“Porque lo dicen las estrellas”

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Se abre este año con muchas esperanzas para los revolucionarios que ven que Venezuela puede llegar a ser el principio del fin de la dominación imperialista continental. Veremos si el sistema capitalista mundial recibe en Venezuela un buen infarto. Lo precisamos.

La revolución latinoamericana en 2005

Y porque para usted la dignidad del hombre es más alta que el pan, más alta que la gloria, más alta que la propia supervivencia

Félix Pita Rodríguez

Lo que suceda en Venezuela, malo o bueno, sucede en el corazón de todos los revolucionarios del mundo. Es tal vez la última esperanza que nos quede de emprender en tiempos visibles una revolución planetaria.

Las circunstancias de esta revolución pacífica, que no lo es tanto, nos ponen la “carne de gallina” ante cualquier tropiezo. Y es normal que así sea: Venezuela está todavía en ese punto triple de equilibrio inestable: Por un lado las fuerzas de la contrarrevolución internas y externas, arrulladas por tendencias reformistas, por otro el peligro ya sufrido por décadas de la burocracia estalinista que de alguna forma quiera instalarse bajo la amenaza de que se quiera construir el socialismo en un solo país, y por supuesto el tercero, que es la revolución socialista que todos añoramos.

Por lo tanto los revolucionarios venezolanos no deben sentir que somos críticos ni intrusos; tan sólo quisiéramos decidir de una buena vez esa inestabilidad que nos pone a temblar a todos. De seguro nos pone a temblar a los que estamos dispuestos a dar nuestra vida por hacer verdad el intento de revolución socialista, que todavía está palpitando en el venturoso vientre de América.

Chávez y Fidel firmaron en La Habana los primeros acuerdos para la Alternativa Bolivariana de las Américas. Es mucho más que un acuerdo económico provechoso. Mucho más: “Ese es el camino, es el proyecto de Bolívar, –dijo Chávez en la asamblea Nacional– convocado hace 180 años, precisamente, desde Lima al Congreso Anfictiónico de Panamá. Para qué convocó Bolívar ese congreso lo sabemos, hay que recordarlo y hay que repetirlo; no fue para un ALCA, no; fue para un ALBA, fue para conformar en Suramérica y en el Caribe un bloque de naciones –decía Bolívar–, para luego negociar en condiciones de igualdad con el Norte, con el Este y con el Oeste; pero nosotros, primero aquí, en el Sur, unidos, para lograr lo que él decía, el equilibrio del universo, un mundo pluripolar. Y aquí está, todo lo dice, lo dice el tiempo, lo dice el mapa, lo dicen las aguas, lo dicen las tierras, lo dicen los ríos, lo dice el subsuelo, lo dice el cielo, lo dicen las estrellas, lo dicen los pueblos, lo dice la magia de nuestros pueblos. Aquí es posible, en Suramérica y en el Caribe conformar una poderosa unidad de repúblicas y de naciones, la unión del Sur”.

Pero los ríos, el tiempo y las estrellas están diciendo mucho más que eso.

Venezuela acarrea la profundización de sus múltiples misiones. Pequeñas revoluciones específicas que tratan de borrar el tiempo perdido en tanta indolencia gubernamental.

En ese mismo discurso presentado por Chávez a la Asamblea Nacional se plantea un salto impresionante con relación a la atención de salud. Se crearán 600 Centros de diagnóstico, (incluyendo Rayos X, equipos de ultrasonido, electrocardiógrafo, además de atención de emergencia de infarto); 600 centros oftalmológicos; 600 servicios de terapia intensiva; 600 de fisioterapias. Y sobre todo 32 centros de diagnóstico de alta tecnología, que incluye Resonancia Magnética Nuclear y ultrasonido tridimensional. Se formarán decenas de miles de jóvenes de la misión Sucre como médicos generales integrales.

Es algo así como “una carga de los 600”. El componente social de la revolución bolivariana ya no hay quien lo dude. Eso sí: los fondos para financiar esta espectacular empresa en tan sólo un año se obtendrán de los fondos estatales, establecidos para este menester. La revolución bolivariana ha avanzando de manera impresionante en la esfera social… Más lenta anda en la reestructuración de la economía… Los latifundios por ejemplo… Espero que sea cuestión de tiempo.

