La Reforma constitucional en Santa Fe, una posición Comunista

En pocos días, la provincia de Santa Fe abre el calendario electoral. Esta vez es para llevar adelante una reforma constitucional. Los santafesinos debemos elegir 69 convencionales constituyentes. El domingo 13 de abril tendremos dos urnas para votar a los convencionales en una Boleta Única de Papel (BUP). Estarán las 12 opciones por el “distrito único”; de ahí salen 50 nombres.

Ese domingo también se definen las primarias municipales, o sea, los mismos candidatos para la constituyente que para los Concejos Deliberantes quedan definidos con esta elección.

Santa Fe no tiene elecciones provinciales de “medio término,” como ocurre a nivel nacional. Los diputados y senadores provinciales se eligen junto con el gobernador cada cuatro años.

Entre los 43 artículos que la Legislatura planteó como reformables aparecen eliminar las reelecciones indefinidas en intendencias y concejos, habilitar un segundo mandato para gobernador y vicegobernador, terminar con los fueros de la política, establecer la jubilación a los 75 años para los jueces de la Corte provincial, modificar el régimen de autonomía municipal, incluir el equilibrio fiscal como principio constitucional, separar la Iglesia del Estado y garantizar la paridad de género en la Legislatura.

¿Cuál es el centro de la reforma constitucional?

Para entender por qué el gobernador y la clase dominante se desesperan por lograr un triunfo contundente, tenemos que separar lo fundamental de lo accesorio  en este intento por reformar la carta magna santafesina.

En realidad, el centro de la reforma constitucional no es la reelección de Pullaro, como dicen todos los periodistas y los políticos del régimen. Detrás de toda la propaganda barata y los debates vacíos, sin ninguna pizca de honestidad, el verdadero objetivo de la reforma es buscar sellar en piedra el equilibrio fiscal, o en palabras sencillas, ajustar a las familias obreras hasta la última gota de sangre. Esa es la pura realidad. Esta reforma constitucional es reaccionaria hasta la médula.

Pullaro y Milei no tienen diferencias sustanciales. Son dos reaccionarios y demagogos que apuntan a destruir todas las conquistas de la clase obrera. Su única diferencia radica en las formas, pero el contenido es el mismo. Solamente los guía ajustar la mesa de las familias laburantes y, si no lo logran con métodos de consenso, utilizan la represión, como lo demostraron allanando y metiendo presos a docentes solamente por resistir el ajuste brutal que intentan aplicar.

La “correspondencia fiscal” y la “autonomía en la gestión de los recursos” son un sofisma jurídico para desentenderse de responsabilidades presupuestarias con los municipios, o sea, desfinanciar aún más la salud y la educación en los pueblos y ciudades de la provincia.

Los candidatos del régimen

En Santa Fe, los libertarios son prácticamente insignificantes; recién se están empezando a nuclear alrededor del fascista José Bonacci. Pero los hombres que rodean a Pullaro y compañía llevan años intentando aplicar el tan amado equilibrio fiscal. ¿Para qué necesitan a un libertario si el trabajo sucio lo pueden hacer ellos mismos? En realidad, el equilibrio fiscal no es más que un eufemismo para profundizar el ajuste contra la clase trabajadora, El frente oficialista Unidos para Cambiar Santa Fe presenta una lista de convencionales reaccionarios encabezada por Pullaro. En los primeros lugares lo acompañan dirigentes del PRO, el PS, la UCR y Creo (el partido del intendente de Rosario, Pablo Javkin).

Toda esta gente de Unidos son, sin excepción, burócratas, carreristas, funcionarios y arribistas. Estamos hablando de personajes indeseables que solo buscan defender los intereses de los capitalistas de la provincia: una manga de reaccionarios y payasos a sueldo de los verdaderos poderosos.

El peronismo, la pata izquierda del régimen santafesino, es defensor a ultranza del sistema capitalista. Ninguna de las tres opciones del peronismo sale del esquema establecido por empresarios, banqueros y terratenientes. Los marxistas tenemos la responsabilidad de ser honestos y claros: las ideas de conciliación de clases, que promueve el peronismo, lo han convertido en el mejor garante del sistema capitalista. La idea de conciliar intereses opuestos e irreconciliables entre los trabajadores y los burgueses, en el marco de la crisis capitalista, terminó definiéndolos como ajustadores de los trabajadores. Solamente con su colaboración es que Milei y Pullaro pueden gobernar.

Ciudad Futura, que durante algunos años se ganó la simpatía de muchos laburantes y estudiantes, al final terminó aliándose con sectores de lo peor del peronismo. En su afán por conquistar cargos públicos, se volvieron parte de lo mismo.

A Monteverde lo acompañan en los primeros lugares la exvicegobernadora Alejandra Rodenas, el ex funcionario nacional Diego Giuliano (del Frente Renovador), Traferri y otros. Esa no es la gente que debe rodearte si querés un cambio profundo, si buscás transformar la realidad de la clase obrera.

Además, está el Frente por la Soberanía, integrado por el Partido del Trabajo y el Pueblo, Libres del Sur, Pares y SI, entre otras fuerzas. Su lista la encabeza la exministra de Educación y actual diputada provincial Claudia Balagué, el concejal y exsecretario de Salud rosarino Leonardo Caruana y la exvicegobernadora Griselda Tessio.

Caruana es actual funcionario del equipo del intendente Pablo Javkin y estuvo previamente en las gestiones de Mónica Fein en el municipio. En su gran mayoría, esta gente fue parte de los fracasados gobiernos del Partido Socialista. Claudia Balagué, exministra de Educación en la gestión Lifschitz, votó con la derecha para convocar esta contrarreforma reaccionaria.

