Las elecciones regionales francesas y el futuro del Frente de Izquierda

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Las elecciones regionales del 6 y 13 de diciembre acentuaron las tendencias ya observadas en las pasadas elecciones municipales de marzo de 2014, las europeas de junio de 2014 y las departamentales de marzo de 2015. Ante la crisis económica, la elevada tasa de desempleo y las políticas de austeridad de un gobierno “socialista”, la frustración de millones de votantes se ha expresado principalmente de dos maneras: mediante la abstención y votando al Frente Nacional (FN).

Si consideramos los 3 millones de votantes potenciales “no inscritos” en el censo electoral y los 900.000 votos en blanco o nulos, la abstención real se sitúa en más del 50% anunciado durante la noche de la primera vuelta. De nuevo, es el dato más significativo de estas elecciones. La abstención es muy alta – más del 70% entre los jóvenes y trabajadores más pobres, dato que sirve para refutar la propaganda de los medios burgueses, según la cual “la juventud y los trabajadores votan al FN”.

El avance del FN es, sin embargo, una realidad. En la segunda vuelta de las elecciones regionales, consiguió 6,8 millones de votos, es decir, 400.000 votos más que en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2012. Es su mayor récord en número de votos. No obstante, la abstención fue del 20% en abril de 2012, frente al 41.5% el pasado 13 de diciembre. El FN podría esperar, por lo tanto, recoger aún más votos durante las elecciones presidenciales de 2017. Marine Le Pen podría pasar probablemente a la segunda vuelta de dichas elecciones.

Como ya sabemos, esta conclusión alimenta cálculos cínicos entre los líderes del Partido Socialista y de los Republicanos (derecha): frente a Marine Le Pen, la victoria de su rival en la segunda vuelta, ya sea el PS o los Republicanos, estaría prácticamente garantizada. Esta idea fue reforzada por el aumento de la participación (un 8.5% más) en la segunda vuelta de las regionales, dirigida esencialmente contra el FN, frente a la amenaza de que ganara en algunas regiones.

Sin embargo, el progreso electoral del FN tiene otras consecuencias, más profundas. Apoya la causa de aquéllos que desean una alianza de algún tipo entre el ala de derecha del PS (que dirige el partido) y la llamada ala moderada de los Republicanos (UDI, Jean-Pierre Raffarin, Nathalie Kosciusko-Morizet, etc.). Después de todo, están de acuerdo en lo esencial: la intensificación de las políticas de austeridad y la destrucción de las conquistas sociales del movimiento obrero. Esto es lo que exige la burguesía francesa. Pero para ello, la burguesía necesita a un gobierno con una mayoría fuerte en la Asamblea Nacional. Sin embargo, el PS y LR-UDI están tan desacreditados, que ninguno de ellos puede garantizar la capacidad de ganar una sólida mayoría por sí solos.

La necesidad de recurrir al Artículo 49-3 de la Constitución, para pasar la Ley Macron (por el nombre del ministro de Economía, Emmanuel Macron. Es la ley de reformas que Bruselas reclama al gobierno francés, y que fue aprobada gracias a dicho artículo de la Constitución francesa, que permite aprobar sin votar una ley, que fue rechazada por una parte de los diputados socialistas – llamados “rebeldes”. NdT), ya puso en evidencia este problema. Pero, ya que los diputados de derecha están de acuerdo con esta clase de ley reaccionaria, ¿para qué molestarse por algunos “rebeldes” del PS? Cuanto más vira la dirección del PS a la derecha, más crea el marco idóneo para una alianza “centrista” con un partido de derecha. Sin embargo, esto no puede hacerse sin causar una crisis seria en la derecha y en el PS. Ya empezamos a ver los primeros signos de tales problemas políticos.

La posibilidad de una futura coalición entre la derecha y la extrema derecha no puede ser ignorada. Pero, por el momento, tal fusión no es apoyada por los sectores decisivos de la clase dominante. La intervención de Pierre Gattaz contra el FN, en vísperas de la primera vuelta, así lo demostró, y también incluía un mensaje para la derecha. El problema de Gattaz no es sólo el programa demagógico de los líderes del FN, ya que lo abandonarían en el umbral del Parlamento para poner en práctica una política conforme a los intereses de la burguesía francesa. Lo que Gattaz y los capitalistas realmente temen son las movilizaciones de masas contra el FN. No han olvidado la situación explosiva que se creó cuando Jean-Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002. Y a pesar de los esfuerzos de Marine Le Pen y los medios burgueses por “normalizar” el FN, este partido sigue suscitando un rechazo visceral por parte de la mayor parte de la juventud y de la clase obrera.

