El día 20 de septiembre del presente año, en una de sus conferencias de prensa, el ahora secretario de comunicación y medios de la nación, Manuel Adorni, anunció, entre otros datos y al pasar, “el traspaso de hospitales nacionales a las jurisdicciones provinciales, entre ellos el Hospital Nacional Bonaparte”. Esta noticia causó revuelo en el hospital, donde hasta la fecha no se habían dado a conocer ningún tipo de medidas de reestructuración. Esta, junto con muchas otras medidas del gobierno, no son más que un ataque directo a la clase trabajadora. Tienen el objetivo único de desfinanciar al sistema de salud con la excusa de pagar una deuda imposible, fraudulenta e ilegal al FMI.
El 4 de octubre se presentaron en el hospital personas referentes del Ministerio de Salud, quienes cerraron las secciones de guardia e internación del hospital. Sin previo aviso. Se creó un ambiente de pánico y desconcierto por parte de los trabajadores del hospital, quienes recibieron noticias informales por parte del director Christian Baldino. Este director apuntado por Milei no cuenta con experiencia en trabajo con poblaciones vulnerables o en situación de calle como suele ser la población que se acerca al hospital. Comenzó su dirección dejando en claro su concepción ahorrista y empresarial acerca del hospital y los servicios que brinda. Es un médico recibido de la UBA, quien les dió a conocer que el hospital se cerraría por decreto ministerial, lo cual no daba lugar a exigir explicaciones.
Los trabajadores se reunieron en asambleas de urgencia, dejando en sala de espera a sus pacientes, solo para volver y encontrarlos fuera del hospital. Habían sido echados por funcionarios del Ministerio. Fue en ese momento que se votó, en una asamblea autoconvocada, la toma del hospital. Se volvió claro que se cerraría el hospital si se marchaban. En un comunicado la asamblea estableció el marco de cierre del hospital, bajo el cual se decidió tomarlo.
El hospital a lo largo de la historia
El hospital que hoy conocemos como “Lic. Laura Bonaparte” comenzó siendo un hospital militar, inaugurado en el año 1889. Luego pasó a ser el hospital nacional central para enfermos tuberculosos, luego sede de la administración de las encuestas nacionales de salud, y, tras un lapso de abandono, se volvió el CENARESO, “Centro Nacional de Reeducación Social” en 1973. Con este nombre, trató temáticas de adicciones, bajo el marco de la ley 20.332, la cual estableció la creación del centro y el modo de trabajo que se llevaría a cabo en él. Fue el primer caso a nivel nacional de un centro especializado en adicciones, profesionalizado, interdisciplinario y gratuito.
A medida que fueron cambiando las concepciones en tanto las adicciones, el enfoque de CENARESO fue cambiando. Aunque siempre se mantuvo una postura social, el tratamiento brindado a los pacientes desde 1973 estaba enmarcado en la ley 23.737, la cual incrimina el uso personal de estupefacientes (ver artículo 14), y donde aparece la medida de seguridad curativa que implica derivaciones compulsivas a tratamiento (art. 16 y 17). Esto significa que personas incriminadas por esta ley, por uso personal de drogas, enfrentarían cierta cantidad de años en la cárcel, y serían derivados sin poder de decisión y sin consentimiento a un tratamiento de derivación, al cual deberían responder de manera positiva según el dictamen de peritos, o serían privados de su libertad.
Este modelo de conceptualización punitiva del consumo problemático cambia radicalmente con el advenimiento de la ley de salud mental 26.657, la cual entiende la problemática como multicomponente y complejo, que debe ser abordado de manera interdisciplinaria y debe ser conceptualizado en el marco de las adicciones. Enmarcado en esta, nace, en 2016, el nombre por el cual conocemos al hospital hoy: Hospital Nacional en Red Especializado en Salud Mental y Adicciones “Licenciada Laura Bonaparte”.
A partir de este momento se aprueba la estructura de abordaje interdisciplinario que marca al hospital hoy en día. Cuenta con 13 servicios y 8 secciones que abordan a los distintos pacientes en su individualidad. Entre los servicios y secciones se encuentran: servicios a la demanda espontánea de pacientes, en donde cualquier persona puede acercarse y solicitar ser atendido, guardia externa, para atender urgencias relacionadas con la salud mental, guardia interna (emergencias y urgencias dentro de la internación) y servicios de internación, y poseen también servicios de atención primaria de la salud y enfermería, así como un abordaje interdisciplinario desde distintas disciplinas médicas y sociales, como nutrición, farmacia, laboratorio de análisis clínicos y talleres socio productivos (radio, canto, cerámica, etc.).
