Ayer, el ejército israelí lanzó una ofensiva terrestre sobre Gaza. Los periodistas que están en el lugar han descrito las etapas iniciales de la invasión, relatando escenas terroríficas mientras Gaza es arremetida por tanques, cañones, bombardeos aéreos y misiles disparados por barcos de guerra frente a las costas de la franja. Las fuerzas israelíes están atacando a Gaza por mar, tierra y aire.
El gobierno israelí repite la patraña de estar atacando sólo a “objetivos militares”. Sin embargo, los hechos presentan una imagen devastadora. De acuerdo con los informes de los medios, alrededor del 80% de los fallecidos hasta ahora no eran militares sino civiles, y por lo menos un tercio eran niños. La agencia de noticias AFP ha informado esta madrugada que los disparos de tanques israelíes mataron a un bebé de cinco meses en Rafá, al sur de la franja. ABC Newsrecogió la cita siguiente del doctor Basmán Ashi, director del hospital de al-Wafa en Gaza: “Están destruyendo el hospital”, y que había recibido una llamada del ejército israelí pidiéndole que abandonase el lugar.
Algunas familias palestinas han recibido llamadas telefónicas de las fuerzas armadas israelíes dándoles cinco minutos para abandonar sus casas. Anoche se informaba de que los habitantes de barrios y pueblos enteros recibían avisos que apenas les daban tiempo para evacuar sus zonas. El mundo entero ha visto imágenes de niños jugando en la playa y siendo masacrados por barcos de guerra israelíes, de familias enteras desgarradas, de hombres, mujeres y niños desencajados por la pérdida de sus seres queridos. ¡Y todo esto en el nombre de la “paz”!
La Corriente Marxista Internacional se solidariza totalmente con el pueblo palestino mientras sufren un nuevo ataque bárbaro por las fuerzas armadas de Israel y rechaza todas las excusas que el gobierno de Netanyahu se ha sacado de la manga en un intento de justificar la muerte y destrucción que está sembrando.
¡Las víctimas son los palestinos! Describiendo la situación en Gaza hoy, Jonathan Whittall, responsable del análisis humanitario en médicos sin fronteras (MSF) afirmaba:
“Un pueblo entero está atrapado en lo que en esencia es una cárcel a cielo abierto. No pueden escapar y sólo los suministros más básicos (fundamentales para la supervivencia) pueden entrar. La población de la cárcel ha elegido representantes y organizado servicios sociales. Algunos de los prisioneros se han organizado en grupos armados y resisten su encarcelamiento perpetuo disparando misiles sobre las murallas de la prisión. Sin embargo, los guardianes de la cárcel son los que tienen la capacidad de lanzar ataques a gran escala y altamente destructivos en esta cárcel a cielo abierto.”
Esto describe bien la situación real. Lo que tenemos aquí es una poderosa maquinaria de guerra atacando a una población indefensa de casi dos millones de palestinos, encerrados en una franja de tierra de 500 kilómetros cuadrados.
Ya antes de que el ejército israelí entrase en Gaza, unos 250 palestinos habían sido asesinados en los bombardeos de los últimos diez días, mientras que sólo un israelí ha sido fallecido. Esto muestra la desproporción enorme entre la capacidad militar de Israel y la de Hamás en Gaza. Ahora que las infantería ha invadido la franja, muchos más palestinos morirán.
El cinismo de Netanyahu
Netanyahu afirma que el objetivo es destruir los túneles subterráneos entre Gaza e Israel. “La operación Margen Protector continuará hasta que logre sus objetivos: restaurar la seguridad y tranquilidad de los israelíes durante un largo periodo de tiempo, dañando al mismo tiempo la infraestructura de Hamás y otros grupos en la franja de Gaza”, ha declarado oficialmente el gobierno israelí.
Esto quiere decir que habrá una espiral interminable de violencia en la que cientos y miles de palestinos morirán. ¿Cómo puede esto “restaurar la seguridad y la tranquilidad” de los israelíes? Todo lo contrario, la carnicería llevada a cabo por las fuerzas de Israel radicalizarán a una nueva generación de jóvenes palestinos que estarán preparados para enfrentarse con todos los medios a su alcance contra el odiado monstruo sionista que está destruyendo sus casas y sus familias, que está masacrando a hombres, mujeres y niños inocentes.
