El movimiento #BlackLivesMatter (Las Vidas Negras Importan) muestra claramente que, a pesar de las luchas por los derechos civiles del pasado, la desigualdad y el racismo siguen prosperando en los Estados Unidos. Muchos jóvenes, en particular, buscan respuestas y una forma de resolver los problemas que enfrenta la sociedad. Como marxistas, estamos en primera línea en la lucha contra la discriminación en todas sus formas. Creemos que para tener éxito, esto debe combinarse con la lucha de la clase trabajadora unida contra el capitalismo y por el socialismo. Aprovechamos esta oportunidad para mirar hacia atrás y aprender de los éxitos y fracasos de una de las experiencias más inspiradoras de nuestro movimiento.
Han pasado cincuenta años desde el asesinato de Malcolm X el 21 de febrero de 1965. Tres años después del asesinato de Malcolm, el 4 de abril de 1968, Martin Luther King Jr. también fue derribado por la bala de un asesino. La verdadera trayectoria política de estos dos grandes dirigentes ha sido oscurecida por aquellos que caricaturizaron y viciaron su legado. Los esfuerzos revolucionarios de sus últimos años han sido enterrados bajo una montaña de calumnias y cantos hipócritas para su grandeza. Como Lenin explicó en “Estado y la revolución” en relación con la interpretación de las ideas de Marx por parte de los reformistas:
“Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. Durante la vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para “consolar” y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”.
Entre los sangrientos sujetalibros de los asesinatos de Malcolm y Martin, en octubre de 1966, se fundó el Partido de autodefensa de las panteras negras. Los años anteriores y posteriores fueron un período turbulento, con el auge económico de la posguerra que alcanzó su punto máximo y luego disminuyó, la desindustrialización del país, la guerra de Vietnam y las protestas en su contra, y los asesinatos políticos que se ocurrían uno tras otro, todo en un contexto de aumento de polarización social. En los barrios interiores de las ciudades descuidadas y brutalizadas, los estadounidenses negros se lanzaron a la lucha, apuntando directamente contra el racismo institucional del sistema, resistiendo desafiantemente todos los intentos de subyugar y pisotear la propia dignidad de los más explotados y oprimidos.
La lucha tomó muchas formas: desde sentadas pacifistas hasta confrontaciones militantes; desde manifestaciones masivas hasta emboscadas de la policía; desde ocupaciones estudiantiles hasta el asesinato de oficiales incompetentes y reaccionarios por soldados en Vietnam; desde programas de alfabetización y desayuno hasta cabildeo y campañas políticas. El grueso de la población negra se lanzó a la acción. Organizadores sindicales, estudiantes universitarios, veteranos, amas de casa, congregaciones bautistas, musulmanes negros e incluso pandillas callejeras se unieron a la revuelta. Se plantearon demandas con un carácter de clase claro, incluyendo: “¡Trabajos para todos ahora!” y “¡Por el pleno empleo!” Un tornado de ideas, y no una pequeña cantidad de confusión, afectó e infectó las mentes de las personas: estalinismo, maoísmo, guevaraísmo, nacionalismo negro, antiimperialismo, tercermundismo, estudiantilismo, laborismo, islam de la Nueva Era y muchas otras variaciones. El fermento revolucionario también se expresó en una vibrante explosión de arte y cultura en todas sus formas, desde música, teatro, danza y poesía hasta cine y arte callejero.
Pero este derramamiento colosal de energía no logró transformar la sociedad en su raíz. El capitalismo finalmente recibió otra oportunidad para vivir. Como resultado, la podredumbre del racismo sigue siendo una llaga sulfurante y debilitadora en el cuerpo colectivo de la clase trabajadora hasta el día de hoy. Sin el liderazgo ni la organización revolucionaria necesarios, sin las ideas, los métodos, las perspectivas y la claridad política del marxismo, la energía frenética finalmente se disipó. El capitalismo se estabilizó y tuvo la libertad para continuar su lucrativo y corrupto negocio. Los años 60 se desvanecieron en los años 70 y luego en los 80, y así comenzó el largo declive de los trabajadores estadounidenses y los muchos movimientos sociales que habían sacudido a la clase dominante hasta sus cimientos en esos años de tormenta y estrés. Los trabajadores negros estuvieron entre los más afectados cuando terminó el boom de la posguerra y se desmantelaron grandes sectores de la industria.
Para aquellos que desean aprender de esta época, tal vez no haya una experiencia más digna de examinar que el auge y la caída del Partido de las Panteras Negras (BPP). De un pequeño puñado de activistas en Oakland, California, pasó a ser prominente a nivel nacional e internacional, dotando de energía a millones en todo el mundo. En este artículo, nos centraremos en el ascenso colosal y el colapso precipitado del partido, y las lecciones que se pueden extraer de estos.
¿Cuáles fueron, entonces, las condiciones económicas, sociales y políticas que llevaron al surgimiento de las Panteras Negras y a su rápido declive? ¿Por qué el movimiento sindical y la izquierda más amplia no llenaron el vacío? ¿Por qué los esfuerzos de las Panteras Negras no fueron suficientes para erradicar el capitalismo y el imperialismo del planeta? ¿Qué tácticas y métodos nos pueden permitir alcanzar el socialismo?
Como marxistas revolucionarios comprometidos con la lucha por el socialismo, nuestra tarea no es limpiar ni glorificar la experiencia histórica de nuestra clase. Más bien, debemos tratar de desenredar la dinámica dialéctica de cualquier fenómeno, identificar lo que es esencial y lo que no lo es, comprender sus fuerzas motoras internas y, por lo tanto, llegar a una comprensión más profunda, más equilibrada y matizada. Es con este espíritu que estudiaremos la vida y la muerte del BPP y sus dirigentes.
Movimiento por los derechos civiles
El ascenso, el desarrollo y la trayectoria del Partido de las Panteras Negras no pueden abstraerse del contexto histórico y las condiciones en las que surgió y se expandió. A finales de los años sesenta y principios de los setenta se produjo una gran radicalización de la juventud. La oposición a la guerra de Vietnam llegó a un punto culminante, con marchas en Washington y tomas de universidades. A nivel internacional, se estaban gestando revoluciones en Francia, Checoslovaquia y Pakistán, y se produjo un movimiento estudiantil en masa y una masacre en México.
La revolución colonial estaba en su apogeo en África y Asia, y las guerrillas estaban arrasando en América Latina. Las organizaciones masivas estalinistas y maoístas propagaron la desorientación política a escala mundial. Los estudiantes para una Sociedad Democrática (SDS) surgieron como un conducto de canalización de la ira en las universidades. La Nueva Izquierda sembró confusión sobre confusión en el torbellino de ideas que ya abarrotaban las mentes de los jóvenes. La polarización en los Estados Unidos estuvo marcada por violentos ataques policiales contra los manifestantes y los llamados “disturbios raciales” en varias ciudades de todo el país.