Porque las estrellas claman por algo más que mejoras sociales:

Entonces se abre este 2005 con muchas esperanzas para los revolucionarios que ven que Venezuela puede llegar a ser el principio del fin de la dominación imperialista continental. Veremos si el sistema capitalista mundial recibe en Venezuela un buen infarto. Lo precisamos. Por mencionar poco la catástrofe de los tsunamis en el Sudeste asiático que hubiese de ser prevenido con un tanto más de inversión en planificación científica y con un tanto más de vergüenza, y la desfachatez de los empresarios locales que asesinaron a cerca de 200 jóvenes en Buenos Aires, fueron indicadores siniestros para despedir el año y las tristes elecciones en Irak, que son una bofetada a la decencia.

Esto hace que nuestra lucha por cambiar las reglas con que se mueve el mundo no podrá esperar mayor tiempo. En Venezuela hemos volcado todas nuestras esperanzas.

Pero no sólo la inundación y la asfixia culposa hicieron que el fin de año estuviera más que triste: Los revolucionarios de todo el mundo despedimos el 2004 con un sordo grito contenido en la garganta. El compañero Rodrigo Granda había sido secuestrado y llevado de la peor forma a Colombia. Y ni siquiera fue eso. Había sido secuestrado en la tierra que sostiene hoy por hoy la leve esperanza de cambiar este mundo. Venezuela, la amada Venezuela de Chávez, la romántica tierra de hombres realmente sinceros que un 14 de abril liberaran a su Presidente-Comandante sin mediar para eso ninguna carta, ninguna señal de nadie, ni de los medios de comunicación siquiera, los cuales ocultaban los sucesos de manera criminal, había sido usada para el secuestro de un compañero y pasaron más de diez días sin que nadie se pronunciase.

Granda había participado en el Encuentro de Intelectuales y había intercambiado con muchos compañeros, los que no suelen mentir por placer. Entonces ¿cómo que se estaba investigando? ¿Qué era lo que se investigaba? ¿Por qué el silencio de nuestro Chávez? ¿Y el de José Vicente Rangel? Es claro que si el compañero Rodrigo Granda fuese apresado en cualquier otro país no nos hubiésemos sentido así. De hecho la carta que enviaron al presidente Chávez el compañero James Petras y otros destacados intelectuales expresaba esta perplejidad.

¿Se preparaba América para otro Plan Cóndor? Por supuesto que si lo hace, Venezuela no estará incluida.

Nuestra angustia cesó, precisamente el día… en que el Comandante Chávez rendía cuentas antes la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.

Para refundar un pueblo no basta las medidas económicas inteligentes, ni siquiera la justicia social, que fue este día la protagonista en “la carga de los 600”. No basta con eso. Lo que más necesita un pueblo, de lo único que no puede prescindir es de la dignidad y el respeto a sí mismo. Y por tanto de su independencia política. De nada sirven buenos indicadores económicos si caemos en el pestilente juego de mentir y de ser inconsecuentes.

Acá me quiero detener. Varios compatriotas me pedían la conocida “calma”. Que Chávez sabría lo que hacer, que estaba investigando, etc. ¡No! Hugo Chávez es mucho más que un presidente. No sólo debe explicarse con sus compatriotas. Pertenece a la patria de la Revolución. Una patria sin fronteras. En esa patria es un militante más. Así es como necesitamos al compañero Chávez. Con él, por sus méritos y su impronta empezamos los revolucionarios a volver a sentir esta América Nuestra latiendo bajo nuestros pies. ¡Claro que debe explicarnos lo sucedido! No nos alcanza la supuesta complejidad de ser presidente. Granda fue apresado en Venezuela. La Venezuela Bolivariana debía de pronunciarse.

Creo que el verdadero gobierno de un país, si es que es dirigido por hombres y mujeres revolucionarios, se decide también por el juicio que hagan los revolucionarios foráneos de sus actos. De tal suerte que se diseña una especie de colaboración entre los dirigentes del país en cuestión y las fuerzas revolucionarias del mundo. Por supuesto que los intelectuales que emitieron esa carta, la “carta de Petras” eran de los mejores bolivarianos. Es ese el verdadero gobierno al que debemos aspirar. Estar al lado de nuestros líderes, pero nunca reprimiendo nuestras ideas porque supuestamente estemos apoyando al enemigo. Si algo bueno tiene la situación perversa del mundo, es que el enemigo ya no necesita que le demos pretextos para su desempeño. Por su parte los gobiernos revolucionarios necesitan del criterio de los mejores amigos para sintonizar la brújula. En Venezuela debemos sentir que todos estamos gobernando.

