Pasadas las elecciones presidenciales les siguieron unas semanas vertiginosas, aún desde antes de la asunción del nuevo gobierno de Cristina Fernández. Derrotadas electoralmente, las fuerzas de derecha (y los grandes grupos mediáticos) siguen sin hacer pié. Rápidamente hicieron aparición las internas dentro y alrededor del kirchnerismo. Atención especial merecen las diferencias entre el gobierno y
La ¨sintonía fina¨
Parte del vértigo se debió a la postergación de medidas hasta pasadas las elecciones. Ante los primeros efectos de la crisis capitalista mundial, y en previsión de coletazos mayores, el gobierno tuvo que encarar la manera de enfrentar la disminución de la actividad económica general y de los ingresos comerciales, financieros y fiscales. En un artículo anterior ya nos hemos referido a la quita de subsidios a las empresas privatizadas de servicios públicos.
El gobierno confía en que con pequeños retoques y con amables pedidos a los industriales para que inviertan podrá ir sorteando las dificultades. Pero es imposible conseguir estabilidad en un mundo donde, por la crisis y el creciente proteccionismo, el comercio disminuye, las exportaciones se dificultan, el crédito se limita y las empresas se vuelven más agresivas en la explotación y la competencia. En este contexto inevitablemente disminuye el crecimiento por menor inversión privada, interna y externa, pese a las pretensiones de imponer techos salariales (se habla del 18%) y de compromisos inaceptables con organismos internacionales como la ley antiterrorista, de la que exigimos su rediscusión parlamentaria para que sea derogada. Vimos cómo respondió
Sin aliento
Ni bien asumidos los nuevos legisladores, y asegurada la mayoría oficialista en ambas cámaras, en pocos días se aprobaron una docena de leyes (algunas de las cuales analizamos en esta página web).
Los problemas fiscales en las provincias llevaron a algunos gobernadores a fuertes ajustes, con subas de impuestos y tarifas, achicamiento del empleo público y contrarreformas previsionales. Al gobernador Soria de Río Negro, recientemente fallecido, se lo aprobaron a pocas horas de asumir. En Santa Cruz fue rechazado por una gran movilización de estatales y por un sector del oficialismo,
Se tensa la interna kirchnerista
Muchas de estas medidas antipopulares son resistidas por organizaciones sindicales y sociales. Y han tensado las internas en, y alrededor, del kirchnerismo, donde los sectores más de izquierda y ligados a las organizaciones sociales y de derechos humanos han salido a manifestarse contra las medidas de ajuste o la ley antiterrorista: Verbitsky, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, Carta Abierta, el juez Zaffaroni y algunos sectores del Movimiento Evita y de La Cámpora.
Además en el principal distrito del país, la provincia de Buenos Aires, desde el mismo día de reasunción del gobernador Scioli se desató la interna con el vicegobernador Mariotto y
El enojo de Moyano
Tampoco se hizo esperar la reacción de Hugo Moyano ante algunas medidas y declaraciones del gobierno nacional. Sus quejas apuntan a que los sindicalistas quedaron fuera de los cargos legislativos, a la postergación de las leyes laborales propuestas (elevación del mínimo imponible y reparto de ganancias de grandes empresas) y a la deuda que mantiene el estado con las obras sociales. En un fuerte discurso renunció a sus cargos en el PJ, defendió el derecho irrestricto de huelga, en referencia a los dichos de la presidenta de que defiende el derecho de huelga pero no la extorsión. Moyano le respondió que los trabajadores no extorsionan sino que exigen sus derechos y que no van a pagar la crisis. Moyano también reclamó más espacio político para los trabajadores, en referencia al sector de
El aspecto más débil de su discurso, que no acompañamos en absoluto, fue cuando hizo una defensa corporativa de los dirigentes de la CGT, incluso de los “gordos” como Zanola, exdirigente de La Bancaria acusado de participar en la adulteración de remedios de la obra social, y del dirigente de la CGT Azul y Blanca, de la derecha peronista, “Momo” Venegas. Los tres diputados del sector moyanista no aprobaron la ley del trabajador rural, en defensa de la caja del Renatre en manos del Momo, despreciando los aspectos progresivos que incluye.
