Los acontecimientos que hemos visto desarrollarse hoy en la Estación de Haedo suponen una nueva advertencia para la clase obrera de nuestro país de hasta qué nivel de infamia, manipulación, provocación y violencia están dispuestos a llegar el Gobierno, la burguesía y la burocracia sindical de la CGT para defender su poder y sus privilegios en nuestra sociedad.
Una exhibición de infamia, manipulación y provocación
Los acontecimientos que hemos visto desarrollarse hoy en la Estación de Haedo suponen una nueva advertencia para la clase obrera de nuestro país de hasta qué nivel de infamia, manipulación, provocación y violencia están dispuestos a llegar el Gobierno, la burguesía y la burocracia sindical de la CGT para defender su poder y sus privilegios en nuestra sociedad. Demuestran el nivel de putrefacción moral que están dispuestos a exhibir para tratar de aplastar y demonizar a aquellos que desafiamos ese mismo poder y esos mismos privilegios que detentan una minoría de parásitos, porque luchamos por una sociedad justa, igualitaria, donde los recursos económicos y humanos estén orientados a su planificación armónica en interés de la mayoría de la sociedad: los trabajadores y el pueblo pobre.
El sistema ferroviario, un reflejo del capitalismo argentino
La situación del sistema ferroviario argentino es sólo una expresión más de la situación general del país. El sistema ferroviario argentino es una radiografía exacta del sistema económico capitalista en Argentina y de las clases sociales que lo sustentan.
El sistema ferroviario fue privatizado hace más de una década. El balance es concluyente. De los 35.500 km de vías existentes cuando la privatización, apenas queda algo más de la mitad. De los 80.000 trabajadores ferroviarios hoy sólo quedan unos 17.000. Más de 700 localidades quedaron incomunicadas por vía férrea, afectando esta situación a más de 5 millones de personas. El cuerpo vivo del sistema ferroviario argentino fue mutilado, segmentado y dividido para el lucro de capitalistas sin escrúpulos.
La nula inversión en las formaciones, vías e infraestructuras provoca descarrilamientos cotidianos, incendios en locomotoras y accidentes de todo tipo. Las máquinas locomotoras, lo mismo que los vagones de pasajeros son, en general, viejísimos, sucios e incómodos. La reducción de las unidades tras la privatización hace que los trabajadores, las mujeres y los jóvenes de los barrios, localidades y zonas obreras del Sur y el Oeste del Gran Buenos Aires viajemos como ganado, amontonados unos encima de los otros. El lamentable estado de las vías no permite que las formaciones ferroviarias enganchen todos los vagones necesarios para atender al público usuario de manera decente, rápida y confortable, porque descarrilarían. El retraso en la llegada a las estaciones, la cancelación sin previo aviso de las salidas, son moneda corriente en los trenes de pasajeros del Gran Buenos Aires. Las maderas que separan los rieles de las vías están podridas después de décadas sin renovar o no ser cambiadas por concreto. Los cables del sistema eléctrico (el tercer riel) que transportan miles voltios para hacer mover las formaciones están resguardados igualmente por maderas destartaladas, y los casos de personas electrocutadas por transitar por las vías se cuentan por decenas.
No obstante, hemos de hacer una salvedad. Reconocemos que el tren que va a la zona norte del GBA cuenta con vagones bastante aceptables, nada que ver con los que estamos condenados a usar aquellos que vivimos o trabajamos en las zonas obreras del Sur y el Oeste del GBA. Y es que esto, como todo, es una cuestión de clase.
El Estado subvenciona anualmente con 225 millones de pesos a estas empresas ferroviarias que únicamente utilizan este dinero para llenarse sus bolsillos.
Pero acaso ¿todo esto nos es extraño? Para nada. Lo mismo se puede decir del servicio de aguas, donde la mayoría de la población del GBA, y de amplias zonas del país, carece de cloacas ¿Acaso no se llevan el gas y el petróleo las multinacionales extranjeras, y el Estado argentino debe importar de afuera para mantener los servicios esenciales de la comunidad? Igual que en caso de los trenes, las obras e inversiones en infraestructuras esenciales las tiene que hacer el Estado.
