La “inseguridad” en Argentina, el terrorismo mediático y el capitalismo

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gatillo

gatilloMentira la verdad

Uno de los caballos de batalla que utiliza la derecha política/mediática/empresarial es el de la “inseguridad”, con esta palabra buscan crear la idea que nos encontramos en un permanente peligro y que podemos ser asesinados en cualquier momento y en cualquier lugar.

De esta manera, generan una psicosis colectiva que busca desquiciar a la población a través de la generación del miedo. Vemos aquí una clara operación de terrorismo mediático que se enmarca en la guerra de IV generación que los pulpos monopólicos llevan adelante contra los trabajadores, no solo en nuestro país, sino en la región.

El análisis de los números estadísticos acerca de la criminalidad destruye rápidamente y de manera sencilla todos los argumentos con los que desde hace años martillan de manera insana los medios de comunicación controlados por empresarios, banqueros y terratenientes.

Las estadísticas del Ministerio de Salud que fueron analizadas en un trabajo de la Asociación para Políticas Públicas, a cargo de Diego Fleitas Ortiz de Rosas nos muestran justamente lo contrario de lo que instala el discurso dominante.

Evolución de los homicidios de Acuerdo a datos del Ministerio de Salud y Ministerio de Justicia

Este grafico evidencia que los homicidios han disminuido en relación a la década del ‘90 e inicios del 2000. Justamente, todo lo contrario de la sensación que se impone desde los medios.

Durante los años en que el kirchnerismo ha sido gobierno las cifras han mejorado, por lo tanto, es falsa la situación que nos presentan de un país desgarrado de manera salvaje por la violencia y el crimen.

Claramente se ve por parte de la derecha una manipulación burda, pero efectiva, que penetra en el sentido común y explota los prejuicios de la pequeña burguesía y de sectores de la clase trabajadora.

A su vez, el informe destaca que los “niveles de homicidio en Argentina son similares a los países del Cono Sur, notablemente más bajos que el resto de Latinoamérica y el Caribe, cuyo promedio de tasa sería 23,5 cada 100.000 h”.

Por su parte, el informe sobre las estadísticas judiciales de homicidios dolosos de la Corte Suprema de Justicia publicada en noviembre de 2013 señala, en relación a las cifras porcentuales de homicidios, que: “resultan “bajas” en relación con las de la mayoría de los países latinoamericanos, y “similares” a las de naciones vecinas como Chile y Uruguay. Un dato importante es que la mayoría de los homicidios, el 39 por ciento en la Ciudad, el 41 por ciento en el conurbano y el 48 en La Plata, no se produjo por el móvil de robo sino en casos de “reyertas, venganzas, ajustes o enemistad”, es decir que se han dado en un contexto intrapersonal e incluso intrafamiliar.”

Estos informes arrojan por tierra la operación política de la criminología mediática. Dejando en claro que el terrorismo que generan persigue el objetivo de desgastar al gobierno y favorecer el recambio por un gobierno que defienda de manera directa y abierta los intereses de los sectores más rancios de los burguesía, la oligarquía y el imperialismo.

La campaña desquiciada con la que contaminan día a día a través de sus medios masivos de desinformación es brutal y contradice abiertamente la situación real.

El país no se encuentra atravesando un problema descontrolado de “inseguridad” sino que la situación ha mejorado de manera notable en los últimos años como lo explican los números.

Es también comportamiento de los medios estigmatizar y lanzar una cacería de brujas contra quienes ellos consideran el prototipo de delincuente. Generalmente personas jóvenes y de bajos recursos a quienes se acusa de todos los males de la sociedad.

La repetición constante y sistemática de un hecho delictivo a través de una red de más de 300 medios masivos genera la ilusión de que el hecho se ha producido una y otra vez. Es la campaña frenética de los medios masivos la que logra trocar en verdad la mentira.

El problema real

Los lacayos políticos de las corporaciones que se agrupan en el FAUNEN, UCR, PRO o el FRENTE RENOVADOR se suman a la campaña de mentiras acusando al gobierno del problema de la “inseguridad” insistiendo que este es un problema que se deriva de una mala política de Estado y que responde a causas estrictamente coyunturales y de gestión.

