Estamos en contra del voto calificado que castiga con una representación minoritaria al claustro mayoritario: el estudiantil.
También el voto calificado afecta a miles de docentes que no pueden elegir a sus representantes, de la misma manera sucede con los no docentes. Docentes y no docentes experimentan en su situación laboral la desjerarquización de sus tareas siendo con sus salarios de hambre los que sostienen a la educación.
Debemos tomar nota que los hijos de los trabajadores, como también los trabajadores precarizados de la universidad, están excluidos de participar en la “democracia formal” que gobiernan las altas casas de estudio. Por eso la experiencia de lucha de los estudiantes del país, la tradición de lucha de estudiantes y docentes bolivianos y del Perú, las últimas luchas del estudiantado chileno contra el limitacionismo y contra los mecanismos fraudulentos de elección, deben ser nuestra guía para pelear por la verdadera democracia en la universidad. Las grandes movilizaciones producidas en Latinoamérica, así como las Asambleas Universitarias de miles que sesionaron con mecanismos de democracia directa a mano alzada, donde la mayoría de estudiantes junto a docentes y no docentes se mostraron interesados en una universidad al servicio de los explotados y eligieron a sus representantes, es el espejo donde tenemos que mirarnos si pretendemos modificar la universidad expulsiva que hoy tenemos en nuestro país.
No aceptamos que el estudiantado solamente deba estudiar, limitarse a esto y no a gobernar. Rechazamos el argumento de que no están capacitados para elegir al Rector o al Decano, con la excusa de que no conocen el historial académico o currículum de tal o cual postulante.
Lo que importa a la mayoría universitaria: estudiantes junto a docentes y no docentes que quieren defender la universidad pública, es aquel postulante que defienda consecuentemente una Universidad Pública, Gratuita y Laica, Autónoma del Estado, de su gobierno y de sus partidos políticos. Una Universidad al servicio de los explotados: obreros y trabajadores. Una Universidad creadoras de ciencias y técnicas, de arte y de cultura.
Por ello, defendemos el derecho a la politización del estudiantado y la responsabilidad de asumir este derecho. El estudiantado tiene madurez política y de criterio para pronunciarse acerca de sus propios intereses. La masa estudiantil, junto a los sectores obreros, es la que mejor puede orientar la enseñanza superior hacia ese logro; no sólo de sus intereses particulares sino también hacia objetivos revolucionarios. Por otra parte, los estudiantes velando por sus propios intereses y de los explotados, constituyen un elemento activo en la preservación de la Autonomía de toda degeneración burocrática.
Como parte del balance, que seguramente debe ser enriquecido, queremos señalar en primer lugar que producto de la era alfonsinista, como la década infame menemista donde la LES se aplicó en toda su magnitud, nos encontramos hasta finales de los ’90 y comienzos del 2000 con un estudiantado con un elevado grado de desinterés, atomizado y despolitizado. Esto fue apuntalado por las conducciones de los Centros de Estudiantes, como las Federaciones controladas mayoritariamente por la Franja Morada, que vaciaron estas organizaciones de toda política ligada a las luchas populares, salariales, por mejores condiciones laborales, contra la represión policial, etc. y las reemplazaron por políticas funcionales al gobierno de la universidad, como también a la venta de apuntes, organización de partidos de fútbol, etc. La llegada de conducciones de izquierda en muchas facultades y federaciones, como la FUBA, aunque introdujo algunos cambios y un compromiso claro con una universidad democrática y con las luchas populares, tampoco escapó a algunas de aquellas prácticas.
Recogemos la experiencia de miles en el ’91, las movilizaciones en el ’95 en la lucha contra la aplicación de la LES, que se expresaron democráticamente en Asambleas Universitarias de masas como forma de gobierno, ante el ataque sistemático del menemismo.
La estructura reaccionaria de la Universidad (tanto en su gobierno como en cada aula donde la crítica –cuando existe- se limita a enjuiciar y condenar el presente) no abona a la participación y movilización de los estudiantes; justamente trata de fomentar la despolitización, la apatía y la desmoralización. Es verdad que existe un cierto ambiente de apatía entre el estudiantado en lo que hace a su participación en la elección y constitución del gobierno de la Universidad. Lo común es la participación minoritaria y esto representa una merma de la Autonomía. De ahí la necesidad del sector más conciente de los estudiantes de organizarse y agitar entre los estudiantes por una universidad nueva.
Es en este escenario donde entendemos la lucha por un gobierno estudiantil, docente y no docente, un gobierno tripartito, con mayoría de los sectores progresistas de la universidad comprometidos con un modelo universitario realmente democrático, publico, gratuito y científico. En este sentido, consideramos que el cogobierno deberá garantizar, al menos, un 50% a la representación estudiantil.
