Los jóvenes de hoy apenas recuerdan la “década ganada”. La larga crisis económica del capitalismo y la precariedad pesan más en sus conciencias. Tras el crack económico mundial de 2008 y la desaceleración de la economía argentina a partir de 2011, llegó en 2015, la brutal austeridad del Gobierno de Macri, que descargó abiertamente la carga de la crisis sobre las familias trabajadoras. La elección de Alberto Fernández y Cristina Kirchner derrotó a Macri, pero no hizo nada para resolver los problemas económicos más profundos. La inflación y la miseria siguieron creciendo en la clase trabajadora. Milei y su actual barbarie surgieron del descontento de este período. La juventud de hoy sólo ha experimentado el caos político y la falta total de soluciones a sus problemas por parte de los políticos del régimen capitalista.
Las últimas cifras del Indec muestran que la pobreza infantil alcanzó el 56,2% en 2023, las cifras oficiales muestran un desempleo juvenil del 12%, pero la actividad económica total es sólo una parte del problema. Millones de trabajadores argentinos sufrimos salarios de pobreza y empleo informal. Ambos aumentan en general y nos afectan a los jóvenes en particular. A lo largo de 2023, la brecha entre la inflación y los salarios medios fue de casi el 60%, lo que representa una dramática y rápida pérdida de poder adquisitivo.Debido a la falta de empleo digno y al elevado precio de los alquileres, el 41% de los jóvenes de 25 a 35 años, es decir, 2,4 millones de personas, no pueden irse del hogar familiar y construir su propia vida independiente.
Los continuos recortes en educación degradan la enseñanza pública, provocando la situación actual de falta de docentes y pobres resultados para los estudiantes. Muchos estudiantes universitarios tienen sus estudios obstaculizados por la necesidad de trabajar largos horarios al mismo tiempo para cubrir sus gastos. Muchos más simplemente no pueden ir a la universidad, a pesar de que sea gratuita. Ya que los costos del transporte, los apuntes y los libros son impagables.
Parte de la juventud ve la única perspectiva de salida a una realidad de cierto “futuro en abandonar el país para buscar salarios más altos en Norteamérica o Europa. Casi el 70% de la población menor de 30 años emigraría si tuviera la posibilidad. Por supuesto, los jóvenes con mejores perspectivas de emigrar tenderán a ser los que tengan la ventaja la mejor educación, lo que provocará una “fuga de cerebros”.Para los que no pueden permitirse abandonar el país en busca de una existencia mejor, en el nivel más precario de existencia, la otra vía de escape son las siempre presentes bandas criminales y las drogas.
Dentro de la miseria de la sociedad capitalista, hay una cierta lógica en la búsqueda de una vida (corta, pero) con cierta movilidad en lugar de someterse a la monotonía de competir por los pocos puestos de trabajo que están disponibles para la oportunidad de vender ocho, diez o doce horas de su día de vigilia a la generación de beneficios de uno o varios jefes sin rostro a cambio de un sueldo de miseria cada vez menor. Puede ser un intento de tomar las riendas de la propia vida en una sociedad en la que la clase trabajadora tiene poco control sobre su rumbo.
Estas bandas, si no están dirigidas por la policía, cuentan con su permiso. Funcionan con la cooperación de los capitalistas que poseen los principales puertos y los bancos. Son un producto y un espejo de nuestra alentada sociedad capitalista, en la que el individualismo corrosivo es predicado por los que tienen el poder, donde la única virtud que queda es la búsqueda del dinero. En todos los casos, los seres humanos se ven obligados a adaptarse a modos de vida inhumanos.
Los responsables de la sociedad actual, los capitalistas que a través de sus inversiones determinan la totalidad de la producción nacional, y los políticos en la gestión del Estado que sirven a sus intereses, se han mostrado incapaces de mejorar las condiciones de vida y las perspectivas de futuro de la juventud. Esta clase dominante ha demostrado su urgente necesidad de ser derrocada y reemplazada.
¿Cuál es la salida para la juventud trabajadora?
Como distracción de la desesperanza y el estancamiento, todos los medios de comunicación oficiales glorifican a los “influencers”, los emprendedores y otras formas de hueca evasión individualista. La famosa “movilidad social”.
El programa libertario del actual gobierno pretende crear oportunidades para los jóvenes con un capitalismo “más fuerte y sano”, un capitalismo liberado de todas las ineficiencias y distorsiones del mercado que provienen del Estado y las regulaciones. En otras palabras, liberar a los capitalistas de cualquier mínima responsabilidad hacia sus trabajadores y el medio ambiente, liberar a los trabajadores de las pocas protecciones y derechos laborales que nos quedan, liberarlos de salarios excesivamente altos.
Así habló Marx sobre esta supuesta libertad: “Señores: No se dejen engañar por la palabra abstracta de libertad. ¿Libertad de quién? No es la libertad de cada individuo con relación a otro individuo. Es la libertad del capital para machacar al trabajador.”
Para la juventud trabajadora, el elemento más progresista de la sociedad, el camino a seguir es colectivo, no individual.
Un ser humano “aislado” de la sociedad no es nada. Un trabajador individual no tiene poder para imponer su voluntad a la sociedad, como sí lo tiene un capitalista multimillonario.
En la situación increíblemente difícil a la que nos enfrentamos hoy en día, el pesimismo que conduce a la inacción no es una opción.
Hoy, ante los embates del capital y sus representantes, la juventud expresa sus necesidades y deseos a través de asambleas de barrio, organizándose en las escuelas, universidades y en los lugares de trabajo, y en organizaciones políticas y vecinales. Estas son expresiones de una creatividad y la energía que, liberadas y dirigidas, pueden tendencialmente construir una nueva sociedad.
Los elementos más avanzados de la juventud están llegando a soluciones comunistas: estudiando la teoría del marxismo, que contiene en sí la experiencia condensada de todo el movimiento obrero, sus victorias y derrotas, y una guía de acción para hoy. Son conscientes de la necesidad de construir un instrumento que exprese los intereses históricos de su clase: un Partido Revolucionario.
Porque de lo que se trata es de vincular las luchas de la juventud con las luchas de la clase obrera que es la única clase, que por su papel en la producción, tiene la fuerza necesaria para terminar con el dominio económico y político de una pequeña minoría que vive a expensas del sudor y sangre de la mayoría aplastante de la sociedad.
La condición previa, para recuperar el futuro que hoy nos roban a los jóvenes es enfrentar un sistema que es adverso a la misma juventud y al conjunto de los explotados y oprimidos.
A las y los jóvenes que buscan un futuro distinto y un camino a seguir les decimos: ¡levantad con nosotros la bandera roja de la revolución! ¡Unite a la Corriente Socialista Militante y construyamos juntos la Corriente Marxista Internacional en Argentina!