México: La lucha contra la imposición y el futuro de Morena

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Marcha contra imposición, 1 de septiembre. Foto: Marte Merlos

El jueves 30 de agosto el Tribunal Federal dictaminó que ninguna de las querellas legales, que había interpuesto el Movimiento Progresista encabezado por Andrés Manuel López Obrador, era válida para anular la elección presidencial. Para ellos ni siquiera eran dignas de discutirse, puesto que pasaron en automático a desacreditarlas. Al siguiente día Peña Nieto, llegado en helicóptero, recibió constancia de presidente electo.

Una burla consumada

 

Sin tratar de explicar a fondo lo que se ha dicho cansadamente sobre las elecciones, tenemos que decir que la burguesía nacional y el imperialismo han impuesto a un títere y defensor incondicional de sus intereses.

La presidencia se ha comprado de forma descarada lucrando con el hambre de millones de personas, lavando dinero del narco, empeñando intereses privados que se sostendrán por los encima de millones de jóvenes y trabajadores. La burguesía busca asegurar un gobierno  agresor  para nuestro pueblo, de política anti obrera directa, de represión y miedo. En una sola frase se puede decir que esta imposición se consumó para seguir bajo el callejón sin salida que significa el capitalismo.

Por encima de los más de 15 millones de votantes que se manifestaron a favor de un cambio para el país la burguesía, el PRI y el PAN vuelven a demostrar que para ellos la democracia, la democracia capitalista, funciona cuando corresponde a sus intereses, si esta no les funciona simplemente le echan a un lado, como basura inservible y utilizan todos los medios a su disposición para mantener la dictadura de 300 familias.

Sobre el Estado

Otra experiencia clara que deja esta imposición es el papel del Estado. Para nosotros los marxistas que analizamos esta sociedad a partir de sus contradicciones de clase, pensamos que el Estado es una herramienta de sometimiento de una clase sobre otra, en este caso del capitalismo contra los millones y millones de trabajadores y familia.

En las escuelas, los medios de comunicación, etc. Hacen todo lo posible por confundir a la gente sobre que es el Estado, lo presentan en algunos casos como territorio, himno nacional, bandera, gobierno, instituciones, etc. A ellos les conviene que exista confusión porque así siempre puede interpretarse a su modo o según cambien las circunstancias.

Por ejemplo, cuando a los dueños del capital ya no les funciona un partido simplemente se alían a otro (en este caso la burguesía abandona al PAN y utiliza al viejo PRI con el cual gobernó más de 70 años consecutivos). Es un simple cambio de gobierno sin embargo el Estado, la máquina de represión se mantiene intacta.

El Estado es un conjunto de leyes, instituciones (iglesia, escuelas, representaciones electorales y judiciales) cuerpos de represión como lo es la policía, el ejército y los medios de comunicación. Todo esto es su conjunto está diseñado para resguardar el sacrosanto poder de la oligarquía nacional y el imperialismo.

Por tercera ocasión, primero en el 88, el 2006 y ahora en 2012 el Estado se mueve como un solo hombre para defender los intereses de los potentados. Como esperar que las leyes que ellos mismos diseñan, los tribunales que ellos mismos organizan y el ejército al cual ellos controlan puedan fallar a nuestro favor. Este es el verdadero problema de nuestra lucha.

Las elecciones

Una vez dicho esto ¿tenemos que participar en las elecciones? O ¿Qué caso tiene participar en ellas si es que las instituciones están corrompidas y no respetan los votos cuando el pueblo se manifiesta? Nosotros los marxistas creemos que mientras que no existan condiciones para hacernos del poder a partir de un movimiento de masas de nuestro pueblo, tenemos que participar en las elecciones. Estas son coyunturas políticas que nos permiten explicar a un número mayor de gente precisamente las limitaciones de este tipo de lucha electoral.

Las elecciones están diseñadas para que uno tenga la oportunidad de escoger quien te va a gobernar, en este caso a robar, los próximos seis años. Esto no es democracia, es un simple juego donde los que tienen más dinero imponen sus condiciones (como lo vimos en estas elecciones). La democracia obrera parte de una premisa muy simple, hacer lo que la mayoría decida. Podemos salir por cualquier calle o plaza pública de nuestra republica y preguntar si nosotros hemos escogido vivir en la miseria, con esta violencia brutal, sin educación y trabajos dignos, en todos lados la respuesta va a ser la misma. Por supuesto que no.