Este fue uno de los principios más importantes de la Reforma de 1918 que casi no registra antecedentes en la época moderna. 50 años después, en las jornadas parisinas de 1968, este principio revive con el pedido de inclusión de los estudiantes en el gobierno de las universidades. El principio de cogobierno en la universidad argentina fue impuesto en aquel momento por medio de una huelga indefinida por parte del claustro estudiantil: “La juventud ya no pide, exige, que se le reconozca el derecho de exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa. La Juventud Universitaria de Córdoba, por intermedio de su Federación, saluda a los compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia”. (Manifiesto Liminar)
El principio de autogobierno fue pensado, originalmente por los reformistas, como basado principalmente en los estudiantes, lo cual es claramente opuesto al espíritu actual del gobierno que reposa esencialmente en las camarillas profesorales. Los graduados ingresan al gobierno de la Universidad en 1955 y salen en 1966, volviendo a ingresar en 1973.
Nuestra propuesta de cogobierno se fundamenta en que la situación que atraviesan tanto el claustro docente como no docente, las relaciones prebendarias y la sumisión al salario, obstaculizan la mayoría de las veces las decisiones que verdaderamente abonan a la construcción de una universidad autónoma y democrática. En ese sentido, que los estudiantes no dependan económicamente de la Universidad también fecunda un criterio de independencia política. Por supuesto que no renunciamos a la lucha política hacia el claustro docente, por ello nos apoyamos en sus sectores progresistas para construir una universidad nueva, pero justamente reconociendo la realidad que hoy domina en la docencia universitaria.
Hay un sector de docentes dominante que acapara una parte importante de los recursos universitarios -becas y subsidios- y controla gran cantidad de concursos, especialmente de las materias más grandes y troncales de las carreras. Todo esto les da una posición estratégica para nombrar a sus protegidos y establecer relaciones de clientelismo que minan los objetivos de tener una investigación imparcial e independiente y de garantizar el pluralismo ideológico y científico. Estas camarillas docentes son el enemigo al que hay que derrotar. No tienen problema en venderse y pactar con quien sea a cambio de mantener sus privilegios y su posición dominante. Cuando se ven amenazados recurren a sus amigos de la prensa burguesa para lanzar campañas intimidatorias dignas de la dictadura militar contra los estudiantes que luchan. Nuestra política está dirigida al amplio sector de docentes que se mantiene afuera de estas redes corruptas.
En la realidad de hoy el claustro estudiantil representa en el gobierno de la universidad el claustro minoritario, llegando al absurdo que un docente equivale a miles de estudiantes. De esta manera y con tranzas o roscas de por medio entre los claustros docentes, no docentes y graduados, dan la espalda a los intereses no solamente del estudiantado sino de los trabajadores en general.
Por ello consideramos imprescindible elaborar un nuevo tipo de cogobierno universitario en la Universidad, las Facultades y Escuelas/Departamentos, donde los estudiantes tengan, al menos, el 50% de la representación, los docentes el 35%, los no docentes el 15%. Esta es una propuesta que proponemos para la discusión. Hay un debate respecto de si eliminar la división en claustros o no. Una posibilidad sería hacer listas comunes con docentes, estudiantes, no docentes y graduados respetando la representación que indicamos. La otra alternativa es mantener la división en claustros tal como está ahora. Con la primera opción se favorece la cohesión y el entendimiento común entre los diferentes sectores de la universidad, además de que generaría una gimnasia de discusión y conocimiento que permitiría comprender las problemáticas específicas de cada sector por parte de los demás.
La alternativa de mantener la división actual en claustros permitiría sostener las incumbencias y la unicidad de los intereses de cada claustro. El defecto que tiene es que continuaría la parcelación y fragmentación en la forma de discutir y pelear por el mejoramiento de la universidad. Este debate es necesario, pero creemos que el punto irrenunciable es la modificación indicada en la representación.
Obviamente que estaría planteado el voto igualitario docente/estudiantil/no docente, como la participación en los padrones de todos los docentes que estén en funciones. De la misma manera, para los estudiantes que estén en condición de activos o regulares. El interés de los estudiantes en la democratización de la Universidad y en el desarrollo de la ciencia, técnica y arte debe estar claramente plasmado en el gobierno.
Entendemos que el sector de los graduados está sobrerrepresentado respecto de su participación y posición real en la vida universitaria. Los mismos tienen como espacio de participación sus propios colegios profesionales y sus sindicatos. Entendemos que el gobierno de la Universidad y de las Facultades debe reposar sobre aquellos que son parte cotidiana de la vida universitaria.
Lo que perduró hasta el ’94 en algunas Escuelas de Facultades de diferentes Universidades del país (la elección de sus Directores a través del voto universal y no calificado, el voto directo), fueron avasalladas por la LES. Estas dos formas de elección, diferentes y antagónicas, no podían perdurar en el tiempo, una debía perecer.
Los diferentes gobiernos se dieron como tarea borrar del imaginario educativo, de la memoria colectiva la genuina autonomía de las Escuelas y Universidades del país. Es hora de restituirlas.
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