Las empresas y recursos públicos privatizados constituyeron un monumental negociado para el lucro de un puñado de parásitos que amasan fortunas a costa de los trabajadores y los usuarios.
Sí, el estado del ferrocarril es calamitoso, lo mismo que las condiciones de vida de millones de trabajadores, casi la mitad trabajando en negro sin derechos, con un 70% cobrando menos de $800 (la línea de la pobreza). Pero estos empresarios saqueadores son un fiel reflejo de la clase capitalista argentina y las multinacionales extranjeras, que ahora están obteniendo en conjunto 47.000 millones de pesos más de ganancias que en 1998.
Los sucesos de Haedo
Como no podía ser de otra manera, el tren afectado no pudo continuar su marcha porque sufrió una avería, lo que ya fue el colmo para cientos de trabajadores, mujeres y jóvenes que esperaban con 20 minutos de retraso la llegada del tren en la Estación de Haedo. En estas condiciones, ¿a quién le puede extrañar que ante una humillación más, en otra muestra más de desprecio y soberbia ante cientos de personas normales que necesitan tomar el tren a primera hora de la mañana para ir a trabajar y estudiar, un retraso de este hecho provoque una explosión de cólera y de hartazgo? La gente estalló. Pero hay que decir que los incidentes iniciales sólo dejaron unos vagones inutilizados y que en una de las locomotoras ya se había iniciado el fuego antes del estallido popular.
A partir de ahí asistimos a un operativo perfectamente calculado y diseñado para extender el caos y la destrucción. Y esa responsabilidad apunta directamente a la policía y al Ministerio del Interior; es decir, al propio gobierno.
A poco de iniciarse los incidentes, la policía intervino brutalmente reprimiendo a la gente con gases y balas de goma, extendiendo la indignación. Y luego desapareció y se retiró sospechosamente a una distancia respetable.
¿Cómo puede ser que la policía y los bomberos tardaran más de 4 horas en volver a aparecer en el lugar de los hechos para intervenir y poner orden? ¿No es sospechoso? Por cierto, que en esta segunda intervención despejaron las vías en apenas 10 minutos. Es verdad que gran parte de los desmanes posteriores fueron protagonizados por sectores marginales y lúmpenes, pero igual que aconteció en los destrozos a la Legislatura porteña en julio del año pasado, no cabe duda de que hubo un estímulo y participación directa por parte de infiltrados policiales. Esto se pudo ver perfectamente por TV, cuando algunos de estos marginales camuflados entregaban a la policía a decenas de personas. En esas 4 horas hubo zona liberada y el ministro del Interior todavía no pudo dar ningún tipo de explicación que justifique esta circunstancia.
¿Por qué?
Posiblemente, los incidentes fueron iniciados por la gente indignada, aunque no se puede descartar alguna provocación previa. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que luego de la primera carga policial, la policía dejó hacer durante 4 horas ¿Por qué?
En 4 horas no apareció ningún funcionario del gobierno ante las cámaras para informar de lo que estaba sucediendo en la Estación de Haedo. Fue justo cuando se inició la segunda carga policial, 4 horas más tarde, cuando el ministro Aníbal Fernández aparece en una Rueda de Prensa con un guión perfectamente anotado. Culpó directamente a la izquierda, a gremialistas ferroviarios combativos opuestos a la burocracia sindical ferroviaria, y a integrantes del grupo Quebracho. Por supuesto, no presentó una sola prueba, había que creer en sus palabras, y punto.
