Irlanda 1967-2007: Una visión general

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Publicamos a continuación la intervención que hizo Gerry Ruddy, miembro del Partido Socialista Republicano Irlandés, en Barcelona el 1 de agosto de 2007 en la Escuela marxista organizada por la Corriente Marxista Internacional.
Publicamos a continuación la intervención que hizo Gerry Ruddy, miembro del Partido Socialista Republicano Irlandés, en Barcelona el 1 de agosto de 2007 en la Escuela marxista organizada por la Corriente Marxista Internacional

"He hecho lo que he podido para provocar esta manifestación de los trabajadores ingleses a favor de fenianismo (republicanismo)… Me acostumbré a pensar que la separación de Irlanda de Inglaterra era imposible. Ahora creo que es inevitable, si bien después de la separación puede venir una federación". (Carta de Marx a Engels. 2 de noviembre de 1867. El subrayado en el original).

"Está en interés directo y absoluto de la clase obrera inglesa que ésta se libre de su actual vínculo con Irlanda… La clase obrera de Gran Bretaña nunca hará nada mientras no se libre de Irlanda". (Carta de Marx a Engels. 10 de diciembre de 1869. El subrayado en el original).

En enero de 1967, se creó la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte (NICRA) y así comenzó toda la cadena de acontecimientos conocidos habitualmente entre la población irlandesa como "problemas". Es importante tener una visión general de lo ocurrido estos últimos cuarenta años, estudiar los errores, las ideas equivocadas, las equivocaciones y los éxitos. Dividiré esta época en tres fases amplias:

•1) La fase democrática
•2) La lucha armada
•3) La etapa reformista

Aunque reconozco que es una división muy general, sí es una herramienta útil para lograr un cuadro global de los últimos cuarenta años y, por supuesto, para aprender unas lecciones valiosas de ese período de lucha.

En 1967, Irlanda, igual que ahora, estaba dividida en dos Estados. Irlanda del Norte, con su propio gobierno local bajo el dominio completo unionista que discriminaba a los católicos/nacionalistas y su clase dominante local, que se veía a sí misma como firmes británicos, con una economía basada en la industria pesada vinculada directamente a la economía británica. Sin embargo, esa clase se sintió inquieta cuando el Partido Laborista británico llegó al poder en 1964. Sectores de la dirección del partido unionista reconocían que tendrían que hacer algunas reformas pequeñas para satisfacer las reivindicaciones democráticas. También admitían que entre la República de Irlanda y Gran Bretaña las relaciones comenzaban a deshelarse, una consecuencia directa de la decisión de la burguesía irlandesa de abandonar el proteccionismo.

"La inversión extranjera, en particular la industria exportadora, eran bienvenida. En 1956, las exportaciones de los nuevos inversores consiguieron beneficios gracias un período de quince años libre de impuestos. Se eliminaron progresivamente las restricciones a la propiedad extranjera de la industria, hasta que no quedó ninguna en 1964. Se reconocía la importancia de las importaciones a bajo costo para las industrias exportadoras, comenzaron a reducirse las barreras arancelarias. Aún fuera del Mercado Común, Irlanda entró en un acuerdo de libre comercio con Gran Bretaña en 1965". (James B. Burnham. Why Ireland Boomed$. The Independent Review. v. VII. Nº 4. Primavera 2003. ISSN 1086-1653, pp. 537-556).

De hecho, en 1973, tanto Gran Bretaña como Irlanda entraron en la CEE [Comunidad Económica Europea] y marcó un cambio fundamental en las relaciones entre los dos países. A partir de ese momento, era imperativo eliminar los obstáculos que impedían mejorar las relaciones entre las dos clases dominantes. La mayor causa de fricción era la situación en Irlanda del Norte. Los dos grandes partidos de la República de Irlanda tenían raíces en el movimiento republicano antes de la partición en los años veinte y consideraban que tenían un papel como guardianes de los nacionalistas del norte, más en un sentido teórico que práctico.
La discriminación en el norte era la norma por parte de las empresas unionistas y también de los órganos del Estado británico. Los seguidores del partido unionista eran recompensados por su lealtad al Estado con viviendas, empleos, etc., Ejercían el control a través de organizaciones como la Orden de Orange, un cuerpo reaccionario diseñado para crear una alianza de todas las clases que mantuviera a los trabajadores protestantes alejados de los trabajadores católicos. Pero otros sectores de la clase dominante no veían la necesidad de cambiar nada y en 1967 se prohibieron los clubes republicanos, de este modo, se dejaba a los republicanos sin medios democráticos para expresar sus ideas. Fue en esa época cuando el IRA, casi inexistente, y los republicanos dieron un paso hacia la actividad puramente política.