Según el artículo número 3 de la presente ley de salud mental, “se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”. Esta describe también que la atención brindada en salud mental debe darse preferentemente fuera del ámbito de la internación hospitalaria, y con un abordaje interdisciplinario, y debe ser los más breve posible, intentando mantener la conexión con su red de apoyo. Han habido opiniones variadas por parte de profesionales de salud acerca de la ley. Si bien se entiende en general que representa un gran cambio positivo, su reticencia a la internación ha sido cuestionada. Sin embargo, como marxistas entendemos que las leyes no son motores de cambio en sí mismas. Pueden sufrir retrocesos en los cambios de gestión y no garantizan la mejora del servicio.
Los ataques al hospital
El Hospital Bonaparte se encuentra realizando tareas interdisciplinarias para abordar problemáticas de salud mental y adicciones. Llama la atención que el Ministerio de Salud haga declaraciones dónde establece que el hospital no es eficiente. La viceministra Cecilia Loccisano decretó que “el hospital tiene 60 camas de internación, pero un promedio de ocupación mensual inferior a 20, lo que evidencia un uso subóptimo de las instalaciones. A su vez, los consultorios externos, que cuentan con 38 salas, atienden a entre 200 y 230 personas, un número que no justifica la cantidad de profesionales en la institución, consideró”. Esto no es cierto, ya que a veces los profesionales deben atender a sus pacientes en los pasillos. Además, usar el número de ocupación de las camas de internación como excusa para cerrar el hospital da cuenta de una toma de decisiones basada en números de excel, ignorando que un tratamiento adecuado de salud mental debe estar basado en la prevención, y que debe utilizar la internación como último recurso disponible. Esta lógica responde a la mercantilización de la salud que promueve el capitalismo, donde se prioriza la rentabilidad económica por encima del bienestar de las personas, convirtiendo derechos esenciales en bienes de consumo sujetos a la lógica del mercado.
Extraen los números que les convienen, sin entender los hechos concretos detrás de estas cifras. Pretenden tomar decisiones sin saber siquiera cómo funciona el hospital, sin haber pisado el edificio siquiera una vez. El discurso promovido por el Ministerio de Salud parece retroceder décadas en los avances científicos sobre el mejor abordaje de la salud mental. Esto se agudizó a partir del cambio ministerial, donde el ministro Mario Lugones plantea la salud como una mercancía más, como una empresa que debe ser rentable o morir.
La toma del hospital por parte de una asamblea de trabajadores comenzó un gran movimiento de lucha, al cual se unieron diferentes organismos, entre ellos el Hospital Garrahan y el Hospital Español. Se ocupó el hospital a lo largo de todo el fin de semana, y la convocatoria fue masiva.
El martes siguiente a la toma comenzaron las mesas de negociaciones con el Ministerio de Salud. La resolución de esta, en la cual participaron delegados de ATE y UPCN, y funcionarios del Ministerio de Salud, fue que sería necesario el cese de la medida de fuerza para reabrir el área de internación. Los sindicatos no dudaron en decir que era “necesario” ceder en algo para reabrir la internación, dejando al desnudo su posición de conciliación ¿Qué pasó después? El Ministerio de Salud no reabrió la internación, no se renegociaron los salarios, y continuaron la precarización y la inseguridad laboral, y, el funcionario que firmó este acuerdo, fue despedido. Lo que no queda claro es por qué no participaron de la mesa de negociación representantes de la asamblea de trabajadores del Bonaparte, y se cedió la autoridad a representantes de los sindicatos, quienes no tuvieron un rol directivo, ni siquiera un papel importante en la toma.
Quienes fueron realmente los que impulsaron la toma y los que consiguieron la mesa en primer lugar fueron los trabajadores autoconvocados. Es gracias a ellos que el gobierno tuvo que dar marcha atrás con su proyecto de precarización del hospital.