No deja de ser una paradoja que a pesar de las más de 80 detenciones habidas, hasta ahora ninguna agrupación de izquierda notificó la detención de militantes suyos, y aunque así hubiera sido eso no probaría nada. Pero es un hecho. El único integrante de Quebracho detenido (grupo que negó su participación en los hechos) lo fue en Moreno, a 20 kilómetros del lugar. No había banderas, insignias ni volantes de ningún grupo político en o alrededor de la estación. Los dos gremialistas acusados directamente por el ministro estaban en el lugar en su condición de representantes de los trabajadores de la línea afectada, y se los podía ver por TV hablando por el celular y conversando con vecinos y trabajadores, no tirando piedras ni dirigiendo la quema de la Estación de Haedo. Y hasta el momento no sólo no fueron detenidos, sino que hasta aparecieron como invitados para hablar de lo ocurrido en varios canales de TV.
La Cumbre de las Américas
No es una casualidad que los incidentes en Haedo coincidan en el tiempo con la celebración de la Cumbre de las Américas, que ha generado una repulsa popular muy extendida, no sólo en el activismo de izquierda, sino en capas importantes de trabajadores, por la visita del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. Coincidiendo con la inauguración de la Cumbre, la CTA ha convocado un paro general y movilizaciones en las principales ciudades del país en las que participarán decenas de miles de trabajadores, jóvenes y desocupados. Además, coincidiendo con esa Cumbre, decenas de organizaciones populares han convocado una Contracumbre, la Cumbre de los Pueblos, también en Mar del Plata, para denunciar el papel del imperialismo y en la que participarán decenas de miles de personas venidas de toda la Argentina y de otras partes de América Latina.
Como un hecho trascendente, en esta contracumbre también participará el presidente venezolano, Hugo Chávez, que es visto con enorme simpatía por las masas trabajadoras de nuestro continente como un símbolo de resistencia y denuncia al imperialismo. Todo esto ha generado una gran preocupación a las burguesías del continente y al imperialismo que ven cómo la resistencia a sus políticas capitalistas e imperialistas se extienden cada vez con mayor fuerza.
Por lo tanto, uno de los objetivos del gobierno era acusar de los hechos de Haedo a un grupo de jóvenes que, supuestamente, iban de camino hacia la contracumbre de Mar del Plata. De esta manera buscaban ensuciar y desprestigiar ante la opinión pública la respuesta popular a la Cumbre capitalista. También queda la duda de si detrás de los hechos de Haedo no está ir preparando a esa misma opinión pública para una posible acción represiva en Mar del Plata con la que estigmatizar a los participantes como terroristas y elementos asociales, a quienes está más que justificado reprimir y darles un escarmiento.
La acusación contra la izquierda
La otra pata de la acusación del gobierno es a la izquierda. Como a los judíos en la Alemania Nazi, ahora el gobierno le tomó gusto responsabilizar a la izquierda de cuanta calamidad, conflicto o sacudida afecta a la sociedad, estigmatizando la palabra izquierda de connotaciones criminales, gusto por la violencia gratuita, y de atentar contra la paz social. Por supuesto, eso irá acompañado con las correspondientes cifras de un dígito de las pasadas elecciones para hacer ver que la izquierda no tiene ninguna representación social en el país, por lo que se justifica lanzar contra ella a todos los perros de presa del Estado burgués. La razón no es tan piadosa. Es verdad que, por el momento y en cierta medida por sus propios errores, la izquierda tiene pobres desempeños en el campo electoral (un campo monopolizado por los partidos burgueses que cuentan con el apoyo aplastante del dinero de los empresarios y los medios de comunicación burgueses para opacar y silenciar cualquier alternativa diferente ante la sociedad) pero sí es fuerte en el activismo social, en las luchas de los desocupados, de la juventud y en sectores crecientes del movimiento obrero. Y eso es lo que preocupa a la burguesía.
La izquierda hoy puede parecer débil, pero temen que mañana pueda ser fuerte, dadas las contradicciones sociales crecientes que sacuden nuestra sociedad, como la del resto de América Latina. Por eso la odian y lanzan contra ella todo su humus moral de clase.
