El pasado lunes 28 de septiembre, por primera vez en diez años, el presidente ruso Vladimir Putin asistió a la Asamblea General de las Naciones Unidas, tras la cual mantuvo una reunión a puerta cerrada con el presidente estadounidense Barack Obama. Hace apenas un mes, dicha reunión hubiera parecido casi imposible. El rápido deterioro de las relaciones entre los gobiernos occidentales y Rusia, por las duras sanciones impuestas al país a raíz de la crisis ucraniana, han convertido a Putin en el hombre más vilipendiado en los medios de comunicación occidentales.
Sin embargo, el aumento significativo de la presencia militar rusa en Siria durante el mes pasado ha cambiado la situación. Ante la erosión y descomposición gradual del aparato estatal de Bashar Al-Assad, Putin no vio otra opción que la de acercarse y apoyar el debilitado régimen sirio ante las crecientes corrientes islamistas.
EEUU no tardó en denunciar esa toma de posición, haciendo salir a la superficie la debilidad del imperialismo estadounidense en la región. Durante más de un año, EEUU y su coalición, han estado bombardeando las áreas controladas por el Estado Islámico (EI) con muy pocos resultados. Ahora, se ven obligados a confiar en la intervención rusa como única salida a la crisis. Fue revelador el drástico cambio de discurso de Barack Obama, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Estados Unidos está dispuesto a trabajar con cualquier nación — incluidas Rusia e Irán — para resolver el conflicto”.
Una cuestión de alianzas
En Irak, la guerra contra el EI y la recuperación de ciudades iraquíes ha sido dolorosamente lento y ha costado miles de vidas. Entretanto, el EI ha logrado hacerse con nuevos territorios como Ramadi, la capital de la provincia de Anbar. Esto se debe a la debilidad del Estado iraquí, junto a la torpeza de EEUU a la hora de coordinar directamente a las tropas que han desempeñado la mayor parte de las labores ofensivas, concretamente con milicias respaldadas por Irán. Al mismo tiempo, los estados del Golfo Pérsico, socios de EEUU, han estado financiando activamente a las tribus sunitas iraquíes para congelar el apoyo a la ofensiva anti-EI como elemento útil para negociar con el gobierno central iraquí, de mayoría chiíta.
En Siria, los esfuerzos de EEUU sólo han conseguido ampliar las fuerzas del EI, excepto en las áreas kurdas donde el grupo de izquierda, Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo) – grupo considerado terrorista por EEUU – ha conseguido infligir varios golpes claves al EI.
Sin embargo, hasta los avances de los kurdos se han visto paralizados, al ser atacados por el régimen turco de Erdogan, uno de los miembros claves de la coalición liderada por EEUU. De hecho, el régimen de Erdogan inició una campaña aérea contra las milicias kurdas del PKK en Iraq, las cuales han sido las fuerzas más eficaces por tierra contra el EI.
Mientras tanto, Erdogan ha estado apoyando activamente al EI permitiéndole construir una red de reclutamiento, transporte y contrabando en Turquía. De hecho, fue la intervención enérgica de Erdogan la que obstaculizó los avances del YPG -apoyados por EEUU- para hacerse con el último gran paso fronterizo controlado por el EI entre Turquía y Siria. Así, mientras el EI es atacado por EEUU, uno de sus aliados claves le ofrece suministro y mantiene el flujo de combatientes a través de sus fronteras.
El Frente Sur, que es el único grupo significativo restante, formalmente parte del Ejército Sirio Libre, no ha sido capaz de unirse en un ejército formal y su tentativa reciente de tomar la ciudad del sur de Daraa fue paralizada por las operaciones de la CIA en Jordania. Las áreas que domina y sus tropas están siendo gradualmente absorbidas por diferentes corrientes islamistas, las cuales mantienen activa esta alianza, principalmente, como fuente de armamento que les llega desde Occidente.
