El mes de junio está marcado por las reivindicaciones del Orgullo de la comunidad LGTBI, en conmemoración de los disturbios de Stonewall iniciados de manera espontánea el 28 de junio de 1969 en Estados Unidos. ¿De dónde surge la opresión de las personas LGTBI? ¿De qué manera la perpetúa el capitalismo? ¿Cuál es la situación de esta lucha hoy?
Stonewall riots”: qué fue y qué queda de aquello
Las revueltas de Stonewall en Nueva York en 1969, surgieron en respuesta a una redada policial de una noche cualquiera contra un local gai, es decir, fue una sola gota la que colmó la continua represión y persecución que recibía el colectivo por parte de las fuerzas policiales. A partir de esta explosión, la respuesta espontánea contra la violencia fue transformándose en organización: la anécdota inició unas jornadas de protesta y manifestaciones que duran hasta el movimiento LGTBI que conocemos en la actualidad, que lucha por el reconocimiento de los derechos básicos de la comunidad LGTBI y por la igualdad y el fin de la discriminación de diferentes identidades y sexualidades marginadas por el sistema.
Desde luego que Stonewall no fue la primera semilla de lucha, pero sí el punto de inflexión que conocemos hoy en día. Por eso, no debemos olvidar que quienes protagonizaron estas jornadas fueron, entre otras, Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, que eran “drag queens” y provenían de familias obreras. Al igual que con otras revueltas populares, la clase dominante tiende a disimular el indudable origen de clase de quienes lucharon por la liberación contra la opresión. Para comprender la lucha, es necesario analizar el sistema capitalista actual y hacer un balance crítico del movimiento por la liberación.
Capitalismo: mercantilización y fragmentación de toda lucha
Como ya explicó Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, es precisamente el paso del comunismo primitivo (sociedad anterior a la división de clases) a las sociedades de clase (esclavismo, feudalismo, capitalismo) lo que dio lugar a la explotación de clase y a la opresión de la mujer. Es en ese momento en que se crea la familia patriarcal, dominada por el hombre, cuando se inicia la discriminación contra todos aquellos que no encajaban en ese modelo. Siendo la clase dominante actual la burguesía, debemos analizar cómo opera esta discriminación bajo el capitalismo.
El prejuicio contra las personas LGTBI es funcional al mantenimiento de la familia tradicional bajo el capitalismo. La familia (y la religión y la educación) son instituciones importantes bajo el capitalismo para reproducir las ideas de la clase dominante. Además de eso, el prejuicio anti LGTBI sirve para dividir a la clase obrera y buscar un enemigo al que culpar. Actualmente, además, las “guerras culturales” son funcionales tanto a la derecha conservadora como también a la burguesía “liberal”, la cual, en la defensa abstracta de la “diversidad” y la “inclusividad” se da una pátina progresista mientras defiende los intereses generales de la clase dominante contra la clase obrera. La mayor pobreza, la marginación, la discriminación en el trabajo de gran parte de las personas LGTBI son la consecuencia de este prejuicio, no su causa. Dentro del colectivo trans, los datos son desgarradores1: al menos un 53% de las personas trans tienen dificultades para llegar a fin de mes en España, frente al 40% del conjunto del colectivo LGTBI; un 42% han sufrido discriminación en el trabajo, en el caso de las mujeres trans aumenta a un 77%; un 48,2% de ellas han ejercido la prostitución en algún momento; un 54,5% de hombres trans y un 57,1% de mujeres trans han intentado el suicidio; etc.
A pesar de esta cruda realidad, la clase capitalista ha intentado aprovecharse del movimiento, por un lado, mercantilizando las reivindicaciones del Orgullo (pinkwashing) y ocultando el componente de clase de la lucha y, por otro, fragmentando la lucha entre distintas identidades (interseccionalidad) y difuminando los intereses de clase irreconciliables dentro de un mismo colectivo. Debemos combatir ambas tendencias, ya que, a fin de cuentas, salvaguardan los intereses de la clase dominante. ¡La lucha debe ser unida!
Socialismo: única vía de liberación
Como marxistas, luchamos por mejoras para todas las capas oprimidas de la sociedad, entre ellas, las personas LGTBI. Sin embargo, somos conscientes de que las mejoras parciales, aunque necesarias, no son suficientes para liberar al colectivo de su opresión. Por esta razón, al mismo tiempo que defendemos la igualdad de derechos y de recursos, debemos señalar los límites del sistema capitalista y, por tanto, vincular las reformas con la necesidad de derrocar el capitalismo, como única vía que puede garantizar la emancipación de la clase obrera en su conjunto. Rechazamos corrientes como el posmodernismo o la interseccionalidad, pues solo la revolución socialista hará frente a la raíz de todos los problemas: el sistema capitalista.
La clase obrera es la única que puede unir la lucha de todos los oprimidos, en una lucha unida contra el sistema hacia un objetivo común: la construcción de una nueva sociedad, libre de opresiones. Apelamos a toda la clase obrera a que se una a las movilizaciones del Orgullo. ¡Contra la LGTBIfobia y contra toda opresión: unidad de clase y revolución!