No es raro que la renuncia del papa Benedicto XVI haya conmocionado al mundo entero, tampoco es raro que poco a poco se vayan descubriendo los secretos de una de las organizaciones más criminales a nivel mundial (la iglesia católica). Se dice mucho sobre el papa, que si fue encubridor de diferentes denuncias de curas pederastas o que sólo fue un papa de transición elegido por grupos de interés político.
Ratzinger, es un gran conservador, se le atribuyen simpatías con los fascistas alemanes en su juventud y tiene un negro pasado dentro de la iglesia, fue el brazo ejecutor de Juan Pablo II para aplastar al progresista movimiento de la Teología de la liberación que en Latinoamérica agrupó a muchísimos sacerdotes que se comprometieron con la causa de la lucha de los obreros, campesinos, indígenas, estudiantes y demás desposeídos.
Es verdad que durante su periodo de pontificado se revelaron miles de casos de abuso sexual por parte de miembros eclesiásticos, hacia menores de edad. He de mencionar que estos sucesos de abuso sexual infantil por curas pederastas han tomado mayor magnitud a partir de la segunda mitad del siglo XX, y que en los últimos años han cobrado relevancia los casos de Irlanda, Alemania, los Estados Unidos y sin olvidar el tremendo escándalo que se suscitó en México con el Famoso padre Marcial Maciel, ex dirigente y fundador de la congregación Legionarios de Cristo.
El papa Benedicto XVI ha reconocido públicamente los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes, ha pedido perdón a las víctimas y sostenido que los culpables deben responder ante los tribunales. Ratzinger también inició un proceso contra Marcial Maciel por acusaciones de pedofilia. En el 2006, cuando Ratzinger ya era papa, anunció el cierre de la investigación sobre Maciel debido a su avanzada edad y quebrantada salud, ordenándole el retiro del sacerdocio público para consagrarse a una vida de oración y penitencia. Este castigo no corresponde a la magnitud de los crímenes cometidos, en realidad fue una forma de protegerlo. Por otro lado vimos durante su papado la represión contra los sacerdotes que denunciaban estos crímenes. En México podemos ver el ejemplo del exsacerdote Alberto Athié, a quien se le obligó al exilio y se trató de aislar, además de recibir innumerables presiones del alto clero, como del cardenal primado de México, Norberto Rivera Carrera, un claro ejemplo del sacerdote de alto clero que ha defendido los intereses de la clase dominante y de la burocracia eclesial.
Además de la protección a los curas pederastas, durante la papado de Reitzenger se desatapó otro escándalo con el Instituto para las Obras de Religión, mejor conocido como Banco Vaticano, acusado de fraude y lavado de dinero de empresarios, políticos y hasta de la mafia siciliana. Los escándalos en el Banco Vaticano llevaron al despido en mayo pasado de su dirigente Ettore Gotti Tedeschi, quien solo declaró: “prefiero no hablar. Si lo hiciera, sólo diría palabras feas. Me debato entre el ansia de explicar la verdad y no querer turbar al Santo Padre con tales explicaciones”.
Hay una clara división de la iglesia, hoy ya reconocida explícitamente por el papa que abandonará su cargo el 28 de febrero. Una muestra clara de esta división es que el propio mayordomo del papa, Paolo Gabriele, filtró documentación de alto nivel en la que también se evidencia la corrupción del Vaticano. Esta filtración conocida como Vatileaks, es un reflejo del descontento creciente en el propio seno de la iglesia y su profunda división.
La iglesia se encuentra en una crisis y la renuncia del máximo líder es un reflejo de esto: “crisis en el sentido de la pérdida brutal de vocaciones, una crisis mediática de pérdida de autoridad en torno al tema de la pederastia, una crisis financiera en el término del blanqueo que han sacado”, explicó Bernardo Barranco en entrevista con Carmen Aristegui.
Con esto queda claro que si bien el papa (Joseph Aloisius Ratzinger) se sentía hostigado y no podía mas con las duras criticas que hacen los pueblos hacia la iglesia católica, era de esperarse que dejara a alguien más con estos problemas y no él, que ya no respaldaba los intereses de algunos grupos de poder que se gestan dentro del Vaticano.
El cristianismo tuvo un origen revolucionario y comunista pero fue cooptado en la antigüedad por la clase dominante y su estado. Desde entonces ha servido a los intereses de los más poderosos, sin embargo en su seno aún podemos ver elementos que defienden de forma real la solidaridad y la igualdad. En la actualidad sabemos que la iglesia católica, como otro tipo de organizaciones religiosas, sólo sirven para defender los intereses de la clase gobernante, protegerlos y ser un medio de dominación hacia el pueblo oprimido en la miseria y la ignorancia. Hay que recordar que desde los tiempos de la edad media, la iglesia católica era la que proponía y elegía a los gobernantes de distintos pueblos con el argumento de que dios les había dado el poder para designar a sus representantes en la tierra por medio de la iglesia. Tampoco olvidemos el periodo de la colonización, donde se impuso con sangre y muerte la nueva religión. Ni los crímenes de la “Santa Inquisición” puesto que de santa no tenía nada y bastaba con que alguien te denunciara con ellos sin prueba alguna para acusarte de herejía y someterte a las más brutales torturas y a los más sádicos asesinatos.
La crisis de la iglesia Católica se inició durante la etapa de la ilustración que empezó a fines del siglo XVII hasta el comienzo de la revolución Francesa, aunque en algunos países se prolongó hasta fines del siglo XIX. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época, por ello muchos filósofos y científicos cuestionaban a la iglesia católica y al estado.
