El enfrentamiento entre fracciones del Estado provoca devastación y miseria para los oprimidos
Las penalidades que padece la población de la región de Swat/Malakand en Pakistán ha llenado los títulos de tapa de los diarios, y ha sido presentado como otro ejemplo de la actividad Talibán. En realidad, son diversos sectores del aparato del Estado quienes se esconden detrás de estas actividades. Ahora, quienes están sufriendo son trabajadores y campesinos corrientes. Los marxistas han establecido campamentos para ayudar en las operaciones de asistencia, pero lo que necesita en última instancia es el derrocamiento del propio régimen corrupto.
El enfrentamiento entre fracciones del Estado provoca devastación y miseria para los oprimidos
Las penalidades que padece la población de la región de Swat/Malakand en Pakistán ha llenado los títulos de tapa de los diarios, y ha sido presentado como otro ejemplo de la actividad Talibán. En realidad, son diversos sectores del aparato del Estado quienes se esconden detrás de estas actividades. Ahora, quienes están sufriendo son trabajadores y campesinos corrientes. Los marxistas han establecido campamentos para ayudar en las operaciones de asistencia, pero lo que necesita en última instancia es el derrocamiento del propio régimen corrupto.
La clase dominante pakistaní intenta convencer a las masas de que Pakistán está atravesando la peor crisis y el período más tumultuoso de su historia. Está siendo utilizado como una excusa para los ataques económicos a los niveles de vida de la población. Desde la creación de Pakistán cada uno de los gobernantes ha utilizado críticamente la situación y repetido una y otra vez el mismo mantra.
Sin embargo, la situación actual, desde Swat/Malakand a Karachi y Baluchistán, ha ido acumulando elementos de barbarie. El último número de la revista Time define la situación con las siguientes palabras: "Rodeado por unos dirigentes irresponsables y un sentido de la identidad confuso, Pakistán está hundido en el caos". En realidad esta situación es un síntoma claro del fracaso del capitalismo pakistaní que no es capaz ni siquiera de mantener una apariencia de cohesión social.
Durante todos los períodos calamitosos, la acumulación de riqueza y el saqueo de los gobernantes han ido en aumento y se ha producido un empobrecimiento mayor de las masas populares. No obstante, aunque la situación en el país ha sido mala, la riqueza de los gobernantes nunca ha disminuido sino todo lo contrario. Hoy, veinte familias de la clase dominante poseen más riqueza que la suma del PBI total de Pakistán, la riqueza que el país genera cada año.
Después de todos los fracasos y la debacle en la corta historia del país, la situación actual es mucho más seria y desastrosa. La decadencia del Estado pakistaní es evidente. Los marxistas hace ya años avisamos de la probable explosión de las contradicciones internas del Estado pakistaní.
Las bases de la crisis actual se pueden encontrar en la misma creación de Pakistán. Aunque el Estado nació en 1947 nunca se convirtió en una nación moderna y desarrollada. Las clases capitalistas/feudales débiles y corruptas entraron tarde en la escena histórica y, por tanto, se vieron obligadas a jugar un papel servil con relación a los Estados imperialistas desarrollados. Con el tiempo estos problemas se intensificaron y son el origen de la actual conflagración.
Durante la dictadura del general Zia el Estado pakistaní adoptó la doctrina de la "profundidad estratégica", ideada en las escuelas militares superiores y en otras altas instituciones de estudios de defensa. Con esta doctrina intentaron ganar supremacía en la frontera occidental mediante el control de Afganistán. Durante la intervención en Afganistán contra la ex-URSS inyectaron enromes cantidades de dinero negro en la economía pakistaní a través del tráfico de drogas, patrocinado por la CIA para financiar la yihad contrarrevolucionaria en Afganistán. Todo eso floreció incluso después de que los norteamericanos abandonaran la región. Esta masiva afluencia de dinero negro ha sido la fuente del principal conflicto y fricción dentro del Estado pakistaní y especialmente en el ejército. Incluso los analistas burgueses de Pakistán no pueden ahora negar esta amenaza.
En el periódico Daily Dawn se publicaba lo siguiente el 6 de mayo:
"El fracaso del gobierno en dar a la población un sentido de pertenencia y mostrar un interés por ellos en el Estado es la mayor calamidad que ha sucedido en Pakistán. Eso explicaría la apatía de la opinión pública que presenciamos aquí desde que se lanzó la guerra contra el terrorismo. Es la misma apatía que muestra la población con respecto a la política y las elecciones. Quienquiera que gane no supondrá una diferencia para nuestra vida que ya es demasiado fea, brutal y breve, piensa la población. La mayoría no están al lado de los talibán pero piensan que quienquiera que gane no significará nada para ellos… Hemos depositado nuestra esperanza en un Estado representado por un gobierno que ha demostrado ser incapaz de satisfacer a la mayoría. Entregando sus responsabilidades al sector privado sólo ha conseguido promover el bienestar de una pequeña clase privilegiada".