El republicanismo irlandés experimentó entonces varios cambios importantes. Después del absoluto fracaso de la campaña del IRA de 1956-1961, el movimiento republicano giró a la izquierda bajo la influencia de gente cercana al Partido Comunista de Gran Bretaña y a la Asociación Connolly, con base en Gran Bretaña. A pesar de la oposición de los tradicionalistas y los voluntarios fuertemente influenciados por el catolicismo, la "izquierda" en 1967 consiguió el control del movimiento republicano. Parecían un partido populista radical haciendo campaña sobre cuestiones sociales y nacionalistas.

Pero, por supuesto, las apariencias pueden engañar. Debajo de la superficie dentro del republicanismo irlandés existían todo tipo de contradicciones. Existían tendencias nacionalistas fuertes y había otra pro-católica que veían al protestantismo, la masonería libre y el judaísmo como los enemigos a temer. En el contexto del partido gobernante de los 26 condados/Irlanda del Sur, el Fianna Fail, después de haber abandonado la política nacionalista proteccionista introducida por su fundador Eamon de Valera en los años treinta, el Sinn Fein se vio a sí mismo como el verdadero guardián de los republicanos irlandeses y consideraba la introducción del libre comercio tanto una capitulación ante las fuerzas del capitalismo internacional y como una apertura a la perspectiva aterradora de los comunistas llegando al poder en Irlanda, para apoderarse de los empleos irlandeses y como una amenaza para "nuestra forma de vida cristiana".

"Si nos convertimos en miembros de la CEE no habrá ninguna restricción a la entrada en Irlanda de los comunistas de Italia, Francia o de cualquier otro país del Mercado Común". (Thomas MacGiolla. Nation or Province. Ireland and the Common Market. Dublín. 1963).
La dirección del movimiento republicano era incapaz de comprender que el intento de construir una economía basada en el proteccionismo, siempre estaría condenada al fracaso debido a la internacionalización cada vez mayor del capitalismo.

El Fianna Fail, como representante de la burguesía nativa, veía que sus intereses futuros estaban vinculados a los del capital internacional. Durante los años cincuenta, emigraron de Irlanda más de 800.000 personas, la pobreza y el desempleo eran elevados y el movimiento republicano ignoraba estos males sociales, se concentraba exclusivamente en la campaña armada en el norte. En 1967, la clase dominante del sur renunció a la cuestión nacional al ver sus perspectivas económicas futuras atadas a la CEE, además de estrechar lazos políticos y económicos con el Reino Unido.

En un intento de conseguir apoyo del movimiento republicano, ante el creciente interés en el socialismo en el mundo durante los años sesenta, influenciados por la guerra de Vietnam y la revolución cubana, los dirigentes del IRA comenzaron a hablar el lenguaje del socialismo. Durante un fin de semana, unos pocos miembros de la dirección del IRA, sin un debate serio entre la base, simplemente declararon que el objetivo a partir de ese momento sería el establecimiento de una república unida irlandesa y socialista.

Esta decisión no se tomó por razones ideológicas, sino por puro pragmatismo. Sin embargo, hay que señalar que el modelo socialista del movimiento republicano, estaba importado de los partidos comunistas oficiales; es decir, de aquellos leales a la burocracia estatal de la URSS. No es coincidencia que fuera el modelo elegido, porque el movimiento republicano era muy militarista y consideraba perfecto el modelo estalinista. No existía la discusión democrática seria dentro de la organización, la dirección, el consejo militar del IRA, se consideraba a sí misma por derecho el gobierno legítimo de la República de Irlanda, proclamada en 1916 y aprobada en las elecciones generales de 1918.

En la práctica, la unión del control estalinista y militarista funcionó bien en el movimiento republicano. Se ordenó a los voluntarios del IRA entrar en las organizaciones de masas, votar por los individuos nominados y llevar a cabo lealmente lo que dictara la dirección. Aquellos que disentían eran etiquetados de católicos de derecha o trotskistas saboteadores.
Tomas MacGiolla, anteriormente en el ala de derecha y presidente del Sinn Fein, abrazó incondicionalmente la nueva dirección. Estos giros de orientación ideológica son característicos de la corriente dominante del republicanismo.

