La encrucijada de la clase obrera y los trabajadores ante un gobierno que avanza en la destrucción de la salud, el empleo y la educación

Nuestras tareas

En el presente, parte de la burguesía se encuentra debatiendo la calidad de la gobernabilidad, ¿Qué significado tiene esto? La salida de Mondino a finales de octubre de cancillería ha puesto en alerta a sectores del propio espacio político del oficialismo, se habla de una purga del macrismo, o dicho de manera frontal se va contra los propios y los amigos.

La calidad de la gobernabilidad está vinculada a la capacidad de lograr la adhesión del mayor número de sectores políticos para sostener el régimen de dominación sobre los y las trabajadoras. En el presente la vapuleada democracia o la “insatisfacción democrática” en boca de CFK cobra en el gobierno Mileista una significación más descarnada, que no solo se expresa en Argentina, sino en el conjunto del capitalismo con sus gobiernos de hambre y desesperanza. Implica el corrimiento del velo de la presunta y sofisticada democracia burguesa, deslizándose de manera brutal, mostrando el verdadero rostro de la explotación de millones de mujeres y hombres de a pie llevándolos a la miseria y a la degradación absoluta con el acompañamiento y complicidad, en general, de las instituciones de la burguesía.

Alertamos que la disolución del centro político -expresión internacional que toca al conjunto de regímenes políticos capitalistas- es un fenómeno inevitable, pero no lineal, producto de la crisis orgánica del capitalismo, que lo lleva a una crisis terminal como sistema. Terminal en el sentido de no satisfacer al conjunto de la población en cuanto a salud, educación, pleno empleo, etc. La burguesía aunque se encuentre frente al abismo no dará un paso al costado, por el contrario es tarea de las masas derrocarla junto a su sistema. Una crisis recorre sus venas internas en lo social, económico, político, militar y diplomático. Revolución, contrarrevolución y guerras es la moneda corriente que salta de un país a otro. Como también los signos de barbarie expresados en la escalada belicista del imperialismo occidental.

Sin embargo, existe otra realidad, la que se desarrolla desde la bases, la luchas obreras y populares de enormes sectores: estatales, docentes, trabajadores del AFIP, INTA, la comunidad de Salud y de la Educación que en hace apenas unos días movilizó por tercera vez en una marcha federal contra el veto presidencial, su blindaje y la desfinanciación de la educación superior, los trabajadores del SUTNA, el transporte en general y cientos de miles más, luchan como pueden y con las herramientas que van construyendo al calor de cada lucha.

El momento actual combina luchas defensivas y un repunte parcial, luego de la abrupta caída en septiembre, en el apoyo al gobierno de Milei por parte de sectores de trabajadores. Esto se debe a que logró transitoriamente “estabilizar” algunos aspectos de la economía mediante la burbuja de la bicicleta financiera, que le permite cierto oxígeno mientras los especuladores financieros se llenan los bolsillos. La andanada de medidas que imponen una paz romana es la base de su “éxito”. Como respuesta la clase sale como puede y con las direcciones burocráticas que asfixian cada medida de lucha. Incluso los políticos “opositores” siguen sosteniendo una línea política hacia las instituciones que resultan estériles como se demostró en los últimos meses en el Parlamento. Es el peronismo que deja ver su impotencia, mostrando solo el 2025 y el 2027 como “alternativas” viables al extermino Mileista, mostrando el altar de la democracia burguesa junto a su Estado como una suerte de final feliz para los millones de hambrientos, llevando a las masas a una nueva versión de la frustración.

Por su lado las Centrales Obreras educadas en la conciliación de clases, fueron inficionadas por los intereses de los capitalistas y edulcoradas con enormes sumas de dinero fácil, a través de las obras sociales, o adhiriendo a un modelo empresarial y de colaboración entre el capital y el trabajo, dispositivos que fueron aceitados por cientos de mecanismos durante los 40 años de democracia, alejándose de las bases obreras. En el presente su papel, aunque el gobierno tomó ofensiva contra sus fabulosas cajas, los conciliadores se adaptaron a las nuevas reglas y acompañan al reaccionario gobierno, dejando en claro una flagrante traición a los intereses de nuestros hermanos de clase, dejándolos en la más dolorosa orfandad ante los embates del gran capital de la mano de Milei.

El sentimiento de triunfalismo que invade al gobierno y, puntualmente, a Milei encuentra su base en la destrucción de las fuerzas productivas y en la colaboración de los partidos del régimen, junto con la ausencia de una alternativa de izquierda con autoridad de masas. La baja de la inflación, el dólar pisado, el riesgo país a la baja —que quizá permitiría acceder al mercado de capitales—, las privatizaciones, el cierre o venta de empresas estatales y los despidos, con su último episodio en Aerolíneas Argentinas y la empresa estatal Intercargos, colocan a Milei y a su paquete de medidas reaccionarias, para una parte del empresariado argentino, como las “joyas de la abuela” que deben cuidar. Lógicamente, los organismos internacionales manifiestan preocupación ante las implicancias que esto puede tener en relación con una agudización de la lucha de clases. Sin embargo, en las últimas semanas ha contado con una adhesión expectante en el terreno de las masas, aunque con oscilaciones, mientras continúa la lenta caída de la imagen de Javier Milei. El Gobierno se muestra confiado en la llegada de una “tormenta de dólares” ante el triunfo de Donald Trump, y se siente seguro de un futuro prometedor para las elecciones legislativas y presidenciales.

