La crisis del gobierno italiano durante las vacaciones de verano se resolvió con el nacimiento de un nuevo gobierno, compuesto por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD). Representa un cambio radical de la situación, provocado por la decisión del ex viceprimer ministro y ministro del Interior, Matteo Salvini, de separarse de la antigua coalición.
Con esto quiso provocar nuevas elecciones en las que pudiera lograr una ventaja significativa, pero el cálculo resultó ser erróneo. Salvini fue demasiado lejos enardecido por su poder y cayó en su propia trampa. Pero las causas principales de la crisis son objetivas: se encuentran en las contradicciones irreconciliables entre el partido de Salvini, la Liga y el M5S. Estas contradicciones se han estado gestando durante meses.
El insólito giro de 180 grados de dos partidos, M5S y PD, que hasta hacía sólo unas semanas se lanzaban insultos mortales entre sí, propició el nuevo gobierno de Conte. Pero ahora los desacuerdos aparentemente han desaparecido debido a la suprema necesidad de garantizar la “gobernabilidad” por el “bien del país”. Sin embargo, la “gobernabilidad” y el “bien del país” en la sociedad de clases no son nociones neutrales, ocultan los intereses de la burguesía, que de hecho ha bendecido la nueva alianza a nivel nacional e internacional.
Unidad de la burguesía
En esta nueva convulsión del sistema político italiano, Giuseppe Conte (hasta hace un año, un desconocido profesor de derecho universitario) asumió el inesperado papel protagonista. No por tener un talento específico, sino a petición del presidente de la República, Sergio Mattarella, quien una vez más ha dado un paso adelante como guardián de la estabilidad capitalista, debido a la crisis del sistema político italiano,.
La crisis del M5S no ha terminado. De partido anti-sistema, que deseaba “abrir el parlamento como una lata de atún”, quiere convertirse, como Di Maio ha declarado con orgullo, en “el partido de la estabilidad”. Este giro viene impulsado por el fundador del movimiento, Beppe Grillo, quien nuevamente está tomando el control de las riendas. Es probable que este giro provoque nuevas crisis y divisiones en el M5S, tanto a la izquierda como a la derecha, dada la naturaleza pequeñoburguesa del movimiento.
En la izquierda, muchos se han sentido aliviados tras la decisión de Salvini y la Liga de abandonar el gobierno. Es una reacción predecible dado el nivel de rechazo por las medidas racistas y represivas del ex ministro del Interior y los disturbios que parecían aumentar de forma imparable. Sin embargo, creemos que la sensación de alivio de grandes sectores de trabajadores y jóvenes pronto dará paso a la desilusión hacia el gobierno de Conte. Lejos de detener a Salvini, el “ejecutivo amarillo-rojo” (como lo han llamado los medios de comunicación) le permite consolidar su posición al permanecer en la oposición, con la perspectiva de una victoria aplastante en las próximas elecciones. Además, Salvini ahora se ha convertido en el líder indiscutible de la derecha. Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, está en caída libre y varios de sus líderes y parlamentarios han abandonando el partido. Recientemente, Giovanni Toti, gobernador de Liguria, formó un nuevo partido orientado a la Liga, arrebatándole 4 diputados a Forza Italia.
Es desconcertante ver a tantos “intelectuales” de izquierda, que no hace tanto tiempo advertían sobre el “fascismo a las puertas de Italia”, dar un giro completo y proclamar ahora que este golpe parlamentario (llevado a cabo por ¡el propio primer ministro!) ha dado como resultado el “gobierno más a la izquierda de la historia de Italia”. Ni había amenaza fascista antes ni tenemos un gobierno progresista o un gobierno de cambio político ahora.
Se avecinan recortes
En su programa, el nuevo gobierno está tratando de presentarse como un aliado de los trabajadores. Promete un salario mínimo, más concesiones en los acuerdos nacionales de negociación colectiva y una nueva ley sobre representación sindical (que afecta a los líderes sindicales). En realidad, el gobierno promete a todos un poco de todo, pero cada promesa deberá cumplirse “sin poner en riesgo el equilibrio de las finanzas públicas”. El gobierno de Conte defiende la reducción de la carga impositiva sobre los salarios de los trabajadores, pero (de suceder así) lo poco que se ahorrarían los trabajadores sería absorbido inmediatamente por la “revisión del gasto”, es decir, más exactamente, por recortes en gasto social. No se ha mencionado la abolición de la Ley de Empleo, ni de todas las demás leyes que han causado una gran mella en el mercado laboral.
La dura realidad es que para los próximos presupuestos, el gobierno deberá encontrar 27 mil millones de euros sólo para evitar el aumento automático del 25 por ciento del IVA. Para entender cómo van a encontrar esta cantidad de dinero, es útil mirar las biografías de los nuevos ministros.
