A más de dos meses del inicio del levantamiento revolucionario de la juventud iraní, tras un reflujo bajo una fuerte represión, se produjo una nueva ronda de protestas entre el 16 y el 19 de noviembre, que evidencian el látigo de la contrarrevolución impulsando al movimiento. Para lograr la victoria final, debe haber una participación masiva y organizada de la clase obrera.
Las consignas anteriores de “Mujeres, vida, libertad”; “Muerte al dictador”; “Muerte a los tiranos, ya sea el Sha o el líder [supremo]” siguen siendo utilizadas. Pero se han añadido nuevas consignas, como: “Por la sangre de nuestros compañeros, resistiremos hasta el final”, y: “La pobreza y la corrupción perdurarán hasta que te derroquemos”. Las protestas más combativas se han producido en Teherán, Tabriz y las ciudades de Juzestán, como Izeh, Abadán y Ahvaz; y en las ciudades de mayoría kurda como Mahabad, Saqqez y Sannadaj. Estas últimas han vuelto a destacar como las más revolucionarias, con el estallido de nuevas huelgas generales y violentos enfrentamientos que han expulsado a las fuerzas de seguridad. Se han levantado barricadas y se han bloqueado los pasos de montaña y las carreteras entre las ciudades.
A la cabeza de los jóvenes que luchan en Marivan, Mahhabad, Saqqez, Sannadaj y otros, están los comités juveniles revolucionarios de barrio (shuras). Estas organizaciones se inspiran en los consejos obreros y los comités de barrio de la revolución de 1979. Además de las principales consignas del movimiento juvenil más amplio, han enarbolado consignas de 1979, como: “Pan, trabajo, libertad”, junto con la nueva consigna: “Ni mullahs ni shah – por un gobierno shurah”. Aunque es un avance positivo, no debemos exagerar la influencia de estos consejos, que no se extiende más allá de estos jóvenes radicales hacia capas más amplias de la sociedad.
En Tabriz, los estudiantes se han manifestado frente a las universidades, añadiendo una nueva consigna: “Desde el 67 hasta Abán – Irán está cubierto de sangre”, en referencia a la ejecución masiva de jóvenes de izquierdas en 1988 (1367 en el calendario persa), y al más reciente levantamiento de 2019 (que comenzó en el mes de Abán del calendario persa). El histórico Bazar de Tabriz también ha sido completamente cerrado por la huelga.
En Teherán y sus alrededores, como Karaj y Arak, se han celebrado grandes concentraciones en algunas universidades. Pero lo más llamativo han sido los violentos enfrentamientos en las barricadas, donde las bombas molotov han vuelto a ser habituales, y los jóvenes han expulsado a las fuerzas de seguridad de algunas zonas de la ciudad.
En Khuzestan, los estudiantes de las universidades de Ahvaz y Abadan gritaron el lema: “De Zahedan a Tabriz: pobreza, corrupción y discriminación”. En Ahvaz, Abadan e Izeh también se han levantado barricadas, y los jóvenes han hecho retroceder a las fuerzas de seguridad de algunas partes de estas ciudades. En la ciudad de Izeh, los jóvenes expulsaron por completo a las fuerzas de seguridad. Estas protestas callejeras son significativas, ya que en ellas participan numerosos jóvenes de la clase trabajadora.
Antes de estos sucesos, en noviembre se produjo un reflujo de lo que muchos han denominado el “Levantamiento de Mahsa”. Ante el levantamiento más radical de la historia de la República Islámica, el régimen ha intensificado su represión en las últimas semanas. En total, desde el inicio de la revuelta, el régimen ha detenido oficialmente a 15.000 manifestantes y ha asesinado a más de 370, pero se estima que las cifras reales sean el doble, si no el triple.
Ante tal represión, el levantamiento juvenil se redujo a protestas simbólicas: ataques contra edificios y símbolos del régimen, pintadas contra el régimen y pequeñas concentraciones predominantemente de estudiantes. Quienes participaban en estas pequeñas protestas eran fáciles de identificar y se enfrentaban a la expulsión por parte de las administraciones universitarias, así como a la desaparición de sus dormitorios.
