Por cuarta vez en los últimos dos años, millones de trabajadores y jóvenes de todo el mundo salimos el mismo día a la calle para decir NO a la intervención imperialista en Irak y exigir la retirada de las tropas de ocupación. Esto demuestra que la lucha contra el imperialismo y la explotación capitalista no reconoce fronteras y que los mejores aliados de los trabajadores y jóvenes argentinos en nuestra lucha para transformar la sociedad están en los trabajadores y jóvenes de los demás países.
Para terminar con la opresión imperialista en Irak y Latinoamérica
Por cuarta vez en los últimos dos años, millones de trabajadores y jóvenes de todo el mundo salimos el mismo día a la calle para decir NO a la intervención imperialista en Irak y exigir la retirada de las tropas de ocupación. Esto demuestra que la lucha contra el imperialismo y la explotación capitalista no reconoce fronteras y que los mejores aliados de los trabajadores y jóvenes argentinos en nuestra lucha para transformar la sociedad están en los trabajadores y jóvenes de los demás países. De la misma manera, los gobiernos y capitalistas de todo el mundo se unen para mejor colaborar en la explotación, la opresión o el acoso contra los trabajadores de todos los países y los pueblos como Irak, Afganistán, Haití, Venezuela, Bolivia o Cuba. La decisión del gobierno de Kirchner de mantener tropas argentinas en Haití, de apoyar incondicionalmente a Mesa en Bolivia frente a las luchas obreras y campesinas, y de aconsejar moderación a Chávez en Venezuela son una muestra más del sometimiento del gobierno argentino a los dictados del imperialismo norteamericano y a los intereses de las multinacionales.
La guerra de Irak fue una guerra imperialista de ocupación comandada por los Estados Unidos para apropiarse del petróleo y para afirmar la hegemonía del imperialismo norteamericano en una zona estratégica para sus intereses como es el Medio Oriente.
Dos años después, las secuelas reaccionarias de la guerra son evidentes. Unos 100.000 civiles irakíes asesinados por las tropas de ocupación, decenas de miles de heridos, mutilados y huérfanos; la infraestructura del país arrasada, y la mayor parte del legado artístico y cultural de la civilización más antigua de la tierra diezmada y saqueada. Con la excusa de la guerra contra el terrorismo se están desmantelando derechos democráticos básicos en casi todos los países del mundo. Recién ahora, el Congreso argentino aprobó una ley a instancias del gobierno de EEUU por la cual se elimina la figura del delito político como una razón para denegar un pedido de extradición, también elimina la condición de refugiado político y se introducen serias limitaciones al derecho de asilo.
A pesar de todo, la guerra de Irak no solucionó nada. Tras el fin de la guerra vimos el surgimiento de la Resistencia del pueblo irakí que está llevando a cabo una lucha valiente contra los ocupantes imperialistas. Pese a la propaganda oficial, la Resistencia no tiene nada que ver con las acciones terroristas indiscriminadas de los fanáticos fundamentalistas reaccionarios de Al-Qaeda en Irak y otras partes del mundo. La ironía es que fue la acción terrorista de EEUU contra Irak lo que permitió a Al-Qaeda crear su propia base en dicho país, cuando antes no existía.
Las luchas del pueblo irakí contra la ocupación imperialista, la de los pueblos cubano y venezolano contra el acoso de EEUU, y la verdadera liberación del pueblo haitiano deben vincularse a la lucha contra el capitalismo, contra este sistema explotador y masacrador que dispone a su antojo de la vida y la muerte de millones de oprimidos de todo el mundo para la satisfacción de los intereses de las multinacionales y de los capitalistas de todos los países sin excepción, sean pobres o ricos. Deben vincularse a la lucha por el socialismo y a su extensión por todo el mundo. Esta es la única manera de terminar con la explotación imperialista, con las guerras, la pobreza y la miseria con que el capitalismo condena a las masas trabajadoras de todo el planeta.