Nosotros los marxistas participamos para demostrar por la vía de los hechos las limitaciones de la democracia capitalista y explicamos que las elecciones no es la única opción para llegar al poder. Hemos podido ver en muy pocos países –Rusia de 1917 es el ejemplo claro y más emblemático pero no el único- como las masas han llegado al gobierno por la vía revolucionaria, derribando gobiernos y Estados, instaurado instituciones democráticas y participativas, haciendo del gobierno una herramienta de obediencia y resolución a las necesidades más acuciantes de los trabajadores.

Hasta ahora no lo hemos visto por vías parlamentarias, sino con la lucha en las calles, con la gente empeñando la vida si es necesario para construir una nueva sociedad porque el problema de fondo no es un gobierno sino un sistema y su Estado.

Sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria

Aunque esto pueda parecer una cuestión más teórica, incuso para algunos otros pedante y discursiva, la falta de comprensión en este sentido tiene una repercusión práctica de primer orden. Las limitaciones en la lucha que hemos vivido hasta este momento: la lucha legal contra la imposición o movilizaciones descoordinadas de pequeños grupos  desesperados (o marchitis aguda en otros casos) han llevado a un callejón sin salida.

Por parte de AMLO la lucha la restringió a esperar que legalmente el tribunal fallara a favor de anular la elección, esto era algo más o menos parecido a esperar que un tigre teniendo en frente a una suculenta oveja le pidiéramos, por consideraciones morales, que se volviera vegetariano. No está en la naturaleza del tigre tanta bondad.  Tampoco en los instrumentos de un estado diseñado para proteger los intereses de unos cuantos voltearse contra sus dueños.

Así como reconocemos a AMLO como el máximo dirigente de este proceso también la máxima de las culpas recae sobre su táctica de lucha contra la imposición. Pero incluso ni siquiera es por la persona que es –en términos morales y éticos Andrés Manuel no tienen atenuantes que se le puedan criticar- sino al final es su política y a esta es a la que se le tiene criticar.

Si queríamos que la lucha contra la imposición triunfara tendríamos que haber llevado la lucha a un nivel superior que la del 2006, superar en términos de contundencia las machas de 3 millones de personas ¿se podría haber logrado? En las primeras dos semanas después de las elecciones había un ambiente muy explosivo, la OPT, el SME, Morena, incluso el #132 pudiese haber sumado a un llamado serio de lucha para preparar una huelga general. Esto hubiera implicado a la organización de comités barriales, sectoriales, en escuela y de fábrica. La organización de la base en torno a objetivos concretos y con una explicación clara de hacia dónde ir hubiera sido la base sobre la cual pudiéramos haber visto una paralización en sectores importantes del país, en esta dinámica se hubiera generado una dinámica de movilizaciones que no se hubiera detenido hasta frenar la imposición y hacer tambalear las estructuras de poder del Estado, eso es lo que no se quería por parte de los partidos de izquierda y de AMLO.

Ante la falta de iniciativa de AMLO la gente se comenzó a desanimarse y pasó a cambiar el estado de ánimo de la gente, de movilizaciones de masas comenzamos a ver acciones aisladas y descoordinadas pero cada vez más  “radicales” (cabe decir más desesperadas).

El #132 fue incapaz, por su falta de claridad programática de poder ocupar este vacío. En las escuelas las asambleas son de activistas que no tienen una representación efectiva de nadie y que según sea el campus su política es sectaria o reformista.

El movimiento de masas no se mueve a capricho de una persona como si fuera un grifo de agua que cuando quieres le das media vuelta y  las calles en automático van a estar llenas de gente dispuestas a todo o por el contrario que les puedes mandar a su casa cuando ya no te son útiles.

Las masas en las calles, igual que cualquier otro proceso social y político tienen dinámicas propias que no se pueden definir por caprichos. Las contradicciones inherentes al capitalismo se van acumulando entre las masas hasta hacerse insoportable y estallan de forma violenta, salen a las calles dispuestas a transformar su realidad, van a sus dirigentes tradicionales, a sus partidos sin sabes que política practican estos. Solo a partir de su experiencia sacan conclusiones de lo que verdaderamente necesita.