"El Sinn Fein comenzó como una organización pequeño burguesa de derecha. En los años treinta, el movimiento era socialista de nombre. En los cuarenta era corporativista y profesional. En los años sesenta de nuevo se fue al socialismo y en los setenta regresó al corporativismo, hasta que en 1982 una vez más se convirtió en socialista. A pesar de todos estos cambios en la perspectiva social, su naturaleza como ala militante del nacionalismo irlandés permaneció inalterable". (Irish Republicanism and Socialism. Pat Walsh. Athol Books. Junio 1944. p. 255).

Durante el conflicto armado, el movimiento Provisional giró varias veces de derecha a izquierda, dependiendo de las circunstancias del momento. La dirección republicana sabía que adoptando una posición de izquierda absorbería la energía de la izquierda y recuperaría sus filas, además de conseguir credibilidad internacional en los movimientos revolucionarios del mundo. En 1967, a pesar del lento giro hacia una orientación izquierdista, el entonces movimiento republicano se definía sobre todo por su énfasis en la lucha armada, el rechazo al parlamentarismo y el desprecio por los no republicanos. Por supuesto, existían excepciones como Seamus Costello, que más tarde fundó el Partido Socialista Republicano Irlandés quien construyó una base fuerte para el republicanismo entre la clase obrera con una lucha de clases militante en su zona, Bray, al sur de Irlanda.

En 1967, dentro de la izquierda crecía el interés por los escritos de James Connolly, el marxista y republicano, dirigente de la Insurrección de Semana Santa de 1916, además se conmemoraba el cincuenta aniversario de esta rebelión. Incluso el Partido laborista, conservador católico y servil, comenzó a permitir dentro de sus filas el socialismo, llegó a decir que los "años setenta serán socialistas". Pero también hay que aclarar que el Partido Laborista Irlandés no es un partido de masas de la clase obrera, es más una unión de partidos basados en la personalidad de los miembros elegidos en los ayuntamientos y comparten una perspectiva social conservadora.

En el norte, la estrategia se desarrolló con una amplia alianza de comunistas republicanos y liberales para defender la lucha por los derechos democráticos dentro de Irlanda del Norte. Esto llevó a la fundación del movimiento de derechos civiles (NICRA), que sacó a miles a las calles para reivindicar los derechos democráticos. Su alternativa era: primero la etapa democrática que implicaba la lucha por la democracia en el norte, después el desarrollo de esta lucha llevaría al final de la partición de Irlanda y el establecimiento de un gobierno nacional para toda la isla. Después, y sólo después, se plantearía la cuestión del socialismo. En esencia, esta posición suponía la defensa de una Irlanda unida capitalista y, por supuesto, no hacía ningún llamamiento a los trabajadores protestantes pro-británicos ni, en realidad, a los trabajadores y desempleados que habían emigrado desde ambas partes de la isla durante todas estas décadas debido a la pobreza y al desempleo existentes. Debemos recordar que el denominado "tigre celta", así se califica el período de crecimiento económico de la República de Irlanda, no llegó hasta mediados de los años noventa.

Mientras los republicanos participaban en la lucha por los derechos civiles, no necesariamente lo controlaban y los republicanos más de derecha consideraban las reivindicaciones de derechos para los ciudadanos británicos como un anatema y antirrepublicano. La posición del NICRA era defender dos etapas claramente separadas en la cuestión nacional de Irlanda. Después, se encontraron con las pérdidas inevitables debido a que sus estrechas reivindicaciones "democráticas" ya no podían satisfacer el ansia general de una Irlanda unida. Pero en esa etapa, la dirección del movimiento republicano estaba muy atada a la teoría de las etapas y eso permitió que el ala de derecha republicana consiguiera influencia en su militancia dentro de las zonas nacionalistas.

