Fernando Buen Abad Domínguez, escritor mexicano. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con una maestría en Filosofía Política. Actualmente es Vicerrector de la Universidad Abierta de México, país donde nació en diciembre de 1956. Autor del libro Filosofía de la Comunicación, publicado por el Ministerio de Comunicación e Información y presentado en la ciudad de Caracas el pasado 23 de junio. Aprovechamos su visita al país y experiencia académica, para conocer su percepción sobre las nuevas expe experiencias comunicacionales que se gestan en el marco del proceso de revolucionario que construye Venezuela.
Entrevista a Fernando Buen Abad Domínguez realizada en Venezuela
Fernando Buen Abad Domínguez, escritor mexicano. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con una maestría en Filosofía Política. Actualmente es Vicerrector de la Universidad Abierta de México, país donde nació en diciembre de 1956. Autor del libro Filosofía de la Comunicación, publicado por el Ministerio de Comunicación e Información y presentado en la ciudad de Caracas el pasado 23 de junio. Aprovechamos su visita al país y experiencia académica, para conocer su percepción sobre las nuevas experiencias comunicacionales que se gestan en el marco del proceso de revolucionario que construye Venezuela.
28 de junio de 2006
¿Qué opinión tiene sobre el comportamiento de los medios de comunicación en Venezuela?
Venezuela siempre es un punto y aparte en este análisis y diagnóstico a nivel mundial. Nosotros hemos venido haciendo, desde hace algún tiempo con el Instituto de Investigaciones sobre la Imagen, de México, una serie de aproximaciones sucesivas sobre los cambios que se han venido dando en Venezuela. Notamos que este país es el producto de un gran fenómeno de comunicación.
El acontecimiento de abril de 2002, en el que un pueblo salió a la calle y en el que millones de personas lograron organizarse en muy pocas horas para un proceso revolucionario de cambio, es un verdadero acontecimiento. Todavía no sabemos bien cómo ocurrió eso, la gente se comunicó entre sí, Radio bemba le llaman aquí, una herramienta de comunicación popular proliferó y proliferó. Las motocicletas se volvieron las venas del proceso, la gente subía y bajaba en las motos, trayendo la sangre de la información. Es un gran acontecimiento de comunicación que necesitamos estudiar.
Necesitamos aprender lo que la gente puso en práctica en las calles ese día para organizarse, para decirle al Presidente, a los golpistas y al mundo cuál es la ruta social que este país está eligiendo contra las formas más autoritarias y más despreciables de traición contra un pueblo.
Para nosotros, es un objeto importante saber que además de las muchas cosas que representa este proceso de transformación en Venezuela, hay una transformación de la comunicación misma, pero eso no es todo, también nos damos cuenta de que contra todo lo que los medios de comunicación privados han hecho y han dicho, basados en la calumnia y los insultos, el pueblo venezolano ha sabido resistir intelectualmente, no ha caído en la trampa, a pesar de que el 90% del espacio radioeléctrico de este país y los medios de comunicación en su mayoría son privados. A pesar de todo esto, no han logrado derrotar la fortaleza emocional, la cultura, la tradición y la voluntad del pueblo. Creemos que eso tiene que estudiarse como un fenómeno social de masas de comunicación ¡Nunca se dio en la historia de la humanidad! Ni se vio hasta ahora en América Latina que un Presidente regresara de un Golpe de Estado, y que la gente se pusiera de acuerdo tan rápido para lograrlo.
¿Está Venezuela desequilibrando el poder hegemónico comunicacional en el propio territorio venezolano y en el continente?
Yo diría que está comenzando hacerlo. Yo creo que cada día está comenzando a sentir más y más esa necesidad, Venezuela está llegando a la conclusión de que no se puede tener una actitud permisiva frente a los poderes mediáticos acostumbrados a mentir, porque estaría tolerando un proceso permanente de delito, usando los medios de comunicación.
Yo creo que ni siquiera es el Estado el que tendría que intervenir, tendrían que existir como jurados populares, tribunales populares con especialistas conscientes, participando al lado de la gente y ayudando a entender que no es un juego de niños, el que un personaje por la televisión en las mañanas, grite en frente de sus invitados, les agite la mano en la cara, eso es falta de respeto a la voluntad del pueblo, a la figura de un Presidente que es un líder latinoamericano y mundial. Estamos conscientes que el proceso es lento y que falta mucho.
Rol de las comunidades
Usted dice en sus textos que hay que construir una comunicación distinta a la que estamos acostumbrados, esto es algo complejo ¿Cómo podríamos avanzar en la construcción de una comunicación coherente con el proceso revolucionario, según su experiencia académica y su experiencia de vida?