En nuestros días ya es normal que personas que tienen un cierto nivel de estudios no sea tan creyente de alguna religión, puesto que sabemos que el rezar y dejar todo a merced de un poder divino no solucionará nuestros problemas. Prueba de ello es que la humanidad se siente engañada por miembros del clero católico por los casos de pedófila y por esta razón ahora ya no confía en el poder religioso porque sabe que es un aliado del estado y la clase gobernante que solapa a grupos de interés político y económico.
Nuestra principal tarea es unir en la lucha a todos aquellos que deseen poner fin a la dictadura del capital que mantiene a la raza humana en una situación de esclavitud. El socialismo permite el libre desarrollo de los seres humanos, sin la restricción de las necesidades materiales. Durante siglos la religión organizada ha sido utilizada por los explotadores para engañar y esclavizar a las masas. Periódicamente, han estallado rebeliones contra esta situación. Desde la edad media hasta el día de hoy, se han levantado voces de protesta contra la subordinación de la iglesia a los ricos y poderosos.
Entre el 15 y 20 de marzo se reunirá el conclave para elegir al nuevo papa. Cuando murió Juan Pablo II Televisa y TV Azteca no dudaron en promover a cardenales como Norberto Rivera quien hoy, debido a su descarada protección a los sacerdotes pederastas, está fuera de posibilidad de acceder al papado. Uno esperaría que si el catolicismo declara estar con los desposeídos tendría que llegar un papa al servicio de las masas y los pueblos explotados que defienda los derechos humanos y luche a toda costa por la transformación del mundo, es decir deberá de ser un papa revolucionario, como lo fueron los primeros cristianos. Debido a la actual corrupción y mafia que se vive en la iglesia católica esto es muy difícil que ocurra puesto que en una religión dominada por los poderosos nunca aceptarán a un papa así y pondrán al que defienda sus intereses personales.
Camilo Torres, antiguo sacerdote colombiano, dijo una vez: “he colgado el habito de sacerdote para convertirme en un verdadero sacerdote. El deber de todo católico es ser un revolucionario; el deber de todo revolucionario es llevar adelante la revolución. El católico que no es revolucionario vive en pecado mortal.” Es obvio que Benedicto XVI no renunció por pensar de esta manera, sino porque ya no aguanta el peso moral de la injusticia que se vive en todo el mundo y del que él mismo es criminal.
Si bien los marxistas no buscamos un paraíso para cuando estemos ya muertos, si luchamos contra la explotación y las injusticias en esta tierra y en este tiempo en que vivimos, tenemos diferencias filosóficas profundas con el catolicismo, pero nos solidarizamos con quienes teniendo ideas religiosas luchan contra las injusticias y la igualdad. La Iglesia católica es una institución degenerada que hoy poco tiene que ver con los ideales y el actuar revolucionario de los primeros cristianos. Los marxistas luchamos por una sociedad igualitaria, que no se mueva bajo los intereses de banqueros, narcotraficantes y demás capitalistas, incluso el Banco Vaticano se ha subordinado a esos intereses. Luchamos por una sociedad donde no se toleren enormes crímenes como los que diversos sacerdotes han cometido contra miles de niños inocentes. No esperamos a estar muertos para luchar por una sociedad igualitaria y justa y en esta lucha por el paraíso en esta tierra no tenemos ningún problema con ir hombro con hombro con todo aquel que quiera luchar por ella, sea católico, musulmán o ateo. En una sociedad igualitaria donde se pongan encima los intereses de la mayoría de la humanidad, que son los trabajadores, y no los de un pequeño grupo privilegiado, podremos discutir amistosamente nuestras diferencias y convivir de manera armónica todos los seres humanos.
Debemos de entender que si queremos defender las ideas de la revolución, por una liberación de la raza humana, no debemos alejar a personas que profesan alguna religión, necesitamos de su ayuda, al igual que ellos de la nuestra. Toda la clase obrera es víctima de la injusticia que el capitalismo ha generado a costa de sus intereses, sin importar los daño fisicos que crean a nuestro mundo. Creyentes o no creyentes necesitamos un plan para poder abolir a todo tipo del estado explotador, y eso sólo lo da el marxismo.
Los marxistas han hecho todo lo posible para implicar a todos los trabajadores en la lucha contra el capitalismo, incluidos los que profesan alguna religión. No debemos interponer barreras entre nosotros y estos trabajadores, si no animarles a que participen activamente en la lucha de clases.
Si en nuestro tiempo hay grupos de obreros que se sienten decepcionados con los representantes de su religión, aunque siguen fieles a sus creencias y tradiciones religiosas, pero convencidos de unirse al movimiento. ¿Qué debemos de hacer? Por supuesto que no los echaremos. Estos trabajadores no necesitan a miembros que se unan a su religión, sino para luchar contra el capitalismo. Probablemente llegará un momento en que verán la contradicción entre su política y sus creencias religiosas y poco a poco abandonarán la religión. Pero esta cuestión es delicada y no hay que forzarla. Muy bien lo mencionó Lenin: “Somos enemigos incondicionales de la más mínima ofensa a sus creencias religiosas”.
Cuando hombres y mujeres sean capaces de controlar su vida y desarrollarse como seres humanos libres, los marxistas creemos que el interés de la religión ―la búsqueda de consuelo en otra vida― caerá por sí mismo. Mientras tanto, los desacuerdos en estas cuestiones no deben impedirle a ningún cristiano, hindú, judío ni musulmán honesto, que desee participar en la lucha contra la injusticia, unir sus manos a las de los marxistas en la lucha por un mundo nuevo y mejor.
Ver también:
La beatificación de Juan Pablo II y la protección del alto clero a los sacerdotes pederastas
El Salvador: El asesinato del Arzobispo Romero