La respuesta del Gobierno bolivariano no pudo ser más valiente y más inteligente a la vez. Algo así como que Dios nos da las mejores armas cuando apelamos a la verdad y a la justicia. Dijo Chávez:

“No puede ser, es injustificable desde todo punto de vista que funcionarios, altos funcionarios del Estado colombiano y del gobierno colombiano estén instigando a funcionarios venezolanos al delito, estén sobornando a funcionarios venezolanos, estén comprando militares venezolanos que traicionan a su patria y serán castigados con todo el peso de la ley. Serán sometidos a juicio y seremos implacables con este pequeño grupo de venezolanos que no merecen llevar el uniforme de la Fuerza Armada de Simón Bolívar. Por cobrar una recompensa llegaron a cometer un delito”.

La prepotencia del enemigo lo acorrala. Piensan que la palabra terrorismo es un buen escudo para todo. Con el arresto de Granda se pusieron en crisis las relaciones entre Bogotá y Caracas. A Colombia la siguen preparando como escenario de un conflicto con el gobierno revolucionario de Venezuela. Y la querrán convertir en protagonista del siniestro Plan Cóndor.

Mas coincido plenamente con James Petras cuando dijo en un reciente trabajo publicado en Rebelión que el objetivo central de Uribe es acabar con las FARC, y exhibir al movimiento guerrillero como terrorista. ¡Que yo no sé hasta dónde nos va a llevar esta palabra! A veces siento que nos estamos comportando como las ratas de Hamelin y que Bush y su patrulla cantan con una flauta “terrorismo… libertad” y todos nos vamos en fila y bailando a tirarnos al mar.

Al menos Chávez no se encuentra entre las desdichadas ratas alemanas. Chávez ha cumplido con su deber. El cumplimiento de la dignidad no tiene precios y ante los ojos atónitos por la generalizada impotencia gubernamental demuestra como se dirige un país. Si bien estuvimos todos recelosos e indignados por el secuestro infame del compañero, y emitimos todos un sentimiento unánime de indignación, debemos ahora solidarizarnos con este otro compañero nuestro, Hugo Chávez, y estar dispuestos a todo por apoyar su revolución y su posición valiente.

Sentenció Chávez en la Asamblea Nacional venezolana:

“Así que yo, con mucho dolor, he retirado al Embajador venezolano en Bogotá y no regresará el Embajador, mientras el gobierno de Colombia no ofrezca disculpas y rectifique acerca de lo que ha hecho (Aplausos). Al mismo tiempo, he ordenado paralizar todo acuerdo y todo negocio con Colombia; se paraliza el gasoducto transcaribeño, lamentablemente, pero hasta que no sea reivindicada la soberanía violada de Venezuela, yo me veo obligado a tomar esas decisiones. ¡Nada, ni nadie me hará salir de esa posición, porque represento la dignidad del pueblo de Venezuela!”

Sabemos que Uribe sí es la más presurosa de las ratitas de Hamelin. Todavía no se da cuenta la desvergüenza que desdobla al decir que pagó un rescate por el secuestrado, y que está bien hecho… Es una desfachatez sin límites, claro, y si tenemos dudas, preguntémosle al gobierno norteamericano para saber que ese método es válido y que el presidente Uribe sigue siendo buen chico con todo y pagando millón y medio de dólares a funcionarios venezolanos para que secuestrasen a un individuo en pleno centro de Caracas, arriesgando así la credibilidad del gobierno vecino. Estos son los aportes colaterales de la actitud prepotente del gobierno yankee: Sus discípulos se aprestan a seguir su ejemplo y con la banderita de terrorismo, cualquier acto está justificado.

Venezuela por su parte deberá en este 2005 de avanzar decididamente en sus transformaciones revolucionarias y avanzar en los planes de integración simultáneamente. Los dos proyectos a la vez: Radicalizar la revolución interna y luchar por la unidad latinoamericana. (La unidad de los que podemos unirnos). De eso depende su propia supervivencia, tal vez la nuestra. Por fortuna, Hugo Chávez le suministra la misma importancia a ambos proyectos.