Así el problema de los índices delictivos se transforma en un problema que empezó ayer mismo y que tendría solución en las políticas conservadoras que impulsa la oposición. Como señalábamos en nuestra nota La inseguridad como expresión de un sistema en crisis: Montándose demagógicamente sobre esta problemática las variantes políticas de oposición fustigan al gobierno y ocultan que sus recetas no harían más que multiplicar por 100 la violencia debido al nivel de exclusión que sus políticas representan.”

Si miramos atentamente los números que arrojan el cuadro estadístico que compartimos más arriba veremos una confirmación de una de las afirmaciones de Carlos Marx acerca de que la acumulación de riquezas en un polo tiene como consecuencia directa la acumulación de miseria, ignorancia, degradación mental y brutalidad en el polo opuesto.

Esto se ve en que los años con mayor desigualdad generaron mayor cantidad de hechos delictivos y homicidios mientras que aquellos períodos en que la brecha de desigualdad se achicó, los números bajaron considerablemente.

Por lo tanto, lo que podemos observar es que es la propia desigualdad social la que genera y motoriza los problemas delictivos. Es la violencia de arriba la que genera violencia por abajo.

La división de la sociedad en clases sociales, que impone el capitalismo, donde unos tienen a costa de que otros no tengan, produce una situación de degradación que determina la violencia que padecemos los trabajadores y el pueblo pobre.

No es casual que el pico máximo de violencia y homicidios este dado en plena crisis social del 2001-2002. Como tampoco es casual que los índices de homicidios sean mayores durante el genocidio social que representó el neoliberalismo. O sea que en los períodos de crisis económicas crecen los homicidios, como muestran los números del Ministerio de Salud.

Esto explica que los números de índices delictivos sean mayores en América Latina que en países más desarrollados. Históricamente nuestra región se muestra como la zona más desigual del planeta, producto del desarrollo de burguesías y oligarquías profundamente parásitas que rápidamente se sometieron a la dominación del capital extranjero, negándose a la industrialización.

Es condición del propio sistema económico que estructura la sociedad, el capitalismo, producir sociedades desiguales donde unos pocos concentran los medios de producción (recursos naturales, redes de transporte y energía, fábricas, máquinas y herramientas) y el resto, que es la inmensa mayoría, sólo posee su fuerza de trabajo que debe vender a esos pocos, que la explotan y se enriquecen de manera astronómica al no retribuir totalmente la producido por los trabajadores.

Es el capitalismo una sociedad que se basa en la explotación y el robo, de una minoría a una mayoría. Es este el centro del problema de la desigualdad y la violencia.

Esto se ve comprobado en que no existe absolutamente ningún país del mundo que no tenga índices de delito y homicidios. Esto se da porque no existe país que no esté ligado al capitalismo mundial. En todo caso, será el índice de desigualdad de un país el que determina que los delitos se mantengan en niveles más altos o más bajos.

En el informe citado de la Corte Suprema se analizan los homicidios cometidos en 2010 en la Ciudad de Buenos Aires, y en las conclusiones según explico el juez Eugenio Zaffaroni, arrojan un índice de 5,81 casos por cada cien mil habitantes, comparándola con la tasa mayor que tiene Nueva York de 8,5. En la distribución de los homicidios, indicó que, la ciudad de Buenos Aires tiene dos zonas: las comunas 1, 4, 7 y 8 (zona sur), con 800 mil habitantes, concentra la mayoría de estos crímenes, y el resto, con 2,2 millones de habitantes, tiene un índice bajo, de 3,08, similar al de Canadá y el norte de Europa. “En zonas pobres hay más homicidios, pero los pobres se matan entre ellos”, remarcó.

Vemos entonces que dentro de los márgenes del capitalismo el problema del delito y los homicidios no puede ser solucionado. Sólo se puede aspirar a emparchar la situación para bajar los índices. Esto es algo que debemos reflexionar seriamente si realmente queremos abordar la problemática de la violencia urbana en búsqueda de una solución real.

Todas aquellas teorías que impulsan que el delito se combate con mayor presencia policial no hacen más que arrojar nafta al fuego ya que todos sabemos que son las mafias policiales las que se encuentran detrás de la mayoría de los delitos cometidos.