A pesar de esta agitación, el BPP se formó al final del movimiento más amplio de derechos civiles, en un momento en que las masas negras de la clase trabajadora ya habían gastado enormes reservas de energía. La batalla para ganar la igualdad democrática básica fue una verdadera movilización masiva que duró décadas. Sus raíces se remontan a las luchas de los veteranos que regresaron después de la Primera Guerra Mundial, y a la Hermandad de Porteros y maleteros (BSCP), la primera organización laboral liderada por negros que fue aceptada en la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL). Ya en la década de 1920, los dirigentes de BSCP C. L. Dellums y A. Philip Randolph fueron pioneros en la lucha contra la desigualdad racial y la segregación que prevalecía en todo el sur de los Estados Unidos.
Muchas organizaciones y movimientos habían sido formado y probado en los principios del siglo XX. dirigentes e intelectuales como Booker T. Washington, Marcus Garvey y W.E.B. DuBois ofrecieron una gama de soluciones, desde “el cambio está en uno mismo” y la sumisión respetuosa al status quo hasta el separatismo racial radical y el movimiento “Regreso a África”, panafricanismo, integracionismo militante e incluso socialismo. Las grandes batallas que marcaron el surgimiento del Congreso de Organizaciones Industriales (CIO) sacudieron el sur en la década de 1930, especialmente en la industria textil. El descontento creció aún más después de la Segunda Guerra Mundial, cuando volvieron las nuevas oleadas de veteranos, convencidos de que ya no aceptarían la “ciudadanía de segunda clase”, y exigiendo empleos para todos.
Durante la guerra, había comenzado la segunda “Gran Migración” de negros del sur hacia los centros industriales del norte, medio oeste y oeste. Millones de personas salieron del sur de Jim Crow en busca de una vida mejor para ellos y sus hijos, solo para encontrar hostilidad y discriminación similares en sus nuevos hogares. Desde que se llamó a la Guardia Nacional para hacer cumplir la integración de la escuela pública en Arkansas hasta el boicot a los autobuses de Montgomery y los perros policiales y los cañones de agua de Birmingham, lo que comenzó como un movimiento más aislado en el lejano sur finalmente consumió todo el país. Después de muchos sacrificios, mártires, juicios y errores, un puñado de derechos democráticos importantes, aunque limitados, fueron arrancados de la clase dominante y Jim Crow fue desmantelado, al menos en el papel. Muchos de los que habían participado en esas batallas trascendentales volvieron a la “vida normal”, y el río inundado de la lucha de clases comenzó a retroceder a sus orillas.
Paralelo al movimiento de derechos civiles, se formaron organizaciones como el Comité de Coordinación No Violenta para Estudiantes (SNCC). Esencialmente, el ala juvenil de la organización de Martin Luther King Jr., la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC), SNCC jugó un papel clave en la organización de los “Paseos por la libertad” y las campañas de registro de votantes en algunas de las áreas más derechistas y atrasados del sur. Cientos de jóvenes blancos y negros de fuera de la región, muchos de ellos afiliados al Congreso de Igualdad Racial (CORE), arriesgaron sus vidas para participar en estas campañas mixtas. Algunos de ellos incluso perdieron la vida al desafiar las ordenanzas locales de segregación, negándose a inclinarse ante el terror asesino del Ku Klux Klan en “Mississippi Burning”. SNCC también jugó un papel importante en la organización de la “Marcha por el empleo y la libertad” de MLK Jr. en 1963 en Washington.
Poder Negro
Sin embargo, muchos de estos jóvenes activistas estaban cada vez más insatisfechos con el enfoque pacifista de dirigentes como MLK Jr., los participantes liberales del movimiento y el Partido Demócrata. A su manera, llegaron a comprender que los explotados y los explotadores no pueden coexistir, que hacer que el capitalismo sea un poco menos devastador implementando algunas reformas aquí y allá no es suficiente. Algunos de ellos pasaron a formar la Organización de libertad del condado de Lowndes (LCFO). Activistas armados del LCFO lanzaron una campaña electoral de tercer partido para desafiar a los demócratas y los republicanos y lograron registrar a 2.500 votantes negros en el condado más dominado por el KKK en Alabama. Si bien sus campañas electorales fracasaron, su enfoque militante resonó con jóvenes activistas negros en todo el país. Como su símbolo, habían elegido una pantera negra.
Frustrada, impaciente por la falta de resultados inmediatos, y buscando un atajo, el SNCC realizó un importante cambio estratégico en 1966, bajo el liderazgo de Stokely Carmichael. Al declarar que el camino a seguir era el “Poder Negro”, es decir, el poder político y la autosuficiencia de, por y solo para los negros, el SNCC decidió expulsar a sus miembros blancos. La resistencia instintiva de las bases del SNCC contra este debilitamiento de la unidad se evidenció en los totales de votos: 19 a favor, 18 en contra y 24 abstenciones. Pero el daño estaba hecho.
Durante décadas, los estadounidenses negros habían luchado por la integración en una sociedad estadounidense más amplia, por la igualdad de derechos, empleos y oportunidades para todos. Ahora, el nacionalismo negro y el separatismo habían sido revividos e inyectados en una capa de la juventud activista. Desde Alabama, este concepto se extendió por todo el país. Muchos de los activistas blancos expulsados del SNCC volvieron a sus campus y formaron el núcleo del movimiento contra la Guerra de Vietnam. Sin embargo, la lucha más amplia para cambiar colectivamente la sociedad fue profundamente socavada.
Fundación del Partido de las Panteras Negras
La impaciencia y el espíritu aventurero de una capa de jóvenes activistas expresaron la creciente desesperación de las capas avanzadas, que podían sentir que el movimiento de masas de las décadas anteriores estaba disminuyendo sin haber alcanzado completamente sus objetivos declarados. Entre los activistas estudiantiles blancos, el terrorismo individual de la organización Weather Underground (Clima subteráneo), que surgió de los Estudiantes por una Organización Democrática (SDS), fue una expresión eventual de esto.
Se habían logrado algunos avances legislativos hacia la igualdad racial, pero los empleos, la atención médica, la educación, el transporte de calidad, la vivienda y la infraestructura estaban lejos de estar universalmente disponibles, y los jóvenes afroamericanos eran los menos propensos a tener acceso a ellos. La batalla por la verdadera igualdad estaba lejos de terminar. Pero la izquierda estaba debilitada, fragmentada e ideológicamente confundida. La dirección obrera derechista estaba enfocada en una colaboración amistosa con los patrones. Como resultado, el vacío de dirección político en las ciudades pobres, en su mayoría negras, fue finalmente ocupado por grupos como el Partido de las Panteras Negras.
Inspirado por la llamada de Malcolm X de luchar en contra “con cualquier método necesario”, Huey Newton y Bobby Seale, quien estudiaban juntos en Merritt College en Oakland, California, fundaron el Partido de autodefensa de las panteras negras. Su elección de nombre y símbolo fue un homenaje al trabajo de la LCFO en Alabama. Llevaron el concepto de “poder negro” más allá de la mera política electoral y creyeron que “por cualquier medio necesario” incluía tomar las armas para defender la vida de los negros que fueron brutalmente reprimidos por la policía. En lo que a ellos concierne, eso ya no sería “negocios como siempre”. El BPP no iba a permitir que nadie les impidiera ser escuchados.