La crisis en el Frente de Izquierda

Estas perspectivas generales alimentan las maniobras de la dirección del Partido Socialista, de la derecha, y del FN. Sin embargo, no se trata del único escenario posible, el que supone que la indignación y la frustración de la gente seguirán expresándose principalmente a través de la abstención y el voto al FN. ¿Es inevitable? En absoluto. La cristalización de un movimiento político contra la austeridad – como hemos visto en Grecia, España, y en el Reino Unido, cambiaría completamente la situación en Francia, incluso electoralmente. Agruparía los votos de los abstencionistas, por supuesto, pero también los de otros partidos, en particular, los del FN y del Partido Socialista. Muchos de los votos que van a parar hoy al FN mañana los recaudará el partido, de izquierda, que muestre determinación para luchar contra el sistema.

Este proceso ya habría comenzado si el Frente de Izquierda no hubiera sido saboteado por sus propios dirigentes tras su éxito en 2012. No había ninguna razón objetiva para que el partido pasara de los 4 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2012 a 1,4 millones de votos (según la estimación más liberal) en las elecciones regionales de 2015. Al contrario, la crisis del capitalismo y los fracasos del gobierno “socialista” deberían haber producido un clima propicio al desarrollo de una oposición de izquierda. El problema, por tanto, se debe, única y exclusivamente, a los errores de la dirección del Frente de Izquierda.

Un análisis honesto y serio de estos errores es de crucial importancia. Sin embargo, la dirección del Partido Comunista francés (PCF) rechaza emprender tal análisis. Pongamos el ejemplo de Olivier Dartigolles, portavoz del PCF. En una entrevista reciente para la revista Marianne, declaró lo siguiente: “El Frente de Izquierda es un fracaso”. ¿Por qué? Porque “nos salimos del camino que nos habíamos propuesto al no conseguir nuestros objetivos como el de hacer una política diferente. Nuestras divisiones políticas, nuestra dispersión a un lado y a otro también ha jugado su papel. Y, el último episodio de las [elecciones] regionales, con coaliciones de izquierda tan diversas como número de regiones, nos ha hecho perder claramente en términos de visibilidad y credibilidad”.

Todo esto es correcto, pero demasiado general – y desarrolla la pregunta en lugar de responderla. ¿Por qué está dividido el Frente de Izquierda? ¿En qué aspectos y en qué divergen? Sobre estas preguntas Dartigolles no dice nada. Por lo que el periodista de Marianne insiste: “¿La alianzas de uno de los partidos del Frente de Izquierda, concretamente el PCF, con el Partido Socialista han contribuido a dicha carencia de visibilidad?”. Es una pregunta muy buena, cuya respuesta es evidente: la alianza del PCF y del Partido Socialista ha sido una catástrofe, a la que se ha sumado el error de la coalición entre el PG (Partido de Izquierda) y los Verdes, en particular, cuando estaban en el gobierno. Pero esta no es la opinión de Dartigolles. Deja de lado la pregunta, diciendo: “Creo que si el debate político se reduce a la simple cuestión de las alianzas electorales, sería un debate enormemente limitado, que no sería capaz de impulsar las grandes propuestas que podemos llevar a cabo. Ya que es de tales propuestas de las que surgen las alianzas y no al revés”.

¿Cuáles son los “grandes propuestas” de las que ha surgido la alianza entre el Partido Comunista Francés y el Partido Socialista en la primera vuelta de las elecciones municipales de marzo de 2014, o en la segunda vuelta de las elecciones regionales? Dartigolles no podría citar ni una sola. Sortea el problema respondiendo sobre el futuro a una pregunta acerca del pasado. Lo que esta lamentable jerga intenta esconder lo conocen bien los militantes del Frente de Izquierda: la dirección actual del PCF ha demostrado ser incapaz de romper con el PS. Un día protestaba (débilmente) contra la política reaccionaria del gobierno socialista; al siguiente día formaba una alianza con el PS, a pesar del creciente rechazo de las masas al gobierno. La única justificación real de esas alianzas suicidas es asegurar el mantenimiento de un determinado número de representantes del PCF en los distritos territoriales. Al final, el PCF pierde muchos escaños, ya que el Partido Socialista se basta a sí mismo para engendrar debacles electorales. Sin embargo, la dirección del PCF se contenta con “salvar” al menos las capas altas de su aparato de representantes. Flotando en un iceberg que se hunde, navegan a ojo, incapaces de concebir una alternativa a esta estrategia. Mientras sigan así, las “grandes propuestas” y las recurrentes apelaciones a “empezar de nuevo” no son más que “viento”, por citar a Dartigolles.