Hoy las contradicciones dentro del Estado son evidentes para cualquier persona. Actualmente todos los terroristas tienen sus raíces en el Estado y el propio Estado ha estado apoyando al terrorismo.
En Pajtunjwa se ha perpetrado una masacre contra las masas empobrecidas y el problema es que no sido recogida por los gobernantes ni por los medios de comunicación, como si no tuviera nada que ver con los problemas básicos de la gente corriente. Este conflicto es el producto de la crisis estatal y socio-económica. Pero ahora estas contradicciones son aún más graves y sangrientas, y nadie puede decir que se podrán resolver.
Los intelectuales impuestos a la sociedad discuten la idea de que los problemas se pueden solucionar mediante "el buen gobierno" o si el pacto de paz con los talibán era bueno o malo. La dirección del gobernante Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que siempre ha culpado al ejército de las atrocidades contra el PPP, de la imposición de la Ley Marcial y del asesinato del fundador del PPP, Zulfiqar Alí Bhutto, y que ahora apoya totalmente al ejército. Los liberales más de izquierda y las ONG tienen una posición similar de apoyo al ejército.
La realidad es que a lo largo de toda la historia de Pakistán el ejército ha estado implicado en cruzadas mucho más agresivas que cualquier otro ejército extranjero. Ha participado en la masacre de los oprimidos en Bengala, Baluchistán, Sindh (1983) y en varias zonas de Pajtunjwa y el Punjab. Incluso hoy la realidad es que el ejército ha desatado un caos contra sus propios ciudadanos y la gente corriente está siendo masacrada, cientos han muerto y millones han tenido que abandonar sus casas en Swat, Malakand y en otros lugares.
El problema es que los reaccionarios talibán son como el monstruo de Frankenstein creado por el Estado pakistaní y por EEUU. En este conflicto, la gran mayoría de los lisiados y asesinados en estas regiones son los campesinos pobres y sus hijos.
Este mes la editorial del Herald, un prestigioso mensual burgués, escribía:
"Según nuestra información, el ejército el 9 de mayo asesinó a 11 personas inocentes, incluidos mujeres y niños, en Thana (Malakand) pero todos los canales de televisión informaron de que habían sido asesinados por terroristas. El ejército no está matando talibanes y tampoco a las hordas reaccionarias que no podrían luchar sin la cobertura logística y otro tipo de apoyo de sectores del Estado y las agencias secretas".
La semana pasada aparecía lo siguiente en The Wall Street Journal:
"La interferencia norteamericana también es mayor que antes y las contradicciones dentro son claramente visibles. Cuando el presidente pakistaní Zardari fue a EEUU a ver a sus amigos, Obama hizo una declaración crítica contra su gobierno. Las razones de ello son las cada vez mayores contradicciones internas en EEUU y la crisis económica. Hay contradicciones claras entre la política y las declaraciones del Departamento de Estado, el Pentágono, la CIA y la Casa Blanca. Todos los medios de comunicación extranjeros serios están criticando al Estado pakistaní y han perdido toda confianza en él".
No debe haber ninguna duda de que la manera brutal y bárbara con que los talibanes y otras bandas de fanáticos religiosos asesinan a la población no sólo es condenable sino también de que es necesaria una guerra armada contra ellos. Pero creer que las mismas instituciones (la CIA y el ejército) responsables de su creación puede derrotarlos es vivir en un paraíso de locos.
"La guerra actual es entre fanáticos creados por el Estado y un sector del ejército. Al principio firmaron un acuerdo de paz con los talibán. A los gobernantes no les preocupa la manera horrible en que tratan los talibanes a las masas pobres, ni antes ni después". (The Dawn. 13/5/09).
Tampoco se tuvo en cuenta que se deberían hacer algunos arreglos para el transporte y el alivio de la miseria del éxodo de los millones que han tenido que abandonar sus casas para escapar del derramamiento de sangre y el fuego. No fue una calamidad divina sino el fracaso de la política de los gobernantes y la crisis de este sistema, ahora el peso ha recaído sobre las masas inocentes y oprimidas en forma de un Armagedón.
El fracaso del gobierno y del Estado en proporcionar ayuda y transporte a más de dos millones de refugiados que huyen de la guerra ha creado un desastre humanitario. Una vez más dicen que organizaciones fundamentalistas reaccionarias apoyadas por el Estado, como Jamat-ud-Dawa (la nueva fachada de la "prohibida" Lashkar a Tayaba) y el reaccionario Jamat-e-Islami, han creado campamentos de refugiados.