Naturalmente, existían otras perspectivas. Las ideas de Trotsky comenzaron a circular más ampliamente en los años sesenta y el movimiento estudiantil radicalizado, Democracia Popular, estaba muy influenciado por el trotskismo. De los debates de aquella época surgían dos ideas claves separadas, la primera, que la campaña por los derechos civiles si no se convertía en una campaña por los derechos económicos, alejaría a la clase obrera protestante de la lucha por los derechos civiles, que se convertiría en la práctica en una lucha exclusivamente de los católicos. Por tanto, si los católicos ganaban, la clase obrera protestante sentiría amenazados sus empleos y viviendas. Esta línea argumental, correctamente, defendía que a menos que no se defendieran todas las cuestiones de clase, era inevitable que la lucha terminara en un enfrentamiento sectario. Desgraciadamente, algunos grupos de los que adoptaron esta posición llegaron a calificar como sectaria la lucha por los derechos civiles. Mientras sobre el papel defendían la lucha por los derechos democráticos, nunca hicieron una campaña seria aludiendo a cada paso en el peligro de degeneración sectaria. No consiguieron reconocer que Lenin, como hizo Marx, consideraba que la vanguardia necesitaba estar en primera línea del frente en todas las manifestaciones de descontento de la sociedad y que eso incluía las reivindicaciones democráticas.

"Un tribuno del pueblo, capaz de reaccionar ante cada manifestación de tiranía y opresión, no importa donde ocurra ni a qué estrato o clase de la población afecte; debe generalizar todas estas manifestaciones para producir una sola imagen de violencia policial y explotación capitalista; debe ser capaz de aprovechar cada acontecimiento, aunque sea pequeño, para explicar a todos sus convicciones socialistas y reivindicaciones democráticas, para explicar a todos y a cada uno el significado histórico mundial del proletariado de la lucha por la existencia". (Lenin. Qué hacer).

Otra visión separada pero relacionada, defendía que era necesario vincular la lucha por los derechos civiles, la lucha de clases y la cuestión del imperialismo en Irlanda. Esta línea de pensamiento finalmente apareció en el Partido Socialista Republicano Irlandés.

•1. La etapa democrática

La etapa democrática de la lucha duró desde 1967 hasta aproximadamente 1972, al mismo tiempo se puede distinguir en ella tres períodos separados.

Primera. La etapa liberal

En esta etapa los rasgos clave del NICRA bajo la influencia del Partido Comunista influían en la población, en las direcciones del movimiento sindical y buscaban ayuda de los parlamentarios laboristas británicos. Sin embargo, en un contexto de casi indiferencia total por parte de la clase dominante unionista, aumentó la presión y el NICRA decidió pasar a la segunda etapa con manifestaciones en las calles.

Segunda. Las protestas en las calles

Todo cambió, todos los medios de comunicación mundial tenían puesta su vista en la policía (el RUC), cómo golpeaba a los manifestantes incluidos miembros "respetables" de la población nacionalista. Esto galvanizó no sólo a la población estudiantil sino también a muchos dentro de la clase obrera nacionalista, a un nivel no visto antes, mostró la relevancia de la fase democrática de la lucha. Salieron por cientos, después por miles, a las calles con una rabia justificable por años de opresión.

La dirección del NICRA atrajo la atención de la clase media nacionalista que durante mucho tiempo había evitado la lucha política. Se subió al vagón e intentó llevar la lucha al terreno puramente reformista con manifestaciones pacíficas, a pesar de la violencia del RUC y de sus seguidores lealistas (unionistas) en las zonas obreras. Al estimular el temor de la clase obrera protestante, la dirección unionista tuvo fácil su política de pedir que la clase obrera unionista tuviera prioridad en los empleos y la vivienda. Muchos de ellos puede que estuvieran en mejores condiciones que los trabajadores católicos, pero también había otros que estaban peor. Sin embargo, creían que tenían más en común con sus líderes capitalistas que con los trabajadores. Así que comenzó la lucha política por el control del movimiento por los derechos civiles entre los elementos conservadores y el sector más militante, orientado hacia los estudiantes republicanos y los socialistas, de este modo se inició la tercera y última etapa.

Tercera. La lucha de masas

En esta etapa, la conciencia política de la clase obrera nacionalista alcanzó su nivel más elevado debido a la enorme presión de las zonas obreras que sufrían redadas regulares, los gases lacrimógenos y el Estado utilizaba diariamente la tortura y la brutalidad como parte de su arma de hostigamiento.