Armas y lentes de sol
El programa del partido, imagen, y militancia resonaron con una capa de la juventud negra, y crecieron rápidamente. El siguiente extracto del juicio de un ex miembro de BPP da una indicación de lo que atrajo a las personas cuando aparecieron por primera vez en la escena:
Fiscal: ¿Por qué te uniste al partido?
Ex miembro de BPP: pensé que el Partido de las Panteras Negras estaba haciendo algo que debía hacerse. Se oponían al racismo, y sentí que debido a que el racismo era un problema en los Estados Unidos, el partido estaba atacando este problema.
Fiscal: ¿Por qué habría seleccionado el Partido de las Panteras Negras sobre otras organizaciones que existían en ese momento?
Ex miembro de BPP: Bueno, las otras organizaciones que conocía habían existidos desde hace bastante tiempo y el problema aún existía. Las Panteras Negras eran nuevo y pensé que tal vez un nuevo enfoque podría resolver el problema.
Fiscal: ¿El Partido de las Panteras Negras tuvo algún enfoque que vio en ese momento y que pensó que tal vez sería más ventajoso o beneficioso?
Ex miembro de BPP: Sí, adoptando la postura a la que teníamos derecho de legítima defensa contrario a la no violencia.
Inicialmente, su objetivo era la organización de patrullas de ciudadanos armados en Oakland para exponer, prevenir y, si fuera necesario, luchar contra la brutalidad de la “ocupación militar de la policía”. El 25 de abril de 1967, publicaron el primer número de La Pantera Negra. El 2 de mayo de ese mismo año, llevaron las cosas al siguiente nivel. En un movimiento publicitario cuidadosamente planeado, enviaron a 26 miembros armados de BPP en chaquetas de cuero, boinas y gafas de sol a la capital del estado Sacramento para protestar contra la legislación que habría restringido la portación de armas de fuego cargadas en espacio público.
Pasando a la policía estatal y entrando en las cámaras de la asamblea legislativa, declararon valientemente que necesitaban armas para defenderse de los racistas. Casi de inmediato, estas “impactantes” imágenes de las Panteras Negras se difundieron en periódicos y canales de televisión de todo el mundo. Como explicaron los medios de comunicación, “un rostro sombrío y silencioso, una fila de jóvenes negros enojados, con rifles cargados, ingresaron en la cámara del estado aquí en Sacramento”.
El fundador de BPP, Huey Newton, había criado en las duras calles de Oakland. Era muy inteligente, político, encantador y tenía una presencia que desborda la realidad. Pero también tenía un lado oscuro, y durante toda su vida había recurrido a la violencia física para resolver problemas. Desde las peleas con los niños del vecindario hasta las más violentas y prolongadas con miembros de pandillas y la policía, que finalmente culminaron en acusaciones de asesinato, la violencia siguió al “Ministro de Defensa” del BPP toda su vida.
En octubre de 1967 fue arrestado y acusado de matar a un policía de Oakland. En respuesta, el miembro fundador y editor de La Pantera Negra, Eldridge Cleaver, lanzó la campaña “Libera Huey”, que absorbería gran parte de la energía de la organización en los años posteriores. En el curso de la difusión de la campaña, establecieron nuevos grupos en ciudades de todo el país y forjaron alianzas con otras organizaciones radicales como las Boinas Marrones, el Movimiento Indio Americano, los Hermanos jóvenes Puertorriqueños y los Señores jóvenes.
Después de que Newton fue liberado de la cárcel, hubo más altercados con la policía. Al mismo tiempo, se convirtió en una celebridad, y fue atraído por los” liberales de limusina.” Las grandes contribuciones para el partido donadas por celebridades en Hollywood y Nueva York fueron una gran fuente de financiación para las actividades del partido. Leonard Bernstein, Marlon Brando, Jane Fonda, Donald Sutherland, Harry Belafonte, Angie Dickinson y otras celebridades simpatizantes, que sintieron que las condiciones actuales tenían que cambiar de alguna manera, dieron su apoyo. En 1970, Jane Fonda describió al BPP como “Nuestra vanguardia revolucionaria: debemos apoyarlos con amor, dinero, propaganda y riesgo”.
En febrero de 1968, Stokely Carmichael, el ex presidente del SNCC, se unió al BPP y fue nombrado “Primer Ministro” del partido. Como resultado, capas importantes del partido fueron atraídas hacia el nacionalismo negro. Otros se sintieron desfasados de esta nueva ideología y abandonaron el partido por completo. Bajo la influencia de Carmichael, el partido tomó lemas como “¡Poder blanco para los blancos! ¡Poder moreno para gente morena! ¡Poder amarillo para gente amarilla! ¡Poder negro para gente negra! Si bien en la superficie esto puede parecer eminentemente “ecuménico” y “democrático”, en realidad fue un trágico ceder al segregacionismo y fue en contra del sentimiento integracionista de la mayoría de la clase trabajadora negra. Como minoría de la población, los estadounidenses negros nunca podrán luchar por su cuenta contra la clase capitalista.
La unidad de la clase trabajadora es, de hecho, su fuerza más importante, y debe ser defendida y cuidada ardientemente. Dividirlo voluntariamente en líneas raciales, étnicas, religiosas, de género o de cualquier otra índole juega directamente con la estrategia de “dividir y gobernar” de la clase dominante. Si la división es de alguna manera buena para los explotados y los oprimidos, ¿por qué los imperios romano y británico, para dar solo dos ejemplos, persiguen tan celosamente esta política durante sus siglos de exitosa subyugación y dominación de decenas de millones de personas?
“Servir a la gente” y a las pandillas callejeras
A principios de 1968, el partido vendió copias del Pequeño libro rojo de Mao a estudiantes universitarios para comprar armas. Poco después, hicieron que el libro sea lectura requerida y comenzaron a adoptar el modelo de actividad política maoísta de “servir a la gente”. En 1969, los programas de servicios sociales eran la actividad principal de muchos miembros del BPP, incluido el Programa de Desayuno Gratis para Niños, distribución de zapatos y ropa, y clínicas de salud comunitarias.
A primera vista, hacer que el propósito del partido revolucionario sea “servir al pueblo” suena muy radical, y alimentar a niños hambrientos es ciertamente un objetivo loable. Sin embargo, no es el papel principal del partido revolucionario proporcionar caridad y servicios sociales, es decir, llenar el vacío dejado por el Estado burgués. Un papel que el partido puede desempeñar en el curso de su actividad es organizar a la clase trabajadora y a los amplios sectores de la población para exigir ayuda y mejores servicios sociales del Estado burgués. Sin embargo, un partido revolucionario solo puede tratar de organizar a las masas si tiene un número suficiente de cuadros entrenados.
