Muero por la revolución fue el último mensaje de combate que nos dejara el más intenso de los comunistas cubanos. Su vida y su muerte pertenecieron a esa recurrente palabra: revolución.
(A 77 años del asesinato de Julio Antonio Mella)
Nos eres útil, para seguir entendiendo los senderos del socialismo.
Muero por la revolución fue el último mensaje de combate que nos dejara el más intenso de los comunistas cubanos. Su vida y su muerte pertenecieron a esa recurrente palabra: revolución.
Julio Antonio Mella venció al tiempo con su prontitud. No creo que haya vivido un segundo donde no estuviese en campaña. Detrás del fatídico 10 de enero de 1929, y tan sólo en siete años, quedaron para siempre un conjunto impresionante de obras revolucionarias, cada una de las cuales hubiese bastado para ser recordado por la historia: La Federación Estudiantil, la Universidad Popular José Martí, la Liga Anticlerical, la Liga Antiimperialista… y… el Primer Partido Comunista de Cuba, más bien la sección Cubana de la III Internacional. Mella nos integró al Partido de Lenin, apenas un año después que el líder de los trabajadores del mundo hubiese muerto. Estuvo el proletariado cubano vinculado al proletariado mundial… gracias a Mella…
Con todo y la degeneración de la Internacional, y de su sección cubana, que se convirtió años después en una especie de Saturno comiéndose a sus propios hijos, esto constituyó un salto impresionante, para afrontar futuras batallas.
Por lo pronto tan temprano como en 1925 el proletariado cubano participaba del mejor acontecimiento del mundo por intermedio de la voluntad y la pasión de un jovencito de 22 años.
Mella no sólo nos vinculó al futuro del mundo: reconquistó sin dilación nuestro mejor pasado. Martí y Lenin se unieron para siempre a través de su poderosa personalidad y su filoso pensamiento ¿Qué más pudiésemos necesitar los cubanos para ser los elegidos de la historia?
Sin discusión que medie, Mella fue el primer martiano del mundo… y tan auténticos como él muy pocos, casi ninguno.
Habrá que leer de nuevo y muchas veces más Glosas al pensamiento de José Martí… Un libro que debe leerse Escrito por Mella en 1926. Dice Mella:
Hace mucho tiempo que llevo en el pensamiento un libro de José Martí, libro que anhelaría poner en letras de imprenta… Tanto lo he pensado, tanto lo he amado, que me parece un viejo libro leído en la adolescencia. Dos cosas han impedido realizar el ensueño. Primero: la falta de tiempo para las cosas del pensamiento. Se vive una época que hace considerar todo el tiempo corto para HACER. (…) Segunda razón: tengo temores de no hacer lo que la memoria del Apóstol y la necesidad imponen. Bien lejos de todo patriotismo cuando hablo de José Martí, siento la misma emoción, el mismo temor que se siente ante las cosas sobrenaturales. ( ) Pero, de todas maneras, ese libro se hará
¡No! En esto no convengo con Mella. Ese libro no se hará jamás mientras vivamos en esta gelatina reformista, porque los únicos que pueden hacer ese libro son ellos; aquellos para los que el tiempo siempre será corto para hacer; los que tengan tiempo para hacer otra cosa… Esos son precisamente los que no podrán escribir ese Martí de Mella. Ni tampoco el Mella que estamos necesitando conocer. Dualidad cuántica: hacer y decir…
Sabrán de Martí, conocerán todos sus detalles, fechas y anécdotas, pero no lo rozarán jamás con el ala de su pluma. El verdadero Martí, el revolucionario, el incansable, el iluminado, el rebelde, no será alcanzado jamás por la erudición.
No en balde Lezama Lima dijo con toda la verdadera modestia de un sabio: Martí es un misterio que nos acompaña, y cerró la conferencia que sobre el Apóstol debería impartir.
Muchos libros se han escrito de mucho valer. Mas ése… ése donde Martí es un internacionalista total y ese que, como señala Mella, habría estado al lado de Diego Vicente Tejera en 1899 cuando fundó el Partido Socialista de Cuba, el primer partido que se fundó en Cuba después de la dominación española, como Baliño y Eusebio Hernández están hoy con nosotros. Está todavía por escribirse. Me temo que nunca se hará.
72 años tendría José Martí cuando, un 16 de agosto de 1925, hubiese salido feliz de la residencia del joven Mella, después de fundar el Partido. Lo único que puede haber cambiado en esta supuesta historia es que el Partido Comunista de Cuba hubiese sido fundado mucho antes… precisamente por José Martí. O tal vez el Partido Comunista de Cuba llevase otro nombre y ya estaba fundado en el exilio en 1892. Un partido de obreros. Sin la clase trabajadora era imposible conquistar la independencia de Cuba. Independencia y Socialismo son en Cuba sinónimos absolutos.
