Desde tempranas horas de las mañana, Juan Guaidó, acompañado de Leopoldo López y un grupo superior a una veintena de militares, anunciaron la ejecución de la llamada «operación libertad», llamando a las guarniciones catrenses en todo el país a sublevarse, y a las bases de la oposición reaccionaria para que se movilizaran en respaldo a tales acciones a nivel nacional, especialmente en Caracas. Guaidó, en un video difundido a través de sus redes sociales, apuntó: “Fuerza Armada Nacional han tomado la decisión correcta, cuentan con el apoyo del pueblo de Venezuela, con el aval de nuestra constitución, con la garantía de estar del lado correcto de la historia. A desplegar las fuerzas para lograr el cese de la usurpación” . Más adelante, expresó: “Pueblo de Venezuela, es necesario que salgamos juntos a la calle, a respaldar a las fuerzas democráticas y a recuperar nuestra libertad. Organizados y juntos movilícense a las principales unidades militares. Pueblo de Caracas, todos a la Carlota”. El ministro de comunicación e información, Jorge Rodríguez, confirmó en su cuenta en la red social Twitter la noticia, comentando los esfuerzos del gobierno para rendir al grupo de militares sublevados: “Informamos al pueblo de Venezuela que en estos momentos estamos enfrentando y desactivando a un reducido grupo de efectivos militares traidores que se posicionaron en el Distribuidor Altamira para promover un Golpe de Estado contra la Constitución y la paz de la República”. Inmediatamente, diversos voceros del gobierno bolivariano llamaron al pueblo revolucionario a concentrarse en las inmediaciones del Palacio de Miraflores, lo que, como de costumbre ante cada amenaza de la reacción, fue respondido con una nutrida presencia de militantes chavistas de base en el lugar. La Vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, comentó: ¡La democracia bolivariana se basa en el protagonismo del pueblo! ¡Descanse en la gloria de nuestros Libertadores, de Chávez! ¡Los traidores y los fascistas nunca torcerán el destino de la libertad que Venezuela ha marcado! ¡Dejen que las personas valientes vayan a Miraflores para defender la paz!” Por medio del reporte de la periodista de Telesur, Madeleín García, se pudo conocer que los militares insurrectos -los cuales portan brazaletes azules- robaron dos tanquetas, sustraidas de alguna guarnición no precisada, y que los mismos se encontraban no en el interior de la Base Aérea La Carlota, sino en el distribuidor Altamira, a pocos metros de la base. En el reportaje, el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, Comandante de la REDI (Región de Defensa Integral) del Distrito Capital, desmintió la supuesta toma de la Base Aérea La Carlota y reafirmó la lealtad del personal que opera en la guarnición con el gobierno de Nicolás Maduro y la Constitución. El Mayor General también comentó que buena parte de los supuestos efectivos insurrectos se habrían comunicado con éste a tempranas horas de la mañana para notificar que habrían sido engañados y en las horas posteriores se sumaron al personal militar que se mantiene leal a Maduro dentro de la instalación militar. Esta información fue replicada por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, quien también comentó, al rededor de las 11:15 am en la concentración bolivariana en Miraflores, que los militares sublevados habrían abandonado las cercanías de la base aérea La Carlota. Juan Guaidó ha planteado a periodistas de diversos medios nacionales e internacionales, que cuenta con respaldo de todos los componentes de las Fuerzas Arnadas y prometió que durante las próximas horas se efectuarán pronunciamientos de generales y destacamentos completos. Sin embargo, el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, declaró en su cuenta de Twitter: “La FANB se mantiene firme en defensa de la Constitución Nacional y sus autoridades legítimas. Todas las unidades militares desplegadas en las ocho Regiones de Defensa Integral reportan normalidad en sus cuarteles y bases militares, bajo el mando de sus comandantes naturales”. Leopoldo López -quien se supone que estaba cumpliendo con una condena de 13 años en carácter de arresto domiciliario-, líder del partido de Guaidó: Voluntad Popular, comentó que habría sido liberado por efectivos militares que decidieron, según él, «ponerse del lado de la constitución»: “Venezuela: ha iniciado la fase definitiva para el cese de la usurpación, la Operación Libertad. He sido liberado por militares