La gente comenzó a tomar el control de sus zonas y estableció zonas libres fuera del control de las fuerzas estatales. Dentro de estas zonas libres se desarrolló el debate y discusión política entre los republicanos y los socialistas, alcanzado un alto nivel teórico. Sin embargo, también hubo lucha por el control de estas zonas y algunas veces estalló la violencia dentro del campo republicano. Surgieron tensiones debido al fracaso del IRA en 1969, no fue capaz de defender las zonas nacionalistas cuando los RUC/B Especiales y las bandas lealistas iniciaron un pogromo contra los nacionalistas. Estos ataques llevaron al mayor movimiento de la población civil desde la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de los pocos voluntarios que defendieron las zonas nacionalistas donde todos los miembros del IRA Oficial siguieron leales a esta organización, el recién formado IRA Provisional manipuló habilidosamente los hechos para presentarse como los defensores de la población nacionalista. Muchos trabajadores católicos se unieron a ellos y muchos también motivados por los deseos de venganza sectaria contra las bandas protestantes que atacaban las zonas católicas. De ahí que surgiera una lucha política y militar encarnizada, que empezó cuando terminaba la lucha de masas que alcanzó su punto culminante después de que las fuerzas británicas de ocupación masacraran a 14 manifestantes civiles en Derry, el 30 de enero de 1972 en el conocido como Domingo Sangriento. El efecto de estos hechos fue impulsar la afiliación al IRA-P que parecía más militante frente al resto. Los Provisionales iniciaron una campaña de bombas que arrojó muchas bajas civiles y alejó aún más a los protestantes del republicanismo y llevó a la caída de la lucha de masas.

La campaña guerrillera también intensificó la reacción lealista, que adoptó la forma de asesinatos de católicos. Aún así, no debemos olvidar que cualquier avance democrático para los nacionalistas del norte siempre se ha encontrado con una violenta reacción lealista. La forma popular de expresarse entonces, como ahora, se puede resumir en lo que se escribía en las paredes: Asesinar a los Taigs, es decir, católicos. Desde 1972 cientos fueron asesinados y las fuerzas de seguridad del Estado apoyaron y entrenaron parcialmente a estos asesinos lealistas, negaron que fueran asesinatos sectarios y en su lugar los calificaron de "asesinatos sin motivo". Era evidente que el Estado británico apoyaba esta campaña de asesinatos, los agentes británicos les entregaban armas, los entrenaban y dirigían su campaña terrorista contra la población nacionalista/católica. Aún hoy se niegan a reconocer esta colaboración. Los republicanos irlandeses necesitamos sacar lecciones del "terrorismo" de Estado británico.

La lucha armada

En 1974 habían terminado las manifestaciones de masas y el IRA Provisional continuó con su campaña de atentados, la población protestante estuvo junto a la campaña de asesinatos dirigida por los paramilitares lealistas bajo la influencia, dirección y control de las fuerzas de seguridad británicas y el RUC. Esto a su vez llevó a los republicanos por el camino de las acciones sectarias y hay que admitir que todas las organizaciones republicanas fueron por igual culpables de este error.

Nuestro propio movimiento se desilusionó con el alto el fuego del IRA Oficial y también por su giro hacia la política reformista de romper con el IRA, se estableció el IRSP y dos meses más tarde la organización armada, el INLA.

Estábamos ya en esa fase de lucha dominada por la lucha armada. Intentaré dejar lo más clara posible mi posición personal. Aunque yo tenía dudas y vacilaciones sobre algunas tácticas utilizadas durante el curso de la lucha tanto del IRA como del INLA, apoyé esa lucha armada. En la primera fase de la lucha democrática, yo y otros muchos, practicábamos la no violencia: manifestaciones, etc., tan pronto como llegué a las calles y vi las fuerzas de la reacción, giré hacia la clase obrera. Después de todo fue Trotsky el que escribió:

"Encontramos violencia en todas partes… no inventamos la violencia ni el terrorismo… nacimos en el seno de la violencia capitalista… vivimos y morimos en el terrorismo imperialista… es nuestro ‘pan cotidiano"".

