Todo sucedió durante esta infinita Feria que nos regala febrero año tras año ¡Y un año es más abultado que el anterior!, cuando parece que el buen mundo se muda a la antigua fortaleza habanera de la Cabaña.
(Primera Parte)
Todo sucedió durante esta infinita Feria que nos regala febrero año tras año ¡Y un año es más abultado que el anterior!, cuando parece que el buen mundo se muda a la antigua fortaleza habanera de la Cabaña.
Los niños sobre todo se convierten en el espectáculo de esta reunión tan revoltosa y desparramada que era natural escuchar por los altavoces que se había perdido alguno, y que debía ser recogido por sus padres en los puestos de control ¡Mas ninguno se perdía! En Cuba no se pierden los niños, sino que leen, se divierten y con paciencia impresionante hacen las largas filas para apropiarse de un libro o algún puzzle. Esa semana recesaban las clases, por lo que los pequeños se constituyeron los protagonistas de la feria, imprimiendo esa frecuencia aguda que se ostenta a los pocos años de vida.
Los eventos se superponían unos sobre los otros, de tal suerte que usted no podía asistir a todos: presentaciones de libros, casa editoriales anunciando nuevos proyectos, coloquios… Los que critican la falta de pluralismo, les aconsejo visitar la feria de febrero en mi ciudad. Desde el lujoso y adorado extremo de un vivaz James Petras hasta otros demasiado moderados para mi gusto, que parecen haber salido de las clases de la Ilustración, con pelucas empolvadas y todo, pero eso sí revolucionarios al final de cuentas.
Simultáneamente se efectuó el evento de Globalización, donde los sinceros economistas se congregaban a examinar una vez más qué otro desastre le toca por hacer al Imperialismo en su repetido intento por asesinar el mundo ¡Grande debe ser el universo que sobrevive aun después que tantos rufianes han llegado al poder! Claro, con la alegría de estas piruetas felices que damos a la izquierda en los últimos años.
De tal suerte que la Cabaña se llena de todo lo mejor del mundo durante esos días, incluyendo a mi pueblo, que es sin dudas una de las cosas… mejores del mundo.
Centenares de nuevos títulos, algunos de una sugerencia especial como El horno de los noventa de Fernando Martínez Heredia, y muchos libros de estos jovencitos que parecen querer editar en nuevo tiempo un pensamiento contestatario y audaz.
Razón y Revolución de Alan Woods también se presentó en edición cubana ¡Quién dice que los trotskistas nada tienen que hacer en Cuba! Se vendieron a montones los libros de Trotsky, que por segunda vez encuentra muy agradable el clima de la isla.
Y andaban por ahí los libros preferidos de Hugo Chávez, en virtud que Venezuela era la invitada de honor. Y Stella Calloni con el Plan Cóndor; las pequeñas Susana y Lucía de Wim Dierckxsens; Asesinando la Esperanza de Blum; las 50 preguntas de la Deuda Externa a cuatro manos de Damiem Mollet y Eric Toussaint, y Mercado y Religión de nuestro François Houtart; Marx y Engels y la condición humana de Armando Hart. Ni que decir del galán de las ferias James Cockcroft, con sus latinos en el béisbol… Su hermoso sombrero y alguna que otra conspiración que maduramos juntos para publicar el hermoso librito de su hermosa y valiente esposa, fallecida ya.
Y tantos y tantos otros que no alcanzaremos el febrero próximo para sacarnos los lentes por tanta lectura.
Es una fiesta para no dejar de soñar y sobre todo no poder dejar caminar por la empedrada fortaleza a pesar de que en esos días el mar andaba furioso y un aire salado se filtraba por todos los huecos del cuerpo
¿Y Joaquín Sabina? Dedicando libros y haciendo vibrar de emoción a todas las niñas que asistieron aquella tarde lluviosa a escucharlo… y a las no tan niñas también, que algún derecho nos va quedando… y juntamos manos frente a uno de nuestros cantores, que sabe untar sensualidad al compromiso. Buen regalo para Sabina. La sala llena de las muchachas más lindas de La Habana.
La televisión, la prensa, la risa y la expectativa se ponen en función de la Feria. Por la Tele teníamos Mesas Redondas con exquisitos expositores: me viene a la memoria aquella donde el inapreciable filósofo Mészáros volvió con la fuerza de un jovencito a hablar de la pertinencia del marxismo, que ya últimamente se le dan tanta vueltas a las palabras para no mencionar este término y sacando un diccionario nos leyó la definición reaccionaria que se hace entre conservador, liberal y revolucionario. Creo que poco a poco todos vamos asumiendo que no importa que nos llamen feos o terroristas, o crueles. En ese mismo panel Pascual Serrano, editor de la página de Rebelión nos alertó de no llamar a nuestra prensa o nuestras luchas bajo el calificativo de alternativa, pues esta palabra implica inmediatamente una convivencia con el imperialismo. De nuevo la discusión sobre la toma del poder ¡Al fin! Con el capitalismo no se convive, se lo destruye. Y los Foros Sociales deberán de una buena vez plantearse eso, pues si no, quedaremos tan sólo para dar grititos de princesas cautivas. No en balde la periodista Arleen Rodríguez no dejaba de reírse moderando aquella Mesa.
