Durante los últimos meses se ha venido gestando dentro del PRD una recomposición de fuerzas, sobre todo a partir del pasado congreso en el cual pudimos observar acontecimientos contradictorios. Por un lado tenemos la proclamación del PRD como un partido de izquierda socialista, por el otro el control casi total de las instancias de dirección y puestos de elección popular por parte de la corriente dirigida por Jesús Ortega, la Nueva Izquierda la cual posee todos los defectos de las viejas corrientesentes claudicadoras y reformistas existentes en el seno del Partido Comunista desde la época de Cárdenas. Durante los últimos meses se ha venido gestando dentro del PRD una recomposición de fuerzas, sobre todo a partir del pasado congreso en el cual pudimos observar acontecimientos contradictorios. Por un lado tenemos la proclamación del PRD como un partido de izquierda socialista, por el otro el control casi total de las instancias de dirección y puestos de elección popular por parte de la corriente dirigida por Jesús Ortega, la Nueva Izquierda la cual posee todos los defectos de las viejas corrientes claudicadoras y reformistas existentes en el seno del Partido Comunista desde la época de Cárdenas. Su práctica es simple, utilizan la imagen de una personalidad carismática sin enfrentársele abiertamente, pero a la hora de la práctica, fuera de las elecciones tienen más cuidado en quedar bien con el gobierno y con los llamados poderes fácticos que con las masas trabajadoras, las cuales son a fin de cuentas las que los llevaron a ocupar las posiciones que ahora gozan. En realidad Nueva Izquierda es la misma derecha en la que se han venido expresando los elementos más conciliadores del PRD, tales como Raymundo Cárdenas, Amalia García, Carlos Navarrete, Guadalupe Acosta Naranjo, Ruth Zavaleta, René Arce, Víctor Hugo Círigo, Jesús Zambrano, entre otros.
Prácticamente todos los comités ejecutivos estatales están controlados por ellos y con ese mecanismo tienen la facilidad de definir candidatos ya sea a congresos o a cargos de elección popular.
De frente a este grupo, llamémoslo facción del aparato del partido, se ha venido creando un ala aparentemente más de izquierda que agrupa en su mayoría a las corrientes más afines de López Obrador. En este mismo sector podemos ubicar a personalidades y grupos de todo tipo, la única característica que los unifica es su reconocimiento hacia López Obrador y, por tanto, su actitud de no reconocer, al menos verbalmente a Felipe Calderón como presidente.
Dentro de esta ala se encuentra incluso el grupo de Camilo Valenzuela, que es el único que se planea de manera programática la táctica revolucionaria y el socialismo, asumiendo al mismo tiempo un reconocimiento a la experiencia venezolana.
Hay muchas razones para explicar la relativa hegemonía del ala de derecha de Jesús Ortega dentro del partido, no obstante la más evidente proviene de la manera en que el movimiento de lucha contra el fraude se dividió: una expresión fue el Frente Amplio Progresista, que en realidad sólo es un frente electoral muy laxo y poco funcional, ya que no ha impedido que cada partido asuma iniciativas por separado en casi todos los temas. Otra expresión fue la Convención Nacional Democrática, la cual se convirtió en una organización separada del PRD, en la que se han agrupado más de un millón de personas, principalmente trabajadores. En realidad la afiliación a la CND y al Gobierno Legítimo ha servido como una especie de barrera de contención para evitar que el movimiento contra el fraude se traduzca en un cambio de correlación de fuerzas dentro del PRD.
El pasado congreso demostró que Nueva Izquierda prefirió apuntalarse en el partido y en la dirección del Frente Amplio Progresista, así como en el control de las fracciones parlamentarias. Mientras que la mayoría de los grupos más a la izquierda se establecieron en distintos niveles de la CND.
Ahora las cosas están cambiando, en el pasado encuentro del bloque opositor a Nueva Izquierda, llamado Izquierda Unida, en el Distrito Federal, se hizo un llamado abierto a que las masas agrupadas en torno a la CND se integren al partido y den la lucha para evitar que Jesus Ortega se apodere de la presidencia del partido.
Alejandro Encinas se perfila como el candidato alternativo y es posible dada la fuerza numérica de la CND, que Encinas logre el triunfo; no obstante es una batalla que se tendrá que ganar y en la que no hay nada escrito dado que el gobierno federal esta muy interesado en que Jesús Ortega y su grupo terminen de apoderarse del PRD.
Existe la opción de que esto signifique una renovación del PRD y le permita enfrentar las luchas en el terreno electoral y en el movimiento social de manera exitosa. Sin embargo, también es posible que la coalición Izquierda Unida se conforme con sustituir a Los Chuchos en los puestos burocráticos, es decir cambiar de personas para dejar todo igual.
Por todo lo anterior, está claro que se necesita una corriente que en realidad le dé un perfil político claro al partido en función de su definición, aceptada por todos, como socialista.
Es necesaria una corriente que luche por el socialismo, por que el PRD sea auténticamente de los trabajadores, controlado desde abajo, combativo y democrático. Sólo retomando la lucha de clases y la participación del partido en todas las luchas de los campesinos, obreros, empleados, estudiantes y jóvenes en general, será posible sacarlo que ese rutinismo electoral al que se ha llegado a lo largo de los últimos 15 años.
Las clave está en que los comités de la CND en todos los niveles den la lucha por dirigir al partido partiendo de un programa de combate a las política del gobierno usurpador y que al mismo tiempo se realice a nivel nacional un debate por el tipo de socialismo por el que los jóvenes y los trabajadores debemos luchar y vencer
¡Únete a Militante y lucha por una verdadera corriente revolucionaria con un programa socialista!