Pero como hemos visto anteriormente, el látigo de la reacción preparó el terreno para un nuevo levantamiento, esta vez basado en las diversas organizaciones juveniles revolucionarias creadas en octubre. Estas organizaciones empezaron a preparar el terreno para nuevas protestas en el aniversario del frustrado levantamiento de 2019, llamado Noviembre Sangriento [Aban en el calendario persa].
El régimen había aprovechado claramente la oportunidad para reagruparse y buscaba recuperar el terreno perdido movilizando a las fuerzas de seguridad para reprimir esta última ola de protestas. El Kurdistán Oriental, especialmente Mahabad, se convirtió de nuevo en una zona de guerra, con el régimen cortando la electricidad e internet para asegurarse de que no hubiera testigos de su brutal represión.
Pero estos métodos resultaron contraproducentes. A partir del domingo, estalló una huelga general casi completa en las ciudades de mayoría kurda con la difusión de los comités de jóvenes revolucionarios. Los estudiantes de todo Irán se han enfrentado a una dura represión, y las fuerzas de seguridad han ocupado esencialmente las universidades. Pero ya hay llamamientos para que las protestas se unan a los revolucionarios kurdos.
Inspirados por el levantamiento revolucionario de la juventud, han estallado huelgas económicas, entre otras: La fase 19 de la empresa petroquímica South Pars en Bushehr, la empresa petroquímica Masjid Sulaiman en Khuzestan, Bahman Motors en Karaj y la fundición de hierro de Isfahan, entre otras. Lo más significativo es que en Teherán ha comenzado una huelga política entre los camioneros y otros trabajadores de la terminal de carga de Akbar Abad, en la que los trabajadores gritan las consignas: “Estamos juntos, no tengáis miedo” y “Muerte al dictador”.
¡Los Trabajadores y la Juventud uníos! ¡Convertir el levantamiento en una revolución!
La juventud sigue mostrando una enorme valentía y rabia revolucionaria contra el régimen. Sin embargo, esto no es suficiente para derrotarlo. Los jóvenes han expulsado repetidamente a las fuerzas de seguridad de los pueblos y barrios de las ciudades, sólo para que el régimen retome esas zonas mediante una represión cada vez más brutal.
Estas constantes idas y venidas amenazan la continuación del levantamiento, ya que los jóvenes no pueden librar indefinidamente una batalla contra el régimen que es imposible de ganar hasta que no rompan su aislamiento. Sólo la clase obrera puede derrocar a la República Islámica, movilizando a la sociedad y aplastando a las fuerzas de seguridad. Desde octubre, la juventud ha estado llamando a los trabajadores a unirse al movimiento, y a una huelga general en todo el país, distribuyendo volantes a este efecto con las demandas de los trabajadores. La capa más avanzada de la juventud, organizada en comités revolucionarios, ya ha llegado a la conclusión de que esto es necesario. Antes de las últimas protestas del 12 de noviembre, los estudiantes y las organizaciones juveniles revolucionarias de todo Irán difundieron una declaración conjunta:
“¡Estamos juntos, porque sólo a través de esta unidad será posible la victoria final de nuestra revolución!
“Trabajadores, profesores, jubilados, agricultores, enfermeras, médicos y, en una palabra, todos los que comparten nuestras reivindicaciones: ha llegado el glorioso momento de ser uno, nuestra hora de unirnos. Todos comprendemos ya que este gobierno no representa al pueblo de nuestro país. Nos resistimos a todo lo que nos dijeron que hiciéramos; no nos inclinamos ante el régimen, el gobernante de la Sharia, ni sus muchas herramientas de represión.