Sin embargo, la resistencia armada tiene un tiempo límite que cuando se traspasa la convierte en improductiva. Algunos republicanos han elevado la lucha armada como la estrategia para conseguir sus objetivos. No tienen en cuenta las condiciones existentes, el ambiente de las masas ni las fuerzas políticas, sociales y económicas en juego. Al divorciar la lucha armada de la lucha de masas, elevan la lucha armada a la única manera de derrotar al imperialismo, en esto el republicanismo irlandés fracasó. Apareció el elitismo. En todos los grupos armados aparece este tipo de elitismo, uno de nuestros compañeros, Ta Power, hizo un análisis excelente de este proceso en un documento del IRSP que fue el inicio de nuestro largo camino de alejamiento del militarismo y acercamiento al socialismo.

No sólo la población de las zonas nacionalistas poco a poco se desilusionó con la lucha, sino que además se veía reducida al papel de pequeños jugadores sólo para ser movilizados a la señal de orden de un consejo militar, sino que muchos activistas, tanto en el terreno político como militar, también se desmoralizaron. No hubo un intento de vincular las luchas cotidianas de la población con una lucha antiimperialista global. En lugar de girarse hacia la clase obrera organizada del norte y el sur, el republicanismo provisional se encontró en un callejón sin salida. Desesperados, recurrieron a las iglesias y las clases dominantes de Gran Bretaña e Irlanda para que les rescataran del agujero en el que se encontraban.

El proceso de reducción paulatina de la lucha armada y alcanzar un acuerdo con el imperialismo, costó un tiempo prolongado, ahora está claro que la dirección republicana provisional estaba en contacto tanto con los servicios británicos de inteligencia como con el gobierno británico, incluso cuando los voluntarios del IRA/INLA agonizaban debido a las huelgas de hambre de 1981. En lugar de buscar el apoyo de masas que tenían los huelguistas para convertirlo en una lucha antiimperialista, el republicanismo utilizó la emoción que provocaba la situación para emprender pasos lentos hacia el parlamentarismo. Al mismo tiempo, la lucha armada continuaba, pero aparte de éxitos ocasionales espectaculares en términos militares, ésta cada vez se volvía más ineficaz y contraproducente.

La lucha armada no es ningún camino romántico o heroico para cambiar el mundo. La realidad es diferente y brutal. Enviar a un hombre desarmado con una gran familia, con una bomba en un camión para que lo estrelle contra un establecimiento militar. Ir detrás de un policía y dispararle a la cabeza. Poner una bomba en un restaurante donde pueden morir niños. Subirte en un autobús y disparar a aquellos que profesan una religión que no te gusta. Poner una bomba debajo de un coche sin saber quién será el conductor.

Estos actos, al mismo tiempo que tienen consecuencias devastadoras sobre las víctimas, también tienen consecuencias sobre los voluntarios que las realizan. Largos años de prisión, alejados de sus hijos y parejas, vidas rotas, alcoholismo… ¿para qué? Para compartir el poder en un Estado del norte con Ian Paisley como primer ministro y administrando el dominio británico.

Se puede decir que la violencia republicana es la respuesta política legítima a la violencia estatal. Cuando el INLA asesinó a un dirigente tory, yo personalmente sentí que era un ejercicio legítimo presionar en las zonas nacionalistas asediadas de Irlanda del Norte. Pero en cuanto a la solución a largo plazo de los problemas de la clase obrera ese no es el camino porque "el estado capitalista no se basa en los ministros del gobierno y no desaparece con ellos. Las clases a las que sirve siempre encontrarán nuevas personas, el mecanismo permanece intacto y continúa funcionando". (León Trotsky. Por qué los trotskistas se oponen al terrorismo individual).

Ningún socialista, ningún marxista ni ser humano que se preocupa por el futuro de la humanidad y del planeta en el que vivimos puede permitirse ser un pacifista. Hay momentos en la violencia es la única respuesta justificable ante una injusticia. Pero también hay otros en que se debe detener la resistencia armada si ésta es contraproducente. No podemos permitir que la rabia dicte nuestras acciones. Sí, podemos insistir con las víctimas de la violencia estatal, podemos comprender la rabia de los oprimidos, podemos compartir las frustraciones de los desposeídos. Pero tenemos el deber histórico de no doblegarnos ante las emociones del momento. Tenemos el deber, como militantes de la clase obrera, de proporcionar un análisis claro de la situación, tener la comprensión teórica de los acontecimientos que ocurren y dar una dirección a nuestra clase, tanto en la teoría como en los hechos.

