México: La alternativa es un candidato de unidad entre el EZLN y Morena. Sobre sectarismo y oportunismo

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“El sectarismo es el precio que paga el movimiento obrero por el oportunismo de sus dirigentes” [Lenin]

La única opción es el frente único en las calles entre el EZLN y Morena, un frente que no implique que el EZLN pierda su autonomía y voz propia, pero que sí permita aumentar nuestra fuerza frente al enemigo común, al mismo tiempo que se lucha por un programa socialista. Una alternativa viable e interesante es impulsar una candidatura de unidad, una coalición entre Morena y el EZLN. Se podría, por ejemplo, someter a plebiscito entre los trabajadores y el pueblo -es decir, en una consulta organizada por Morena y el EZLN- cuál candidato se debería impulsar, el que propone el EZLN o el que propone Morena, al mismo tiempo que se abre un debate sobre el programa que necesitamos, y todos juntos apoyar al que resulte ganador.

Trotsky decía que la crisis de la humanidad se puede reducir a la crisis de la dirección de las organizaciones de los trabajadores. El gobierno de Peña Nieto acaba de atravesar la crisis más profunda de su gobierno, pero nuestras organizaciones han sido incapaces de aprovechar el momento y es por eso que Peña Nieto sigue allí, dispuesto a continuar con las reformas estructurales. La debilidad fundamental está en la incapacidad de establecer un plan de acción común, en unificar la diversas luchas que han explotado cada cual por su lado. Es en este escenario donde debemos valorar la nueva iniciativa del EZLN y establecer una crítica a la dirección burocrática y timorata de Morena, ya que ambas posturas -a primera vista opuestas-se conectan y se retroalimentan.

El pasado viernes 14 de octubre el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el EZLN se declararon en Asamblea Permanente e iniciarán un proceso de consulta a sus bases para, en sus palabras, “ nombrar un concejo indígena de gobierno cuya palabra sea materializada por una mujer indígena, delegada del CNI como candidata independiente que contienda a nombre del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el proceso electoral de 2018 para la Presidencia de este país”.

Esto marca un giro radical en la política de abstencionismo electoral que, en una línea anarquista y autonomista, había mantenido el EZLN durante muchos años. Cabría esperar un balance de la anterior táctica y las razones por las cuáles en las próximas elecciones del 2018 sí vale la participación electoral y no en el 2006 o 2012, sobre todo cuando en el 2006 la derecha se impuso con un fraude del 0.4% de diferencia con respecto a AMLO y, para millones de personas, el EZLN fue parte de la campaña mediante la cual Felipe Calderón se impuso en la presidencia. Nadie olvida la “Otra campaña” que se contrapuso de forma sectaria a la candidatura de izquierda y que se perdió en la nada.

Pero la declaración del Quinto Congreso de pasado 14 de octubre no hace ningún tipo de balance al respecto y mientras esto no se haga los cambios de táctica se parecen más a las convulsiones de un epiléptico, no habrá consistencia ni claridad. Aún no se sabe si la candidata indígena del EZLN será registrada ante el INE o sólo será un candidato “testimonial” en una línea similar a la de la “Otra campaña”. En cualquier caso, al contraponerse de forma absoluta a Morena, el resultado será la división y el repetir la experiencia de siempre.

Sin duda, desechar el infructuoso abstencionismo electoral es un paso adelante, sin embargo, el EZLN ya nos tiene acostumbrados a que por cada paso adelante que da es sólo porque dará otros dos pasos atrás. El EZLN parece tener la costumbre de dividir el voto de izquierda en los momentos más inoportunos y cada 6 años, de forma casi previsible.

¿Pero hay diferencias fundamentales entre el programa de Morena y el del EZLN que justifiquen que cada cual marche por su lado? No, no las hay, ambos son programas reformistas. El EZLN redujo su programa -que originalmente contenía reivindicaciones generales que en 1994 agruparon al conjunto del pueblo-al tema de la autonomía de los pueblos indígenas, luego -de forma similar-a la tarea de crear “caracoles” que si bien pueden tener sentido en las comunidades rurales indígenas -que de por sí se manejan con usos y costumbres- son inviables en las urbes que deciden política y económicamente en nuestro país y en el mundo capitalista en general. Los municipios autónomos no son una formula que valga fuera de su pequeño espacio de acción; a lo más son como las cooperativas que sin estar vinculadas a la lucha por la nacionalización y el control obrero resultan limitadas, estériles o se pudren con el tiempo. El EZLN llama a impulsar una candidatura “anticapitalista”, lo cual es un avance en principio, pero si esto no se refleja en un programa, estrategia y tácticas correctas, si no se supera el localismo y el limitado autonomismo sectario, se convierte en demagogia, en una frase ultraizquierdista.

