Son diez años, que marcan con fuego trágico la bronca y el dolor de los trabajadores de prensa argentinos por el asesinato de José Luis Cabezas.
1997 – 25 de enero – 2007
Son diez años, que marcan con fuego trágico la bronca y el dolor de los trabajadores de prensa argentinos por el asesinato de José Luis Cabezas.
En este periodo y en este caso, la impunidad y la corrupción mostraron su costado más perverso; mostraron cómo el poder buscó la muerte de nuestro compañero para opacar la revelación de una cámara.
Héctor Retana, José Luis Auge, Sergio González, Horacio Braga y Gregorio Ríos; Gustavo Prellezo, Aníbal Luna, Sergio Camaratta y Alberto Gómez, participaron de una u otra manera en este terrible crimen.
Nueve asesinos y cómplices, la mayoría confesos por la ejecución de Cabezas, al que secuestraron, ejecutaron e incendiaron su cuerpo en una cava de Pinamar, provincia de Buenos Aires.
Tres años después, el Tribunal Oral de Dolores condenó a los cinco primeros a prisión perpetua, y a los cuatro últimos, a reclusión perpetua.
Sin embargo, La Justicia-Injusta de Argentina, corporizada en este caso en la Cámara de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, seis años después del horrendo crimen modificó la calificación legal de los imputados otorgada en la sentencia a los hechos, por la de homicidio y privación ilegal de la libertad, dejando de lado la perpetuidad de la sanción.
La consecuencia no pudo ser más nefasta.
Hoy, siete de los condenados ya están en libertad.
Y por obra y gracia de este fallo, tan sólo dos permanecen detenidos; uno de ellos, por unos días más; el otro, sólo por haber tramitado la excarcelación fuera de término.
Los ejecutores caminan por las calles, como si nada hubiese ocurrido, pese a estar identificados como mano de obra asesina o parte de la policía maldita y corrupta, mientras los familiares, amigos y colegas de José Luis aguardamos el fallo de la Suprema Corte de Justicia Bonaerense, donde el expediente, al parecer, duerme desde hace cuatro años en algún cajón , pese a la gravedad del hecho.
Los condenados, que expresaron en varias oportunidades no contar con recursos, sin embargo no tuvieron inconvenientes en abonar entre veinte mil y cuarenta mil pesos para salir de la cárcel.
Fueron defendidos por dos abogados que manifestaron cobrar cada uno más de un millón de pesos. Ninguno pudo explicar claramente de dónde salió el dinero.
El fallo de la Justicia-Injusta dejó al descubierto una maquinaria perversa, donde los actores se jugaron, pese a tamaña evidencia y en un caso de gran exposición mediática.
El dictamen cobró vida por sobre una horrible muerte, por sobre la bronca de los colegas y la desazón colectiva.
El fallo fue una bofetada al esfuerzo de los que luchan -y lo siguen haciendo- contra la corrupción y la impunidad.
Desde la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa seguimos y seguiremos acompañando a los que trabajan para combatir a quienes desde el poder, cualquiera sea su rostro, se sirven de las mafias, o las toleran.
Es un compromiso que, como mejor homenaje a Cabezas, debemos asumir cada periodista o reportero gráfico, en cada rincón de la Argentina.
Así, seguiremos bregando junto con otros sectores de la sociedad para desterrar la corrupción y la impunidad, como el mejor reaseguro para que la tragedia no vuelva.
Porque a diferencia de la Justicia, no olvidamos a quiénes y por qué asesinaron a nuestro compañero.
Éste quizás sea, a diez años, el mejor homenaje posible a Cabezas.
Lo hacemos con el compromiso y desafío de ejercer un periodismo no claudicante, por el derecho de saber, que tiene la gente, por la familia de José Luis, por nosotros mismos.
Buenos Aires, 23 de enero de 2007
Federación Argentina de Trabajadores de Prensa
José Insaurralde – secretario general
Julio Salinas – secretario de derechos humanos.
F A T P R E N
Federación Argentina de Trabajadores de Prensa
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