El fundamentalismo religioso (contra el que supuestamente se lucha esta guerra) empeorará la situación en estos campos. ¿Cómo se gastarán estas organizaciones el dinero recogido para la ayuda? La respuesta no es difícil, si se conoce un poco de la historia reciente del fundamentalismo islámico en Pakistán. Incluso aunque el ejército asesine a algunos famosos mulás lunáticos, el Estado nunca eliminará este arma reaccionaria del fundamentalismo islámico como herramienta para aplastar nacientes movimientos revolucionarios de los trabajadores y campesinos. Siempre se ha basado en las fuerzas de la negra reacción para reprimir a la izquierda en Pakistán.
Se especula mucho con la duración de esta operación. Cuanto más continúe más inútil e infructuosa será. Incluso si termina pronto, la crisis no acabará. Después el terrorismo, la inestabilidad, el caos y la turbulencia seguirán. El motivo es que la causa real es la pobreza, el desempleo, la enfermedad y el analfabetismo. Dentro de este sistema no hay posibilidad de emancipación de los oprimidos, ni tampoco prevalecerán la paz y la prosperidad.
¿Cuál es la solución a todos estos problemas? Ciertamente la burguesía no tiene una solución real y todas sus "soluciones" simplemente sirven para intensificar el problema aún más. Existe un sentimiento de desesperación alrededor.
Según los medios de comunicación, ha dejado de existir la diferencia entre derecha e izquierda. En realidad, debido a la debacle del capitalismo ya no es posible el debate entre la política reformista y la conservadora. Lo que ha terminado, sin embargo, es la diferencia entre ellos, no la diferencia entre la genuina política de izquierda y la de derecha. Mientras existan las clases también continuará la lucha de clases.
Siempre la revolución y la reacción van de la mano, golpeándose mutuamente. Si se intentan imponer las fuerzas reaccionarias sobre la sociedad, entonces también hay posibilidad de fortalecimiento y avance de las fuerzas revolucionarias, éstas tendrán la oportunidad de crecer dentro de la sociedad y triunfar.
Debido al sufrimiento de las masas en estas regiones, el PTUDC (Campaña en Defensa de los Sindicatos de Pakistán, dirigido por la Tendencia Marxista The Struggle) ha creado los "Comités Revolucionarios de Ayuda y Defensa" (RD&RC) en esta región asolada por la guerra. La tarea principal de estos comités es defender a las masas trabajadoras de las brutalidades de los talibanes y también de las atrocidades del ejército. Además, ha creado campamentos, uno de ellos es el primer campamento de ayuda fuera de la región de las hostilidades en los alrededores de Batjela.
Estos comités incluyen a estudiantes, jóvenes, trabajadores y campesinos. En la región de Malakand se han creado más de 50 de estos comités. Han llegado médicos y paramédicos de distintas zonas de Pakistán para ayudar en estos campamentos y en las actividades de ayuda. El PTUDC ha establecido campamentos base de apoyo de RD&RC en otras ciudades importantes de Pakistán. Estos comités revolucionarios también han organizado círculos de estudio marxistas que analizan las causas raíces de la conflagración actual y se discute cuál es la verdadera solución.
Los trabajadores corrientes ven cuáles son los problemas reales. En una reciente encuesta realizada después del inicio de las operaciones militares, dirigida por un prestigioso instituto, International Republican, decía que sólo el 14 por ciento pensaba que el problema principal de Pakistán era el terrorismo, mientras que el 62 por ciento creía que los problemas más importantes eran la inflación y la pobreza. El 72 por ciento rechazaba cualquier tipo de implicación norteamericana en Pakistán.
Los comités están recuperando las tradiciones comunistas de los años sesenta y setenta, cuando los movimientos campesinos desposeyeron a los terratenientes de esta región que ahora es presentada como el bastión del fundamentalismo. Los jóvenes y los trabajadores de esta zona están consiguiendo tener una imagen real de la situación y comienzan a comprender la naturaleza de clase del conflicto. Incluso en estas condiciones de agonía y miseria, participan en la lucha por el socialismo revolucionario.
En realidad, si por un lado los fundamentalistas han llevado la violencia y las brutalidades a sus vidas, por el otro, bajo el régimen "democrático liberal" sus sufrimientos, pobreza, miseria, enfermedad, desempleo y privación han empeorado aún más.
No hay solución a este sistema capitalista corrupto. La única solución está en el derrocamiento de este sistema explotador mediante una revolución socialista. El PTUDC hace un llamamiento a los trabajadores, jóvenes, sindicatos y a las masas de Europa y de todo el mundo, para que muestren su solidaridad y apoyo en estos momentos. Este apoyo servirá para que los Comités Revolucionarios de Ayuda y Defensa cumplan sus tareas y ayuden en el esfuerzo humanitario, mientras que al mismo tiempo apoyan a la única alternativa política viable, la perspectiva de la lucha de clases y el socialismo.
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