a la orden de la Constitución y del Presidente Guaidó. Estoy en la Base La Carlota. Todos a movilizarnos. Es hora de conquistar la Libertad. Fuerza y Fe”. Como era de esperarse, los pronunciamientos internacionales no tardaron en aparecer: el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, refirió en su cuenta en Twitter que la administración Trump “apoya absolutamente al pueblo venezolano en su búsqueda de la libertad y la democracia”, o en otras palabras, respaldan el nuevo intento de golpe de estado reaccionario seguramente ideado en Washington. Por su parte, Mike Pence, Vicepresidente de EEUU, manifestó su total apoyo a las fuerzas golpistas afirmando: «¡estamos con ustedes!». Los lacayos regionales de EEUU ya han comenzado a hacer su parte, como el secretario de la OEA, Luis Almagro, el cual ya se ha pronunciado saludando el golpe de estado en marcha; y también Iván Duque, quien está convocando una reunión extraordinaria del Grupo de Lima. En pocas horas, opositores que atendieron al llamado de Guaidó se agolparon hasta el distribuidor Altamira para intentar tomar la base Aérea La Carlota, recurriendo a las conocidas guarimbas o piquetes, lo que ha sido respondido con bombas lacrimógenas desde el interior de la base militar. Se pudo conocer que un convoy con efectivos de la Guardia Nacional se había trasladado hasta el este de Caracas, específicamente al epicentro de los acontecimientos, para someter a los amotinados. Se han podido escuchar detonaciones de armas de fuego en el lugar. En imágenes mostradas por medios internacionales se pueden ver a encapuchados tratando de violentar la entrada a la base militar, cuyo portón principal habría sido derrumbado, pero sin que ésto haya significado un avance sustancial en cuanto a los objetivos de quienes participaron de dicha acción. La derecha venezolana ha decidido mostrar los dientes nuevamente en lo que es sin duda el comienzo de un nuevo repunte en su ofensiva interna por tratar de recuperar el poder. Ésto viene luego de su ignominioso fracaso del pasado 23 de febrero al intentar introducir la supuesta «ayuda humanitaria» por la frontera colombo-venezolana, el colapso del sistema eléctrico nacional (probablemente detonado por medio de ataques coordinados desde EEUU), y la imposibilidad del imperialismo yankee de conformar una coalición militar entre países miembros del Grupo de Lima -especialmente con Colombia y Brasil- para intervenir militarmente a Venezuela (por ahora). Al momento de escribir estas líneas, el «llamado Centro de Comunicación Nacional», creado por la Asamblea Nacional opositora, ha difundido a las 12:50 pm que Guaidó, junto a los militares insurrectos, se estaban movilizando hacia el oeste de la Capital, sin precisar un destino específico, lo que invita a pensar que se intenta dirigir una marcha opositora hacia el Palacio de Miraflores, donde se encuentra la manifestación bolivariana. Ésto constituye una clara provocación que intenta reeditar lo ocurrido el 11 de abril del año 2002. La derecha demanda acrecentar las tensiones en las calles con enfrentamientos armados y sangre. No dudamos que entre sus planes se contemple el intento de echar mano de grupos de mercenarios y francotiradores para producir las muertes que requiere la derecha y así elevar el conflicto a un nivel superior. Los riesgos de que tales acciones provoquen una confrontación bélica civico-militar están a la orden del día. Desde Lucha de Clases, Corriente Marxista Internacional, repudiamos el nuevo intento golpista promovido por el imperialismo estadounidense y la burguesía nacional. Los trabajadores del país deben movilizarse en las calles del país para impedir que la reacción pueda concretar sus objetivos golpistas. Un gobierno burgués encabezado por Guaidó se regiría por la necesidad de terminar de aplastar al movimiento de masas y a la clase obrera, a sangre y fuego, como condición política para implementar un severo programa de ajuste macroeconómico, que diferiría del que el gobierno bolivariano ejecuta en la actualidad, en cuanto a una mayor celeridad en la destrucción de las conquistas alcanzadas durante la primera década de la revolución bolivariana. Se aceleraría y expandiría el proceso de privatizaciones en las empresas estatales presente, sobretodo enfocado en las explotaciones petroleras, minerales y gasíferas. Se impondría un brutal ajuste laboral, que eliminaría innumerables beneficios, garantías de seguridad y acrecentaría los despidos en