La hipocresía del imperialismo
Al mismo tiempo, el gobierno de Israel siempre puede contar en sus ofensivas con la hipocresía y las lágrimas de cocodrilo de los imperialistas. La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, ha condenado públicamente “el disparo indiscriminado de cohetes” por parte de Hamás y ha reafirmado el apoyo de EEUU al derecho de Israel a la defensa propia. Más tarde añadió: “continuamos pidiendo que ambos bandos hagan lo posible por proteger a los civiles. Nos entristece el alto número de víctimas civiles en Gaza”. La Unión Europea “deplora profundamente las muertes de inocentes”, pero luego señala que “Israel tiene el derecho de proteger a su población”.
La verdad es que Netanyahu no sería la potencia que es sin la ayuda del imperialismo norteamericano y su masivo apoyo político y militar a Israel. La razón de esto es que, a pesar de todo, Israel sigue siendo el aliado más cercano del imperialismo de EEUU en la región. Por ello, a pesar de las diferencias que puedan tener sobre cómo manejar la inestable situación de Oriente Medio, los EEUU y la UE siempre se pondrán del lado de Israel.
Crisis en Israel
Todo esto empezó con el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes. Inmediatamente, los medios de comunicación israelíes desataron una campaña masiva para preparar a la opinión pública para la guerra, pero las verdaderas razones de este último ataque contra Gaza están en otra parte. Israel está pasando por su propia crisis socioeconómica interna.
Como todos los países capitalistas, el gobierno de Netanyahu ha estado imponiendo medidas de austeridad, lo cual ha generado un profundo descontento y oposición entre la población. Para poder proseguir con sus ataques contra los servicios sociales, el gobierno se ha visto forzado a apoyarse cada vez más y más en elementos derechistas, cada uno compitiendo por ser más de derechas y para agitar todo el chovinismo nacionalista que les sea posible para desviar la atención de la gente trabajadora normal de Israel de los verdaderos problemas internos a los que se enfrentan.
Esto requiere presentar a los palestinos como el enemigo común que ha de ser aplastado. Es un intento de frenar la polarización de clase en Israel. Esto explica las cotas de barbarismo que ha alcanzado el gobierno de Netanyahu en su intento de desviar las inmensas contradicciones sociales y de clase de Israel hacia la destrucción de la resistencia palestina.
La verdad es que, a pesar de la propaganda belicista de Netanyahu, una parte importante de la población israelí ve los partidos derechistas como salvajes. En realidad se está abriendo una brecha en el seno de la sociedad israelí. Una reciente encuesta del canal Knesset reveló que tanto el partido laborista como Meretz están ganando apoyos entre los votantes, y las encuestas en general muestran que la mayoría de la población está a favor de desmantelar los asentamientos y de acabar la ocupación del territorio palestino.
Divide y vencerás
Otro objetivo de Netanyahu es el de frustrar las negociaciones para la reconciliación de Hamás y Fatah y provocar el colapso del gobierno palestino. De hecho, tanto Hamás como Fatah en Cisjordania se han estado enfrentando a una creciente oposición, tras la erupción de protestas tras la primavera árabe. Eso explica porque tanto la dirección de Hamás como la de Fatah estaban tratando de llegar a un acuerdo sobre la administración de los territorios palestinos. Para la clase dominante de Israel es importante que haya dos administraciones palestinas separadas para poder argumentar que ante la falta de unidad de los palestinos no hay nadie con quien negociar.
La élite sionista de Israel no tiene intención de garantizar al pueblo palestino un Estado propio genuino. De hecho, continúan invadiendo el territorio palestino, expandiendo los asentamientos y fragmentando las áreas habitadas por palestinos en lo que se reduce a Bantustanes, separados los unos de otros y rodeados por el Estado de Israel y sus fuerzas armadas.
La salida al impasse
El pueblo palestino tiene derecho a su tierra, y mientras no lo consiga el conflicto continuará. Sin embargo, la clase dominante sionista de Israel jamás permitirá que Palestina tenga un Estado propio de verdad. Por eso ha de ser derrocada. Para que esto ocurra, la sociedad israelí se tiene que dividir siguiendo líneas de clase.
Esa misma clase dominante que oprime a los palestinos también ataca las condiciones de vida de los trabajadores israelíes. Para resistir estos ataques la clase obrera israelí debe posicionarse en contra de su clase dirigente, y esto implica oponerse también a su política exterior y defender los derechos de los palestinos.
La lucha de clases en ambos bandos es la única vía que ofrece una solución, que se basa en el fin del gobierno sionista y el establecimiento de un Estado que garantice a judíos y palestinos los mismos derechos. Esto, sin embargo, sólo es posible en un Estado controlado por los trabajadores, tanto judíos como palestinos; un Estado socialista en el que no haya una élite gobernante privilegiada.