Dentro del Frente por la Soberanía hay muchos compañeros de base honestos y luchadores. Nuestra intención no es ir contra ellos. Desde estas páginas queremos que reflexionen, que saquen conclusiones y clarifiquen sus ideas. Desde dentro del sistema capitalista no se pueden lograr reformas duraderas y consistentes, menos aún en este período de crisis capitalista profunda a nivel mundial. No podemos aceptar las leyes del capitalismo y quejarnos de sus consecuencias. La falta de vivienda, los magros salarios, la desocupación y la pobreza no pueden resolverse dentro del sistema capitalista y sus podridas instituciones.

Los marxistas, la Constituyente y la izquierda 

Desde la Organización Comunista Militante llamamos a todos nuestros lectores y simpatizantes a que se unan y construyamos un verdadero partido comunista revolucionario. Esa es nuestra primera tarea si queremos transformar nuestra realidad. Al mismo tiempo que luchamos dentro de los sindicatos existentes contra la burocracia sindical mediante una oposición clasista y revolucionaria, hay que generar y fortalecer las asambleas barriales, las organizaciones de autoconvocados y todos los espacios que puedan burlar a las direcciones burocráticas de los partidos políticos, sindicatos y demás estructuras que sirven de obstáculo para que la clase obrera se exprese como clase para sí.

Nosotros nos ubicamos como parte del movimiento de la izquierda y expresamos una política comunista. Por esta razón, llamamos a votar por los camaradas del FIT-U y Política Obrera, que, con debilidades y fortalezas, están  luchando en las calles contra el ajuste capitalista, lo que los diferencia de los candidatos patronales.

Pero no podemos perder de vista que nuestro principal objetivo no es simplemente ganar algunos escaños, sino utilizar la campaña como medio para explicar, a través de los problemas concretos de los trabajadores, la necesidad más amplia de derrocar al capitalismo.  La izquierda no debe generar falsas esperanzas en la capacidad de la constituyente para solucionar los problemas de la clase trabajadora, sino evidenciar lo corruptos que son los parlamentos, el Estado capitalista y sus políticos profesionales. No se trata solo de denunciarlos, sino de mostrar cómo las acciones del parlamento, el Estado y sus políticos son una expresión del capitalismo y porque, por lo tanto, debemos construir un partido revolucionario.

La constituyente es un elemento de engaño político, pero los comunistas no podemos desaprovechar la oportunidad de esta campaña electoral para llegar a un número más amplio de trabajadores y trabajadoras con propaganda revolucionaria. Se trata entonces de plantear que no debemos tener ninguna confianza en la democracia burguesa y llevar adelante una campaña audaz y abiertamente revolucionaria. 

No se trata de ingresar al parlamento para respaldar esa institución “democrática”, ni de obtener numerosos diputados de izquierda para “conquistarlo”.

Los comunistas luchamos por la eliminación del parlamentarismo, ya que este es uno de los principales instrumentos de la maquinaria gubernamental tanto municipal, como provincial y nacional. Por esta razón, las instituciones gubernamentales, diseñadas a la medida de las necesidades políticas y económicas de los ricos, deben ser utilizadas solamente con el objetivo de su destrucción, y no de su fortalecimiento. No podemos caer en posiciones parlamentaristas, que implican tener ilusiones en esa cocina de ladrones que es el parlamento burgués.El antiparlamentarismo, entendido como el rechazo total a participar en elecciones o en la actividad parlamentaria, cuando el movimiento no está en condiciones de sustituirlo a través de su acción consciente y revolucionaria, refleja una postura ultraizquierdista. Por el contrario, considerar el trabajo parlamentario como un fin en sí mismo revela una tendencia reformista o centrista de adaptación a las instituciones burguesas. Tanto el ultraizquierdismo como el oportunismo son dos caras de la misma moneda y están alejados de un enfoque marxista y revolucionario.

La tendencia hacia la adaptación electoralista se manifiesta claramente en los dirigentes del FITU, quienes promueven la idea de que la solución a los problemas de la clase trabajadora reside en una Asamblea Constituyente, es decir, un parlamento burgués destinado a reformar la Constitución Nacional. Esta tendencia democratizante también se refleja en la dirigencia de Política Obrera, que históricamente ha levantado la consigna de la Asamblea Constituyente Libre y Soberana.

El ascenso de aventureros y oportunistas como Milei ocurre cuando la izquierda no ha logrado construir una alternativa de cambio radical. En lugar de utilizar la lucha electoral para movilizar a amplios sectores de la sociedad en torno a la necesidad de expropiar a los ricos y que los trabajadores asuman el control mediante el poder obrero, se deja de lado este objetivo en favor de obtener algunas bancas en el parlamento.

Esto va precisamente a contramano del estado de ánimo de amplias capas de trabajadores, especialmente entre los jóvenes, explotados, empobrecidos y despreciados por el “establishment”, quienes ya habían roto de manera significativa con los partidos mayoritarios. Fue justamente esto lo que Milei supo aprovechar a su favor al denunciar a los políticos y sus instituciones como responsables de la precariedad en la vida de la clase trabajadora. Este es justamente el papel nefasto que juega el cretinismo parlamentario. 

La izquierda debe encarar el tramo que queda hasta las elecciones constituyentes para expresar las tres palabras que para Lenin definían la sustancia y el resorte principal del programa electoral de los marxistas: ¡por la revolución!

Construir un genuino partido comunista revolucionario en Argentina.

La única solución: la revolución.

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