Cuando un problema golpea a la clase trabajadora, como un terremoto o una huelga larga que causa hambre en las familias de los huelguistas, los revolucionarios claro que pueden organizar ayuda para la clase, pero esto es complementario a la prioridad principal de construir el factor subjetivo. Si concentramos nuestras actividades políticas en el trabajo caritativo, la lista de problemas bajo el capitalismo nunca terminará, y nunca lograremos construir una organización que pueda llevar a la clase trabajadora a transformar la sociedad y poner fin a la necesidad de tal trabajo caritativo de una vez por todas. Incluso si la importancia de la formación política se reconoce en palabras, en la práctica esto conduce a un activismo constante de bajo nivel y una puerta giratoria de membresía.
La lección clave del partido bolchevique es que unos pocos lemas simples, voluntad y trabajo duro no son suficientes para llevar a cabo la revolución socialista. La tarea esencial del partido revolucionario es construir una organización de cuadros con raíces en cada lugar de trabajo, escuela y vecindario, capaz de llevar a la clase trabajadora al poder estatal y económico, permitiendo así que la humanidad use colectivamente la riqueza de la sociedad para mejorar la calidad de vida de todos a través de un cambio estructural fundamental. Su función única e indispensable es unir una organización de las capas más avanzadas de la clase trabajadora y, a través de ellas, conectar estas ideas con capas cada vez más amplias de la clase: la fuerza motriz real y única para la revolución.
No hay atajos hacia las masas. El partido debe pasar primero por el proceso laborioso y arduo de unir el primer núcleo de cuadros teóricamente entrenados. “Servir al pueblo” es, en la última instancia, una forma de sustitución, de intentar sustituir las pequeñas fuerzas del partido por la expresión consciente y organizada de la clase obrera misma. Por lo tanto, la confusión política, ya presente en el programa de fundación original, se agravó aún más, y el enfoque de las Panteras en este tipo de trabajo no condujo a la construcción de un núcleo templado de cuadros marxistas de acero.
Represión estatal
El FBI y la policía local habían puesto sus ojos en las Panteras desde el principio. Después de su marcha hacia Sacramento y el arresto de Huey Newton por presuntamente dispararle a un policía, rápidamente se convirtieron en el enemigo público número uno.
La violencia política en el país estaba llegando a un punto álgido. Después de que Martin Luther King Jr. fuera asesinado en abril de 1968, estallaron disturbios en Washington DC, Baltimore, Louisville, Kansas City, Chicago, Detroit y Wilmington, Delaware. Solo unos días después, Bobby Hutton, de 17 años, quien había sido el tesorero y el primer recluta del BPP, fue asesinado por la policía de Oakland después de un tiroteo de 90 minutos. Le dispararon diez veces mientras corría, desarmado, fuera de su casa, que había sido incendiada por la policía para hacerlo salir. El tiroteo comenzó después de que Hutton, Eldridge Cleaver y otros seis presuntamente emboscaron a la policía para “liberar a Huey.” En junio de ese mismo año, Bobby Kennedy fue asesinado. La violencia luego se extendió a la Convención Nacional Demócrata en Chicago.
En medio de este caos incontrolado, el director del FBI, rabiosamente anticomunista, J. Edgar Hoover se aprovechó de la oportunidad de tomar medidas enérgicas contra los jóvenes negros militantes que blandían armas e inspiraban desafío en los barrios pobres de todas las ciudades importantes de los Estados Unidos. Él desató toda la fuerza del Estado contra el BPP en forma de COINTELPRO, un programa iniciado en 1956, cuyo objetivo era “aumentar el faccionalismo, causar disrupción y ganar deserciones” dentro del Partido Comunista de los Estados Unidos. Se tomaría casi el mismo enfoque con respecto a las Panteras, con una ayuda adicional de perfidia y brutalidad.
Después de las elecciones presidenciales de 1968, en las que el Sr. “ley y orden” Richard Nixon salió victorioso, el FBI envió a sus oficinas locales un memorando pidiendo “medidas de contrainteligencia imaginativas y contundentes destinadas a paralizar al Partido de las Panteras Negras”. En otra nota, pidió a los agentes que “formulen técnicas específicas de contrainteligencia para interrumpir esta nefasta actividad”. La “actividad nefasta” en cuestión fueron los programas de desayuno del BPP, que el FBI temía que fueran “lavados de cerebro” de los niños con propaganda socialista. La política oficial de represión sistemática había comenzado en serio.
El objetivo del Estado era aterrorizar a las Panteras Negras y eliminar las aspiraciones de los trabajadores y jóvenes negros para una vida mejor. La infame declaración de J. Edgar Hoover en septiembre de 1968 de que “el partido de las Panteras Negras, sin lugar a dudas, representa la mayor amenaza para la seguridad interna del país”, era en esencia una declaración de “temporada de caza” en contra del partido. Envió un mensaje a la policía de que no tenían que preocuparse por las sutilezas legales y el “procedimiento operativo estándar”, y que los agentes de la ley que ayudaran a derribar el BPP verían mejorar sus perspectivas de carrera dramáticamente.
El asesinato de Fred Hampton
Fred Hampton fue uno de los “dirigentes naturales” más inspiradores que surgieron de las Panteras Negras. Joven y de voz suave, sin embargo, era un orador apasionado y poderoso, con instintos agudos y un “sentido” orgánico para la gente. Con solo 21 años de edad, fue presidente del grupo de Illinois y vicepresidente nacional de BPP.
En un deseo equivocado pero bien intencionado de aprovechar la energía de los jóvenes marginados, el grupo de BPP en Chicago formó una alianza con la pandilla callejera Blackstone Rangers. Después de un tiroteo en el lado sur de Chicago, el Departamento de Policía de Chicago anunció una ofensiva contra las pandillas e incluyó al BPP en su lista de objetivos. Las infiltraciones del partido se lograron chantajeando a pequeños delincuentes de la forma siguiente: “Únase al BPP y bríndenos información, y veremos cómo reducir o cancelar los cargos en su contra”. Cuando Fred Hampton fue asesinado por la policía el 4 de diciembre de 1969, un informante del FBI era el jefe de seguridad del grupo de Chicago de las Panteras.
En esa fatídica noche de diciembre, 9 policías blancos y 5 negros asaltaron el piso de Hampton a las 4:00 de la mañana. Mark Clark, de solo 17 años, estaba sentado en la sala de estar vigilando el piso , y fue el primero en ser asesinado a tiros en la lluvia de balas de la policía de Chicago. Hampton recibió los disparos mientras dormía en su cama, y su esposa embarazada de 8 meses recibió un disparo junto a él, pero sobrevivió. Después de salir a trompicones de la habitación con las manos en el aire, ella sigue declarando de que dispararon más balas en la habitación donde Hampton yacía en un charco de sangre, y que escuchó una voz que decía: “ahora ya está bien muerto.”
La policía y los funcionarios estatales mintieron para justificar y encubrir esta descarada ejecución. Inicialmente afirmaron que las Panteras habían iniciado el tiroteo. De hecho, de las 90 balas disparadas, solo una fue disparada por las Panteras, por Mark Clark, quien probablemente sin darse cuenta apretó el gatillo cuando su cuerpo fue acribillado a balazos. Aunque todos los sobrevivientes en el piso se rindieron pacíficamente, fueron arrestados y acusados de “intento de asesinato de la policía y asalto agravado.” Los cargos finalmente se retiraron y los demandantes ganaron un acuerdo extrajudicial alrededor de $1,8 millones en una demanda posterior por violación de los derechos civiles, aunque, como era de esperar, ningún policía fue a la cárcel por sus acciones.
