La abundancia, fuente de miseria y escasez

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Esta frase de Engels sigue manteniendo su actualidad, ya que  describe de una manera  sencilla la crisis en la que está envuelta la humanidad. Esta crisis es una expresión más de la crisis del sistema capitalista que ataca a los sectores más débiles del pueblo trabajador, a través de la falta de alimentos o de lo inaccesible por su costo. Pero no hay que perder de vista que los precios altos no son causa de una época de escasez, sino de abundancia.

Esta frase de Engels sigue manteniendo su actualidad, ya que  describe de una manera  sencilla la crisis en la que está envuelta la humanidad. Esta crisis es una expresión más de la crisis del sistema capitalista que ataca a los sectores más débiles del pueblo trabajador, a través de la falta de alimentos o de lo inaccesible por su costo. Pero no hay que perder de vista que los precios altos no son causa de una época de escasez, sino de abundancia.

La especulación, fuente de miseria y escasez

Según un informe del Programa de Alimentación Mundial de la FAO se produce, a escala mundial, un 50% más de alimentos necesarios para una dieta ideal y adecuada para cada individuo. La paradoja es por qué más de una séptima parte de la humanidad padece hambre.

Culpable de este entorno tan desigual no es más que el mismo capitalismo que, en sus ansias de generar ganancias, coloca a los alimentos para que coticen en la Bolsa Mundial.

Esta especulación financiera se agravó aún más por la gran migración de inversores en los últimos años, que antes especulaban con la informática o con hipotecas generando la burbuja inmobiliaria que hace apenas unos meses estalló en EEUU. Ahora lo hacen en la Bolsa de Cereales de Chicago, es decir; pasaron a especular con los alimentos, causando una suba desembozada, y hundiendo el poder adquisitivo de las masas trabajadoras en todo el mundo.

Según el Banco Mundial, los precios de los alimentos básicos subieron un 83% desde el año 2005. Sólo en el 2007 lo hicieron un 48%. El precio del arroz subió un 60% este año, y el maíz un 35%. El precio del trigo un 130%  en doce meses. La harina, la leche y la carne subieron un 57% desde finales del 2007. 

Sumándole también a esta crisis la aparición de los agro-combustibles, que han desatado una fiebre imparable que destina una gran parte de las cosechas mundiales a la producción del etanol. Aquí se produce una nueva paradoja, donde la producción agrícola crece pero no para alimentar  a la población, sino para darle de comer a los tanques de combustibles. Brasil y EEUU producen el 70%  del etanol mundial a partir de maíz norteamericano (al que destina el 20% de su cosecha) y de la caña de azúcar brasilera. Según la asociación norteamericana Food Policy Research Institute la producción de agro-combustibles, explica que entre el 25% y un 30% el aumento de los precios agrícolas.

Argentina no se queda atrás en el tema de los agro-combustibles, como demuestra la sanción de la ley de Biocombustibles. La norma ha fortalecido el monocultivo de la soja y el maíz, donde el área cubierta por la soja cubre 15,2 millones de hectáreas, más de la mitad de toda la superficie cultivable del país.

La producción de los alimentos y su distribución no puede ser el negocio privado de un puñado de terratenientes y multinacionales. En su hambre voraz por la ganancia los capitalistas están dispuestos a conducir al planeta y las masas trabajadoras a la ruina y la desolación. Por este mismo motivo debemos luchar por la nacionalización de la agroindustria en todo el mundo y ponerla bajo control de los obreros y campesinos para evitar la escasez y la suba de precios. Tan solo a través de la planificación de la economía se puede producir alimentos suficientes para todos, sanos y baratos.