masa. Asimismo, se suprimirían los subsidios al agua, la electricidad, la salud y a la educación, sacrificando a las masas ante el altar del FMI y su típico recetario. Todo lo anterior está planteado en el llamado «Plan País» de Guaidó, para todo aquel que desee profundizar en el programa de la derecha. Desde comienzos del conflicto, hemos insistido en el imperativo de apresar a Guaidó y en la disolución de la Asamblea Nacional golpista, para cortar de un solo tajo la cabeza al plan golpista. Señalamos que esperar demasiado en este cometido suponía exponer el futuro de la revolución a nuevas y más amenazantes ofensivas reaccionarias en el futuro. Hoy, lamentablemente, los riesgos resurgen sin ninguna necesidad. Asimismo, en su momento criticamos la flexibilixación de la pena a Leopoldo López con la concesión del beneficio procesal de casa por cárcel. Hoy, nuevamente debemos demandar el cese de la impunidad para los principales operadores del imperialismo en el país. La tensa actualidad demanda acciones contundentes, la incansable voluntad de diálogo del gobierno de Maduro, campeón en los llamados a la conciliación, han sido una ofrenda de vacilación y debilidad ante los que esperan hundir en sangre al movimiento de masas. Responsablemente, los revolucionarios debemos movilizarnos para derrotar la amenaza golpista, pero también exigiendo medidas que solucionen el problema de raiz. La raiz de todo el conflicto yace en la existencia del capitalismo mismo. La negativa de la dirección bolivariana a completar la revolución, demoliendo el Estado burgués y expropiando, bajo control obrero y popular, la totalidad de la banca y las aseguradoras, los monopolios industriales, los latifundios, y estableciendo un monopolio estatal del comercio exterior; ha desatado todo el caos económico actual y cocinado todas las contradicciones sociales que hoy afrontamos. Debemos exigir la confiscación de las multinacionales norteamericanas y europeas que hacen presencia en el país, en reciprocidad a la confiscación de cuantiosos activos del estado venezolano en dichas latitudes. También, en aras de la coherencia política, debemos esgrimir la revisión y suspensión de todos los contratos y concesiones otorgados por el gobierno a los capitales rusos, turcos y chinos, en detrimento de los intereses nacionales y de la clase trabajadora en si. Por otra parte, nuestra movilización debe reclamar respuestas ante la opacidad de las instituciones respecto a la fuga de capitales de la década de los altos precios petroleros (2004 – 2014), que desangró el país en favor de la burguesía parásita criolla y un puñado de burócratas corruptos. No podemos cesar en nuestra exigencia de que se fortalezcan las unidades de milicias bolivarianas, para su despliegue efectivo en todo el territorio nacional. ¡Toda nuestra desconfianza hacia las cúpulas militares! En más de una ocación hemos recalcado la amenaza que representa para la revolución el depositar su defensa en los márgenes de la institucionalidad militar tradicional. El tenso día de hoy es una nueva confirmación de tal aseveración. Quien piense que la lealtad de las cúpulas castrenses hacia el gobierno permanecerá inalterable, al margen del control que éste pueda mantener de la situación nacional, no comprende un ápice de la historia de los cuerpos armados estatales en el capitalismo. Al pueblo revolucionario consecuente y combativo le proponemos combatir el golpe con organización desde abajo. En última instancia, nuestra lucha no puede estar circunscrita a la idea de defender el miserable estado general de cosas actual, al cual el imperialismo, la burguesía, y el carácter conciliador del gobierno, con sus «empresarios patriotas» y su ilusotia «burguesía revolucionaria»; nos han condenado. Debemos luchar por construir una nueva sociedad donde valga la pena vivir y defender hasta con la vida. Para lograr ésto, se hace perentoria la construcción de una alternativa revolucionaria, que pueda agrupar y dirigir toda la combatividad del movimiento chavista, bajo fines revolucionarios. Esta situación no ha debido llegar a este punto. Ya es hora de derrotar el golpe, pero esta vez con medidas revolucionarias.
¡Cárcel a Guaidó!
¡Disolución de la AN golpista!
¡Fortalecimiento y despliegue de las milicias bolivarianas!
Ante el secuestro de nuestros activo: ¡Expropiación de las multinacionales imperialistas!
¡Expropiación de la burguesía golpista!
¡Control obrero de la producción! ¡No más control burocrático!