Una manera de cambiar el discurso es cambiando los actores del discurso. Una buena manera es que no sean siempre los mismos diciendo siempre lo mismo. Cuando hablo del discurso no me refiero a la palabra, lo digo en el sentido mediático-genérico que es el discurso estético, el tipo de tomas, el tipo de música, la modulación con que algunos lectores de noticias en la televisión comercial hablan idénticamente unos tras otros, hacen unas inflexiones de voz, exageraciones, acentos, modalidades, modernizaciones de voz.
En mi opinión, cambiando ese discurso ya empezamos a pensar en otras alternativas, porque en lugar de tener intermediarios que nos expliquen cómo es la realidad, dejamos que sea la realidad misma la que hable. Como pasa en los medios mexicanos, lo que hacen es interpretarnos lo que dijo el otro, están en una fábrica con los trabajadores, con los campesinos, con las organizaciones sociales, y el reportero nos dice aquí se está diciendo no sé qué y no sé cuanto. Hay tensión en el ambiente, jamás dejan que los otros digan por su cuenta a qué fueron, qué están haciendo, qué quieren decir, qué piensan, qué sienten, qué les duele, qué les emociona, qué les enamora ¡No sabemos! Son siempre como decoración, escenografía de trasfondo, esto no es nada nuevo, es un formato que se usa en el mundo, y puede ser transformado.
Puede ser ahora que las propias comunidades tomen el micrófono. Ojalá también las cámaras, ojalá también aprendan. Porque no basta con tomar el micrófono, hay un montón de elementos y condiciones para hacer un manejo medianamente sensato, ordenado de los medios de comunicación, no es una cosa fácil, es un oficio que como cualquier herramienta merece su tiempo, su maduración, su aprendizaje.
Las comunidades pueden empezar a encontrar sus propios lenguajes, con su acento, con su énfasis con sus prioridades, con sus intereses. No estamos acostumbrados a mirar esa televisión, no estamos acostumbrados a escuchar esa radio, no estamos acostumbrados a leer esa prensa nueva, estamos aprendiendo otra vez. Todavía no hemos visto la mejor comunicación, hasta ahora hemos visto la comunicación mercantilizada, la que convirtió el tiempo en mercancía, la que convirtió las mujeres en mercancía, la que convirtió a la familia en una mercancía, la televisión que hace del mundo un objeto de consumo, cuando eso podamos superarlo conceptualmente, filosóficamente, poéticamente, cuando hayamos dado ese salto cualitativo, que levantemos la calidad del discurso y la calidad narrativa, vamos a ver otra televisión, otro periodismo, vamos a tener que aprender nuevas convicciones incluso narrativas.
Los medios de comunicación pueden ser una herramienta para pacificar, también se pueden utilizar como una herramienta para avivar la confrontación como ocurrió en Venezuela en abril de 2002 durante el golpe de Estado, calificando a los simpatizantes del gobierno como hordas chavistas y a quienes apoyaban la oposición como sociedad civil en pie de lucha ¿Qué interpretación hace usted del manejo informativo que se ha hecho?
Yo creo que es un ejercicio desleal de la comunicación. Un ejercicio que no es fiel a lo que la gente está diciendo ¡No se pueden producir canalladas en los medios de comunicación! Si miramos a nuestro alrededor y observamos a quienes han estado excluidos por décadas evolucionar como individuo y como colectivo, porque viven en un país que construye un proceso de transformación, para mejorar la calidad de vida de cada uno de sus habitantes, no queda más que acompañar eso y estar de lado del desarrollo humano.
Nadie puede estorbar el desarrollo de la sociedad y si alguien lo hace con un medio de comunicación, peor aún. Entonces me parece que eso es absolutamente canalla, yo creo que hay que discutirlo como una falta ética, como una falta verdaderamente de solidaridad humana, lo que es cierto es que Venezuela, durante años, les ha dado el ejemplo a muchos países del trato diplomático, a pesar de que muchos se han portado absolutamente groseros como México. También, estamos frente a un problema de orden político e ideológico, este país está librando una batalla fantástica que es la batalla de las ideas, en donde la gente está aprendiendo a tomar conciencia de su derecho a pensar libremente y eso a casi nadie le gusta.
