Fue en julio de 1990 cuando vio la luz el primer número de Militante, voz marxista de los trabajadores y la juventud. No surgió de la nada, desde el mes de diciembre de 1989 se había iniciado el trabajo preparatorio para lanzarlo.
Fue en julio de 1990 cuando vio la luz el primer número de Militante, voz marxista de los trabajadores y la juventud. No surgió de la nada, desde el mes de diciembre de 1989 se había iniciado el trabajo preparatorio para lanzarlo.
Nuestros orígenes
Militante proviene básicamente de distintas iniciativas que se funden sobre la base de las ideas del marxismo en las organizaciones de masas. Fue 1989 el año en el que se desarrollaron los acontecimientos principales que dieron lugar al fin de la mayoría de los países burocráticos mal llamados del “socialismo real”, que en realidad no eran más que replicas del espantoso régimen que estableció Stalin durante los años treintas al mismo tiempo que destruía lo que quedaba del Partido Bolchevique. Los defensores de la tradición revolucionaria que hizo triunfar la primera revolución socialista de la historia estaban siendo eliminados por el estado degenerado de Stalin. Tan sólo Trotsky y un puñado de camaradas a finales de los treintas mantenían firmes las bases del autentico bolchevismo. Stalin y sus secuaces, empleando el prestigio de la revolución y el aparato de la Internacional Comunista, aprovecharon la situación para crear un inmenso ambiente de aislamiento sobre el movimiento trotskista. En esas condiciones era muy difícil construir.
Trotsky consideraba que luego de la segunda guerra estallarían crisis revolucionarias como las que se desataron después de la primera guerra mundial. En esas circunstancias era muy importante avanzar en la construcción de una organización auténticamente revolucionaria que pudiera dar cauce al futuro movimiento. Por ello se avocó a la construcción de la IV internacional. Lamentablemente dicha organización era muy pequeña y dependía demasiado de la dirección del fundador del ejército rojo. Cuando Stalin finalmente lo asesina por medio del sicario español Ramón Mercader, el movimiento de la IV internacional se vio muy diezmado y no sólo eso, la mayoría del movimiento que impulsaba Trotsky cayeron victimas ya sea de los estalinistas, de los fascistas o de los mismos burgueses occidentales, así que salvo algunas honrosas excepciones la continuidad teórica del movimiento trotskistas no sobrevivió a la segunda guerra.
Ted Grant
Hubo algunas excepciones. En Inglaterra Ted Grant logró formar un consistente grupo de Militantes agrupados en torno al Partido Comunista Revolucionario. En aquel entonces no estaba claro que lo que quedaba de la IV internacional no correspondía a las necesidades del movimiento. Esto se reflejó en una serie de altas y bajas que al final desembocaron en la expulsión del grupo de Ted Grant, de lo que quedaba de la llamada IV internacional.
La segunda guerra mundial se definió por la derrota del régimen nazi a manos del ejército rojo. Aún a pesar de los inmensos crímenes de Stalin, su autoridad aumentó en la postguerra, lo que le permitió negociar con las potencias occidentales a costa de las oleadas revolucionarias que sucedieron primero en la propia Europa y después en el llamado mundo colonial: los movimientos de independencia que en pocas décadas significaron el surgimiento de múltiples estados.
En este contexto, la llamada IV internacional cometió un error tras otro, dando bandazos de izquierda a derecha cayendo principalmente victimas del impresionismo.
Para Ted Grant uno de los principales problemas del movimiento trotskista era su alisamiento, debido a ello planteó la necesidad de establecer la construcción de la organización sobre la base un trabajo paciente y permanente dentro de las organizaciones de masas de los trabajadores, especialmente partidos, sindicatos y organizaciones juveniles.
Sobre esta base se construyó la Tendencia Militant en Gran Bretaña, y a partir de ella se construyeron núcleos en decenas de países de los cinco continentes.
La izquierda revolucionaria en México
Por otro lado, en México las tradiciones de izquierda que nos anteceden provienen directamente del movimiento estudiantil del 68 y de la crisis del Partido Comunista Mexicano, la cual derivó en diversas corrientes y organizaciones revolucionarias, la mayor parte de ellas con expresiones dentro del movimiento estudiantil.
En 1989 una parte del movimiento estudiantil del Instituto Politécnico Nacional, el Comité de Lucha de la ESIME, estableció comunicación con la Corriente Marxista Internacional (CMI), de Ted Grant. Dentro del CLESIME había una gran necesidad de buscar una política revolucionaria que al mismo tiempo no fuera sectaria y reivindicara el marxismo revolucionario. La línea de masas, era para los que militábamos en esos tiempos, una orientación que nos identificaba más con la política de los compañeros de la CMI que con los grupos supuestamente trotskistas mexicanos, plagados de políticas sectarias y de la tendencia a autoproclamarse como “el partido revolucionario” sin tomarse siquiera el esfuerzo de ir a las masas y luchar por ganarlas a las ideas del marxismo.
