El día 11 de octubre el gobierno anunció la disolución legal de la eléctrica estatal "Luz y Fuerza del Centro". Unos días antes el gobierno había declarado fuera de la ley al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) al retirarle su personalidad jurídica. Más de 40 mil trabajadores pasan de la noche a la mañana al desempleo. La medida digna de cualquier dictadura, representa el ataque al centro organizado de la clase obrera de México y constituye un intento desesperado del Estado para mostrar a la burguesía que aún puede seguir gobernando ante una debacle económica y social sin precedentes en la historia del México post-revolucionario.
El objetivo de la disolución de "Luz y Fuerza" es destruir al sindicato y su contrato colectivo. Necesitan crear en el proletariado un estado de absoluta incertidumbre sobre su futuro, en el cual la "elasticidad de la demanda de trabajo" sea tal que los salarios se reduzcan al mínimo humanamente posible.
No cabe duda que la movilización del 15 de octubre, tal vez medio millón de personas, infundió ánimo y confianza para seguir en la lucha, al mismo tiempo que obligó al gobierno a abrir una mesa de negociación para ganar tiempo. No obstante, una marcha, por muy importante que sea no es suficiente. De ahí la necesidad de que el movimiento avance de manera seria hacia la huelga general, y esto se debe hacer en las próximas semanas, sin perder un solo día.
La primera medida es la convocatoria a un paro general de 24 horas. Por supuesto que la Asamblea de organizaciones sindicales debe elaborar un pliego petitorio conjunto y lanzar el primer paro general de 24 horas antes en las próximas dos semanas.
Evidentemente que una acción de este tipo llevaría al sector de trabajadores organizados en sindicatos a tomar una posición, de hecho organizaciones como a de los trabajadores del metro, pese a ser uno de los sindicatos mas controlados ha expresado su solidaridad con el SME y sin duda en su seno se generaran fuertes presiones para participar de algún modo en el paro.
Todo esto señalado anteriormente no requiere mas que de la disposición de los dirigentes para interactuar, las masas ya demostraron el 15 de octubre que están listas " pa´las que sea".
No cabe duda que, pese a la disposición de las masas, el principal obstáculo que el movimiento debe enfrentar es el escepticismo de sus propios dirigentes, ante ellos habría que recordarles que esta no es una lucha cualquiera; no está en juego tal o cual cláusula, sino la existencia misma del sindicalismo.
Por el contrario una victoria significaría el derrumbe de los planes del Estado en este sexenio y su fin en términos prácticos, la fuerza de clase obrera marcaría las siguientes luchas en condiciones totalmente favorables y en el contexto de crisis capitalista tendríamos todas las condiciones para una autentica transformación social. Todo depende de la organización y las ganas para hacerlo. En la unidad y la determinación de la clase obrera esta la victoria.