Es decir, el zapatismo representa un tipo de reformismo de inspiración indígena y rural que no constituye una alternativa real y ha dejado de aspirar desde hace mucho tiempo, por decisión propia, a encabezar al conjunto del pueblo. De concretarse una candidatura independiente por parte del EZLN lo único que se logrará será dividir, nuevamente, el voto de la izquierda en benefició del candidato de la oligarquía; contraponiendo al candidato de Morena otra candidatura reformista -la diferencia estará en el estilo y tipo de retórica, pero no una verdadera alternativa al capitalismo-.

En realidad, la diferencia entre AMLO y la futura candidatura del EZLN es que el primero tiene mucho mayor arrastre de masas y cuenta con alguna posibilidad de ganar (siempre y cuando se apoye en un movimiento en las calles); en el segundo caso tendremos una candidatura reformista sin posibilidades a la vista, que sólo dividirá; es decir, un candidato con todos los defectos del reformismo de AMLO pero totalmente estéril. Lo que pretende el EZLN, en el fondo, es cohesionar a su base dura en torno a una campaña que se sabe de antemano no llevará a ningún lado pero le permitirá mantenerse en la agenda política. El EZLN sólo mira hacia adentro de sí mismo tratando de agrupar a los suyos y ganar a algunos miles más. Lo paradójico del asunto es que Morena, de manera correcta, sí defiende en su programa el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, entonces el práctico boicot del EZLN obstaculiza el cumplimiento de sus propias reivindicaciones y la posibilidad de movilizarse para lograr más.

La incoherencia sectaria salta a la vista, es como decir: “¡AMLO es un candidato reformista y ha traicionado, postulemos otro candidato reformista!” Es verdad que la mayoría de las bases duras del EZLN -activistas, algunas capas estudiantiles y de trabajadores- de todas formas no iban a votar por Morena, pero seguramente habrán otros miles que harán eco de la campaña zapatista ante el fracaso de Morena de presentarse como alternativa ante muchos, en detrimento de ambos movimientos.

Incluso entre compañeros zapatistas el anuncio ha causado desconcierto, algunos se consuelan diciendo que el asunto está aún en consulta -como aceptando que el giro no tiene futuro, que no es deseable que se concrete-, pero lo que está en consulta por parte del EZLN es el candidato que se postulará, la participación con candidato independiente es -a juzgar por la declaración de la CNI- una decisión tomada. Algunos sólo están buscando pretextos para justificar el giro y la manera de presentarlo. El desconcierto no es para menos ¿acaso se consultó o se debatió previamente este giro entre las bases urbanas del EZLN? ¿Acaso se discutió el programa que se defenderá? ¿Se hizo algún balance de la experiencia anterior? Evidentemente no, es claro que el verticalismo no es privativo de Morena.

El oportunismo de Morena, el complemento del sectarismo

 El sectarismo es sólo una de las caras de la moneda: la política reformista y tibia de AMLO es la otra, ofrecer amnistía a la “mafia en el poder”, hacer absurdos llamados a que Peña encabece un gobierno de transición, los métodos burocráticos en la vida interna de Morena, la imposición de personajes impresentables en la estructura partidaria; sólo han alimentado al sectarismo; así pues sectarismo y oportunismo son los dos polos erróneos que se alimentan mutuamente. Trotsky y Lenin decían que el sectarismo es el precio a pagar por el oportunismo. La situación actual no sólo es responsabilidad del sectarismo proverbial del EZLN; también es producto del crudo oportunismo que observamos en Morena. Estamos ante estrellas gemelas.