¿Por qué atacan a los gremialistas combativos?
La otra y última pata es la acusación a los sindicalistas combativos de la seccional de la Unión Ferroviaria de Haedo. Y no es una mera casualidad que los hechos acaecidos tuvieran lugar precisamente en Haedo, una de las seccionales ferroviarias dirigidas por luchadores obreros combativos y socialistas ¿Casualidad, o algo más? Como no podía ser de otra manera, los burócratas corruptos y empresariales que dirigen la Unión Ferroviaria y La Fraternidad ofrecieron desde el primer momento su colaboración al Sr. Ministro Aníbal Fernández, sumándose al coro de las acusaciones. Y es que cuando llegue el día en que una nueva dirección obrera honesta y combativa consiga hacerse con el apoyo suficiente en las bases para desplazar de sus posiciones a estos burócratas corruptos, esta buena gente tendrá que ir a buscar una nueva ocupación y dejar de transar con los empresarios ferroviarios y el gobierno.
La otra razón por la que el ministro los ataca es porque en los últimos meses el gremialismo combativo, donde los militantes y los obreros de izquierda juegan un papel principal, ha empezado a tener un protagonismo destacado en toda una serie de conflictos obreros, hasta tal punto que cientos de ellos están agrupándose para formar una corriente sindical de oposición a las actuales direcciones burocráticas de los sindicatos.
La burguesía y el gobierno llevan cerca de dos años asistiendo impotentes a un tremendo despertar de la lucha obrera por el salario y el empleo digno. Ellos saben que cientos de miles de trabajadores buscarán nuevos dirigentes y referentes en esas luchas dado el desprestigio generalizado de las actuales direcciones sindicales, y que el activismo sindical de izquierda puede catalizar el tremendo descontento acumulado tras años de retrocesos en las condiciones de vida y de trabajo. Por eso necesitan reprimirlos y demonizarlos. Además, estamos en la antesala de la firma de un Pacto Social entre la patronal UIA y la burocracia de la CGT que tendrá como objetivo principal parar la lucha por el salario para mantener altas las tasas de ganancia de los empresarios chupasangre. Acaso avizoran que los trabajadores no aceptarán de buena gana este pacto y renunciar a luchar para vivir y trabajar dignamente. Intuyen que el activismo obrero combativo puede aumentar sus puntos de apoyo en el seno de la clase obrera en un contexto de luchas y de descrédito de la burocracia sindical. Y no les falta razón.
Conclusión
Esta es toda la verdad del asunto. La fabricación o manipulación de incidentes, de actos de vandalismo, o incluso de actos terroristas, se está convirtiendo en moneda corriente por parte de los gobiernos capitalistas y reaccionarios del mundo para desorientar a los trabajadores y justificar políticas de represión contra la protesta social. Haedo nos ha mostrado un caso típico. Con ello pretenden conjurar la poderosa corriente que vemos emerger en todo el mundo contra la opresión capitalista y la rapiña imperialista. Pero fallarán en sus objetivos. Ni la mentira, ni la infamia, ni la manipulación pueden triunfar, allá donde la necesidad histórica afirma su derecho a expresarse.
Las movilizaciones de esta semana contra la Cumbre capitalista de Mar del Plata serán un poderoso anticipo de las luchas, más importantes y decisivas, que deberemos librar en los próximos años contra este sistema capitalista que condena a la humanidad a condiciones de vida de barbarie creciente, al mismo tiempo que expresarán ese mundo que llevamos dentro: la solidaridad, la fraternidad, la justicia social, el bien común, la devoción y abnegación por construir una sociedad verdaderamente humana.
Contra este nuevo mundo emergente se estrellarán todas las conspiraciones, provocaciones e infamias de todos los reaccionarios y sus agentes a sueldo.
¡Libertad inmediata a todos los detenidos en Haedo!
Luchemos por la reestatización del sistema ferroviario bajo control de los trabajadores y los usuarios
Corriente Socialista El Militante
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