Si  este movimiento no es aprovechado por la dirección las masas regresan a tratar de solucionar sus problemas más acuciantes. Esto no es culpa de los trabajadores y estudiantes comunes y corrientes, el  problema  es de esa dirección. E ahí la consecuencia de una falta de teoría revolucionaria, marxista.

La desobediencia civil

Una vez explicado esto el día 9 de septiembre nos dimos cita en el zócalo capitalino miles de personas nuevamente, la plaza estaba llena para escuchar a AMLO sobre las propuestas de lucha contra la imposición: era mucha la expectativa y resulto tan frustrante la propuesta que miles de personas gritaban “revolución”.

El plan que se leyó sobre la desobediencia civil simplemente es limitado y ralla en lo ridículo, el hacer festivales culturales, recordar fechas trágicas de nuestro pasado y llamar a acompañar a otros sectores en lucha es simplemente lanzar una cubetada de agua fría a los miles que nos concentramos.

Esto causo desanimo y confusión pues ciertamente se esperaba que después de dos meses se llamara a una lucha seria. No hubo tal llamado.

Orientar la lucha por la conformación de una organización política más estructurada, un partido

Si AMLO se hubiera quedado simplemente con ese llamado flojo a la desobediencia civil  podría haber perdido gran parte de su capital político acumulado durante los últimos años. Tenía que ofrecer algo más a los militantes de base, a los que hemos dado la lucha por ganar las elecciones. Su opción es la organización de Morena con una estructura nacional mas formada y consiente, con direcciones electas de forma democrática y un programa más claro.

Podríamos preguntarnos si es esto lo que esperaba la base del morena, hasta cierto punto sí, sin embargo hubiese sido mil veces mejor haber hecho este proceso después de una lucha irreconciliable contra la imposición, que como hemos dicho más arriba, tendría que haber llevado a una lucha contra este sistema.

Al no hace esto hay gente con un amargo sabor de boca, compañeros que tienen sentimientos encontrados y ven esta medida necesaria, definir el destino de Morena, como una forma de desviar la lucha.

Sin duda que es correcta esta medida, todos entendemos que queremos un Morena democrático, que deje fuera todos los vicios de los partidos de la llamada izquierda, es un paso adelante haber roto con los oportunistas de derecha de los chuchos, los Dante delgado y los Anaya. También es un paso adelante poner a discusión que queremos, o mejor dicho que necesitamos, si un nuevo partido político o mantenernos como asociación civil. Sin embargo esto no justifica lo otro, desinflar la lucha contra la imposición.

Morena tiene que adoptar un programa socialista y tener estructuras democráticas

El movimiento que mantendrán los diferentes sectores y referentes de lucha contra la imposición se irán enfriando y aislando de las masas, esto implicará el reforzamiento de grupos y métodos sectarios en activistas avanzados que tienen la impresión que la lucha legal no sirve y lo único que puede suplir esto son las armas o políticas totalmente sectarias.

Como hemos expuesto anteriormente, por medio de las elecciones, hasta el momento, no han servido para hacer llegar una alternativa de izquierda y mucho menos revolucionaria o socialista al poder. Es más fácil esperar que bajo movilizaciones de masas e incluso insurrecciones la izquierda y los socialistas podamos llegar al gobierno pero incluso en este caso no son los pequeños grupos al margen de las organizaciones reformistas los que lograran estos cambios, en todos los casos son las masas que ahora están bajo elementos y teorías reformistas los que harán.

La tarea nuestra, la de los socialistas y marxistas, no es ponernos al margen de Morena, sino dar la lucha a lo interno para poder aglutinar a los mejores activistas y pelear por un programa, el único programa que puede terminar con la miseria y la explotación, el socialista.

Esto implica tener las posibilidades mínimas de democracia a lo interno de Morena. Es cierto que  la convocatoria que se ha hecho y algunos de los coordinadores estatales que serán los encargados de organizar los congresos distritales y estatales son burócratas que no se diferencias mucho de los del PRD, pero no podríamos esperar otra cosas. En todo caso no es tarea de AMLO sino nuestra, las bases activas y consientes, luchar contra la burocracia, por estatutos que permitan la libertad de expresión, que sancionen el oportunismo y arribismo de carreristas sin principios, y principalmente que Morena pueda llegar a ser una verdadera herramienta de lucha de los trabajadores y la juventud, esperar esto de otros no es más que delegar nuestro trabajo.

Fuente: La Izquierda Socialista (México)