 Si bien es cierto que la actual política de Morena va en contra de sus posibilidades de ganar las elecciones en el 2018, “la otra candidatura” abonará a la situación haciéndola más adversa. En realidad Morena sólo puede impedir el fraude en proceso en el 2018 si se apoya en un movimiento unitario de masas, pero la dirección de Morena ha desaprovechado todas y cada una de las coyunturas que se le han presentado. La última oportunidad desperdiciada fue la marcha a favor de la CNTE donde AMLO utilizó la tribuna para coquetear con la burguesía en vez de impulsar la organización y la unidad efectiva del movimiento, la coyuntura se desperdició de forma miserable. Por esto no es sorprendente que entre miles de activistas, movimientos como los de Ayotzinapa y sectores de la CNTE el discurso del EZLN calará y tendrá un impacto cuya importancia habremos de ver durante los próximos meses. Es un intento distorsionado y sectario de crear una organización radical y anticapitalista. En verdad, es difícil culpar a los activistas por no ver en Morena ninguna alternativa, en el fondo tienen razón, pero hay que saber llegar a las masas que sí creen en Morena y sin las cuales cualquier intento de cambio chocará con pared como un pez contra la pecera.

Esto no quiere decir que los trabajadores y explotados nos tengamos que conformar con el reformismo y organizaciones burocráticas como Morena. Necesitamos un Partido propio de la clase trabajadora y hay que trabajar por ello desde ahora, pero un Partido de masas sólo se puede forjar al calor de los acontecimientos y en virtud de la experiencia de las grandes capas de la población. Las bases de Morena -y creemos también las del EZLN- no son tontas. Si AMLO logra ganar las elecciones, a pesar de sí mismo, se abrirá un periodo de efervescencia donde los millones que votaron por él exigirán cambios y se movilizarán por ellos. Si la estrategia equivocada de la dirección impide ganar las elecciones del 2018 -cosa que es bastante posible- habrá una efervescencia sin precedentes entre los millones de personas que siguen a AMLO, un ambiente de crítica abierta, y el camino para la conformación de un verdadero partido anticapitalista -que para serlo de verdad debe defender un programa socialista- estará abierto. En este contexto el llamado que hace el EZLN no sólo tendría sentido, sino que sería un paso necesario y saludable.  Ahora mismo nos debemos organizar, dentro de nuestras propias organizaciones de masas, con un programa socialista para estar en condiciones de crear ese Partido que necesitamos, luchando por la unidad en la acción al mismo tiempo. Mientras esto no suceda los intentos prematuros, sin discusión amplia y contrapuestos a organizaciones que no son enemigas -sino deberían ser aliados naturales- sólo fracturarán al movimiento, generarán una lucha fratricida y contribuirán a la derrota.

 La única opción es el frente único en las calles entre el EZLN y Morena, un frente que no implique que el EZLN pierda su autonomía y voz propia (nadie pide eso), pero que sí permita aumentar nuestra fuerza frente al enemigo común, al mismo tiempo que se lucha por un programa socialista. Una alternativa viable e interesante impulsar una candidatura de unidad, una coalición entre Morena y el EZLN. Se podría, por ejemplo, someter a plebiscito entre los trabajadores y el pueblo -es decir, en una consulta organizada por Morena y el EZLN- cuál candidato se debería impulsar, el que propone el EZLN o el que propone Morena, al mismo tiempo que se abre un debate sobre el programa que necesitamos, y todos juntos apoyar al que resulte ganador. Para esto se tendría que combatir el sectarismo tan arraigado que ha sido práctica constante entre los seguidores urbanos del EZLN, así como también, la falta casi total de autocrítica interna que impera en Morena y su nefasto burocratismo.

A los sectarios, que suelen apelar a Lenin sin haber entendido nada, se les olvida que en los años 20s el gran revolucionario recomendó al joven Partido Comunista inglés que hiciera un Frente Único en el terreno electoral con el reformista Partido Laborista, dado que el primero no tenía mayoría entre la clase trabajadora y participar por separado sólo iba a favorecer a Churchill. Este consejo lo dio a un partido que tenía un programa comunista, como parte de una táctica para ganar a los trabajadores a las ideas marxistas por medio de su propia experiencia. Este consejo es aún más cierto para los zapatistas los cuales no tienen un programa revolucionario sino reformista. Lamentablemente entre el zapatismo también suele haber un desprecio profundo por las ideas y la teoría.

Si no vamos en unidad la campaña de izquierda amenaza con degenerar en ataques mutuos permitiendo a la derecha imponerse con menos problemas. Si no logramos esto de nuevo -como dijo Gilly en alguna ocasión- “nos chingarán a todos juntos por separado”.