Esto constituye un aspecto inédito en las revoluciones que le precedieron, incluyendo la cubana. Nace la revolución con un carácter integracionista marcadísimo.

Estamos frente a un acontecimiento que se nos precipita por su velocidad. Chávez dijo en China “Socialismo o Muerte” y acaba de pronunciar en el ya pálido y delgado Foro de Porto Alegre “Unidad o Muerte”. Si de veras logramos curarnos del ropaje “izquierdoso” podremos apreciar allí dos consignas de combate que se complementan. Unidad y Socialismo. Hay un solo tipo de unidad consecuente con estas consignas. En este instante sí parafraseo a Bush en labios del propio Chávez en un discurso pronunciado el 2 de Noviembre, al que tituló “Líneas estratégicas de actuación para los próximos años”:

“Quiero que sepan que en esta nueva etapa, el que no está conmigo está contra mí. Así dijo Cristo un día y yo lo repito aquí. No acepto medias tintas: que yo tenga un pie por allá y un pie por acá, ya es tiempo de que dejemos eso atrás. El que no se sienta verdaderamente consustanciado con este proyecto revolucionario, dígalo, sea gobernador, sea alcalde o lo que sea y asuma las consecuencias, pues. Asuma las consecuencias, dé la cara y dígalo. Si alguno de los que han sido reelectos o electos estuviera invadido por ese perverso modelo de ser y no ser, de querer estar bien con Dios y con el diablo, cosa que es imposible pues, que se defina de manera determinante”.

Y yo creo que este mensaje del presidente no es válido tan sólo para los alcaldes y gobernadores venezolanos, es válido para todo revolucionario. Es válido para los gobiernos de izquierda de Sur América. En este caso o están con la revolución o están con el imperialismo, no hay espacio para las medias tintas.

En el caso de Granda, Chávez supo actuar dignamente. Por esa consecuencia la república bolivariana puede hoy correr más riesgo de una intervención militar. ¡Sea!

Pero esta vez no le declaran la guerra a Venezuela, le están declarando la guerra a todo el mundo.

Todavía no sé muy bien qué ha pasado al respecto en el V Foro Mundial de Porto Alegre. El tiempo aquel en que nos dábamos el lujo de que el Foro fuera una escuela de verano para la Academia de la Izquierda, como muy bien lo bautizara Ramonet está llegando a su fin. De una buena vez habrá que pronunciarse.

Heinz Dietrich ha lanzado un discurso muy honesto hace unos días refiriéndose al Foro de Porto Alegre.

“El Plan de guerra de Uribe ha cambiado el carácter semi-privado del Foro en un evento marcadamente público al cual, quiera o no, no puede escapar. No hay posiciones de neutralidad posible en América Latina ante la coyuntura actual: ni para los partidos políticos, ni para los gobiernos y, mucho menos, para los entes de la sociedad civil que ostentan banderas de transformación y de lucha por la posibilidad “de un mundo mejor”.

Eso es. Se le acabó el tiempo a la pluralidad horizontal que “no quiere dar recetas”, ya debemos prender la caldera so pena de morir de inanición.

La Academia de la izquierda, sustentada por los traumas psíquicos del socialismo real y el advenimiento del capitalismo neoliberal ya debe dejar paso a la acción creadora o ser remitido a un analista.

No hay mucho que discutir. Frente a nosotros la primera revolución del Siglo pide de nosotros pista de aterrizaje. Esta revolución no es responsabilidad de los venezolanos tan sólo: Es nuestra responsabilidad.

Veremos a que acuerdo llegan Chávez y Uribe en su próxima reunión. Esperemos que si sale una solución, sea una solución digna de la entereza de Chávez. Por supuesto si el compañero Fidel estuvo de mediador, como mencionó Chávez, no deberá ser de otra manera. Que la solución al conflicto no sea una vez más cualquier vulgaridad disfrazada con frases diplomáticas.

Esta impotencia de pedir y pedir lo que es imposible que los dueños del mundo ofrezcan, es nuestra verdadera debilidad. La Tierra se acaba, pero a ellos les da igual y no moverán un solo dedo para mejorarla, caeremos todos juntos en medio de guerras y miserias murmurando como idiotas “un mundo mejor es posible”. Más valdría que dijéramos “un mundo mejor fue posible”.