En papel, tan sólo hallaremos ese libro sobre José Martí de dos dimensiones que no necesitamos, con muchas hojas de dos dimensiones también. El libro que buscamos danza en las letras del Apóstol y se traza con el alma y la sangre de los hombres que como Julio Antonio no tenían tiempo no más que para hacer. Sólo ellos pueden leerlo, a nosotros nos quedará el consuelo, que tal como Mella y Fidel pudieron leer a Martí, existirá alguien dentro de muchos años que pueda leer a Mella, o al Che. Mientras, tratemos de leer la mayor cantidad de páginas de esos libros bidimensionales a ver si por fortuna alcanzamos a entender al menos tanto como Lezama Lima, que llegó a la reflexión de que Martí era un misterio acompañante…
Y no por casualidad el primer martiano en Cuba fue el primer marxista, Independientemente de que antes que ellos existiera una generación que difundiera las ideas de Marx.
Señala Néstor Kohan en su artículo Mella, Reforma universitaria y Revolución: No obstante, esa generación (la primera) no había realizado aún un análisis a fondo de nuestros países, de nuestras formaciones sociales. De ahí sus grandes dificultades para proponerse y proponer tareas revolucionarias que excedieran la solidaridad internacional. (…) Por eso creemos que la gran ruptura epistemológica, la gran ruptura política, se inicia en los años 20. Allí nace a la política Julio Antonio Mella. Ese es el período radicalmente fundacional. Se superan continentalmente los límites económico-corporativos del movimiento socialista (…) de formular tareas para el conjunto social, tareas que en nuestro continente deben tejer y enhebraron un mismo hilo, las luchas clasistas proletarias y campesinas con las antiimperialistas (y nacionales). El primer marxismo deja de ser -como alguna vez señalara oportunamente Aricó- un marxismo en América latina para convertirse en como marxismo de América Latina.
Pero ¡Ay! Que apenas murió el fundador de la III Internacional y empezaron las ideas del marxismo a teñirse desde entonces de aquel color indescriptible, turbio y denso que arrastró la pesadilla hasta fin de siglo, y que nos ha dejado en cierta orfandad colectiva. Los peligros que acompañaron la práctica de las ideas socialistas, al menos para nuestras tierras las señaló precisamente Martí al saber que su amigo Fermín Valdés Domínguez se relacionaba con estas ideas. Una cosa te tengo que celebrar mucho, y es el cariño con que tratas; y tu respeto de hombre, a los cubanos sinceramente con este nombre o aquél un poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable, en la administración de las cosas de este mundo. (…) Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras -el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas- y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse defensores de los desamparados. Mejor vaticinio ni el oráculo.
Mas sentenció Martí, ese Martí que reclama Mella: Pero en nuestro pueblo no es tanto el riesgo, como en sociedades más iracundas, y de menos claridad natural: explicar será nuestro trabajo…
Será nuestro trabajo. Según entiendo, estaría dispuesto José Martí a explicar aquellas ideas socialistas. Por eso, y por más aún, Martí hubiese militado al lado de Mella, pero junto a Mella lo hubieran echado del PCC.
Inédita es, quizás hasta nuestros días la concepción valiente, decidida y orgánica de los conceptos de patria, lucha de clases y revolución que defendía Julio Antonio Mella.
Mientras se revolvían muchos ideólogos con toda aquella retórica, los unos con el etapismo, esos que consideraban que las revoluciones se dividían tal cual la teoría de la evolución de Darwin. Primero el mono (la revolución democrática-burguesa, agraria o antiimperialista) y luego como feliz culminación, una vez que se conquistara la Bastilla en los países coloniales o atrasados, vendría el hombre (la revolución socialista), y los otros anulando de un plumazo las realidades nacionales latinoamericanas y sus formaciones socioeconómicas. La originalidad de Mella, como vuelve a indicarnos Néstor Kohan, reside justamente en que reconociendo la existencia y las singularidades de las tareas nacionales (a diferencia de del socialismo liberal que solo plateaba contradicciones de clase desconociendo el fenómeno del imperialismo), en ningún momento las desvinculaba de las tareas específicamente socialistas.
Eso es. Uno de los grandes males de la modernidad es la dicotomía., la especialización política Primero sea usted un nacionalista revolucionario, para después ser antiimperialista, para al final de su vida ser socialista. ¡Por Dios! No se puede entender que todo es la misma lucha.
Y Mella lo fue todo al unísono. Fue el mejor nacionalista revolucionario, el mejor antiimperialista y el mejor comunista de Cuba en su tiempo. No pasó por ningún proceso oscuro de profundización. Estaba lejos de todo reformismo y populismo, porque sabía que la clase trabajadora era quien haría cumplir en Cuba el sueño de Martí.
