Los medios de comunicación de la burguesía hablan sobre la guerra civil en Líbano. Los enfrentamientos entre las guerrillas de Hezbolá y las fuerzas gubernamentales dominan los titulares internacionalmente. Los medios de comunicación se centran en la creciente lucha de poder entre Hezbolá y el gobierno libanés. Lo que ocultan convenientemente es que la chispa inicial de este malestar fue la convocatoria de huelga por parte de los principales sindicatos que exigían un aumento del salario mínimo.
Los medios de comunicación de la burguesía hablan sobre la guerra civil en Líbano. Los enfrentamientos entre las guerrillas de Hezbolá y las fuerzas gubernamentales dominan los titulares internacionalmente. Los medios de comunicación se centran en la creciente lucha de poder entre Hezbolá y el gobierno libanés, atribuyen la causa del reciente malestar a la decisión del gobierno de intentar cerrar la red de telecomunicaciones de Hezbolá y de despedir a un simpatizante de Hezbolá. Lo que convenientemente olvidan es que la chispa inicial de este malestar fue la convocatoria de huelga por parte de los principales sindicatos que exigen un aumento del salario mínimo.
El marxista libanés Kamal Farran explica las causas de las reivindicaciones de los sindicatos y el papel perjudicial que realmente ha jugado Hezbolá secuestrando el movimiento para sus propios objetivos políticos. Kamal añade una nota de pesimismo al final ("los oscuros días a los que se enfrenta Líbano") que se puede entender dada la situación actual, pero nosotros creemos que ignora el impacto potencial para las luchas de los trabajadores en todo Oriente Medio y particularmente en Egipto.
También, el Partido Comunista Libanés jugará probablemente un papel importante en los futuros acontecimientos, es el único partido con verdaderas raíces en la clase obrera libanesa, a pesar de la claudicación de su dirección ante Hezbolá. Sin embargo, su descripción de los problemas de sectarios es acertada y creemos que el artículo refleja una imagen excelente de los desafíos a los que se enfrentan aquellos que en Líbano intentan construir el verdadero marxismo. (Introducción de Luke Wilson)
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El miércoles 7 de mayo de 2008, el pueblo libanés esperaba una huelga general. Los trabajadores iban a salir a las calles a exigir un aumento del salario mínimo entre otras reivindicaciones. Aunque el gobierno dos días antes había tomado la decisión de aumentar el salario mínimo de 300.000 libras libanesas (200 dólares) a 500.000 (333 dólares), los sindicatos exigían 900.000 (600 dólares).
El aumento de los precios de la comida, del combustible y de otros productos importantes, ha hecho que los escasos salarios de los trabajadores sean insuficientes para proporcionarles las necesidades más básicas. El gobierno era reticente a subir el salario mínimo porque está formado principalmente por el Movimiento Futuro, un partido burgués que defiende los intereses de la elite libanesa y al que no le preocupan los problemas de los trabajadores. El gobierno también incluye al Partido Socialista Progresista, que ha olvidado el significado de progresismo y socialismo, y que ha adoptado la misma política económica del Movimiento Futuro. Además hay otros partidos en el gobierno cuya principal preocupación son los intereses de la elite.
El 7 de mayo se suponía que sería el día en que los trabajadores demostrarían su fuerza y reivindicarían sus derechos. En su lugar, se encontraron con unos días sangrientos que han sacudido Beirut y el resto del país. ¿Qué ha ocurrido?
Comenzó a primeras horas de la mañana cuando los grupos de la oposición encabezados por Hezbolá secuestraron el movimiento de los trabajadores para imponer sus propias prioridades en Líbano. Hezbolá protestaba por dos decisiones adoptadas por el gobierno y que consideraba que eran una amenaza para su seguridad.
La primera decisión iba dirigida contra la red de telecomunicaciones creada por Hezbolá que invade la red pública. La segunda era contra el jefe de seguridad del aeropuerto, que es considerado como alguien cercano a la oposición y que ignoró la presencia de un cámara de Hezbolá en el aeropuerto. De esta manera Hezbolá explotó la huelga general para protestar contra esas decisiones cerrando las principales carreteras que llevaban a Beirut.