“Los estudiantes gritamos: ‘Somos los hijos de los trabajadores, permaneceremos junto a ellos’. Un fuego dentro de nosotros ardió cuando escuchamos las noticias de las huelgas petroleras. No podíamos dormir cuando llamaban descaradamente ‘espías’ a los profesores. Cuando les quitaron el derecho al agua a los campesinos y les dispararon las fuerzas de seguridad, fue como si también nos dispararan a nosotros. Los estudiantes universitarios de ciencias médicas nos sentimos como si hubiéramos muerto junto con los médicos y las enfermeras cuando decían: “¡los Basij y los mulás enseñarán al personal médico cómo tratar el COVID-19!”. Cuando la Policía de la Moralidad golpeó a las mujeres, las estudiantes nos quitamos activamente el hijab para decir: ‘¡no aceptamos el sometimiento y hay que acabar con la desigualdad! Sí, hemos estado y estamos con vosotros, porque sabemos que, o somos todos libres, ¡o ninguno lo será! Porque la libertad de cada una de nosotras está ligada a la libertad de todas.
“Dondequiera que hemos podido, hemos levantado nuestros puños junto a los oprimidos y explotados: ¡consideramos sus victorias como nuestra victoria, y su derrota como nuestra propia derrota! Pero ahora es el momento de la batalla final. Ahora es el momento de que todos los movimientos se unan a la revolución popular, de que se conviertan en una terrible amenaza para el régimen.
“Estamos seguros de que vosotros también os consideráis totalmente identificados con la revolución actual, que estáis entre sus fundadores y que lo habéis dado todo en el campo de la lucha. Habéis estado y estáis presentes en las calles, habéis apoyado el movimiento revolucionario del pueblo y habéis participado en la revolución de muchas maneras. Conocemos el lugar y el valor de la huelga de los maestros; el tratamiento de los heridos de la revolución por el personal médico; la importante presencia de los trabajadores en la lucha; y la solidaridad de los choferes, fotógrafos, comerciantes y todos los demás sectores en nuestra revolución popular.
“Ahora es el momento de dar un paso más. Nosotros, los estudiantes universitarios y escolares de todo el país, os pedimos que pongáis en marcha medidas decisivas de huelga y protesta a nivel nacional para acompañar las protestas en esta etapa de nuestra revolución. Nuestra revolución necesita vuestra presencia activa y vuestro papel decisivo para crear una huelga a nivel nacional.
“Sin duda, celebraremos juntos la victoria de esta revolución. Ese día está cerca y esperamos hacer realidad una sociedad libre, igualitaria y próspera para todos; una sociedad laica y humana; no retrocederemos ni un centímetro hasta conseguir nuestras aspiraciones.
Coalición de Estudiantes de Tabriz,
Estudiantes Progresistas de Isfahan,
Organización de Estudiantes Revolucionarios de Teherán
Estudiantes de:
Universidad Khorasan Azad, Universidad de Ciencias de la Investigación,
Universidad Imam Azad de Yadgar,
Universidad Azad de Mahabad,
Universidad Ashrafi Isfahani,
Universidad de Isfahan,
Universidad Payam Noor Shahr Ray
Universidad de Tabriz
Universidad de Ciencias Médicas de Isfahan
Universidad de Ciencias Médicas de Sanandaj
Universidad de Tecnología de Isfahan
Universidad del Kurdistán
Estudiantes de las escuelas de Koi Talab en Mashhad
Alumnos de las escuelas de la zona de Imam de Yazd
Estudiantes del Conservatorio de Mamsani
Estudiantes del conservatorio de Semnan
Universidad Hakim Sabzevari Sabzevar.
El comité revolucionario de Gilan, un grupo abiertamente comunista, va más allá explicando que:
“El hecho es que el movimiento popular y revolucionario de Irán, con todos sus altibajos, y a pesar de los altos costos que ha pagado hasta ahora, sigue avanzando y tratando de completar sus tareas contra este gobierno rabioso y opresivo, pero no está claro cuánto tiempo tomará tal proceso. Pero se puede decir que el movimiento de los oprimidos no tiene un ejército profesional [lo que podríamos entender como una dirección revolucionaria]. Un punto importante que hay que mencionar aquí es que, además de todo el coraje y los sacrificios de los hombres y mujeres, y especialmente de la juventud, involucrados en esta lucha, la tarea de este movimiento no se cumplirá sólo en las calles. Porque sin las filas de los trabajadores unidos y organizados, uniéndose a través de las huelgas obreras, el movimiento revolucionario no alcanzará su objetivo final”.