Porque el sueño de José Martí lo podía cumplir tan sólo un comunista. Ningún otro. Y fue Mella, pero nos lo asesinaron.
El generalísimo Máximo Gómez al enfrentarse al hecho concreto de ver burlada la República soñada dijo que quien sabía de eso era José Martí. Pues de lo que se trataba no era esta vez de echar a otra metrópoli del suelo patrio. La bandera norteamericana que se izó en Cuba lo hizo, por primera vez en su lamentable vida… como bandera imperialista.
Esa observación de Máximo Gómez fue de una claridad matutina. El machete, el himno invasor, no podrían esta vez ir solos a la batalla. Estaba faltando algo más, de lo cual el inapreciable dominicano, que dedicó su vida a mi Patria, no era experto ¡Pero experto no era nadie! Apenas Lenin por allá, lejos de estas tierras y este calor y por supuesto el primer antiimperialista del mundo, José Martí.
De alguna manera quiso el destino que el primer país socialista de este hemisferio, fuera precisamente la última colonia española y el primer país donde el imperialismo presentara credenciales. ¿O es que no fue azaroso? ¿O es que se repetía que el más atrasado era el eslabón débil que comenzara la revolución socialista?
Y así de rápido, nos ha dejado Julio Antonio el enigma venturoso de su vida. No sólo nos unió a Lenin, sino a lo mejor de la revolución de Octubre. Pocos meses antes de morir conoció a Andrés Nin. El maravilloso comunista, dirigente del POUM, que asesinaron los estalinistas en España… esos asesinos en serie.
Porque Mella fue un comunista de los que necesitamos, inteligente, audaz, antiestalinista y libertario. Dice Alejandro Gálvez Cancino:
Seguidamente estuvo en el IV Congreso de la Internacional Sindical Roja (ISR) en Moscú. Durante el Congreso, celebrado en marzo, conoció a Andrés Nin, quien le expuso las tesis de la oposición de izquierda y su lucha en el PCUS, la Internacional comunista y la ISR, contra la política de colaboración de clases impulsada por la dirección de centroderecha representada por Stalin y Bujarin.
Y fueron éstas las ideas del comunismo que defendió Julio Antonio. No sólo nos unió a las ideas marxistas, sino (a pesar de que lo envuelvan en banderas patrioteras), nos unió a lo mejor de ellas. No en balde los que militaron con él en la Asociación Nacional de Nuevos Emigrados Revolucionarios de Cuba integraron la oposición de izquierda. Entre otros Sandalio Junco (del que más nos valdría conocer su historia). Él fundó junto a otros el Partido Bolchevique Leninista, a la izquierda por supuesto del estalinista PSP; no en balde le escribió Mella a un camarada en el libro La plataforma de la Oposición de León Trotsky: Para Alberto Martínez con el objeto de rearmar el comunismo. Julio Antonio Mella. No en balde por su consecuencia política los trotskistas consideran a Mella como el iniciador de la corriente que más tarde conformó la Oposición de Izquierda en el PCM (Partido Comunista Mexicano).
No lo mató el estalinismo… parece ser, pero no dudaría que el Partido Comunista Cubano le haya explicado a Vidali o Contreras lo inoportuno que era este joven para los tenebrosos planes del partido.
Mas ahora lo que debe interesarnos, por lo que debemos juntar las manos llenas de orgullo, es que Julio Antonio Mella estuvo defendiendo las ideas comunistas que necesitamos. Incluso en contraposición de aquellos llamados comunistas que tanta ala y tanto empeño trataron de asesinar. Mella estuvo contra todas las tristes apariciones. Etapismo, coexistencia pacífica, colaboración de clases.
Y es por eso que nos es útil después de muerto, y es por eso que en realidad no lo está y es por eso que la revolución cubana ligada por esos puntos clave: José Martí, Mella y el Che, liderada por Fidel, sabrá librarse a tiempo y sin mucho esfuerzo del estalinismo remanente.
Un día como hoy asesinaron a Mella. Caminaba junto a su hermosísima Tina Modotti, a la que, por cierto, no le perdono que teniendo la fina sensibilidad de una artista y habiendo sido amada por el hombre más bello, inteligente y revolucionario de su tiempo, se hubiese ligado al oscuro Vidali. Pero Mella y no Vidali es el que está fresco y más vivo que nunca. Vidali permanecerá helado y siempre con mal olor.
Un día como hoy Mella se nos alza en tres dimensiones y nos grita hacer la revolución socialista sin preámbulos, ni tapujos. Atrás quedaron sus asesinos y sus críticos. Este muchacho junto al Che son la imagen gráfica y el alma de la juventud comunista cubana, a la que la Historia le depara todavía las mayores batallas por librar.
¡Socialismo o Muerte!