En su funeral, gritos espontáneos de “¡Soy Fred Hampton!” pasaron por la multitud de dolientes reunidos. Había sido juzgado, condenado y ejecutado por el Estado, culpable solo de inspirar a otros a luchar con orgullo y dignidad por un futuro mejor.
Hampton era una figura increíblemente inspiradora, apasionada y carismática. Muchas de las citas más populares del apogeo de BPP salieron de sus labios. Por ejemplo: “Tenemos que enfrentar algunos hechos. Que las masas son pobres, que las masas pertenecen a lo que ustedes llaman la clase baja, y cuando hablo de las masas, estoy hablando de las masas blancas, estoy hablando de las masas negras y las masas morenas, y las masas amarillas también. Tenemos que enfrentar el hecho de que algunas personas dicen que se lucha mejor contra el fuego con fuego, pero nosotros decimos que el fuego se apaga mejor con agua. Decimos que no se lucha contra el racismo con racismo. Vamos a luchar contra el racismo con solidaridad. Decimos que no se lucha contra el capitalismo con el capitalismo negro; se lucha contra el capitalismo con el socialismo.”
Sin embargo, como el resto de la dirección del BPP, tenía un enfoque ecléctico hacia la teoría. El resultado fue una mezcla a menudo inspiradora, pero al mismo tiempo contradictoria de nacionalismo negro, anticapitalismo y socialismo.
Al principio, estos ataques solo sirvieron para atraer más seguidores para el BPP. Pero dada la creciente confusión y el caos que prevalecía dentro de la organización, fue relativamente fácil que el FBI y la policía se infiltraran en ella, quienes utilizaron activamente la guerra psicológica para inyectar disensión, celos, descontento y más confusión ideológica para volver a los activistas del partido unos en contra de los otros. Junto con asesinatos selectivos de dirigentes clave, co-opciones y arrestos selectivos, el partido se estaba debilitando poco a poco. La represión del Estado exacerbó los procesos ya integrados en el partido, ayudando a desatar dinámicas que pronto se descontrolarían y conducirían a su deterioro irreversible.
Pico y degeneración
La falta de una política nacional coherente condujo a un creciente aventurerismo e iniciativas independientes por parte de los muchos grupos afiliados ligeramente. La violencia entre los miembros del partido se hizo cada vez más común. En enero de 1969, hubo un tiroteo entre miembros del BPP en el campus de la UCLA que dejó dos muertos, en una supuesta disputa sobre la dirección de un incipiente programa de estudios negros. Siguió una serie de arrestos, casos judiciales, juicios por asesinato, penas de prisión, tiroteos, emboscadas por la policía y asesinatos que duró años. Eldridge Cleaver, que casi con certeza era un violador en serie y que era buscado por intento de asesinato de la policía, se exilió con su esposa Kathleen para “permanecer debajo del radar” y escapar del enjuiciamiento. En la primavera de 1970, el BPP de Oakland participó en otra emboscada de policía con armas y bombas de fragmentación. Dos policías resultaron heridos.
Sin embargo, el partido continuaba creciendo. A fines de 1969, tenía 5.000 miembros, 45 grupos de base, y su periódico tenía una circulación de 100.000 copias. En septiembre de 1970, el BPP alcanzó el cenit de su influencia, cuando 7.000 asistieron a una sesión plenaria de la “Convención Constitucional del Pueblo Revolucionario” en Filadelfia. El plan era organizar una completa Convención Constitucional en noviembre de ese año, con el objetivo de reunir a varios movimientos bajo un programa común, incluyendo la liberación de los negros, la lucha contra la guerra, la independencia de Puerto Rico, el activismo estudiantil, los derechos de las mujeres, los derechos de los homosexuales, el movimiento laborista y otros. Miles de personas descendieron a Washington, DC, solo para descubrir que las autoridades habían presionado a la Universidad de Howard y otros lugares para que no permitieran que las reuniones se llevaran a cabo como fueron planeados.
Una serie desorganizada de reuniones más pequeñas tuvo lugar en iglesias y otros lugares más pequeños, pero la convención planeada se vino abajo. Huey Newton declaró la intención del BPP de llamar a un plebiscito de las Naciones Unidas para permitir que las personas negras determinen qué relación quieren tener con el gobierno de los Estados Unidos. También prometió una convención completa para finalizar una nueva constitución para el movimiento en el futuro cercano. Nunca se materializó. Con oficinas ahora en 68 ciudades, una circulación de 250.000 de La Pantera Negra y miles de miembros más o menos afiliados, el partido había alcanzado su punto máximo. Poco después, sus contradicciones internas, la represión estatal y las condiciones objetivas cambiadas lo empujaron a un declive rápido y terminal.
Acoso por parte del FBI y división
El FBI comenzó a enviar cartas falsas a varios dirigentes con el objetivo de llevar las relaciones ya tensas entre los diferentes dirigentes hasta el punto de ruptura. El partido finalmente se dividió en marzo de 1971, durante un acalorado debate público y en vivo por televisión entre Huey Newton y Eldridge Cleaver, que habían sido llamado al programa desde el exilio en Argelia. Cleaver estaba virando hacia el ultraizquierdismo, abogando por la locura de la guerrilla urbana, mientras Newton se deslizaba hacia el reformismo, abogando que el partido renuncie a sus armas y trabaje para mejorar el sistema desde adentro. Cleaver fue expulsado del Comité Central y luego del partido. Él en cambio, formó su propio grupo paramilitar Ejército de Liberación Negra.
Como resultado de este desorden desmoralizador, y debido a pequeñas concesiones de la clase dominante sobre algunas de las demandas hechas por el movimiento, incluyendo el comienzo de la finalización de la guerra en Vietnam, el apoyo público al partido comenzó a caer en picado. El grupo estaba cada vez más aislado. Las luchas internas entre los dirigentes del partido llevaron a nuevas expulsiones y deserciones que diezmaron la membresía. Cientos de miembros renunciaron y “eligieron bandos” en la batalla de voluntades y personalidades que siguió. El partido financió cada vez más su actividad a través del tráfico de drogas, la extorsión de los pequeños comercios de Oakland y el robo de clubes de noche.
La disminución continuó a lo largo de la década de 1970. Para 1972, la mayoría de las actividades de las Panteras se centraron en la sede nacional y una escuela en Oakland. El grupo del sur de California estuvo cerrado y sus miembros se mudaron a Oakland. Los restos clandestinos del grupo de Los Ángeles, que originalmente se había formado a partir de la pandilla callejera Slausons, finalmente volvieron a la actividad pandillera.