Martí lo dijo (¡ah, Martí! al que muchos quieren ofrecerlo envuelto en lazos de un vano ecumenismo y un eclecticismo más que vulgar).

Dijo Martí, uno de los primeros, por no decir el primer revolucionario social de América “La política es una ocupación culpable cuando se encubren con ella, so capa de satisfacciones indebidas, la miseria y desdichas patentes, la gran miseria y desdicha patente, del pueblo que los soberbios y despaciosos suelen confundir con su propia timidez y complacencia. Y si por ventura, como pudiese suceder, no se tiene fe en el mínimo recurso abierto para que la cura urgente y radical; si por ventura se estuviese convencido de que el alivio aceptado no llega, ni por sus componentes puede llegar nunca, adonde llega el mal terrible, algo habría tan grave como el mal, la responsabilidad de los que a sabiendas recomendaron el falso remedio”.

¡Sí! Falso remedio es lo que a veces esperamos con proponer lo imposible. Proponer que el capital no se reproduzca por su propia voluntad en nombre de las miserias de la Tierra, y alguna oportuna apelación a Dios. Tenemos nuestros podios llenos de soberbios, pero sobre todo de despaciosos.

La única unión americana perdurable es la unión revolucionaria, cualquier otro intento sería ofrecerle al Imperialismo nuestras tierras en bandeja de plata. Ya veremos como se pronuncia cada uno de los pueblos americanos con relación a defender la valiente revolución bolivariana. Ahora sí puede haberse echado la suerte.

Le estuviésemos faltando cobardemente a Bolívar, a Martí y al Che si de manera frívola proponemos la unidad con las oligarquías americanas. El conflicto Chávez-Uribe describe lo que digo. Con Uribe y sus semejantes será imposible el sueño de la Gran Colombia de Bolívar, de la América Nuestra de José Martí. Si lo pretendemos, volveremos a “arar en el mar”, como temía el Libertador o “sería bordar en la nieve”, como dijo Martí.

No utilizar los descubrimientos del siglo XIX y XX del pensamiento revolucionario y socialista, con todo y el fracaso de su práctica concreta, sería la mayor traición que haríamos a los proyectos de unidad en nuestras hermosas tierras. Chávez lo intuye, lo sabe. Por eso convoca a todo el pensamiento mundial. La unidad americana no debe llevarnos a construir en América una Patria de “aldeanos vanidosos”, parafraseando a Martí.

Lo que a mi juicio debía estar discutiéndose en el V Foro es cuál será el latifundio que expropiaremos para el MST de Brasil o, mejor, cuál será la primera frontera derrocada, y dónde están organizadas las brigadas internacionales, que sin necesidad de cascos azules defenderán nuestra revolución bolivariana del fascismo, si fuese necesario. No hay espacio para más retórica, ni más aplausos.

Si aún tuviéramos dudas, el enemigo nos las aclara de inmediato. El reaccionario Carlos Alberto Montaner, acaba de publicar un trabajo en New Herald, y manifiesta preocupado: “Para conjurar estos peligros va a ser necesaria una intensa labor diplomática de Estados Unidos, México y la OEA, mientras países como Brasil y Argentina deciden si se van a dejar arrastrar al conflicto de la mano de Chávez o si van a actuar con sensatez. Si la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935) se saldó con noventa mil muertos, la que el caudillo venezolano se trae entre manos puede triplicar esa cantidad. Dios nos coja confesados”.

En algo concuerdo con él. Se avecina un período de definiciones. Y si no lo hacemos, dadas las actuales circunstancias del mundo, donde Bush habla por e-mail con Dios, comprémosle la lira de Nerón y sentémonos a escuchar como el nuevo Emperador quema Roma con todos nuestros hijos, nuestras ilusiones y nuestros Foros Mundiales ardiendo en llamas.

Organicémonos de una vez para apoyar a la revolución bolivariana si es que es menester. Que nos alcance esta tarea para lograr unirnos, pues sólo la revolución emerge como solución real a nuestros empeños.

Con la unión de América es válida la unión real del mundo, al menos de la parte que vale la pena unir. Otra unión es absolutamente desechable.

Invito, pues, a todos los revolucionarios de hoy a gritar junto a José Martí: “Deme Venezuela en que servirle, ella tiene en mí un hijo”.

Esto es lo que en verdad nos piden las estrellas: ¡Revolución o Muerte!