Las tentativas de Estados Unidos para establecer su propia fuerza de poder también han sido saboteadas por sus aliados tradicionales. La tan publicitada misión de entrenamiento y equipamiento ha sido una humillación absoluta para todo el aparato militar de Estados Unidos. Tras haber gastado cientos de millones de dólares para construir una fuerza fiable, la primera unidad de combatientes que entró en suelo sirio fue inmediatamente atacada por el grupo de Al-Qaeda, Jabhat Al-Nusra, apoyado por Turquía. De los aproximadamente 50 combatientes, hoy sólo se contabilizan un puñado. Se cree que sus posiciones fueron dadas a la milicia de Al-Qaeda por la Inteligencia turca. El segundo equipo de combatientes entrenado por Estados Unidos, fue enviado hace unas semanas, pero su comandante desertó inmediatamente y entregó los suministros militares al Frente Al-Nusra, denunciando los esfuerzos de Estados Unidos por impedir a las tropas que luchen contra el régimen de Assad. Por lo tanto, el lunes, todos los programas de combate se suspendieron y la misión se pospuso indefinidamente.
Todos estos acontecimientos revelan las profundas contradicciones insolubles en las que se encuentra EEUU. Ha perdido la confianza en sus aliados tradicionales, Turquía y los estados del Golfo, que ahora están siguiendo sus propios intereses y están fuera del control de los Estados Unidos. Mientras tanto, Obama no tiene tropas fiables sobre el terreno. Su cooperación con los milicianos del YPG se ve obstaculizada por la oposición de Erdogan; tampoco pueden cooperar abiertamente con los iraníes, Hezbollah o el régimen de Assad, por temor a la oposición de sus aliados y de los Republicanos en Estados Unidos.
Rusia entra en Siria
La entrada de Rusia en la escena se produjo cuando se vio cada vez más claro que el régimen de Assad se tambaleaba bajo las tensiones de la guerra civil. Rusia se hubiera visto afectada, ya que el régimen de Assad ha sido el principal aliado de Rusia en Oriente Próximo y el lugar donde tiene su única instalación militar fuera de la ex Unión Soviética – la base naval de Tartus.
La caída de Assad no sólo conduciría a la invasión de Siria por organizaciones islamistas, sino también a la desestabilización de Turquía, Líbano y Jordania, así como los estados del Golfo. Sería una gran amenaza para los intereses rusos en la región y podría tener consecuencias desastrosas para el conjunto de la economía mundial.
También tendría un efecto inmediato en Rusia, donde los grupos islamistas han estado gravitando en torno al EI en cuatro de las regiones de Cáucaso de Rusia: Daguestán, Chechenia, Ingushetia y Kabardino-Balkaria.
Al entrar como fuerza en la guerra civil siria, Rusia no sólo le da a las asediadas y cansadas tropas sirias el impulso que tanto necesitan, sino que también le proporciona la ayuda técnica, de inteligencia y aérea, que Estados Unidos no compartió con el régimen. Esto va a cambiar completamente el equilibrio de fuerzas en el campo de batalla.
Al mismo tiempo, Rusia ha establecido una sala de operaciones conjuntas con Irak, Irán y Siria, en Bagdad. Esto es una violación directa de la coalición encabezada por Estados Unidos, de la que Irak forma parte.
En una conferencia de prensa el pasado lunes, Hakem al-Zameli, jefe del Comité de Defensa y Seguridad Nacional de Irak, dijo que los equipos iraní y ruso ya habían llegado a Irak para comenzar a prepararse para la Alianza de los cuatro países.
También añadió: “Irak necesita intercambiar experiencia e información de inteligencia con países, especialmente después de que ha quedado claro que EEUU no es serio y ha fracasado junto con la coalición internacional para luchar contra la organización del Estado Islámico”.
En un sentido, Rusia ha logrado hacer lo que no pudo Estados Unidos, que es preparar una campaña militar seria junto con las fuerzas que luchan realmente contra el EI sobre el terreno.
Pero hay otro motivo para la intervención de Putin. Desde 2014, tras la crisis de Ucrania, Rusia ha sido un paria entre las demás potencias mundiales, en particular, con respecto a Occidente, que le impuso duras sanciones dejando a la economía del país en una grave crisis. Para Putin, la intervención en Siria es una manera de reafirmarse a sí mismo en el escenario mundial y, al mismo tiempo, tender lazos con Occidente.