La dirección del Partido Comunista Francés depende a tal punto del Partido Socialista que no puede imaginar otra salvación, que no sea la de un “giro a la izquierda” del gobierno de Hollande –el cual gira cada vez más a la derecha bajo la presión de la clase dominante. Por ejemplo, Dartigolles cree haber encontrado un rayo de esperanza en una declaración del Primer Secretario del Partido Socialista, Jean-Christophe Cambadélis, a propósito del vínculo entre el desempleo y los votos al FN: “Hay que comprender este voto al FN. Jean-Christophe Cambadélis, tras la noche de los resultados, ha comenzado a abordar esta cuestión fundamental, dando la impresión de que se ha incorporado al campo de los rebeldes del PS. ¿Va a cambiar por fin el gobierno sus políticas, que no han logrado ganar la batalla más importante, la de la lucha contra la precariedad y el desempleo? Es esencial poner esta cuestión sobre la mesa”. Desde 2012, los dirigentes del PCF no han hecho más que eso, poner “sobre la mesa” la necesidad de que el gobierno lleve a cabo unas políticas de izquierda. Pero desde 2012, el gobierno lleva a cabo una política cada vez más pro-capitalistas y a favor de la patronal, es decir, una política de derechas. Hoy, el gobierno pone “sobre la mesa”… a Jean-Pierre Raffarin. Si se toman en serio las declaraciones platónicas de Cambadélis, Olivier Dartigolles “da la impresión” – claramente – de que se está burlando de los lectores de Marianne. Pero, una vez más, el Partido Comunista Francés no concibe otra alternativa a esta estrategia, que en el fondo pretende mantener la puerta abierta a futuras alianzas con el Partido Socialista.

La crisis del capitalismo acelera todos los procesos. En la medida en que los dirigentes del Partido Comunista Francés se aferren al Partido Socialista, la deriva derechista de éste empujará al PCF a cometer errores cada vez más grandes. Estos errores no se limitan solamente a las alianzas. Por ejemplo, los diputados del PCF votaron a favor de prolongar y fortalecer el “estado de emergencia” y, más tarde, se abstuvieron en la votación sobre la cuestión de bombardear Siria (que provocó víctimas entre la población civil y no solucionó nada). Después de esto, los dirigentes del PCF hicieron un llamamiento para votar a la derecha, frente al FN – en la segunda vuelta de las elecciones regionales, haciéndole el juego al FN. Resultado: tres graves errores en tres semanas. Todo esto aleja aún más a los elementos más conscientes de los trabajadores y los jóvenes, quienes deberían ser la base natural del partido.

El Partido de Izquierda

En todas las cuestiones fundamentales que se han planteado desde 2012, el Partido de Izquierda ha aparecido como el ala izquierda del Frente de Izquierda –y el PCF, como su ala de derecha. A diferencia del PCF, el Partido de Izquierda no está vinculado al Partido Socialista por décadas de alianzas electorales. Desde 2012, Jean Luc Mélenchon ha denunciado sistemáticamente (más firmemente que la dirección del PCF) la sumisión de los dirigentes “socialistas” a las demandas de la patronal (MEDEF, en sus siglas en francés). En consecuencia, Mélenchon se ha mantenido como el líder más popular (de lejos) del Frente de Izquierda y el más apreciado, al menos a los ojos de las capas más radicalizadas de la población.

Dicho todo esto, Mélenchon y los dirigentes del Partido de Izquierda tienen su parte de responsabilidad en la crisis de la izquierda. Desde 2012, no han cesado de presentar a los Verdes (EELV) en el centro de su estrategia de “crecimiento” de la izquierda, como si el crecimiento pudiera resultar de la suma de los votos del Frente de Izquierda y de los Verdes. Las divergencias existentes con los Verdes se minimizaron de una forma oportunista. Sin embargo, hasta marzo de 2014, los Verdes participaron en el gobierno y respaldaron la política reaccionaria del Partido Socialista. En este contexto, las interminables maniobras del Partido de Izquierda para atraer a los líderes de los Verdes –o a su supuesta ala de “izquierda” –no podía crear otra cosa mas que confusión, ofrecer la imagen de nuevas combinaciones sin principios y permitir a los dirigentes de los Verdes hacer lo que más les gusta: comer de todos los platos. Esto lo venimos analizando desde junio de 2014.

Después de las elecciones regionales, Mélenchon dijo haber tomado nota del fracaso de esta estrategia. Por ejemplo, en su blog del 19 de diciembre escribía: “Los Verdes han iniciado un inverosímil nuevo cambio de rumbo bajo la dirección de Cécile Duflot. Ésta propone trabajar con el gobierno a cambio de puestos de trabajo para los jóvenes, y otras dos o tres concesiones similares”. El hecho es que la salida de elementos tales como Vincent Placé, Barbara Pompili, etc., no cambia en nada el electoralismo y el oportunismo de los Verdes. Para ganarse a lo mejor del electorado y de los militantes del Partido Verde, no hacen falta maniobras con los dirigentes, es necesario acercarse a las bases con un discurso claro y reivindicativo, haciendo hincapié en la responsabilidad absoluta del capitalismo en los problemas medioambientales, y desenmascarar a los líderes de los Verdes como partidarios de un imposible “capitalismo verde”.