En 1973, el partido comenzó a mirar a la política electoral como una forma de salir del impasse. Bobby Seale se postuló para alcalde de Oakland y perdió, aunque recibió un impresionante 40% de los votos. La constante fricción y el caos llevaron a Huey Newton a una destructiva espiral descendente de adicción a la cocaína y la heroína. A principios de 1974, se embarcó en una purga mayor, expulsando a Bobby y John Seale, David y June Hilliard, Robert Bay y muchos otros miembros importantes del partido. Docenas de otras Panteras leales a Seale renunciaron y dejaron el movimiento por completo.
En agosto de 1974, Newton supuestamente asesinó a Kathleen Smith, una prostituta adolescente, y huyó a Cuba. Elaine Brown asumió la dirección del partido en su ausencia y lo arrastró aún más profundamente en el pantano. En 1977, el BPP apoyó al candidato del Partido Demócrata por la alcaldía, Lionel Wilson, quien tuvo éxito en su intento de convertirse en el primer alcalde negro de Oakland. Su apoyo se dio a cambio de la asistencia de Wilson en retirar los cargos penales contra el miembro del Partido Flores Forbes, el líder del ala paramilitar local del BPP, conocido como el Cuadro Buda Samurai.
En 1975, Eldridge Cleaver hizo un trato con el Estado y se retiraron casi todos los cargos en su contra. Regresó de sus años en el extranjero como Moonie, antes de convertirse al cristianismo renacido y volverse altamente adicto a la cocaína. Para 1997, un año antes de su muerte, había llegado a la siguiente conclusión, muy lejos de su radicalismo ultraizquierdista anterior: “Creo que es posible que el sistema capitalista tenga un programa de pleno empleo, pero tenemos un problema espiritual y moral en América. Nuestro problema no es económico ni político; es que no nos importamos el uno al otro”.
Para 1980, el Partido de las Panteras Negras tenía solo 27 miembros. En 1982, la última escuela patrocinada por las Panteras se cerró después de que se revelara que Newton estaba malversando fondos para pagar su adicción a las drogas. Aunque esto marcó el final formal de las actividades del partido, en realidad había muerto más de una década antes. El 22 de agosto de 1989, Huey Newton recibió tres disparos en la cabeza en Oakland por Tyrone Robinson, un miembro de la pandilla Familia Negra Guerrilla. Algunos afirman que fue simplemente un negocio de drogas que salió mal, mientras que otros alegan que hubo un contrato de asesinato contra Huey, una retribución por años de presunto acoso y hostigamiento.
Otras ex-Panteras fueron perseguidos y asesinados a lo largo de los años por la policía y algunos se exiliaron. Eldridge Cleaver terminó sus días como un mormón republicano de derecha. Otros, como Marion Barry y Bobby Rush, entraron al Partido Demócrata y se forjaron buenas carreras para sí mismos. Tal fue el lamentable final de lo que alguna vez fue un faro inspirador de esperanza para millones de personas en todo el mundo: la “mayor amenaza” para los Estados Unidos de América. ¿Cómo pudo todo haber salido tan mal? ¿Qué lecciones pueden sacar los marxistas de hoy de esta experiencia?
La lucha de clases y la clase obrera
La tragedia del Partido de las Panteras Negras es en gran parte una función de las condiciones objetivas en las que surgió, en un momento en que el movimiento más amplio de trabajadores negros para cambiar la sociedad ya estaba decayendo. Después del tumulto de los años cincuenta y principios de los sesenta, la mayor parte de los trabajadores negros que habían participado en el movimiento por los derechos civiles, solamente trataban de conseguir empleo y obtener algunos de los beneficios disponibles en la posguerra. Aunque muy visible, vocal y militante, el BPP, sin embargo, representaba un puñado relativamente pequeño de la población, principalmente jóvenes negros de los barrios urbanos. Puede que hayan sido chocantes y disruptivos para el status quo, pero no estaban en condiciones de cerrar la producción, ocupar fábricas u organizar manifestaciones masivas, los métodos clásicos de lucha de las masas de la clase trabajadora. A todo esto se agregaba la ideología ecléctica e inconsistente del partido. Sin un ADN político claro y saludable, incluso las organizaciones o individuos más abnegados y bien intencionados no pueden esperar a convertirse en una fuerza capaz de enfrentar el poder de la clase capitalista y su Estado.
Dentro de ciertas limitaciones, se podrían hacer comparaciones con el Ejército Republicano Irlandés, la Organización de Liberación de Palestina, el grupo nacionalista vasco ETA y otras organizaciones y movimientos de ese tipo. En resumen, a pesar de sus éxitos iniciales, el Partido de las Panteras Negras era demasiado pequeño, demasiado disperso a nivel ideológico y organizativo, y, sobre todo, demasiado desconectado de la clase trabajadora en general. Representaba la ira desenfocada de aquellos que podían ver la oportunidad histórica de lograr un cambio fundamental escapárseles de las manos, inseguros de cómo avanzar.
Hemos visto esto muchas veces en la historia de la clase trabajadora. Después de grandes agotamientos, derrotas o descarrilamiento de un movimiento hacia el reformismo, hay una retirada de la clase, que se puede expresar en todo tipo de nihilismo, pesimismo, superstición y falta de confianza en la clase trabajadora y las perspectivas para revolución.
Por lo tanto, fue, en efecto, una acción de retaguardia, los esfuerzos heroicos de un pequeño grupo de personas que se esforzaron por mantener el movimiento artificialmente, contra viento y marea, eventualmente dividiéndose por un lado, en un aventurismo guerrillero urbano ultraizquierdista, y por el otro, en colaboracionismo de clase reformista. Al final, la situación se les fue de las manos a los dirigentes, y el partido fue aislado exitosamente, susceptible a las maquinaciones, la represión y los esfuerzos del Estado para cooptar a sus miembros.
Los marxistas tienen una visión a largo plazo de la historia y entienden que la lucha de clases invariablemente pasa por períodos de auge y recesión. Si es de crucial importancia contar con una dirección confiada y previsora en tiempos de avance de la lucha de clases, tal vez sea aún más importante cuando el movimiento está siendo halado para atrás. La tarea de los revolucionarios durante los períodos de retirada es entrenar y formar a los miembros, preservar y hacer crecer nuestras fuerzas con esmero, no tratar de forzar los eventos.
Cuando la roca de la historia está al borde del precipicio, incluso una pequeña fuerza que empuja en la dirección correcta puede hacerla volcar. Pero una pequeña organización no puede contener la roca una vez que esta esté rodando en la dirección opuesta y ganando impulso. Se dice que los generales que solo saben dar órdenes para marcha hacia adelante y atacar no son de mucha utilidad. Los buenos generales también deben saber retirarse en el momento oportuno, para que una retirada temporal no se transforme en una derrota devastadora. Desafortunadamente, dada su falta de fundamento en las ideas genuinas del marxismo, los dirigentes del BPP no estaban equipados para hacer esto.
La desindustrialización a gran escala en el país solo se estableció realmente a nivel nacional durante y después de la crisis económica de mediados de los años setenta. Pero ya a mediados y finales de la década de 1960, muchos municipios habían comenzado el proceso, y los trabajadores negros generalmente estaban entre los primeros en ser despedidos. Después de 1964, el movimiento obrero entró en un período prolongado de declive, que se aceleró aún más a principios de la década de 1980. Pero si bien el movimiento de masas por los derechos civiles se había reducido gradualmente después de haber ganado algunas de sus demandas básicas, todavía quedaban algunas luchas importantes de la lucha de clases hacia las cuales el BPP podría haberse orientado de manera más concertada.