Siento como si algo desde muy atrás y muy adentro nos volcase hacia el futuro… Un pista estuvo en el Foro Social Mundial donde 20 000 personas entonaron bañadas del mejor rojo las encendidas notas de la Internacional, donde Chávez nos convocó a todos los movimientos sociales a ayudar a la revolución bolivariana, pues el socialismo, según dijo, no se salva en un solo país. Eso… ¿No lo hemos escuchado antes?
Y todo podría empezar por donde un grupo de gente encuentra mucho más oportuno gastar el poco dinero que lleva en libros que en cualquier artefacto importado de China Tan sólo por esto merece mi pueblo vivir y la revolución perdurarse. Tan sólo por esta feria merece el mundo tomar en cuenta a una isla delgada que convierte a sus ciudadanos en adictos a la lectura, a los jóvenes adictos a la polémica y a los niños a la felicidad.
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Hubo sin embargo un evento que transcurrió silencioso: Muchos amigos de otros países me habían alertado de la presentación de los inéditos del Che. Yo no quería creerles, primero porque algo como eso era para que saliera en las primeras páginas del diario. Se anunciara con globos en el cielo y en los papalotes que flotaban con la brisa de la Cabaña. La noticia, sin embargo, fue débil, apagada, quedita, que se esfumaba con las ráfagas de lluvia de aquel sábado, primer día de la feria ¿Los inéditos del Che? ¿Los apuntes críticos a la Economía política al manual soviético? ¿Aquellos documentos sobre los cuales se habían escrito los maravillosos libros de Carlos Tablada y Orlando Borrego? ¿Así de pronto y sin levantar banderas rojas por toda la ciudad?
Todavía lo dudaba, pero fui, mojada y con esperanzas inacabadas, a la sala Nicolás Guillén. No -me dije-, no es aquí. Esto debería estar abarrotado, hasta las moscas deberían llegar horas antes para la presentación y venta de uno de los libros más esperados por cualquier revolucionario que se tome en serio esa palabra. Sí, para muchos de nosotros era un libro necesario, y mientras más tardaba su publicación ¡¡cuarenta años!! más aumentaba nuestro cosquilleo sobre lo que el mejor revolucionario, el más consecuente, el de mayor pureza quiso advertirnos sobre los errores del socialismo real, por llamar a aquella práctica de alguna manera, que ya no se me ocurre un nombre adecuado a aquella amalgama de burocracia, mercado y oscurantismo. Por fin aquellas reflexiones estarían en nuestras manos, en un libro cuyo autor empezaba más que nunca a vivir de nuevo. Yo temblaba ante las palabras que Fidel pronunciara aquel memorable 8 de Octubre de 1987 Tengo la más profunda convicción que si se ignora el pensamiento del Che, difícilmente se puede llegar al socialismo verdadero. Ahora no quiero sacar cuentas porqué se ignoraron estas reflexiones del Che sobre la construcción del socialismo por tantos años, cuando Fidel, que no se equivoca demasiado, sentenció aquello. Hablaremos de eso en otra oportunidad.
Ahora, imaginen una sala inmensa y vacía: Conté poco más de veinte personas entre los que se incluían los compañeros del Centro Che Guevara, Ocean Press y Ciencias Sociales, cuyos tres sellos editoriales ostenta nuestro oráculo. No podía creerlo. En una penumbra taciturna, como si hubiésemos de lanzar algo obvio, se realizó la presentación ¿Dónde estaba aquel pueblo bullicioso y emprendedor que colmaba las salas de la Feria? ¿Dónde, todos nuestros estudiosos del pensamiento del Che, los que han dado casi su vida por hacer conocer su obra? Ni uno solo. No estaba Carlos Tablada, ni Orlando Borrego, ni Froilán, ni Adys M. Cupull…. ¿Dónde los estudiantes de Ciencias Sociales a los que de seguro les bastaría acariciar el libro para comprender más de la mitad de las cosas del mundo? Ni uno solo.
Era la sala más fría de la Feria y sería allí donde se presentaría el libro más ardiente.
Para colmo tuvimos presentadores de lujo: El compañero Ricardo Alarcón y Eusebio Leal: Alarcón como siempre; con su voz diáfana, sus manos enfáticas y su discurso de palabras precisas como maestro. Llevaba una camiseta con la imagen del Che en su lado izquierdo; una imagen pequeña y un viejo chaleco. Reto a cualquier Presidente de cualquier Parlamento del mundo a que se conduzca con esa mezcla de inteligencia y modestia que a veces llega a ser desconcertante. La imagen de nuestro Alarcón se avenía muy bien a la sobriedad de aquella rara presentación y a aquella sala vacía. No es que concuerde cien por cien con sus criterios. Es más con algunos diverjo. Lo que sí pueden estar seguros que ese compañero pinta las palabras con el color de la verdad de una manera que es imposible no estar a su lado. Sus ojos claros nos hacen ver el pasado de las cosas: Comenzó asombrándonos con la palabra… asombro (redundancia incluida), de como el Che con tantas y tantas tareas prácticas decidió hacer un examen crítico del Manual de la Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS, de cómo se tomó muy en serio aquel análisis.
