Tras más de dos años de discusiones, los países de la Unión Europea han acordado una legislación con normas comunes para el "retorno" de inmigrantes "ilegales". El texto de la Directiva de Retorno, bautizada por los movimientos pro derechos humanos y asociaciones de inmigrantes como la "Directiva de la vergüenza" fue pactado por unanimidad, y luego aprobado por el Parlamento Europeo antes de su ratificación final por los ministros de Justicia e Interior los días 5 y 6 de junio. El fenómeno de la inmigración ocupa ya la portada de la realidad de hoy. La crisis económica mundial del capitalismo está sacando a la superficie todo lo acumulado durante décadas. Al endurecimiento de las leyes migratorias durante los últimos años le siguió la demagogia racista de los candidatos de derecha (Francia, Suiza, Italia…). A la explotación brutal de mano de obra barata le siguió la represión sistemática y la "caza de negros" (El Ejido, en Almería-España). Ahora le toca el turno a las leyes discriminatorias y la persecución étnica desde el Estado (gitanos y rumanos en Italia). Después de todo… ¿No estamos ya en la era de la "globalización"?
Tras más de dos años de discusiones, los países de la Unión Europea (UE) han acordado una legislación con normas comunes para el "retorno" de inmigrantes "ilegales". El texto de la Directiva de Retorno, bautizada por los movimientos pro derechos humanos y asociaciones de inmigrantes como la "Directiva de la vergüenza" fue pactado por unanimidad, antes de ser aprobado por el Parlamento Europeo y de su ratificación final por los ministros de Justicia e Interior los días 5 y 6 de junio. Las medidas en concreto serán:
· Retención de los inmigrantes en centros de internamiento hasta un periodo de 18 meses.
· Establecer un periodo para "retorno voluntario" de 7 a 30 días.
· Ante la falta de estos centros los "indocumentados" pueden ingresar en prisión.
· Prohibición de reingreso en la UE a las personas expulsadas en un plazo máximo de cinco años (aunque se puede extender si se considera a la persona "una amenaza para el orden público").
· La asistencia legal durante todo el proceso no será gratuita ni financiada por el Estado sino que se "puede" ayudar si el inmigrante lo necesita.
· Se abre la posibilidad de recluir y expulsar a menores.
Como vemos toda una violación a los derechos fundamentales de las personas. Ser inmigrante será delito. Ya podemos imaginarnos las consecuencias de esto. Los racistas y los nazis se deben estar frotando las manos con los acontecimientos en Italia. Razonan: "¡Si el Estado lo hace, nosotros también!".
Por supuesto desde el Parlamento Europeo dicen que estas medidas son para cuidarnos mejor. ¿Realmente es así?
¿Cuál es la situación actual de los inmigrantes?
La Comisión Europea estima en ocho millones los inmigrantes sin papeles que viven, trabajan, sufren y luchan por sus vidas en la UE. Al trauma de dejar tu tierra, tu familia, amigos, etc., se suman la explotación, persecución, condiciones miserables, y racismo.
Existen más de 280 Centros de Internamiento (los "Guantánamos" europeos) desperdigados por Europa. Se calculan entre 20.000 y 25.000 los inmigrantes detenidos durante largos períodos de tiempo esperando su "retorno". El País decía el 18 de mayo: "Los investigadores han encontrado detenidos durante más de tres años en Chipre y Estonia". Y más adelante señala: "Las situaciones de encierro prolongadas eran difícilmente soportables y constituían situaciones patógenas acentuadas por las condiciones de los lugares, impropios para largas estancias, la incomprensión de los procedimientos y la incertidumbre sobre la duración del encierro. Las condiciones de higiene son muy variables. Desde globalmente correctas… hasta inaceptables; es decir, inhumanas y degradantes en ciertos países visitados, por ejemplo, Chipre, Malta, España, Italia y Grecia".
Agreguemos que además existen muchos otros "centros de acogida" que en realidad funcionan como prisiones clandestinas, algunas veces en las propias comisarías. Allí la arbitrariedad está a la orden del día: torturas, violaciones, premios y castigos, aislamiento, celdas sin luz, poca comida, condiciones insalubres, etc. A raíz de esto se produjeron huelgas de hambre como la reciente en el Centro de Internamiento para Extranjeros en el barrio madrileño de Aluche.
La inmensa mayoría de los que venimos a buscar una vida mejor por tierras europeas somos trabajadores. En el Estado español, casi cuatro millones de personas. Unos dos millones en situación "ilegal". Muchos no tienen derecho a votar. Nos podemos matar en una obra, pagar los impuestos, cumplir nuestras obligaciones… ¡pero no nos dejan participar en la vida política del país! ¿Qué clase de democracia es ésta?