Astutamente, la presidenta acusa al moyanismo de defender a la “aristocracia obrera” que olvida a los trabajadores más postergados. Sin embargo, daría la impresión que la insistencia machacona de Cristina Fernández en este tema lo que parece revelar no es su comprensión por las luchas “justas” de los trabajadores en peores condiciones, sino que parece estar utilizando los privilegios de la “aristocracia obrera” como un parapeto para apuntar en realidad a todas las luchas obreras que superen determinados límites de reclamos, extensión, etc, con la excusa de que esconden intereses “corporativos” y ponen en peligro la continuación del “modelo”. No podemos aceptar esto, y advertimos que los empresarios tratarán de apoyarse en estas palabras de la presidenta para tratar de imponer un freno a los reclamos salariales y a la dignificación del empleo. Esto es una expresión de las presiones de la burguesía sobre el gobierno y es necesario, por lo tanto, que las bases kirchneristas y los trabajadores en general, respondan en sentido contrario para que los reclamos y los intereses de la clase trabajadora no se vean lesionados en las semanas por venir.
En los próximos meses, Hugo Moyano se verá presionado desde distintos sectores y enfrentará una encrucijada. Desde los “gordos” y otros sectores burocráticos de la CGT buscan desplazarlo de la conducción. Por otra parte, desde el gobierno y las organizaciones empresariales necesitan un interlocutor más proclive al pacto social y piensan en los dirigentes de la UOM o SMATA. Y desde las bases sentirá la exigencia por mejores salarios, el rechazo de la precariedad y de los impuestos a los salarios.
Frente a esta encrucijada, Moyano deberá optar: o bien adopta un perfil corporativo, apoyándose en la dirigencia burocrática para defender el aparato cegetista, en especial sus ingresos por obras sociales y espacios de poder, o se apoya en las bases trabajadoras y retoma la herencia histórica de lucha de la clase obrera argentina, cuyos hitos fundamentales (el programa de La Falda, Huerta Grande, la CGT de los Argentinos, etc.) son frecuentemente citados por los diputados moyanistas Recalde y Facundo Moyano.
Es verdad que, en la medida que la derecha peronista y los “gordos” controlan gremios importantes, es posible que, eventualmente, sea necesario coincidir en la lucha, incluso, con aquellos dirigentes que representan lo peor de la burocracia sindical. Pero una cosa es hacerlo sin mezclar las banderas y para forjar vínculos con las bases de dichos gremios, llamando a desconfiar de sus dirigentes y estimulando la formación de corrientes de oposición en su seno; y otra muy diferente es hacerlo ensalzando a esos dirigentes otorgándoles una autoridad que no tienen ni merecen.
Una buena señal, que resaltamos, es la reunión mantenida días atrás entre Facundo Moyano, que también es titular del sindicato de peajes, con delegados del gremio del Subte, adscrito a la CTA de Yasky, que vienen librando una batalla feroz contra la dirigencia burocrática de la Unión Tranviaria Automotor (UTA), cercana a los “gordos”. Facundo Moyano, a través de su cuenta de Twitter, defendió el reclamo de la personería gremial para el sindicato del Subte, que mantiene en el congelador el Ministro de Trabajo.
La participación de los trabajadores, organizados como tales, es imprescindible para una profundización mayor del rumbo tomado por el gobierno, especialmente luego del llamado ¨conflicto con el campo¨ en 2008. La historia pondrá a prueba a esta dirección moyanista en los próximos meses. Si no está a la altura de las circunstancias el costo será alto para Hugo Moyano y quienes los rodean, pero también lo será para los trabajadores que perderán un tiempo valioso en recomponer una dirección sindical acorde a las necesidades del momento.