En la Asamblea General de la ONU, Putin pidió una alianza comparada con la que EEUU y la URSS lideraron contra Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Además de la sugerencia implícita del apoyo de Estados Unidos a los Nazis y fascistas en Ucrania, Putin hizo clara alusión a la derrota del ejército de Hitler por parte de los soviéticos, lo que condujo a un rápido aumento de su popularidad en todo el mundo y marcó su entrada en escena como una importante potencia mundial.
Obama no tiene alternativa
Muy a su pesar, Obama y el imperialismo estadounidense no tienen más remedio que aceptar el hecho consumado de que Putin es su único camino para la estabilización de Siria. Uno por uno, los altos funcionarios occidentales han ido uniéndose a la idea de que Occidente debe cooperar con Rusia. De hecho, ¿qué otra cosa pueden hacer al respecto? Han estado pidiendo una alianza de todas las naciones contra el EI y ahora que Rusia se la está ofreciendo, se encuentran en una posición débil para rechazarlo.
La firme petición previa de que el régimen de Assad tenía que sucumbir también se está desvaneciendo, altos cargos occidentales están considerando poco a poco que “puede haber espacio para Assad” en un régimen de transición.
Está claro que Assad, su familia y sus compinches están tan vinculados al Estado sirio que éste colapsaría si se les quitara del poder. Incluso Obama, a pesar del largo tiempo que ha pasado denunciando la barbarie del régimen sirio en la ONU, tuvo que admitir que “el realismo dicta que es necesario un compromiso para poner fin a los combates y, en última instancia, acabar con el ISIS”.
Putin le está ofreciendo a Obama una ofrenda de paz, una salida al caos que ha provocado EEUU en Siria, pero lo quiere a su manera y con el reconocimiento de Rusia como legítimo poder mundial en igualdad de condiciones. Para Obama, ésta es una oportunidad que no pasará por alto, a pesar de que le puede causar problemas con los Republicanos en casa.
Las potencias europeas también se muestran a favor. El flujo de refugiados que huyen de Siria está teniendo ya un efecto desestabilizador en el sistema político de la UE y está provocando divisiones entre las clases dominantes europeas, en relación con la cuestión de quién ha de correr con los gastos. Al mismo tiempo, la ya frágil economía de la UE y, en particular, la alemana, se ha visto muy afectada por las sanciones contra Rusia. De este modo, muchos altos dirigentes de los países de la UE han ido cambiando de actitud y, en particular, con lo que respecta a la petición de derrocar a Assad.
La excepción a la regla parece venir de Francia, de parte de François Hollande, que ha abierto un expediente contra Assad por crímenes contra la humanidad. Sin embargo, en su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, dejó ver su aislamiento al hacer un llamamiento a las naciones europeas a no dejar que la crisis de los refugiados determine su posición sobre Siria. Evidentemente, es fácil decir esto cuando se está, como en el caso de Francia, menos expuesta a la crisis de los refugiados y a las sanciones contra Rusia, y cuando se tienen lazos más estrechos con los estados del Golfo y otros financiadores del fundamentalismo islámico en el Medio Oriente.
Lejos de cambiar cualitativamente la situación en Oriente Medio, el ataque ruso ha puesto en evidencia una realidad: que el régimen de Assad e Irán son las únicas fuerzas que pueden luchar contra el EI en Siria e Irak, a diferencia de los aliados tradicionales de Occidente, que son las principales fuentes de inestabilidad. Incapaces de tomar la decisión ellos mismos, Rusia lo ha hecho por EEUU y no tienen otra opción que seguir el ejemplo.
No sólo tienen que aceptar los hechos sobre el terreno, sino que también deben dejar de financiar las fuerzas sobre el terreno si quieren evitar un enfrentamiento directo con Rusia. Por supuesto, lo hubieran hecho tarde o temprano de todas formas, ya que no ha funcionado, pero el hecho de que Rusia les esté obligando es una humillación.