Como se ha señalado, muchas organizaciones obreras independientes han hecho declaraciones en solidaridad con el levantamiento y han amenazado con una huelga política, entre ellas: los camioneros, los trabajadores del petróleo, la Coordinadora de Maestros, los trabajadores de la Compañía de Autobuses de Teherán, los trabajadores del acero de Ahvaz, entre otros. A pesar de ello, no ha estallado una huelga general nacional, y las pocas huelgas políticas que hemos visto han sido aisladas y, por lo tanto, rápidamente reprimidas por el régimen, lo que ha hecho que estas organizaciones de trabajadores duden en comprometerse plenamente.
La Coordinadora de Profesores ha vuelto a reiterar su apoyo a la insurrección e incluso ha denunciado abiertamente al régimen, pero ante la creciente represión del régimen contra los jóvenes, el 19 de noviembre convocaron una huelga para el 20 y 21 de noviembre. Aisladamente, estas huelgas se encontrarán con la misma represión que su anterior huelga de solidaridad. Los trabajadores petroleros contratados guardan silencio, lo que no es sorprendente después de sus intentos de desencadenar una huelga política entre los trabajadores petroleros el 10 de octubre, y su huelga planificada para el 29 de octubre; que fueron recibidas con una dura represión.
Los trabajadores revolucionarios de la empresa azucarera Haft Tappeh llaman abiertamente a las protestas, al derrocamiento del régimen y, sin duda, participan en las protestas. También han subrayado la necesidad de realizar huelgas políticas contra el régimen. En una declaración firmada por ellos, el Comité de Coordinación de la Creación de Organizaciones Obreras y el Grupo de Jubilados Unidos, se lee lo siguiente:
“¡La unidad de los trabajadores es la clave de la lucha!
“La unidad de los trabajadores industriales, de los trabajadores de diversos campos de servicios y de la agricultura es un punto de inflexión muy importante en el movimiento de la clase obrera y desempeñará un papel decisivo en el avance y la evolución de las protestas y los movimientos de protesta en todo Irán. Apoyamos cualquier esfuerzo para organizar y participar en las legítimas protestas del pueblo trabajador, y consideramos que es nuestro deber hacer avanzar esta lucha.
“Como continuación de los levantamientos de años anteriores, ahora hace casi dos meses, un enorme movimiento entre las mujeres, los jóvenes (especialmente los estudiantes), los profesores, los trabajadores, los jubilados y toda la clase oprimida y trabajadora, con fuerza y determinación, sigue adelante. La amplitud y profundidad de este movimiento se puede escuchar a través de los gritos de las masas que protestan, ya que desde el primer día apuntaron sus consignas políticas a los cimientos de este régimen. Los manifestantes que han salido a la calle siguen decididos a continuar la lucha, a pesar de la represión descarada de la policía y las fuerzas de seguridad, alarmando a los opresores.
“El vergonzoso historial de los gobiernos, funcionarios y organizaciones que defienden el régimen no apoyan más que la corrupción, el robo, los precios altos, el desempleo, el empeoramiento de la pobreza, la falta de vivienda, el encarcelamiento, la tortura, las ejecuciones y los asesinatos. El pueblo trabajador sólo ha experimentado la pobreza y la desigualdad, mientras que los capitalistas gobernantes y los enquistados en el gobierno han disfrutado de la prosperidad, la comodidad, el lujo y la riqueza. Los trabajadores y los jornaleros no han tenido ninguna participación en la riqueza social. A lo largo de la vida de la República Islámica, los salarios reales -es decir, el poder adquisitivo real de los trabajadores- han disminuido y ahora están muy por debajo del nivel de pobreza. Incluso estos patéticos salarios sólo se dan para que el trabajador pueda sobrevivir y seguir siendo explotado. Por supuesto, millones de desempleados y personas que buscan trabajo se han visto privados incluso de esto. La protesta, el odio y la rabia suscitados en el reciente movimiento son la respuesta a la opresión y a la explotación sin límites, que extienden su pesada sombra sobre la vida de los obreros y trabajadores sin interrupción durante todos estos años.