Si el moyanismo se hiciera cargo de la mencionada herencia de lucha cegetista, se podrían adoptar los programas aludidos con apenas algunos retoques y actualizaciones. Recordemos que incluyen medidas de estatización y planificación de la economía nacional y el protagonismo de los trabajadores en su control. Medidas que consideramos necesarias hoy para contraponer a la actual dependencia de las exportadoras privadas mineras y sojeras y de la industria también privada de bienes de consumo.
Además debería adoptar tácticas de frente único con los sectores en lucha por reivindicaciones sociales, democráticas, contra las políticas pro patronales (como por ejemplo la de los campesinos que resisten los desalojos provocados por la sojización del campo) y contra la represión por parte de sectores inexpurgados del aparato represivo del Estado.
Paritarias y modelo sindical
En lo inmediato, ante la apertura de las negociaciones paritarias, las direcciones sindicales deberían reclamar incrementos salariales enfocados a recuperar poder adquisitivo hasta alcanzar la canasta familiar, debería incluirse una ¨clausula gatillo¨ (que actualice los salarios con la inflación real) y la eliminación del impuesto ¨a las ganancias¨ aplicado a los salarios.
A la vez desde los lugares de trabajo, los delegados, comisiones internas y activistas tenemos que seguir luchando por otro modelo sindical, democrático, que asegure la participación de las bases a través de asambleas, que los cargos sindicales sean revocables en cualquier momento y con rentas no mayores a los salarios de sus representados. Y con control de los libros de cuentas de los sindicatos por parte de esas bases.
Los desafíos del gobierno
También el gobierno será puesto a prueba en los meses venideros. Como ya planteamos en nuestra declaración postelectoral, el gobierno tiene el desafío de apoyarse en los reclamos de la clase trabajadora y demás sectores explotados, o tratar de nadar entre dos aguas haciendo concesiones a las presiones del empresariado.
Ante un agravamiento de la crisis internacional y de la disminución de los ingresos públicos sería un error grave ceder a la presión de ajustar por abajo, mientras los grandes empresarios y multinacionales siguen haciendo las mayores ganancias de su historia, beneficiados por muchas de las leyes menemistas de los 90 que aún permanecen intactas.
Por eso se hace necesario, entre otras medidas, que el gobierno implemente una reforma impositiva progresiva que grave fuertemente a los sectores con mayores ingresos, como las empresas mineras (que pagan un ridículo 2% de regalías), a los negocios financieros (gran parte de los cuales están exentos de impuestos) y las exportadoras; y no como hasta ahora donde predominan gravámenes al consumo masivo a través del IVA; control obrero de las cuentas de las grandes empresas, bancos y latifundios para identificar y denunciar la evasión fiscal, la suba de precios injustificada y el monto de sus ganancias; prohibición de los despidos y reparto de las horas de trabajo sin afectar al salario en los sectores que aleguen crisis; efectivización de todos los trabajadores “en negro”. Contra el “déficit” de combustible, reestatización de YPF sin compensación y caída de las concesiones de explotación otorgadas a las multinacionales. También consideramos imprescindible la reestatización de las empresas privatizadas, sin compensación y bajo el control de los trabajadores y usuarios, para impedir los tarifazos y gestionar los servicios públicos y el transporte ferroviario y del subte para el interés social no para las ganancias empresarias; y la nacionalización del sistema bancario con la formación de una gran banca única estatal, sin compensación salvo a pequeños accionistas con escasos recursos. En otro artículo nos hemos referido a la ley de tierras y a los distintos regímenes de propiedad. En pocas palabras, es necesario estatizar las palancas fundamentales de la economía bajo control obrero y popular.
No se trata de hacer “lo que se puede”, sino “lo que se necesita”, y el mandato claro del 54% a favor de Cristina en las elecciones presidenciales de octubre demuestra que la mayoría de la sociedad argentina, encabezada por la clase trabajadora, respondería de manera entusiasta al llamado presidencial de que se puede hacer lo necesario.