La abdicación del Papa pone de relieve la crisis del catolicismo romano

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Exacerbada lucha interna en el Vaticano

En un período de crisis y decadencia del capitalismo, para muchas personas la religión es la única certeza a la que aferrarse. Pero si el Papa mismo ya no está convencido que él puede mantener su posición hasta su muerte, esta ilusión de solidez empieza a descomponerse. El efecto del sorpresivo anuncio de retiro del Papa Benedicto XVI en la conciencia de más de mil millones de católicos romanos va a ser el de un terremoto espiritual y, sin duda, también va a tener consecuencias políticas.

La última vez que un Papa abdicó de su cargo antes de Benedicto XVI fue en 1415, cuando Gregorio XII se retiró con el propósito de recomponer el Cisma de Occidente, una larga escisión de cuarenta años entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Aviñón. El mismo vocero papal ha descartado problemas de salud graves en la presente abdicación. Parece que la renuncia de este pontífice también se basa en una profunda división dentro de la Iglesia Católica y en particular dentro de la Curia romana, es decir, el gobierno de la Iglesia y el aparato administrativo de esta teocracia en miniatura.

La base material de la Iglesia

La Iglesia Católica está organizada como una mezcla de una vieja monarquía feudal y un partido político moderno. En un mundo dominado por el modo de producción capitalista, desempeña el papel de ideólogo colectivo en nombre de la burguesía, que influye en 1.200 millones de personas de todos los continentes. Para llevar a cabo esta tarea reaccionaria emplea, además de los laicos que trabajan en los órganos y las estructuras que controla, un aparato de más de 400.000 sacerdotes (la mitad de ellos se concentra en Europa), 750.000 monjas, etc. Sólo en EE.UU., más de un millón de hombres y mujeres trabajan para la Iglesia Católica Romana, de una manera u otra.

Esta máquina de propaganda enorme se financia principalmente de tres maneras: con donaciones en dinero, en especie y mediante el trabajo voluntario (incluyendo el trabajo de los monjes y las monjas, que -al menos en el papel- no tienen derecho a poseer nada personalmente); con la renta de las enormes propiedades que posee; y a través del parasitismo de las finanzas de algunos Estados, en particular de la República Italiana. Pero estas fuentes de financiación están cada vez más obstruidas.

La disminución de “vocaciones” ha obligado a la Iglesia europea a importar clérigos en masa del Tercer Mundo. La cuota de los católicos en la población mundial se ha estancado en el 17%, sin embargo, esto esconde la fuerte reducción cualitativa del cumplimiento de los preceptos religiosos y de la liturgia, que se traduce en donaciones más escasas y en un debilitamiento de la transmisión de la fe de una generación a otra.

Las estadísticas muestran cómo la mayoría de los católicos no asisten a la Santa Misa semanalmente y en muchos países las cifras de asistencia se están reduciendo de manera constante. En Italia en el período 1995-2000 el 48% de los adultos católicos declararon que estaban siguiendo este precepto fundamental, mientras en 2005-2008 sólo el 36% lo estaban haciendo. Estos datos tampoco reflejan la situación real. Por ejemplo, una encuesta encargada por el propio Vaticano en una diócesis central -Sicilia- organizó un recuento físico de cuántos entre los que decían que van a la iglesia todos los domingos (30%) lo hacía realmente. El resultado mostró que sólo alrededor de la mitad de ellos (18%) iban en realidad a misa.

Entre1990 y 2010 el número de niños que son confirmados se redujo a un 18% en Europa, aunque esto fue compensado por un aumento en el Tercer Mundo, la cantidad de primeras comuniones se ha reducido tan drásticamente en los países avanzados que ha dado lugar a una caída mundial del 5% en el mismo lapso.

El crecimiento relativo de la Iglesia en algunas áreas subdesarrolladas del mundo no puede sostener los costos de su debilitamiento en Occidente. En los países que son económicamente decisivos para la Iglesia, los mismos fieles no parecen particularmente apegados a ella. De acuerdo con un sondeo de opinión de 2005, el 44% de los católicos italianos son de la opinión de que la Iglesia no da respuestas adecuadas a los problemas de la vida familiar. En el norte de Italia en 2011 los matrimonios civiles ya habían superado a los matrimonios religiosos. Estadísticas similares se pueden encontrar para la población católica de la mayoría de los países occidentales, entre ellos España e Irlanda.

También hay una creciente hostilidad de la opinión pública contra los privilegios eclesiásticos, especialmente escandalosos en tiempos de crisis y en los países de mayoría católica, pero es importante también en países como los EE.UU., donde los privilegios son compartidos entre miríadas de denominaciones cristianas y de otras organizaciones religiosas.