La misma moneda del imperialismo
La raíz de todo el barbarismo en Siria se remonta a las intervenciones del imperialismo estadounidense y sus aliados corruptos, los estados del Golfo Pérsico y Turquía. En primer lugar, a través de la desestabilización de Irak y su división en líneas sectarias provocadas por la ocupación estadounidense, que dejó millones de muertos y muchos más desplazados. Y, en segundo lugar, a través de las intervenciones imperialistas en Siria desde el principio de la Revolución siria en 2011.
Desde entonces, estos poderes han gastado miles de millones de dólares en reforzar la oposición islamista para expulsar a Assad y debilitar a Siria. Solamente la CIA ha gastado casi mil millones de dólares anuales en la que se ha convertido una de las misiones más grandes en la historia de la agencia. El monstruo que han creado se ha convertido en una carga para EEUU, pero sus aliados están demasiado comprometidos para rendirse. Como Putin le dijo a Obama, no puedes elegir dos caminos.
Por supuesto, que Putin pueda exponer la hipocresía de Occidente no significa que tenga buenas intenciones con respecto a Siria. Para Putin, Siria en sí no significa nada. De hecho, la base naval de Tartus no es tan importante para Rusia comparado con otros problemas a los que podría enfrentarse. Para Putin, Siria es un elemento de negociación que puede usar para recobrar la posición rusa como potencia mundial y como poder regional en Oriente Próximo. La participación rusa podría debilitar a los islamistas, pero no conducirá a la creación de una Siria libre y democrática. En primer lugar, Rusia apoya lealmente al régimen de Assad, que es y siempre ha sido una dictadura. Podría parecer que Assad sería el luchador principal contra el Islamismo, hoy en día, pero no tuvo problemas con los islamistas sirios, incluida Al Qaeda, mientras los pudo usar para hacer presión sobre la ocupación estadounidense en Irak. Tampoco tuvo problemas cuando vio cómo destruían la revolución siria. Así como el movimiento revolucionario creó muchas simpatías entre los sirios de las zonas controladas por Assad, en la actualidad, el apoyo de Assad se ha visto reforzado ante el movimiento islamista. Mientras estuvo en juego el fin de la revolución, imperialistas, islamistas y Assad estuvieron de facto en el mismo campo.
Incluso hoy, las ofertas de los iraníes y los rusos (así como la de Assad) se limitan simplemente a un acuerdo sobre el reparto del poder entre las distintas facciones en Siria. ¿Pero quiénes son estos grupos? Son bandas criminales corruptas que actúan bajo el paraguas del Ejército Libre de Siria (FSA, en sus siglas en inglés), los demócratas neo-liberales occidentales, milicias apoyadas por Occidente y diferentes grupos de islamistas apoyados por los turcos y los sauditas. A excepción de las fuerzas kurdas, ninguno de los grupos en Siria representa a las masas sirias, y, con total seguridad, todos los grupos arremeterán contra los kurdos antes de que la tinta de cualquier futuro acuerdo llegue a secarse.
Las fuerzas de la Revolución siria han sido asesinadas, sometidas o aplastadas por los buitres imperialistas de la región. Su gran error, que pagaron caro, fue tratar de mantener la lucha dentro de los límites del capitalismo y pedir la ayuda del imperialismo estadounidense. Por supuesto, la lucha de clases no cesará, pero por ahora cualquier salvación para las masas sirias vendrá de los movimientos revolucionarios que haya en la región.
Dentro del capitalismo no hay soluciones a la crisis de Oriente Próximo. Aunque Rusia pueda combatir el fundamentalismo islámico en Siria, lo hará en defensa de la sociedad de clases y de la explotación capitalista.
Las únicas fuerzas que velan de verdad por los intereses de las masas son las masas mismas. Sobre una base capitalista ninguno de los problemas de la población se puede resolver. Sólo a través de una lucha revolucionaria regional contra el capitalismo, se puede arrojar de la región la barbarie del sectarismo, la pobreza y la miseria.
Miércoles, 30 de septiembre de 2015
Artículo original: http://www.marxist.com/why-is-russia-stepping-up-involvement-in-syria.htm