La primera baja fue la propia clase obrera. Los trabajadores no pudieron llegar al lugar donde se iba a celebrar la manifestación convocada por los sindicatos y finalmente se tuvo que cancelar. La segunda baja fue la seguridad del Líbano. Estallaron enfrentamientos en las calles de Beirut entre los grupos pro-gubernamentales y los grupos de la oposición. Al tener más armas, la oposición pudo rápidamente controlar el oeste de Beirut, en esta batalla utilizó incluso el GPRS. La tercera baja, y la más seria, fue el futuro del Líbano.
Cuando el oeste de Beirut, de mayoría suní, cayó bajo el control del grupo chií Hezbolá, los distintos partidos utilizaron este acontecimiento para intensificar la división sectaria del país. De repente, los sentimientos étnicos comenzaron a aflorar en ambas partes. Los chiíes eran presentados como milicias violentas que atacaban a los pacíficos suníes, mientras que los suníes eran presentados como agentes occidentales cuyo objetivo es destruir la resistencia libanesa. Los dos grupos demostraron los profundos sentimientos sectarios que ciegan a la población ante el hecho de que tienen intereses comunes, les centran en unas diferencias sectarias con intercambio de injurias entre los distintos grupos. Las acciones de Hezbolá en Beirut fueron un importante factor que contribuyó al aumento de estos sentimientos sectarios.
Las tensiones entre las comunidades suní y chií ya eran muy intensas, y las acciones de Hezbolá sólo han servido para añadir más gasolina al fuego. Las decisiones del gobierno no son una verdadera excusa para socavar la seguridad del país. Hezbolá simplemente tenía que negarse a acatar estas decisiones (si realmente socavaban su seguridad) porque tenía el poder de impedir al ejército libanés desmantelar su red de comunicaciones. Muchos creen que la intervención de Hezbolá simplemente pretendía aumentar sus bazas en la crisis política que existe en Líbano desde 2005.
Hezbolá y el resto de la oposición no tienen ninguna alternativa económica para el Líbano. En realidad, han repetido constantemente que su problema es con los partidos que gobiernan no con su política. Consideran que los partidos gobernantes son corruptos, que es verdad, pero callan de manera conveniente que ellos mismos también son corruptos. Uno de los principales partidos de la oposición, Amal, defiende exactamente la misma política económica y está implicado en el mismo nivel de corrupción que el Movimiento Futuro, mientras que la política económica que defiende Hezbolá tiene un tono populista, pero una vez en el poder, rápidamente quedaría en evidencia de que es una política pro-capitalista. El sufrimiento de los trabajadores iraníes demuestra claramente que este tipo de movimiento no representan ninguna alternativa para las clases oprimidas (el régimen fundamentalista islámico de Irán se puede considerar como el padrino de Hezbolá).
En medio de todo este caos, olvidaron a los trabajadores, sus reivindicaciones económicas se silenciaron y el movimiento obrero está más dividido que antes con sindicatos pro y anti-gobierno. Ninguno de los partidos que están luchando en las calles tiene una solución para el sufrimiento de los trabajadores. Sólo les importa sus propios intereses y planes. Las masas libanesas se revolverán contra todos los partidos sectarios, chovinistas y burguesas que sólo provocan miseria económica, y que conscientemente enfrentan a los libaneses para que se queden en su casa mientras la elite puede seguir adelante con sus planes y proyectos a costa de la seguridad de la población.
Líbano se enfrenta a días oscuros. Incluso después de las batallas actuales y cuando los diferentes partidos se sienten a negociar, con toda seguridad seguirán estando de acuerdo en continuar con la división de las masas libanesas. Cada partido conseguirá su parte del pastel y en el futuro estallarán nuevos enfrentamientos. El sistema confesional del Líbano nunca podrá liberarse de las guerras sin sentido y enfrentamientos étnicos, precisamente porque él es la causa.
A menos que la población se centre en su interés común para derrocar a toda la clase política y presente una alternativa que realmente tenga como principal objetivo el bienestar de la población, una guerra tras otra seguirá asolando al Líbano. A menos que la izquierda deje de ponerse a la cola de uno u otro partido burgués o de los fundamentalistas, las masas libanesas continuarán contando a sus muertos.
Líbano, 13 de mayo de 2008