Retomando el tema de los medios de comunicación, ustedes tienen un desafío inmenso porque tienen además un presidente que en materia de comunicación es un talento fenomenal. El presidente Chávez es un rebelde en todos los sentidos, he escrito un material sobre eso, a propósito del programa Aló Presidente. Es un espacio que se ha convertido en la escuela de educación política más impresionante que hemos visto en el mundo entero, eso nos habla de que hay un poderío de comunicación. A través de este programa, mucha gente ha aprendido a analizar problemas petroleros internacionales, a conocer la estructura económica de la nación, entre otros asuntos importantes.
¿Aló Presidente es comunicación para el desarrollo social?
Sin duda alguna. Está claro que no basta con eso, porque si uno se cuelga solamente de esa manera de hacer comunicación, entonces sobresaturaríamos al interlocutor con una sola fuente. Por eso, proponemos que existan Aló comunidades, Aló obreros, Aló estudiantes, Aló campesinos, así habría fortaleza discursiva y narrativa.
Según su opinión ¿Cuáles serían las líneas estratégicas que debería tocar una política comunicacional coherente con el proceso de transformación que vivimos en Venezuela?
Antes que contestar, quiero comentar que hace unos meses estuve en la televisora Al Jazeera en el medio oriente, y en ese momento empezamos a conversar con un grupo, preguntándonos dónde habrá en el mundo un espacio donde se tome el micrófono y se hable con libertad, enseguida, pensamos en Venezuela y las experiencias comunicacionales que ha creado el proceso bolivariano como Vive TV y Telesur.
Vive TV es un proyecto que está naciendo, pero que ya es una vanguardia y Telesur es una propuesta en pleno crecimiento. Telesur es una herramienta de integración y de comunicación que deberá caminar, como dicen su norte es el sur y también su norte es el socialismo. Estos son dos hijos de la comunicación revolucionaria en este país, estos son los espacios donde tienen que comprobarse todas estas tesis revolucionarias, nadie tiene esta posibilidad ¡Es oro molido, créanme! Es una oportunidad extraordinaria.
Si hubiera que decir cuales son las líneas, yo diría que debemos seguir este ejemplo, aunque no basta. Por ejemplo, estamos proponiendo organizar una Corriente Internacional de pensadores, de comunicadores, que se solidaricen con esta línea de trabajo que se ha desarrollado en Venezuela, porque es la más avanzada. Debemos empujarla. Yo he venido a ayudar en lo que pueda, buscamos que todos lo que trabajan en estos medios se comprometan con su formación y mejoren la calidad de sus programas, que sorprendan y seduzcan mejor.
Una línea estratégica importante es la política de estudiar, de generar una corriente importante de solidaridad política, económica con la revolución pero además, tener ética. Es una tarea ineludible y después de eso, habría que llamar a los delegados de base de todos los movimientos de comunicación en América Latina y sentarnos a discutir cómo caminamos juntos en esta experiencia de comunicación venezolana. Ya estamos frente a un modelo de comunicación, falta que crezca y madure.
La Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Resorte) creada en Venezuela, ha recibido insistentes ataques con el argumento de que expresa el control absoluto por parte del Gobierno. El más reciente tiene que ver con la distribución del espectro radioeléctrico ¿Qué piensa de esta Ley?
La llamada Ley Resorte es una gran herramienta de construcción social en comunicación. Me parece que hay que estudiarla, es un gran logro, debemos aprender de ella y perfeccionarla, yo creo que debemos apoyarnos en la legalidad y en la legitimidad de un proceso de transformación en materia de comunicación. Además, debemos debatir no sólo en Venezuela, sino en el mundo sobre el espectro radioeléctrico, tenemos que acompañar ese debate, es urgente que México discuta sobre este tema.
Por otra parte, tenemos que cambiar las formas de hacer comunicación y la conciencia de los medios. En definitiva, tenemos que poner al servicio del proceso de transformación de un país todos los conocimientos científicos, la ciencia no es un privilegio para unos cuantos que puedan vivir de ese conocimiento, la verdad es que las universidades son las que menos producen conocimiento. El conocimiento no está necesariamente en las universidades, aunque algunos se santifiquen con eso.
Profesor ¿Tiene previsto desarrollar algunas propuestas académicas en nuestro país?
Sí. Actualmente, estamos desarrollando un proyecto de investigación, un seminario aplicado para impartir en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), también buscamos hacer un convenio con el Ministerio de Comunicación e Información (MinCI) para hacer más seminarios en Caracas y en el interior del país donde hay mucha gente interesada en estos proyectos.
Aparte, queremos crear un espacio de investigación científica en materia de comunicación, nosotros estamos interesadísimos en participar en este proceso, yo he coleccionado material de distintas experiencias para difundirlos en estos espacios que estamos construyendo.