Habló de cómo han cambiado las cosas desde aquel entonces, y mencionó altermundismo países de la periferia, etc., y que el Che hubiese tomado determinadas actitudes ante esa nueva realidad del mundo. A mí, en lo particular, no me resultan novedosas las palabras altermundismo, periferia, globalización, neoliberalismo. Nada de eso es novedoso. Sólo tal vez que la amnesia a que nos condenaron los años noventa nos hiciera redefinir el lenguaje. Para mí sigue estando la clave en Trabajo y Capital.
Pero con todo, me quedo con la palabra asombro, lucha, inteligencia que llenaron aquella tarde la sala en la voz de nuestro queridísimo presidente de la Asamblea Nacional.
Luego hablaría el Caballero de la Habana, Eusebio Leal. Con su interminable trajecito gris, y esa voz que parece querer acariciar las paredes.
Aquí le confieso algo al lector: no esperaba de él el discurso encendido que pronunció. A Eusebio lo asociamos siempre a la elegancia, la tradición, el patriotismo, la fundación. Lo asociamos a lo imperecedero, a eso que nos une e identifica territorialmente. Aquello de Dios, Patria y Familia, en el sentido más de izquierda por supuesto, mas para los que llevamos ese pequeño anarquista por dentro, nos provoca virar la cabeza. Dudé que hablaría del Comandante Guevara como yo concibo al Che; como aquel hombre que a decir de Fidel Castro en el trágico discurso donde se anunciara su muerte: En su mente y su corazón habían desaparecido las banderas… Pero Eusebio me dejó corta como decimos en Cuba. En mi estrecha mente no me imaginé al elegante Eusebio prescindir de las banderas…Sin embargo ese mismo Eusebio lanzó una llamarada por los labios. Faltó poco para que nos convocara a tomar los fusiles, en apenas unos verbos coherentes y un impulso exaltado, prescindió de banderas y más que discurso fue una exquisita arenga de combate. No lo mencionó, pero Eusebio andaba al lado de mi José Martí. Lo intuí enseguida: Fue Martí el soldado internacionalista apuntalado en el corazón de su patria. ¡Sí! Me equivoqué. José Martí lograba ese raro sortilegio en que patriotismo no enajena en patrioterismo y en que internacionalismo no sufre desarraigo. En fin otra clase de dialéctica que me ofreciera el caballero Eusebio Leal. Él es al parecer, uno de sus mejores discípulos. No creo recordar que haya latido antes mi corazón en paz y con impaciencia simultáneamente.
Y en breve discurso rememoró los hechos de Córdova, que a tanto buen revolucionario forjó; de la pasión por la poesía, esa poesía que como bien dijo Eusebio se fundaba en el Amazonas para emerger a las ciudades; de la batalla que debemos tener contra el consumismo, donde el Che es el paradigma casi inconquistable. Y recordó, para arrancarnos a todos lagrimas de los ojos , como todos esos hombres y mujeres que no sólo han luchado por el mundo , sino que lo hacen con el arte más hermoso …están del lado de acá, del lado izquierdo de la vida… Así como aquel cartel imprescindible de la Revolución de los Claveles de Portugal….. Cuando un niño evidentemente feliz colocaba la flor en el fusil de sus padres, los que posiblemente unas horas después, estarían muertos.
Palabras de cariño para la compañera del Che, Aleida March, que recordando mil cosas escuchaba a estos compañeros con una sonrisa, imaginando sin dudas muchas cosas más… ésas que nunca podremos imaginar. De esas que tan sólo a ella el Che le habrá dicho. Porque un hombre como el Che debió haber sido el mejor amante del mundo.
Así terminó aquella mística presentación. Los libros se vendieron, a menos de un dólar americano. Yo creo que me llevé todos los que mi monedero aguantaba. Sé que tengo en el mundo mil camaradas que considerarán este regalo que les aguardo como la mejor gema salvada de una tempestad en la Cabaña. De hecho justo cuando comprábamos los libros apareció un economista solitario y encantador, el que por otras razones no había escuchado la presentación. El embrujo de la sala lo atrapó y desde entonces se ha convertido en un amigo y un maestro de mis ignorancias económicas.
(Hasta acá la primera parte, de la forma en que llegó ese libro .Espero narrarles en la II Parte los instantes de felicidad que me han llenado al leer y volver a leer el libro del mejor autor con que contamos para emprender definitivamente el camino al cielo)