En 1994, el entonces dirigente de nuestro movimiento Gino Gallagher, explicó claramente la postura republicana socialista en un discurso ante unos estudiantes:

"Por esa razón, ante los altos el fuego y el llamado proceso de paz, el movimiento socialista republicano tomó la decisión consciente de no realizar ninguna acción que pudiera ser interpretada como un apoyo a ese proceso. En realidad, abrimos muchas vías de comunicaciones con otros para que, desde nuestro punto de vista, se pudiera dar a conocer lo más ampliamente posible la perspectiva socialista de nuestro movimiento. Pero debo decir, que aunque no estábamos preparados para alentar el proceso actual ni lo amábamos, seguíamos convencidos y, nunca lo estuvimos más, de la verdadera intención del gobierno británico. Dudamos si después de todo, la bandera ondeando y el despliegue de chauvinismo que hemos visto recientemente y que veremos mañana (visita del presidente Clinton a Belfast), la posición de la clase obrera, aparte de la ausencia de violencia política, en esencia cambiará. El desempleo, los bajos salarios, los guetos en la vivienda, el deterioro del sistema educativo, la extrema situación sanitaria y la pobreza, la población dividida por la religión y el veneno del prejuicio, todas estas cosas permanecerán y seguirán. Creemos que no importa cuántas reuniones haya entre los representantes del capitalismo irlandés y del imperialismo británico. Major o Bruton no resolverán los problemas fundamentales de la población de estas islas".
Dos años más tarde, Gino fue asesinado por agentes del estado británico infiltrados en nuestro movimiento, pero su análisis, trece años después, aún es válido. Tomando ese análisis como guía de nuestro movimiento, el INLA declaró el alto en fuego en 1998 y hoy intentamos convencer a otros republicanos de que el único camino es el socialista.

La etapa reformista

La dirección provisional utilizó la lucha armada durante los años ochenta y noventa para conseguir concesiones del gobierno británico, pero estaba preparada para entrar en la etapa reformista. El éxito electoral del Sin Feinn después de las huelgas de hambre de 1981, convenció a Adams y la dirección del Sin Feinn de la creación de un frente amplio nacionalista con nacionalistas de clase media del norte, y con la clase dominante del sur, como el mejor camino de avanzar en las reivindicaciones nacionalistas. Al pasar de la fase radical de principios de los ochenta, se olvidaron las referencias al socialismo y en lugar de las reivindicaciones antiimperialistas de una Irlanda unida, apareció la consigna de la "igualdad".
El movimiento republicano provisional se preparaba para conseguir la igualdad entre los nacionalistas irlandeses dentro del Estado británico. Así comenzaron las conversaciones Adams-Hume con el gobierno irlandés y, por último, las conversaciones que llevaron a los altos el fuego de 1994/1997, el Acuerdo de Viernes Santo, el Acuerdo de Saint Andrews y ahora la Asamblea Nacional de Irlanda, comprometida firmemente con un programa económico neoliberal. Para conseguir todo esto, el movimiento provisional, sin armas, reconoció la pretensión británica de gobernar el norte de Irlanda, desmanteló su ejército y ahora estamos dirigidos por la fuerza policial.

Hay que decir con claridad que no es una victoria para el republicanismo. No es una victoria para el socialismo. La lucha armada republicana ha sido claramente derrotada. Una Irlanda unida está ahora más lejos que en 1967. Las divisiones entre los trabajadores católicos y protestantes nunca han sido tan amplias. Los ataques sectarios violentos todavía se producen, las comunidades obreras están separadas por los llamados muros de la paz, muchos de los cuales se levantaron después del final del conflicto armado.

Se ha institucionalizado el sectarismo en los seis condados (Irlanda del Norte). Mientras los especuladores compran propiedades y cobran alquileres exorbitantes a las familias obreras que entran en el mercado de la propiedad inmobiliaria. El primer ministro británico quiere reducir el salario mínimo en el Norte y la administración local se prepara para imponer impuestos sobre el agua y otras tasas, la policía continúa desmantelando bienes públicos y se los venden a la industria privada.

Todo en un contexto de creciente inestabilidad económica, no sólo nacional sino también internacional. La economía del resto de Irlanda ha crecido rápidamente en estos últimos catorce años pero ha comenzado ya a perder impulso. La Construcción, que ayuda al denominado “tigre celta”, ahora se enfrenta a una crisis, probablemente se perderán 35.000 empleos en este sector durante los próximos dieciocho meses, según Davy Stockbrokers. Todas las evidencias indican que habrá una recesión económica. Esta crisis tendrá un impacto mayor en las familias obreras, pero tendrá poco efecto en los 33.000 millonarios.