Combinemos todo esto con la competencia de las iglesias más modernas y agresivas, y podremos comprender fácilmente las amenazas a la estabilidad del flujo de caja del Vaticano. Esto ha hecho que el Vaticano sea cada vez más dependiente de la reinversión de sus recursos de capital en operaciones financieras, aprovechando la posibilidad de utilizar su pequeño Estado en Roma como un paraíso fiscal y un lavador de dinero internacional. El instrumento para tales operaciones de riesgo es el IOR (Instituto de Obras de Religión), el banco privado con sede en la Santa Sede bajo el control directo del Papa. Este banco fue creado en 1929 con el fin de gestionar de manera eficiente los fondos que provenían del Estado fascista después de los Pactos de Letrán entre el Estado italiano y el Vaticano, que fueron firmados por Mussolini y el primer ministro del Papa. No podría haber mejor ejemplo de la estrecha relación entre los “mercaderes del templo” y los aspectos más reaccionarios del capitalismo.

Intrigas de la corte

En 2006, Joseph Ratzinger escogió al cardenal Tarcisio Bertone como su nuevo secretario de Estado, es decir como primer ministro. Bertone ya había estado “trabajando” con Ratzinger en la Inquisición romana, y fueron aliados en el cónclave de 2005 (el cónclave papal es el Congreso de los cardenales que elige a un nuevo Papa). Desde esa posición a través de los años ha acumulado un poder extraordinario que ha estado usando más temerariamente contra las crecientes filas de sus enemigos en la corte papal.

Fue en el contexto de un conflicto agudo entre la facción de Bertone y sus opositores en la Curia (como el cardenal Sodano, el cardenal Ruini y otros “Wojtylianos”) que estalló el escándalo Vatileaks. Este escándalo consistió en una serie de filtraciones sobre dos cuestiones principales: la suciedad de las finanzas del Vaticano y de la inminencia de una sucesión pontificia.

Desde 2008, el Cardenal Bertone ha sido el jefe del órgano de gobierno del IOR. A partir de ahí, ha estado oponiéndose a todos los intentos del banco central italiano y del Consejo de Europa para hacer menos opaco el funcionamiento del IOR. Básicamente, en la actualidad, cualquier persona anónima puede abrir una cuenta bancaria allí utilizando un clérigo cómplice como apoderado. Desde 2010 surgieron una serie de escándalos, que expusieron al IOR como el socio preferido de varios grandes bancos italianos y europeos para las transacciones negras. En diciembre de 2010, 23 millones de euros pertenecientes a un cliente sin nombre del IOR fueron congelados por las autoridades italianas.

El desarrollo de la crisis económica hizo que las autoridades bancarias estuvieran menos dispuestas a ser tolerantes con la forma de operar del IOR, que actúa con la absoluta desregulación papal, está exento de impuestos y opera con total desprecio por las normas internacionales. La situación empeoró tanto que las autoridades italianas forzaron la desconexión de todos los cajeros automáticos en la Ciudad del Vaticano. Algunos rumores, informados por el diario La Repubblica y originados en la Curia romana, dicen que el bloqueo de los cajeros automáticos y la renuncia de Benedicto XVI están estrechamente vinculados.

En 2009, Ratzinger y Bertone nombraron como presidente del IOR a Ettore Gotti Tedeschi, un banquero comprensivo con la “teoría católica del libre mercado”, que sostiene que la crisis económica actual está causada por el aborto y la anticoncepción. Sin embargo, cuando Gotti Tedeschi trató de interferir en el funcionamiento del banco con el fin de hacerlo un poco más transparente, se topó con una pared de ladrillo. Es la misma pared con la que se topó el arzobispo Viganò cuando, después de haber sido puesto a cargo de ordenar el enorme déficit presupuestario de la Santa Sede, acabó pisando los dedos de muchos sacerdotes corruptos. El nombre de esta pared de ladrillo es Marco Simeon. Éste es un siervo del cardenal Bertone (¡hay rumores que dicen que es su hijo!) que proyectó el despido de Viganò y, más tarde, el de Gotti Tedeschi.

Todas estas filtraciones son sospechadas de haberse iniciado como una represalia contra el “partido Bertoniano”. Hay cartas explícitas de Viganò que se distribuyeron a la prensa, que revelaron información detallada sobre el conflicto que se desarrolla dentro del IOR. Los periodistas incluso consiguieron un documento clasificado escrito por el Papa Benedicto XVI, en el que se informa que un cardenal siciliano había hablado con algunos eclesiásticos chinos que predecían un nuevo Papa antes de 2013. Los chinos lo entendieron como una amenaza de muerte, pero en retrospectiva, podría decirse que suena como una referencia a la abdicación que venía. En este documento, el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán y enemigo jurado de Bertone, también está indicado como el sucesor designado de Ratzinger. El denunciante que filtró estos documentos fue identificado también: hilarante como pueda parecer, ¡el individuo culpable resulta ser el mayordomo! El mayordomo personal del Papa fue detenido por la Gendarmería del Vaticano -un acontecimiento sin precedentes en sí mismo- el 24 de mayo de 2012. Ese mismo día, Gotti Tedeschi fue echado.