La lucha por retomar las banderas
En 1990 la situación de las organizaciones de masas era contradictoria: por un lado, el sistema hacía agua a partir de históricas movilizaciones que se expresaban en la formación del Partido de la Revolución Democrática luego del Fraude electoral del 1988. El movimiento urbano popular estaba en auge y los estudiantes tanto de la UNAM como del IPN se mantenían en movilización constante.
Por otro lado, la caída de los países estalinistas generaba un efecto de incertidumbre. La absoluta mayoría de los dirigentes de las organizaciones de masas que no estaban bajo el control del gobierno tenían como referencia a los regímenes burocráticos de Europa del Este como modelo a seguir. Ese mismo periodo coincidió con la debacle del sandinismo en Nicaragua. El desconcierto era enorme y era alentado por la burguesía que intentaba impostar en las masas la idea de que el capitalismo era el único sistema posible. Eran los tiempos del famosos “fin de la historia” que proclamó el ideólogo norteamericano Francis Fokuyama.
Decenas de organizaciones de izquierda de todos los matices entraban al PRD abandonando sus antiguas convicciones y se preparaban para luchar por reformar al Estado con el fin de fundir intereses con él. Al mismo tiempo, millones de trabajadores habían roto con el PRI y miraban al PRD como una posibilidad organizativa para enfrentar políticamente al régimen.
Los que integramos Militante en aquellos años no estábamos dispuestos a dejar perder la enorme tradición histórica que representan las luchas de la izquierda revolucionaria de este país, la cual está representada por luchadores como Zapata, Villa, Flores Magón, Mella, Revueltas, Campa, Vallejo, el propio León Trotsky y decenas de movimientos que señalaron claramente la aspiración del socialismo como alternativa al capitalismo y dieron sus vidas por ello.
Fue la CMI, dirigida entonces por Ted Grant y Alan Woods la que nos dio las armas teóricas para enfrentar el reto de defender las ideas, los métodos y las tradiciones del socialismo en el seno de las organizaciones de masas.
En el capitalismo no hay salida
El motivo de nuestra firmeza va mas allá de un simple recuerdo romántico de viejos tiempos. La verdadera causa de crear un periódico socialista y revolucionario se funda en que a más de 200 años de regímenes burgueses no se han resuelto ninguna de las aspiraciones de los trabajadores y no sólo eso, al menos desde hace 28 años los sucesivos gobiernos se han dedicado a desmantelar todas las conquistas sociales que habían constado sangre y sudor a generaciones enteras de obreros y campesinos.
Un análisis serio del capitalismo nos lleva a concluir que se sistema puede seguir subsistiendo por un periodo indefinido. No obstante ha entrado en una fase depredadora de la civilización misma: cerca de 10 millones de jóvenes no estudian ni trabajan; se ha creado una poderosa lumpen burguesía (el narcotráfico) que ya invade todos los poros del sistema, los sindicatos; los dirigentes sociales son perseguidos como delincuentes; el campo se está convirtiendo en un enorme desierto mientras casi medio millón de mexicanos escapa por la frontera buscando alguna alternativa.
20 años de luchas
Desde las páginas de Militante hemos sido testigos y participes de luchas en todos los sectores: sindicales, estudiantiles, campesinas, urbanas, por derechos civiles, de defensa de las minorías, incluso luchas electorales.
En algunos casos hemos contemplado victorias como lo fue la irrupción zapatista de 1994 que llenó de esperanza a todo el pueblo trabajador, o la propia victoria del PRD con Cárdenas en el distrito federal en 1997 la cual arrancó al PRI un bastión que parecía inexpugnable. Por supuesto también hemos visto derrotas como por ejemplo la desaparición de Ruta 100 en abril de 1995 o la llegada de la derecha más reaccionaria al gobierno en el 2000.
Tampoco nosotros hemos estado exentos de problemas. Un pequeño grupo de ex compañeros, victimas de la presión de clases ajenas, rompió con la organización pretendiendo usurpar nuestro nombre, al mismo tiempo renegando de nuestra organización internacional, tradiciones e historia. Si bien este pequeño grupo camina directamente rumbo a su disolución no podemos negar que su surgimiento fue producto de errores que ya hemos analizado para extraer todas las enseñanzas necesarias para evitar futuros tropiezos.
El futuro es el socialismo
En este proceso el Estado ha avanzado en su descomposición y al mismo tiempo avanza en el desmantelamiento de todas las conquistas del pasado. Es un proceso contradictorio en el que está claro que si no surge una alternativa revolucionaria, el caos se profundizará sin dejar de tocar a uno sólo de los sectores oprimidos del país.
La ruptura de mecanismos de control tradicionales pretende sustituirse con un férreo control ideológico. Es por esto mismo que el desarrollo de alternativas como Militante se hace más necesaria que nunca. Los trabajadores necesitamos rescatar nuestra enorme historia revolucionaria, con el objeto de encontrar herramientas para analizar el presente y luchar por construir el futuro. Nuestros compañeros de generaciones pasadas no se equivocaron, el presente es una triste confirmación de que la razón les asistía al revelarse.
Mantengamos en alto sus banderas y avancemos con el sendero macado por su lucha, para construir un futuro sin explotación, discriminación y miseria, para construir un México socialista.