"Según Davy, la construcción de viviendas comenzará a caer a partir de ahora y hasta final de año, a finales de 2007 el desempleo alcanzará el 5 por ciento y en 2008 el 6 por ciento". (Irish Times. 24/7/07).

Si el republicanismo irlandés no se vuelve irrelevante entonces nosotros decimos que el socialista tampoco. La lucha armada ha terminado. La última vez que hice un recuento había 6 IRA (IRA Provisional, IRA Auténtico, IRA de Continuidad, Oglaigh na Eireann, IRA Oficial (ORM) e IRA Oficial (WP)) y numerosas organizaciones que pretendían ser republicanas o socialistas. Por supuesto es una situación ridícula y nada útil para la clase obrera irlandesa. En lugar de este sinsentido para los verdaderos socialistas y republicanos, aquellos que quieren realmente cambiar la sociedad irlandesa, necesitan regresar a lo básico, al socialismo y marxismo básicos.

Yo no pretendo que el IRSP sea el vehículo perfecto para llevar a cabo la lucha revolucionaria en Irlanda. Está lejos de ser perfecto. Pero tiene una tradición revolucionaria, una base firme en la clase obrera nacionalista, un análisis correcto del proceso actual en Irlanda, una perspectiva internacionalista y la capacidad de aprender de los errores. Han pasado veintiún años del asesinato de Ta Power, él escribió un documento en el que analizaba nuestro movimiento. Señaló el camino y sus palabras hoy son tan relevantes como entonces. Si cada socialista republicano, dentro o fuera, de nuestra propia organización siguiera el consejo de Ta, entonces tendríamos una organización revolucionaria creíble con una influencia creciente dentro del movimiento de la clase obrera.

"Un partido revolucionario debe tener una ideología revolucionaria, una ideología que nos permita analizar el mundo, la fuerza motriz que gobierna el mundo, un plan y una campaña basada en el análisis.

"Una campaña que es consistente, de principios y arriesgada en su implantación, la máxima como una guía para la acción es una ideología, representa los intereses históricos de la clase obrera, que a través del partido revolucionario, pretende derrocar el orden capitalista y comenzar la construcción del comunismo".

Sin embargo, hoy hay tareas que son necesarias afrontar ya. Necesitamos estar junto a los trabajadores del sector público, en el norte y en el sur, que sufren los recortes de sus servicios. Necesitamos una campaña para conseguir un gran aumento de la vivienda social, luchar contra todas las manifestaciones de sectarismo. Necesitamos seguir la lucha contra la injusticia de la partición y el sufrimiento de los prisioneros políticos allí donde estén. Necesitamos acabar con "toda manifestación de tiranía y opresión, no importa donde ni a que estrato de la población afecte".

Han pasado cuarenta años desde el comienzo de la lucha por los derechos civiles, la cuestión nacional sigue sin resolver y nos enfrentamos a una nueva situación. La izquierda en Irlanda es débil, está dividida y plagada de sectarismo político. El republicanismo ha sido derrotado y está terriblemente dividido. Está claro que las posturas habituales tanto de republicanos como socialistas durante más de cuarenta años han fracasado, no han conseguido avances significativos dentro del movimiento de la clase obrera. Necesitamos aprender las lecciones y recordar las palabras de Ta Power:

"Debemos estar atentos para no caer en el pantano del sectarismo, la mezquindad, etc., No debemos participar en jergas sin principios, en posiciones que son sectarias, antirrevolucionarias, moralmente perjudiciales, que ayudan al enemigo y confunden y dividen a la clase obrera.

"Marx, Lenin, etc., afrontaron todos los temas básicos de una manera valiente, inquebrantable, incansable. ¿Por qué nosotros no? ¿Es algo inherente a nosotros? ¿No estamos preparados para esta tarea? ¿Carecemos del coraje y la madurez para hacerlo? ¿Somos aficionados o profesionales? Debemos aprender las lecciones de la historia, conocer los errores y actuar en consecuencia o si no colapsaremos. ¡La salvación está en la claridad y el coraje para llevar a cabo el cambio!".

Compañeros, esa es la única salida para la izquierda irlandesa.