y negar a Trotsky, en pocas palabras: negarnos a nosotros mismos. Es cierto que en el PSUV están tratando de ingresar, y seguramente lo harán, reformistas de todo pelo, oportunistas, burócratas, corruptos, etc. es casi inevitable tratándose de una organización de masas donde lo único que se exige para entrar es la cédula de identidad. Es cierto que hay confusión y desorganización. Es cierto que no hay cuadros revolucionarios organizados para formar los batallones socialistas (células del nuevo partido). Todo esto es cierto y se podrían agregar muchas carencias más. Pero también es cierto que allí estarán las grandes masas de trabajadores, de campesinos y de pobres urbanos que apoyan el proceso bolivariano, entonces allí debemos estar también nosotros los marxistas difundiendo las ideas del marxismo revolucionario.
… Con los mencheviques hemos estado formalmente unidos durante varios años, desde 1903 a 1912, en un partido socialdemócrata único, sin interrumpir jamás la lucha ideológica y política contra ellos como portadores de la influencia burguesa en el seno del proletariado y como oportunistas. Durante la guerra concertamos una especie de compromiso con los kautskianos, los mencheviques de izquierda (Mártov) y una parte de los socialrevolucionarios (Chernov, Natansón). Asistimos con ellos a las conferencias de Zimmerwald y Kienthal y lanzamos manifiestos conjuntos, pero nunca interrumpimos ni atenuamos la lucha política e ideológica contra los kautskianos, contra Mártov y Chernov… (Cap. VIII. ¿Ningún compromiso?)
Los demócratas pequeño-burgueses (incluidos los mencheviques) vacilaban inevitablemente entre la burguesía y el proletariado, entre la democracia burguesa y el régimen soviético, entre el reformismo y el revolucionarismo, entre el amor a los obreros y el miedo a la dictadura del proletariado, etc. La táctica acertada de los comunistas debe consistir en utilizar estas vacilaciones y no, en modo alguno, en desdeñarlas; para utilizarlas hay que hacer concesiones a los elementos que se inclinan hacia el proletariado en el caso y en la medida exacta en que lo hacen y, al mismo tiempo, luchar contra los elementos que se inclinan hacia la burguesía. Debido a que seguimos una táctica acertada, el menchevismo se ha ido descomponiendo y se descompone más y más en nuestro país; dicha táctica ha ido aislando a los jefes obstinados en el oportunismo y trayendo a nuestro campo a los mejores obreros, a los mejores elementos de la democracia pequeño-burguesa. (Cap. VIII. ¿Ningún compromiso?)
No vamos al PSUV a defender la democracia burguesa y el parlamentarismo burgués contra el poder soviético o comunal, como también dijera Lenin, sino a luchar contra el oportunismo y el reformismo, y a contribuir a la creación de un verdadero partido socialista con un programa inspirado en el socialismo científico, con un programa que reivindique la expropiación de los medios de producción, de la banca, y de los latifundios. Para lograr estos objetivos debemos dotarnos de la táctica adecuada y no dudar en cambiarla cuando esto sea necesario. Es indispensable recordar lo que plantearon Marx y luego Lenin: firmeza en los principios y gran flexibilidad en la táctica, esto también es parte fundamental del método marxista: aplicar siempre la dialéctica a la hora de elaborar o de cambiar una táctica de lucha.
…Es necesario unir la fidelidad más absoluta a las ideas comunistas con el arte de admitir todos los compromisos prácticos necesarios, las maniobras, los acuerdos, los zigzags, las retiradas, etc… (Cap. X. Conclusiones)).
No debemos temer que en un primer momento nos encontremos en minoría numérica frente a los reformistas, a los oportunistas y a los burócratas que hayan ingresado en el PSUV, también los bolcheviques eran minoría en todas las instancias deliberantes (soviets, etc.) al comienzo de la revolución rusa de 1917, y al igual que ellos tenemos un gran arma para revertir esta situación: las ideas y el método marxista para llevar estas ideas a las masas. En el debate y en la confrontación ideológica, nuestras ideas, basadas en la verdad científica y revolucionaria, terminarán imponiéndose a las buenas intenciones y a las falsedades de los reformistas, y los desenmascararán frente al pueblo.
Debemos luchar por la unidad de los verdaderos revolucionarios dentro del PSUV utilizando las tácticas del frente único, pero sin perder nunca nuestra identidad propia de corriente marxista ya que es nuestra principal fortaleza, y hacer lo que le recomendaba Lenin a los comunistas ingleses en 1922: despertar en todas partes el pensamiento, arrastrar a la masa y dar a conocer al pueblo las ideas del bolchevismo. He ahí el principal trabajo a realizar en el PSUV: difundir las ideas del marxismo, el programa del marxismo, hacer que se conviertan en las ideas y en el programa de la mayoría de sus militantes para dotarlos de las únicas herramientas que le permitirán al nuevo partido cumplir con su misión histórica de guiar a las masas para acabar con el capitalismo y terminar de construir la sociedad socialista. Como dijera Carlos Marx: cuando las ideas se apoderan de las mentes de las masas se convierten en una fuerza material, cuando nosotros logremos que esto ocurra en el PSUV, habremos alcanzado buena parte de nuestros objetivos.