“El pueblo ha llegado a la conclusión de que, cuando las políticas y los programas económicos del gobierno no le dan el más mínimo atisbo de esperanza, y actúan en contra de los intereses de los trabajadores, debe levantarse contra él y luchar para cambiar su propio destino combatiendo a este régimen.
“La resistencia a las acciones del gobierno en diversos ámbitos económicos, sociales y culturales es el primer paso para cambiar conjuntamente nuestro destino y el de la sociedad. Pero esto no es suficiente. Para lograr un cambio fundamental en la sociedad, hay que preparar los métodos adecuados para ese cambio. Ningún gobierno culpable de este nivel de transgresión y corrupción, de tiranía y de mentira, con todas estas fuerzas y medios de represión a su disposición, ha sido fácilmente obligado a retirarse del poder político. Sólo una lucha organizada, con objetivos claros y debidamente preparada, puede obligar al gobierno a retirarse, y preparar el terreno para que el pueblo trabajador tome las riendas de su propio destino.
“En una sociedad cuya estructura política y económica es contraria a los intereses del pueblo, y en la que se reprimen los deseos de la inmensa mayoría del pueblo, donde éste no goza de ninguna libertad política y civil, se acumula una enorme masa de potencial explosivo, que ningún gobierno represivo tiene el poder de detener. La realidad es que este potencial explosivo debe transformarse en poder organizado y real. Convertirse en una fuerza fuerte y eficaz sólo es posible a través de la unidad del pueblo oprimido, de la unidad de los trabajadores, de los obreros, de las mujeres y de los jóvenes.
“Ahora, esta unidad se ha establecido hasta cierto punto, al menos en lo que se refiere a la participación en acciones y protestas callejeras de los diferentes sectores de la sociedad que comparten el mismo destino. Han demostrado que confían los unos en los otros y que responden positivamente a los llamamientos a la protesta lanzados por diversos grupos y círculos dirigentes, y en la práctica están luchando hombro a hombro en el terreno de la lucha.
“Pero a nivel de toda la sociedad y para que el movimiento gane más fuerza ahora y en el futuro, el papel y la posición de la clase obrera en estas protestas es de gran importancia. La clase obrera, como el mayor y más importante sector de la sociedad, que tiene el poder de parar la producción y cerrar las arterias económicas del dominio capitalista, conociendo su posición económica y ejerciendo su propia voluntad política, podrá dirigir el proceso de lucha contra el dominio capitalista para transformar la sociedad en beneficio de las masas desposeídas. La posición de los trabajadores en la producción, especialmente en los centros económicos clave, significa que pueden sin duda amenazar el sistema económico y político capitalista de la República Islámica con una sola orden de parar la producción. Con la unidad de los trabajadores de diversos campos, y de otros trabajadores y capas de oprimidos, podrán acelerar la transformación democrática revolucionaria de la sociedad y cambiar sus propios destinos.”
Los obreros de Haft Tappeh tienen una vez más toda la razón, y otros obreros y jóvenes revolucionarios deben hacerse eco de este llamamiento.
¡La necesidad de una dirección revolucionaria!
Desde finales de octubre, muchas de estas nuevas organizaciones juveniles revolucionarias han hecho declaraciones conjuntas y llamamientos a la protesta, lo que supone un importante avance en la coordinación de la lucha. Sólo la formación de estas organizaciones ha permitido que el movimiento persista.
Sin embargo, a pesar de estos importantes pasos, la tarea de convertir el levantamiento en una revolución sigue sin resolverse. Mientras que la juventud ha formado organizaciones, e incluso las ha vinculado hasta cierto punto a nivel nacional, cada llamamiento a la protesta o a la huelga política se basa en la mera esperanza de que se extienda espontáneamente en una huelga general revolucionaria. Sin embargo, en lugar de esto hemos visto un proceso revolucionario prolongado y sangriento tanto para la juventud como para los trabajadores revolucionarios. Serán inevitables nuevos períodos de reacción hasta que la juventud y los trabajadores se unan bajo un programa y una dirección revolucionarios.