Pero la realidad se empecina en revelar la mentalidad mesiánica combinada con un personaje provocador, que muestran la decadencia del capitalismo criollo y el retroceso en diferentes planos de la vida social.

Además, vemos como “sus amigos” los Radicales, los PRO, “las putitas del peronismo” en boca de Milei, vuelven a la carga subiéndose también a la baja calidad de la gobernabilidad. Señalan que acompañaron con los votos la sanción de la Ley de Bases, pero este acompañamiento no supone escoltar y darle oxígeno a un gobierno que pisotea las instituciones, utilizando los recursos del veto y los DNU como parte cotidiana de la gestión. Fundamentan que no tiene mayoría en las dos cámaras, y que los DNU sería en tanto apresurar su tratamiento en la medida de que tenga mayoría en ambas cámaras. ¿O será que Milei los utilizó y los dejó en el presente sin cargos y sin una relativa capacidad de decisión en el gobierno?

No obstante, en las masas reina una creciente desconfianza en las instituciones del Estado como es el Parlamento o incluso en el reciente movimiento en defensa de la educación, la difidencia se traslada desde la base en los aparatos del gobierno de las universidades como así en las federaciones estudiantiles.

No debe sorprendernos lo que ha sucedido en cuanto a la previa de la marcha federal y la política de “La Cámpora” que se opuso a viva voz a la misma. Toda su artillería ligera y pesada, todo el peso del aparato, sus cuadros y militantes mantuvieron una posición de no potenciar las asambleas universitarias autoconvocadas, de cerrar y aplastar esta suerte de independencia política con relación a sus magros objetivos, -conseguir más manos para “derrotar” las leyes que destruyen y seguirán destruyendo el futuro de millones de nuestro pueblo laborioso. Objetivamente la marcha se partió. Los rectores, las federaciones, junto a franjistas y peronistas sellaron un acuerdo para desmovilizar a más no poder.

La tarea de los Comunistas, de nuestra Organización Comunista Militante es la de denunciar a la democracia burguesa, su cara que no es más que la de la dictadura del capital y lo que representa para las mayorías del pueblo obrero.

Las “Tesis y adiciones sobre las cuestiones nacional y colonial” elaborado por Lenin para el II Congreso de la Internacional Comunista nos señala que “A la democracia burguesa, por su naturaleza misma, le es propio un modo abstracto o formal de plantear el problema de la igualdad en general, incluyendo la igualdad nacional. A título de igualdad de la persona humana en general, la democracia burguesa proclama la igualdad formal o jurídica entre el propietario y el proletario, entre el explotador y el explotado, llevando así al mayor engaño a las clases oprimidas. La idea de la igualdad, que en sí misma constituye un reflejo de las relaciones de la producción mercantil, viene a ser en manos de la burguesía un arma de lucha contra la supresión de las clases bajo el pretexto de una igualdad absoluta de las personas. El verdadero sentido de la reivindicación de la igualdad no consiste sino en exigir la supresión de las clases.”

El presente es de crisis, sin embargo, los medios de comunicación sostienen las mentiras del mesías Mileista. Y aquellos que no lo hacen reciben presión y una paliza hasta doblegarlos y se encolumnan a la obsecuencia más abyecta. La burguesía ha perdido toda confianza en un futuro promisorio, aferrándose a quién vino a ordenar la casa.

¿Se trata entonces de embestir a la bestia del capital con medidas tibias parlamentarias, o con marchas y más marchas y luchismo y más luchismo, sin tomar medidas que fortalezcan a la vanguardia en lo programático con relación la fase preparatoria que debemos organizar?

Nuevamente citando el II Congreso de la Internacional Comunista, señalamos que “Después de la derrota de la revolución de 1905, los mencheviques rusos difundieron durante algunos años la idea de un Congreso Obrero (así lo denominaban ellos) que debía reemplazar al partido revolucionario de la clase obrera. Los ‘laboristas amarillos’ de toda la clase de Inglaterra y Estados Unidos quieren reemplazar al partido político por informes uniones obreras, e inventan al mismo tiempo, una táctica política absolutamente burguesa. Los sindicalistas revolucionarios e industrialistas quieren combatir la dictadura de la burguesía, pero no saben cómo hacerlo. No comprenden que una clase obrera sin partido político es un cuerpo sin cabeza. El sindicalismo revolucionario y el industrialismo significan un paso adelante sólo en relación a la vieja ideología inerte y contrarrevolucionaria de la II Internacional. En relación al marxismo revolucionario, es decir al comunismo, el sindicalismo y el industrialismo significan un paso hacia atrás. La declaración de los comunistas ‘de la izquierda alemana KAPD’ (programa elaborado por su congreso constitutivo de abril último) afirmando que forman un partido, pero ‘no un partido en el sentido corriente del término’ (keine Partei im überlieferten Sinne) constituye una capitulación ante la opinión sindicalista e industrialista, y es un hecho reaccionario. La clase obrera no puede lograr la victoria sobre la burguesía mediante la huelga general, mediante la táctica de brazos caídos”. Es decir que el proletariado debe luchar abiertamente para conquistar el Poder.

Continúa Lenin: “El que comprende esto debe también comprender que un partido político organizado es necesario y que no pueden existir difusas uniones obreras.”

Podemos entonces concluir que nuestra tarea es dotar de las herramientas necesarias a la vanguardia para que no solo se convoque a la huelga general como hace la izquierda, sino que debemos construir el partido de la revolución que sea fuerza material de los trabajadores y oriente a los explotados a la toma del poder, el Poder Obrero.

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