El mayordomo sostuvo que él habría desencadenado el Vatileaks con el objetivo de proteger a la Iglesia y al Papa mismo del enemigo de adentro: la codicia, la corrupción… y su secretario de Estado. Vale la pena señalar que el juicio terminó con una sentencia, pero el pontífice perdonó al mayordomo. Algunos explican la abdicación de Ratzinger como una medida extrema para desenredar a la Curia de la garra asfixiante de Bertone. No sería fácil, y Ratzinger no pareció dispuesto, despedir al secretario de Estado, pero si el Papa abandona entonces su primer ministro debe renunciar de inmediato, y no puede volver a ser confirmado si el cónclave establece un nuevo equilibrio de poder. Al parecer, Bertone está utilizando estos últimos días antes del 28 de febrero -la fecha de abdicación anunciada- para colocar a sus secuaces en puestos clave; significativamente, se apresuró a contar con un grupo nuevo y fresco de Bertonianos obedientes para que se hagan cargo de la gestión del IOR. Todo apunta a una exacerbación de la lucha interna.

Cambio de Papas, pero los problemas permanecen

La elección de Joseph Ratzinger representó una desviación de la línea de Juan Pablo II, basada en el universalismo, el ecumenismo y en un intento de apelar más a los jóvenes. Como marxistas, sabemos que la política de Karol Wojtyla no fue menos reaccionaria: el Papa polaco abrió su reinado bajo la bandera de un flagrante anticomunismo y fanatismo, y que las falsas posturas anti-capitalistas y anti-imperialistas adoptadas después del colapso de la URSS y durante la guerra en Irak fueron usadas efectivamente para ocupar el espacio político de la izquierda y desviar a millones de jóvenes al terreno estéril de las reuniones masivas en la Jornada Mundial de la Juventud, tirando a la basura la lucha contra el capitalismo. Esta maniobra, sin embargo, reveló sus límites con el llamado movimiento anti-globalización, cuando él intentó separar a los católicos del movimiento con resultados muy magros. Como cuestión de hecho, el falso anti-capitalismo de Wojtyła ni siquiera logró impedir el giro a la izquierda en América Latina y el ecumenismo no pudo frenar significativamente la marcha de fieles a otras religiones y sectas nuevas. A pesar de las intenciones de Wojtyla, su supuesta apertura no contrarrestó efectivamente la influencia debilitada del dogma católico, y al final del día, tuvo que aceptar que las numerosas ovejas negras en la grey católica se alinearan con las tendencias predominantes. A los cardenales presentes en el cónclave, la elección de Ratzinger debe haberles sabido como un café negro después de haber estado bebiendo toda una noche de juerga.

La elección de este teólogo alemán fue una opción oscurantista que implicó un cambio de foco con la vuelta del núcleo duro de auténticos creyentes conservadores. Fue una elección provinciana que tenía por objeto velar por los intereses codiciosos de la Iglesia en Italia y las intrigas dentro de la Curia de Roma. Como podemos ver, esta línea también se enfrentó a enormes problemas y ahora ha sido derrotada. Su pontificado ha sido testigo de un flujo interminable de escándalos embarazosos, divisiones dramáticas y declaraciones reaccionarias.

Ya en su homilía como Decano del cónclave de los cardenales, antes de ser elegido, atacó la “dictadura del relativismo”, enumerando los enemigos ideológicos de la fe cristiana oculta detrás de la amenaza relativista -entre los cuales el marxismo mereció ser mencionado en primer lugar. Con la conferencia de Ratisbona de 2006, además de lanzar una provocación contra los musulmanes, mientras que lanzaba un guiño a la intolerancia religiosa, revivió su cruzada contra el relativismo predicando la oposición medieval de la razón de la ciencia y la razón de la fe. Él trató de desdibujar, o incluso revocar, las innovaciones introducidas por el Concilio Vaticano II y readmitió a cuatro obispos tradicionalistas ultraconservadores cristianos, incluyendo uno que resultó ser un negador del Holocausto.

Benedicto heredó del anterior papa el escándalo masivo de los encubrimientos y complicidades de cancillerías diocesanas y del Vaticano en los casos de las violaciones sexuales cometidas por sacerdotes, sobre todo contra niños, y abordó los casos con reticencia y  con una conspiración de silencio (esto está fracasando ahora con las protestas desatadas en muchos países contra cardenales condenables que fueron admitidos a participar en el nuevo cónclave). Se confirmó la postura clerical más obtusa sobre la anticoncepción, la prevención del SIDA, el derecho al aborto, la eutanasia y la homosexualidad. Él rechazó dogmáticamente cualquier solicitud de innovación en la estructura eclesial procedente de la franja del clero más preocupada por la crisis de confianza y de las vocaciones.