A continuación se presentan sólo algunos ejemplos de luchas obreras importantes de este período (tal como fue compilado por Wikipedia):
- Huelga de enfermeras de San Francisco en 1966, administrada por la Asociación de Enfermeras de California
- Huelga de maquinistas ferroviarios de 1967
- Huelga de los trabajadores del saneamiento de Memphis de 1968
- 1968 huelga espontánea de la Chrysler
- 1969 Charleston, Carolina del Sur, huelga de trabajadores hospitalarios
- 1970 Huelga del Servicio Postal de los EE.UU., la primera huelga nacional de empleados públicos en los EE.UU.
- 1970 huelga de la General Motors
- 1971 Huelga de Longshore
- 1972 Lordstown Ohio, huelga de trabajadores automovilísticos
- Huelga de docentes de Filadelfia de 1972
- 1974 Huelga de conductores de los buses de Washington
- 1974 huelga de docentes de Baltimore, huelga de trabajadores municipales y huelga policial
Con una dirección de lucha de clases, estas batallas obreras, mayoritariamente defensivas, podrían haber sido unidas, generalizadas y transformadas en una lucha ofensiva, industrial y política por un partido obrero de masas y por el socialismo. También durante este período, junto con los levantamientos urbanos en ciudades como Detroit, grupos como la Liga de Trabajadores Negros Revolucionarios se formaron en la industria automotriz. Si este tipo de iniciativa se hubiera extendido al resto de la economía y se hubiese vinculado con toda la clase obrera, el desarrollo posterior del movimiento obrero podría haber sido muy diferente. O por lo menos, se podría haber construido y establecido una organización fuerte de cuadros para las batallas del futuro.
El esfuerzo del BPP para unir los diversos movimientos que se desarrollaron en ese período muestra un instinto sano y correcto, pero la prioridad número uno de los revolucionarios siempre debe ser conectarse con la clase trabajadora y sus sindicatos, incluso cuando estos estén dominados por anticomunistas, racistas y colaboracionistas de clase de derecha. Nuestro deber es alejar a los trabajadores de la influencia de tales dirigentes. Esta no es una tarea fácil en ninguna circunstancia, y es aún más difícil durante una fase descendente del movimiento más amplio, pero no se puede tomar atajos.
Debemos explicar pacientemente que la clase obrera no puede en ningún caso confiar o depender de los partidos políticos de los patrones. Para luchar de manera efectiva contra los jefes y sus partidos, requerimos nuestras propias organizaciones independientes de clase, bajo el control directo y democrático de sus miembros.
Legado y lecciones
Sin dudas, la experiencia del Partido de las Panteras Negras nos ofrece muchos ejemplos de heroísmo y sacrificio personal. Pero si somos objetivos en nuestro análisis, igualmente debemos reconocer que también hay muchos ejemplos de “qué no hacer” al construir un partido revolucionario. Sin estructuras internas democráticas claras, los dirigentes tenían una voz desproporcionada en la dirección y política de la organización. Incluso se podría señalar un tipo de culto a la personalidad en torno a algunos de sus dirigentes, Huey Newton en particular. Los caprichos volátiles, las limitaciones e incluso los aspectos reaccionarios de sus personalidades se transformaron en política oficial o no oficial del partido, y debilitaron la confianza de los miembros y de aquellos que de otro modo podrían haberse convertido en partidarios.
Esto lleva a una pregunta importante: ¿cómo debe organizarse un partido revolucionario? ¿Cómo se puede asegurar la cohesión política y la democracia interna? ¿Debería ser una jerarquía de arriba hacia abajo, basada en política de camarillas, y flójamente federada a nivel nacional? ¿O es más efectivo el modelo de centralismo democrático de los bolcheviques, con una disciplina basada en la convicción política, plena libertad de discusión para presentar todos los puntos de vista antes de que se tome una decisión por simple mayoría de votos, seguida de la unidad en acción, combinada con un estructura nacional centralizada y unificada? ¿Se deberían elegir dirigentes que deban rendir cuentas y revocables por los miembros, o deberían estos ser nombrados desde arriba? ¿Cómo deben resolverse los desacuerdos dentro del partido? ¿A través de sus estructuras democráticamente electas, discusiones, debates y votos? ¿O a través de camarillas, expulsiones e incluso el asesinato de rivales?
Sin congresos o conferencias regulares de delegados que debatan resoluciones, enmiendas y otras propuestas que afectarían la política y las perspectivas de la organización, el BPP se hallaba vulnerable a quedar mutilado y paralizado por camarillas venenosas y rivalidades interpersonales, agravadas por la infiltración policial. Como por ejemplo, se produjo un cambio político dramático cuando Stokely Carmichael fue nombrado “Primer Ministro” del partido, alejando a muchos miembros e inyectando desde la cabeza una ideología muy diferente en el partido. El resultado fue un híbrido disfuncional de conceptos incomprensibles para los miembros del partido.
También está la cuestión del trato hacia las mujeres en la organización. La evidencia anecdótica parecería indicar que hubo una enorme cantidad de misoginia dentro del partido, lo que no sólo fue permitido por los dirigentes, sino que ellos mismos fueron partícipes. Aparentemente, se requería la aprobación del partido para divorciarse, se aceptaba el engaño, lo que sólo podía aumentar las tensiones interpersonales, y en ciertas ocasiones, parejas fueron separadas a propósito. Claramente, no todos los hombres o dirigentes del partido se comportaron así, pero ¿cómo puede una organización revolucionaria posiblemente forjar la unidad de clase necesaria entre todos los trabajadores, de todas las razas, etnias y géneros, cuando este tipo de comportamiento no es firmemente lidiado, más allá de todas las bonitas palabras sobre el respeto hacia las “mujeres negras fuertes”, y demás?
Además, en lugar de ser financiado principalmente por los dólares y centavos de los trabajadores y jóvenes, con un aparato organizativo que refleje su apoyo real en la sociedad, el crecimiento explosivo de la membresía y las grandes donaciones de celebridades ricas distorsionaron todo el aparato, lo que condujo a una falta de sentido de proporción y prioridades. Cuando esas fuentes financieras se agotaron, recurrieron a la delincuencia para mantener artificialmente las cosas a flote.
Y si bien se hizo un esfuerzo para garantizar la educación política de los miembros, fue confuso e inconsistente. Desafortunadamente, a los miembros se les presentó una serie caótica de ideas contradictorias: desde el nacionalismo negro y el separatismo hasta el internacionalismo socialista; desde el estalinismo y el maoísmo hasta al menos algunos elementos del trotskismo. Como lo indican algunas declaraciones como las siguientes de Fred Hampton: “Tenemos que actuar más y escribir menos, porque las personas aprenden a través del ejemplo o la participación”, las ideas se redujeron a un segundo plano, en lugar de comprender la relación dialéctica entre las ideas y las acciones.