No sólo es el caso del medio ambiente, sino también de todas las cuestiones que afectan al conjunto de la población. Sobre la cuestión del empleo, las condiciones de trabajo, la vivienda y los servicios públicos, el Frente de Izquierda debe aparecer como el más firme adversario de las políticas de austeridad y de toda la “casta” –los grandes empresarios, la derecha política y de “izquierda”, los medios de comunicación. Debe defender, enérgica e incesantemente, los intereses de los trabajadores, de los desempleados y de los pobres, contra los ataques de los partidarios y beneficiarios del sistema capitalista. Se nos dice que este tipo de discurso está “superado”, pero es falso: tiene un gran eco entre las víctimas del capitalismo. Por ejemplo, cuando Jean-Luc Mélenchon defendió vigorosamente a los trabajadores de Air France después de la manifestación del 5 de octubre, recibió un eco favorable entre un gran número de trabajadores. Por el contrario, cuando Mélenchon se pierde en tortuosas consideraciones sobre los supuestos “destinos” de Francia y Alemania, esos mismos trabajadores se vuelven escépticos. Mélenchon destaca el hecho de que su libro sobre Alemania ha tenido buenas ventas, pero esto no quiere decir nada: un montón de malos libros se venden muy bien.

El Frente de Izquierda sólo se hará entender realmente y crecerá cuando tome una posición firme a favor de la lucha de los trabajadores contra sus adversarios –y que la llamen por su verdadero nombre: la lucha de clases. En España, la remontada de Podemos en la intención de votos dada por las encuestas, antes de las elecciones del 20 de diciembre, se debió en gran parte a una vuelta del discurso de Pablo Iglesias y de sus compañeros centrado en la lucha de clases y en las grandes tradiciones revolucionarias de los trabajadores españoles. El Frente de Izquierda tiene que sacar sus propias conclusiones.

Perspectivas

Después de las elecciones regionales, algunos han anunciado la muerte del Frente de Izquierda, incluso algunos de sus fundadores. Pero como indicaba Mélenchon en su blog del 19 de diciembre, “no es razonable saltar por la borda si no tenemos una alternativa”. A través de Olivier Dartigolles, entre otros, la dirección del PCF propone “comenzar de nuevo” y “trabajar con todas los sectores de la sociedad, las asociaciones, los sindicatos, personalidades de la sociedad civil, los intelectuales”. En realidad, esto no es nada “nuevo”. El Frente de Izquierda ya hacía esto, incluyendo, lamentablemente, a los dirigentes del Partido Socialista y los Verdes en esta lista de “sectores de la sociedad” con los que “trabajar”.

La cuestión de “la unidad”, en la que insiste tanto la dirección del PCF, no tiene que plantearse de manera abstracta. Sobre esto, la experiencia en Grecia y España demuestra una cosa: la cristalización de una oposición de izquierda de masas requiere: 1) una oposición clara y valiente a la política de austeridad. 2) Una ruptura clara con todas las fuerzas que defienden o ponen en práctica la austeridad. Sólo sobre esta base puede darse la “unidad” –y, sobre todo, desarrollarse un movimiento de masas. Con la configuración actual del Frente de Izquierda, se necesitaría que la dirección del PCF rompiera con el Partido Socialista. Es una de las dificultades más grandes que encara el Frente de Izquierda. Si no se consigue, no sólo el Frente de Izquierda está condenado, en su forma actual, sino el propio PCF.

El Frente de Izquierda se enfrenta a una paradoja: es más débil que nunca, pero su potencial nunca ha sido mayor. Tres años y medio de gobierno de Hollande han destruido las ilusiones que millones de trabajadores tenían en la dirección del Partido Socialista. La juventud está pidiendo a gritos el surgimiento de un movimiento firme al que dar su apoyo contra este sistema corrupto que los priva de un futuro. No hay, por tanto, razón para ser pesimistas. La indignación y la frustración de las masas terminarán expresándose en la izquierda del espectro político. La campaña de las próximas elecciones presidenciales puede proporcionar tal oportunidad. Por el momento, los activistas del Frente de Izquierda deben hacer un balance serio de los últimos tres años, comprender lo que pasó en Grecia, España y Reino Unido –y continuar sobre bases más sólidas la lucha contra el capitalismo en crisis y todos sus apologistas de derecha y de “izquierda”.