El Ministro de Economía y Finanzas es Roberto Gualtieri. Es el ex presidente de la Comisión de la UE sobre cuestiones económicas y monetarias, y fue uno de los promotores de un presupuesto equilibrado en las Constituciones europeas. No es casualidad que Christine Lagarde, futura presidenta del BCE (y ex directora del FMI) sugiriera su nominación, diciendo que sería “bueno para Europa e Italia”.
No hay duda de que éste es el mejor gobierno para la Unión Europea en las condiciones dadas. El Partido Democrático, principal punto de referencia para las finanzas y el capital, ha ocupado todos los puestos clave en la relación con Europa, como confirma la nominación de Gentiloni (ex primer ministro italiano) como comisionado de asuntos económicos en Bruselas.
Roma quiere estar en la mejor posición para iniciar una negociación con la UE, buscando obtener márgenes de gasto más flexibles. Lagarde ya ha explicado que se darán estos márgenes a quienes tengan sus cuentas saneadas, los países que no puedan equilibrar sus libros contables no podrán eximirse para operar “reformas estructurales”. Entre éstos se encuentra Italia, que lleva estancada económicamente desde hace 14 meses, y con una deuda equivalente al 134 por ciento del PIB.
En el Ministerio del Interior se celebra la llegada de la “competente” Luciana Lamorgese como nueva ministra, antigua jefa de gabinete de Angelino Alfano y Marco Minniti (ambos ministros del Interior en los gobiernos del PD de 2013 a 2018). Es una sirvienta de la propiedad estatal y privada, como demostró mientras era delegada del Gobierno en Milán, desalojando a los inmigrantes de sus casas frente a la estación central.
El nuevo gobierno ha sido claro: se “revisará” el Segundo Decreto de Seguridad del gobierno anterior, pero no las otras leyes racistas y represivas de los últimos 20 años. El delito de “inmigración clandestina” no será eliminado, los inmigrantes continuarán muriendo en el mar Mediterráneo o serán explotados en el campo, como viene sucediendo incluso desde antes de Salvini. Sólo cambiará el estilo, de las ruidosas diatribas de Salvini, al burocratismo gris de la ex delegada.
El Partido Democrático, a través de Paola De Micheli, también controlará el poderoso Ministerio de Transporte e Infraestructura. Como resultado, los empresarios italianos se han asegurado la continuación del flujo de miles de millones de euros en sus cuentas a través de proyectos de infraestructura financiados por el Estado.
Traición de la supuesta izquierda
Liberi e Uguali (Libres e Iguales, el único partido de izquierda representado en el parlamento, con Roberto Speranza como ministro de Sanidad) se ha imbuido totalmente de la lógica del “mal menor”. El nuevo gobierno propone una “autonomía diferenciada”, aunque “justa y cooperativa”. Esto significa que las regiones podrán recaudar ingresos fiscales adicionales. El resultado concreto será una ampliación de la brecha entre el norte y el sur de Italia. Speranza contribuirá a una mayor destrucción del servicio nacional de sanidad. ¿Alguien duda aún de la subordinación total de la izquierda actual, como la representada en el parlamento, a los intereses de la burguesía?
Esta supuesta izquierda defiende sus peligrosas acciones argumentando comúnmente que: “no había alternativa”. Esta idea es válida si uno no mira más allá de los pasillos del parlamento. La alternativa existe, pero para encontrarla, se debe adoptar una perspectiva de clase.
Hay una notable ausencia del punto de vista de la clase trabajadora en los debates, gracias también al respaldo de los líderes sindicales a la nueva coalición gubernamental. Las ilusiones difundidas por la dirección de la central sindical CGIL están desarmando al movimiento obrero. Se pide a los trabajadores que se queden con los brazos cruzados mientras este gobierno de banqueros y tecnócratas (bendecido también por Trump) lleva a cabo su primera serie de medidas y políticas reaccionarias.
Hoy, no hay un gobierno favorable a los trabajadores en Italia. La forma de defender nuestros intereses es a través de la lucha de clases y retomando las movilizaciones que comenzaron la primavera pasada, especialmente entre los jóvenes: desde los “Viernes por el futuro” contra el cambio climático hasta las manifestaciones antirracistas contra Salvini. No hay duda de que estas movilizaciones volverán. Este gobierno tendrá una luna de miel muy breve.
Un partido de los trabajadores es necesario y urgente. Este partido sólo puede nacer de la lucha de las masas, pero necesita un programa de independencia de clase, por un cambio socialista de la sociedad, que debe ponerse en el orden del día del movimiento de trabajadores y jóvenes. Ésa es la alternativa que defiende Sinistra Classe Rivoluzione.