El cónclave de 2005 encontró una salida a la disputa entre Ratzinger y el jesuita argentino Bergoglio, gracias a la “traición” de algunos cardenales latinoamericanos que decidieron apoyar a Ratzinger, quién sabe a cambio de qué. La composición de la casta de cardenales está muy sesgada hacia algunos países que son económicamente decisivos para la Iglesia Católica. A pesar de la proclamada visión global del cristianismo, 49 cardenales de 209 son de Italia. La segunda nación más representada son los EE.UU., a pesar de que sólo tiene 19. El conjunto de América Latina recibe un mero 30. Los consistorios en manos de Benedicto XVI han fortalecido la asignación Italo-céntrica y euro-céntrica de los cardenales. Este Papa ha creado tantos cardenales que el próximo cónclave tendrá en su interior a la mayoría de los cardenales elegidos por él. Cualquier intento de elegir a un Papa no europeo, para ser utilizado en los países más pobres con la misma función política que Karol Wojtyla tuvo en Europa del Este, se enfrentará a la feroz oposición de los poderosos grupos de presión italianos en el Colegio de Cardenales.

Es probable que el enfrentamiento será entre uno de los hombres de Bertone, como el cardenal Gianfranco Ravasi, y un miembro del frente anti-Bertoniano, por ejemplo, Angelo Scola, arzobispo de Milán. El cardenal Scola es miembro de Comunión y Liberación (CL), un movimiento ultra-reaccionario que actúa como una fracción organizada dentro de la Iglesia Católica. CL recluta ávidamente jóvenes, los orienta hacia las escuelas de CL, los envía a las universidades y luego trata de encontrar posiciones importantes para ellos en el medio de las grandes empresas -como empresarios o gerentes, o simplemente como empleados de miembros de CL- donde opera CL como lobby económico con conexiones conocidas con los políticos de derecha y la mafia. Este grupo fue fundado en 1950 con el claro objetivo de detener la influencia de ideas de izquierda entre los estudiantes, y con las características distintivas de la obsesión por el Terror Rojo y el activismo político intenso. Ellos tienen su propia teología especial construida con métodos sectarios alrededor de la abstrusa jerga pseudo-filosófica de su difunto gurú, el Padre Giussani. La introducción de un Papa que pertenezca a su propia tendencia es uno de los principales objetivos del “entrismo” de este grupo -y por primera vez, esto ahora parece estar a su alcance- encarnado en el potencial pontífice Angelo Scola. Miembros de CL no han ocultado su entusiasmo, fueron a la Plaza de San Pedro unos días después de que la abdicación fuera anunciada con una gran bandera donde se leía ¡Gracias, Su Santidad! La presencia incómoda de CL detrás de Scola no obstante, puede asustar a muchos anti-Bertonianos, varios de ellos pertenecen a movimientos y fracciones rivales como el Opus Dei. ¿Formará CL una coalición de sectas católicas en apoyo a Scola sobre la base de algún tipo de acuerdo para compartir el poder? Ya veremos.

Un sistema en crisis

La crisis del capitalismo es también la crisis de sus pilares ideológicos. Ningún nuevo Papa puede encontrar una manera de salir de este callejón sin salida. La Iglesia Católica Romana, un factor formidable de estabilidad para el capitalismo mundial, puede convertirse en su contrario y convertirse en un elemento de inestabilidad. Un banco-Iglesia puede quebrar como hacen los bancos a veces. Una Iglesia que habla un lenguaje anacrónico cuando se trata de los derechos civiles y de la igualdad social, pero que al mismo tiempo entiende muy bien el lenguaje del poder y de los derivados financieros, puede perder rápidamente el amplio apoyo que aún ostenta. Las divisiones por arriba por oscuras luchas por el poder minarán su credibilidad y anuncian cismas, tanto a la derecha, hacia los católicos tradicionalistas, como a la izquierda, a la Teología de la Liberación.

El Papa / Rey está desnudo. Demandas tales como cortar completamente la financiación estatal de las Iglesias, la expropiación de sus propiedades, echar a los sacerdotes de las escuelas estatales, etc. se harán más y más populares. Los trabajadores y la juventud buscarán un camino más radical de expresar su odio a los mercaderes del templo. Y esto sólo puede encontrar una expresión progresista en una lucha mundial contra todos los que trafican con dinero y todos los templos: la lucha por el socialismo internacional.