Los comicios del domingo pasado eran para elegir al presidente pero, por las condiciones en que se ha desarrollado todo el proceso, eran también la repetición del referéndum del 21F. La polarización que vivimos es porque Evo ha ganado las elecciones a presidente, pero ha perdido otra vez aquél referéndum, y con más distancia que en 2016. Es por esto que, como señalamos desde el principio, la actual crisis ya no podrá ser definida por el TSE.
No estamos en la lucha a la Media Luna de 2008. La componente “plebeya” de las movilizaciones es muy evidente en la actualidad e incluso mayoritaria en regiones del país como Potosí y Chuquisaca, en cuyo cabildo había sindicatos, la COD, comerciantes de origen indígena y representantes de la nación Q’ara Q’ara. Estos son los efectos de la colaboración de clases: el apoyo a empresarios y multinacionales se hace insoportable cuando la desaceleración económica aumenta las necesidades del pueblo e intensifica la explotación.
No es casualidad que en estas regiones no quieran saber de OEA y balotaje. El antiimperialismo es casi instintivo en nuestro pueblo pobre y trabajador y refleja nuestra condición de país capitalista atrasado. Pero, por cómo llegamos a este punto, los discursos antiimperialistas del gobierno que mantiene las concesiones a multinacionales sobre el litio y los yacimientos de plata de Potosí, Incahuasi, Tariquía, el monopolio agropecuario y la concentración de tierras en el Oriente, generan un difuso escepticismo. Así, más pasan los días, más el pedido de renuncia de Evo y nuevas elecciones, surgido en los cabildos del sur del país, reemplaza el de la segunda vuelta.
La invitación del gobierno a la OEA para auditar las elecciones apunta claramente a tomar tiempo, desmovilizar y obtener alguna forma de reconocimiento internacional o de parte de sectores de la oposición. La burguesía nacional podría preferir un gobierno del MAS sin el mismo poder absoluto pero con la misma capacidad de contener la lucha de obreros y campesinos. Pero el imperialismo necesita quitar cualquier referente y contrabalancear el efecto contagioso entre los explotados del mundo que tienen las inmensas y extraordinarias movilizaciones de Ecuador, Chile, Honduras, Líbano, Catalunya etc. Y es por esto que harán todo lo posible para demostrar el fraude. Esto es lo que exige la OEA, la UE, y los gobiernos de Gran Bretaña, Alemania, España, Canadá, EEUU. Bolsonaro que, como todo buen sirviente, se adelanta al amo, ya ha afirmado que no reconocerá el gobierno boliviano.
Pero ni Mesa que denuncia fraude cuestiona el hecho que el MAS sea el primer partido de mayoría relativa en Bolivia. Esto significa que en estas elecciones la clase trabajadora ha hecho su máximo esfuerzo contra la derecha, pero no tenía cómo luchar contra la política de colaboración de clases del MAS, lo cual solo sería posible con un partido propio de la clase trabajadora, como defendemos los marxistas. En estas condiciones ni Mesa podría gobernar, aún ganando una segunda vuelta. El país está profundamente dividido y en adelante podrá ser gobernado solo o con métodos revolucionarios o con métodos autoritarios y acuerdos sellados a espalda y en contra de la lucha del pueblo.
Es por todo esto que los pronunciamientos de la burocracia sindical y de organizaciones de izquierda afines al MAS en favor de una auditoria de la OEA son, a lo mejor, confusos y en general escandalosos y cobardes. No se puede sostener la búsqueda de apoyo en las cuevas del imperialismo, es indispensable señalar el camino para recuperarlo en las filas del movimiento obrero y popular. Por Esto llamamos al conjunto de la clase trabajadora, a la COB, la FSTMB, a las organizaciones de la izquierda del MAS y a las organizaciones revolucionarias a la izquierda del MAS a exigir a Evo:
- La expropiación sin indemnización y bajo control obrero y campesino de las multinacionales de todos los países que están interviniendo en la política de nuestro país, empezando por la española Repsol y la brasileña Petrobras;
- La revoca de las concesiones a las multinacionales canadienses que se han hecho con los inmensos yacimientos de plata de Potosí (Pulacayo-Paca) y de la multinacional alemana que se ha hecho con nuestro litio, abrogando el DS 3738;
- Rechazar cualquier injerencia imperialista, de la OEA, la UE y demás países en Bolivia.
Llamamos a la solidaridad de la clase obrera y el movimiento indígena movilizados en Ecuador, Chile, y a la solidaridad internacional de la clase trabajadora de todos los países cuyos gobiernos están interviniendo en la política del nuestro para defender intereses económicos que son nuestros comunes enemigos.