Cuando llegas a otro país sin papeles te encuentras en la situación de trabajar en lo que puedas o morirte de hambre. El patrón en cualquier empresa nos dice "esto es lo que ofrezco, tómalo o déjalo". Trabajamos sin ningún derecho. Pero pronto el obrero nativo y el extranjero trabajan en las mismas condiciones porque el patrón ya no distingue quién es inmigrante y quién no. Para él somos todos "sus" obreros y nos exprime para aumentar "sus" beneficios. Cuando siente el peligro de la unión entre obreros coge al trabajador español y le dice al oído "son demasiados y nos traen problemas". ¡Así fomentan el racismo en nuestras filas!
La burguesía mundial tiene inmensos recursos en su poder: las empresas, los bancos, las leyes, las fuerzas de seguridad y los grandes medios de comunicación. Utilizó todo este aparato preparando durante años una maraña de leyes represivas y sembró la semilla del odio contra "los que vienen de fuera" entre sectores de la sociedad. Explota mano de obra barata o esclava (África, Asia), hace guerras de conquista (Iraq, Afganistán), organiza golpes de Estado (América Latina). Estos "ilustres ciudadanos del mundo" nos acusan a los trabajadores inmigrantes de… ¡perturbar la seguridad de los países civilizados!
La derecha nos culpa de todo: quitamos el trabajo a los europeos, empeoramos los servicios, los hospitales colapsan porque somos muchos, creamos inseguridad, traemos enfermedades, venimos a robar, queremos imponer nuestras costumbres, somos mafiosos, violentos, analfabetos, intolerantes, etc. Por supuesto que el Partido Popular Europeo fue el que impulsó la Directiva. Aquí no hay dudas: la derecha es el brazo político de la burguesía, son lo mismo y actúan con convicción defendiendo sus intereses de clase.
La socialdemocracia no tiene alternativa
Pero lo realmente preocupante para los inmigrantes (y para los nativos también) es que las direcciones de la izquierda se hacen eco de todas estas mentiras, incluso peor aún ya que intentan competir con el mismo discurso reaccionario.
En el Estado español el nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, no ha tardado en anunciar una reforma de la actual Ley de Extranjería con el objetivo de incorporar algunos de los aspectos de la represiva normativa europea. Por ejemplo, Corbacho se ha mostrado partidario de ampliar el periodo de retención (de 40 a 60 días).
Además, ha planteado que hay que "gobernar el fenómeno de la inmigración reforzando su vinculación con las necesidades del mercado laboral y garantizando que no suponga pérdida en la calidad de los servicios públicos". Un discurso, en esencia, cuyo mensaje es similar al de la derecha: El inmigrante tiene la culpa de todos nuestros males (paro, masificación de los servicios públicos…)
Otra de las medidas estrella del gobierno del PSOE en esta materia es el plan de "retorno voluntario" para los inmigrantes que pierdan el empleo (dándoles de una vez todas las prestaciones generadas a lo largo de su vida laboral). En realidad, fomentar su expulsión por las "buenas", para tratar de no mancharse las manos con métodos más expeditivos (como los que están preparando).
Porque los inmigrantes no deslocalizamos empresas como los empresarios "nativos" destruyendo miles de puestos de trabajo, no privatizamos los servicios públicos convirtiendo derechos fundamentales en negocios, no explotamos a los trabajadores de aquí porque sufrimos con ellos en el mismo puesto de trabajo, no luchamos por congelar los salarios, no especulamos con la vivienda y los alimentos.
La socialdemocracia ha prometido durante décadas que bajo el capitalismo las libertades se ampliarían, el bienestar se generalizaría, que el progreso y el pleno empleo lo tendríamos a la vuelta de la esquina. Era la bandera del reformismo. Está ocurriendo todo lo contrario. En vez de prepararnos para una lucha inevitable intentaron "gestionar" la sociedad capitalista. Asumieron que los inmigrantes somos ciudadanos de segunda y tercera clase, que no merecemos plenos derechos y nos excluyen de las organizaciones donde están los trabajadores nativos. ¡Éste es el peor daño que los dirigentes políticos y sindicales han hecho a nuestra clase!
Organizar a los trabajadores nativos y extranjeros es parte fundamental de la lucha contra la barbarie y el racismo. Hay que recuperar los derechos que nos quitaron y movilizarnos contra las leyes reaccionarias, pero eso no basta. Debemos organizarnos políticamente para levantar una alternativa revolucionaria.
¡Proletarios del mundo, uníos!