Este desarrollo requiere un programa revolucionario. La juventud ha levantado muchas consignas que conectan con las simpatías de los trabajadores. Pero el régimen ha explotado hábilmente los temores de las masas. La campaña de solidaridad fingida de los imperialistas occidentales con las masas iraníes, y la forma en que presentan a los odiados Pahlavis como alternativa, sólo ha dado munición a la propaganda del régimen, que pinta todo el movimiento como una intervención imperialista.
Las masas iraníes no creen necesariamente en las mentiras del régimen, pero en ausencia de una alternativa clara, tienen miedo de lo que supondría la caída de la República Islámica. Los imperialistas occidentales también tienen una historia brutal en la represión de los trabajadores y comunistas, la explotación y los golpes de estado en Irán y más allá. Esta historia está profundamente arraigada en la conciencia de las masas. Y la República Islámica explota este hecho al máximo. Las masas ven cómo el imperialismo occidental convirtió antes las revoluciones en Oriente Medio en guerras civiles sectarias, en Siria por ejemplo, mientras apuntalaba dictaduras brutales en otros lugares, como la saudí.
Ganar a la clase obrera no es simplemente una cuestión de que la juventud revolucionaria y los trabajadores griten más fuerte en sus llamamientos a la huelga general. Más bien, no se puede ganar a la clase obrera en su conjunto sólo con consignas, sino con un programa revolucionario concreto. Tal programa vincularía las demandas económicas con las demandas democráticas y el llamado al derrocamiento de la República Islámica. Esto incluiría la revocación de todas las medidas de austeridad, pensiones y salarios dignos, libertad de expresión, de reunión y de prensa, especialmente para los sindicatos, y la elección de una asamblea constituyente basada en comités de barrio y consejos de trabajadores para abolir la República Islámica. Cualquier programa tendría que ser desarrollado por las propias masas.
Sobre la base de ese programa mínimo, los revolucionarios unirían rápidamente a la clase obrera y a los pobres. Pero el capitalismo en Irán está subdesarrollado y la clase dominante no puede permitirse reformas económicas o democráticas significativas. El único camino para las masas iraníes es abolir el capitalismo y tomar el poder por sí mismas a través de las shuras.
Un nuevo período revolucionario
Los dos últimos meses no tienen comparación con nada de los últimos años en cuanto a la manifestación de la profunda ira revolucionaria. Los jóvenes han formado organizaciones revolucionarias que llaman a la huelga general. Han comenzado a intentar unir su lucha con la de los trabajadores revolucionarios. Esto es un salto cualitativo, que se basa en las experiencias de huelgas, protestas y levantamientos desde 2018.
A pesar de la dura represión, el régimen es increíblemente débil, y se ha debilitado con cada levantamiento de las masas desde 2018. Sus últimas gotas de autoridad moral se han evaporado. El régimen ya no puede dividir fácilmente a las masas, ya que los acontecimientos de la lucha de clases han demostrado que ninguna facción del régimen tiene nada que ofrecer más que corrupción, pobreza y violencia. Esto ha llevado al régimen a depender más de la represión. Pero las masas también están perdiendo el miedo a esto. Esto deja al régimen en una posición insostenible. Su único y escaso salvavidas es la falta de una alternativa clara.
El desarrollo de las shuras en organismos de masas y de lucha de la clase obrera y la juventud revolucionaria -vinculados a nivel local, regional y nacional- es necesario para asegurar la victoria. Estas organizaciones podrían coordinar una huelga general nacional para paralizar el capitalismo iraní y organizar la autodefensa contra las fuerzas de seguridad. Bajo una dirección revolucionaria y marxista con un programa socialista claro, podrían atraer a las capas más amplias posibles de las masas oprimidas, vinculando las demandas democráticas y económicas en una lucha para tomar el poder y llevar a cabo una revolución socialista.
Sólo la transformación socialista de la sociedad puede proporcionar a todos los iraníes una existencia decente y digna. Una revolución socialista en Irán sería un faro para los trabajadores y la juventud de todo Oriente Medio.