Es por eso que debemos dar el debate y señalar que si queremos avanzar en la resolución de este tema por parte del campo popular, debemos apuntar directamente al capitalismo como enemigo de la sociedad.

Juvenicidios: de juventud divino tesoro a juventud como blanco

Si bien los índices de criminalidad han disminuido como argumentamos más arriba, la existencia misma del sistema capitalista ejerce una violencia sistemática contra la juventud, tanto en el terreno que tiene que ver con lo delictivo como en lo relacionado a la violencia institucional como forma de mantener el control social.

Si observamos el gráfico de víctimas de homicidios según el grupo etario vemos que son aquellos que se encuentran entre 15 y 29 años los que mayormente sufren la violencia homicida.

Víctimas de Homicidios según grupo etario

En cuanto al “gatillo fácil” las estadísticas que presenta la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) arrojan que desde 1996 hasta la fecha unas 2.950 personas fueron asesinadas por las fuerzas represivas del Estado en todo el país. Una persona cada 24 horas.

Lo que hace aún más nefasto a este índice es que la mitad de las muertes corresponde a la franja de varones pobres de menos de 25 años, y el 30,50 por ciento, del total de asesinados tenían 21 años o menos.

En cuanto a los privados de libertad, según el informe sobre prisiones realizado por investigadores del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (Celiv) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) arroja que el 57% de los internos relevados tienen entre 18 y 30 años y se impone ante todo la condición humilde de la mayoría de los detenidos. El servicio penitenciario está conformado en su mayoría por jóvenes con bajo nivel socioeconómico y bajo nivel de instrucción, los cuales pasaron su infancia en hogares violentos, el 40% se fue de su casa antes de cumplir 15, son padres y tuvieron trabajos de baja calificación y tienen entre 18 y 30 años.

Un relevamiento que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación realizó en 2005 junto a UNICEF, acusa que 19.579 menores de 21 años están privados de su libertad, y de ese total, el 87,1% son por causas vinculadas a su condición de pobreza.

Desde el análisis de los datos se puede visualizar que estos jóvenes son una parte importante de los “excluidos” del sistema, hijos de la clase trabajadora desestructurada hace décadas y que desde la política actual, más allá de las buenas intenciones y de la gran cantidad de programas implementados para paliar las necesidades de millones de argentinos, no alcanza para modificar la pobreza estructural generada por el sistema capitalista que sigue profundizando las desigualdades sociales y económicas .

¡El capitalismo es inseguridad!

Es necesario para terminar con el flagelo del delito y la violencia profundizar políticas de transferencia de ingresos que permitan achicar la brecha de desigualdad en el país hasta hacerla desaparecer, para esto es necesario avanzar sobre los privilegios, ganancias y derechos de propiedad de los grandes empresarios y monopolios.

La inseguridad, y la violencia no se pueden resolver dentro del marco del capitalismo, la propiedad privada de los medios de producción y la economía de mercado ya que es justamente este sistema el que las genera.

Es tarea de la militancia poner en debate estas cuestiones, como manera de ofrecer una salida real y definitiva al problema de la violencia y el delito.

Tenemos que tener claro que para resolver problemas sociales complejos debemos atacar de raíz la causa que lo origina. Es por eso, que se nos presenta como una necesidad ineludible la formación de un polo anticapitalista que con fuerza lleve estas ideas como bandera en la búsqueda de fortalecer al campo popular y barrer con todas las lacras del sistema, barrer con el capitalismo.

  • Depuración de los elementos reaccionarios y fascistas del aparato del Estado: Jueces, Ejército y Policía. Control por parte de las organizaciones populares de las academias militares y de policía. Democratización de la Justicia.
  • Juicio popular, castigo y encarcelamiento para todos los miembros del aparato del Estado acusados por la organizaciones populares desde 1983 en casos de torturas, represión popular apremios ilegales y gatillo fácil.
  • Liberación, desprocesamiento y/o amnistía de todos los luchadores populares.
  • Por una Argentina socialista. Por la Federación Socialista de América Latina.