No es por accidente que los marxistas insisten en que los errores teóricos conducen inevitablemente a errores en la práctica. En lugar de formar a sus miembros en el análisis científico de lo que es el Estado capitalista y de cómo la clase trabajadora puede derrotarlo y remplazarlo por un Estado obrero democrático, el BPP lo enfrentó directamente e inevitablemente se estrelló contra las rocas.
Cuando los marxistas se refieren a la importancia de las “masas armadas”, son las “masas” las que son clave, no las “armas”. El primer paso es ganar pacientemente a las masas. En una situación revolucionaria que revuelva las profundidades de la sociedad, pueden adquirirse armas, y las personas que saben usarlas pueden ser ganadas políticamente al lado de la mayoría. Además, para los marxistas, el armamento del pueblo es sobre todo una medida defensiva, destinada precisamente a evitar la violencia. Se trata de “prepararse para lo peor”, con el objetivo de no tener que usarlas en absoluto. Los bolcheviques lucharon con uñas y dientes contra la táctica del terrorismo individual, incluyendo las emboscadas y asesinatos de policías individuales, que es contraproducente y solo fortalece al Estado en su conjunto y aísla a los revolucionarios de las masas.
Desafortunadamente, el BPP finalmente adoptó consignas vacías e inflamatorias como “¡el único cerdo bueno es un cerdo muerto!” lo que solo podía distanciar a la población en general, quienes, incluso si no son grandes admiradores de la policía, tienden en “tiempos normales” a verse a sí mismos como “respetuosos de la ley”, y se preocupan por cuestiones de delincuencia y criminalidad. Al mismo tiempo, pidieron por un “control de la policía por la comunidad”, una demanda utópica y confusa, equivalente a suplicar a un león que se quite los dientes y las garras.
El verdadero poder de la clase trabajadora, para incapacitar y luego eliminar por completo el viejo aparato estatal, proviene de su cantidad, unidad y capacidad para detener la producción. Sin transporte, comunicaciones, alimentos y otras necesidades básicas, el Estado no tiene poder para reprimir a las masas indefinidamente. Una huelga general política indefinida de decenas de millones de trabajadores es infinitamente más difícil de preparar que una emboscada de la policía por parte de una docena de personas, pero también es infinitamente más eficaz para cambiar realmente el funcionamiento fundamental de la sociedad.
En nuestro artículo sobre el programa del BPP analizamos muchos más aspectos de las fortalezas y debilidades del partido, por lo que no necesitamos repetir todo aquí. Baste decir que un análisis sobrio y marxista de cualquier experiencia histórica no se trata de aislar esta o aquella cita, o centrarse en este o aquel individuo. Nuestro propósito es elaborar un balance general, con el objetivo de comprender cómo la clase trabajadora puede realmente poner fin al capitalismo y construir el socialismo en el próximo período histórico.
La experiencia de los últimos 160 años muestra que la clase trabajadora no puede improvisar un partido revolucionario a último momento. Es un proceso arduo para seleccionar, desafiar y desarrollar los cuadros, el programa, los métodos y las tradiciones. La contradicción que enfrentamos, es que debemos construir ahora, en un momento en que la urgencia de tal organización no se siente tan intensamente como lo será en el futuro. Porque cuando esa urgencia se haga evidente, es posible que no tengamos tiempo suficiente para juntar todos los elementos necesarios. Es por eso que los marxistas deben hacer los sacrificios necesarios ahora, si queremos estar preparados para el futuro.
¡Luchemos por el Socialismo!
No existe ninguna solución dentro del marco del sistema capitalista y su lógica de ganancias. Los reclamos que se plantearon por primera vez hace décadas de pleno empleo e igualdad genuina, todavía no son una realidad. El surgimiento de #BlackLivesMatter, Occupy, Wisconsin, las nuevas campañas de sindicalización, la lucha por salario mínimo de $15, sin mencionar la ola revolucionaria que está arrasando el mundo, son una clara indicación de que hemos entrado en un período tumultuoso de resurgimiento de la lucha de clases. En Ferguson, Baltimore, McKinney y más allá, el impulso instintivo de la juventud por la unidad máxima está nuevamente en primer plano.
La crisis profunda y orgánica del sistema, que ya no puede cumplir su promesa del “sueño americano” para la mayoría, está preparando el escenario para explosiones colosales de la lucha de clases. Las distintas corrientes de lucha ya están convergiendo de una manera nunca antes vista en la historia del país o del planeta. Las últimas movilizaciones ya no se limitan a esta o aquella capa de la población que lucha más o menos independientemente para mejorar su posición en el marco del capitalismo. La sectorización del pasado ha sido destruida por las condiciones objetivas cambiadas, que empujan a las personas hacia la unidad colectiva. Millones de jóvenes, particularmente, no se van a quedar brazos cruzados mientras sus amigos, familiares, compañeros de trabajo, compañeros de clase y seres queridos son burlados, brutalizados, privados de sus derechos o maltratados de cualquier otra forma como si fueran seres humanos de segunda clase, ya sean mujeres, hombres, LGBT, negro, blanco, latino, árabe, sij o cualquier otra subdivisión secundaria o terciaria de la clase trabajadora. Y esto es solamente el comienzo.
Por lo tanto, estamos totalmente de acuerdo con que los explotados y oprimidos deben luchar “por cualquier medio necesario” para cambiar la sociedad. Pero la experiencia muestra que lo que se necesita son ideas marxistas claras, combinadas con los medios de las masas obreras socialistas. En la vanguardia de esta lucha estarán los trabajadores y jóvenes negros, codo a codo con sus hermanas y hermanos de la clase obrera de todos los orígenes raciales y étnicos.
El mayor tributo que podemos rendirle a Malcolm X, Martin Luther King Jr y Fred Hampton es enterrar al sistema que asesinó a estos mártires inspiradores de la clase trabajadora mundial. Para lograr esto, debemos tomar en serio la exhortación de Bobby Seale de 1968: “Luchamos contra el racismo con solidaridad. No luchamos contra el capitalismo explotador con el nacionalismo negro. Luchamos contra el capitalismo con el socialismo básico. Y no luchamos contra el imperialismo con más imperialismo. Luchamos contra el imperialismo con el internacionalismo proletario”.
O, como Malcolm X explicó: “Creo que a la larga habrá un choque entre los oprimidos y los que oprimen. Creo que habrá un enfrentamiento entre quienes desean libertad, justicia e igualdad para todos y quienes desean continuar con el sistema de explotación. Creo que habrá ese tipo de enfrentamiento, pero no creo que será en base al color de la piel”.
Debido a la debilidad histórica de la izquierda y el colaboracionismo de clase de los dirigentes obreros actuales, este será un proceso prolongado. Por lo tanto, tenemos algo de tiempo para aclarar las ideas y perspectivas, reunir los cuadros necesarios y establecer las estructuras organizacionales y aparatos necesarios, pero no todo el tiempo del mundo. ¡Te invitamos a unirte a la CMI y a la lucha por un mundo mejor!