El acuerdo al que llegaron en la mesa de negociación nombra al hospital como centro de salud, en lugar de hospital nacional de salud mental bajandolo de estatus. Con éste acuerdo comenzaron las auditorías internas, donde el Ministerio de Salud apuesta por el desgaste paulatino de la institución, sus trabajadores y trabajadoras. Exigen que áreas como Atención a la Demanda Espontánea y Guardia Externa se unan, con el pretexto de que muchos profesionales han renunciado (hasta el momento, 15 psiquiatras). Se trata de una lógica macabra. En lugar de contratar profesionales para reemplazar a quienes se fueron, por qué no darle más trabajo a los profesionales que se quedan, quienes ya se encuentran trabajando el doble, “uniendo” (léase, cerrando) áreas del hospital, y creando un ambiente de malestar y estrés profundos, donde muchos trabajadores terminaron en licencia por estrés o licencia psiquiátrica. Es un ajuste irracional y violento.
Hace un tiempo se le exige a los profesionales que deriven compulsivamente a sus pacientes. Esto se exige de manera inmediata, sin priorizar la finalización de tratamientos antes de obligar a una externación, y derivando a los pacientes a sus lugares de residencia sin contar con vacantes en lugares de apoyo en dichas áreas. Muchos profesionales del hospital se niegan a realizar esto, ya que se trata de una acción que va en contra de la salud, y que podría terminar con la pérdida de su matrícula
Hoy en día, si bien aún no existe un comunicado legal que exprese la reapertura de la internación, esta ha comenzado a funcionar de nuevo, dada la insistencia de los trabajadores. Han armado una red de trabajadores del hospital, afiliados y no afiliados a sindicatos, y mantienen un estado de alerta, intercambiando información y debatiendo cómo reaccionar ante reformas que retrasan el desarrollo del hospital. Desde el hospital se han realizado distintas iniciativas. El pasado viernes 22/11 fue el día del psiquiatra y los trabajadores, en una carta, pidieron que se contraten más profesionales para llegar a mantener las necesidades del hospital. Se han realizado festivales y un abrazo al hospital, para dar a conocer la situación en la que se encuentra.
¿Qué hacer?
Los ataques van a seguir sucediendo. El objetivo del Ministerio de Salud bajo este gobierno es claro. Están apuntando al desgaste de los trabajadores, y su legítima lucha, de manera paulatina, ya que entienden que probaron una política de shock y causó demasiado revuelo.
Creemos que es correcto permanecer en un estado de alerta y de comunicación constante, evaluando estas medidas por lo que son: asquerosas y descabelladas. Los trabajadores del hospital lo conocen mejor que nadie y entienden qué es lo que se necesita para mantener y mejorar su funcionamiento. Deben usar este criterio para gritar lo erróneas que son las medidas, y resistirlas. Deben mostrar el verdadero objetivo detrás de ellas: el desfinanciamiento de áreas de salud y el detrimento de la calidad de vida de los trabajadores en favor de un pequeño puñado de personas que se benefician parasitariamente.
La conclusión es clara: solo los trabajadores organizados y en lucha tienen el poder de cambiar la situación. El gobierno de Milei es un fiel servidor del sistema capitalista, donde se subordina, aún más, nuestra “vida digna” ante la dictadura del capital. Las decisiones que se toman son asquerosas y basadas ciegamente en un excel, apostando por la alienación y atomización de cada ser humano, algo por cierto que en el sistema capitalista sostenido por los gobiernos de turno es una constante.
Estos eventos muestran claramente que la experiencia enseña. La asamblea de trabajadores del Bonaparte pudo comprobar sus fuerzas logrando que el Hospital permaneciera abierto. El gobierno demostró ser enemigo del hospital y del bienestar de todos, derrumbando la salud mental de los miles de pacientes del Bonaparte y sus trabajadores. Los sindicatos demostraron ser completamente incapaces de abogar por las medidas de resistencia correctas
Ya lo sabíamos y lo volvemos a corroborar: el capitalismo es horror sin fin, es la barbarie. No existe la garantía de una verdadera salud mental en este contexto.
Acompañamos la lucha de nuestros compañeros del Bonaparte, y creemos que el camino hacia adelante es con métodos de lucha de los trabajadores. Es momento de “trotskearla”, como se anda diciendo en el hospital, lo que entendemos cómo prepararse para luchar con los métodos que han visto que funcionan, como lo fue la toma y las marchas de trabajadores autoconvocados. El cambio progresivo viene por parte de los trabajadores, pero también entendemos que la lucha aislada de un grupo lleva al eventual desgaste.
La lucha debe ser unida. Los estudiantes, docentes y no docentes universitarios y escolares, los trabajadores de la salud y todos los trabajadores de este país debemos unirnos en una única lucha superando las trabas que impone la burocracia sindical. El enemigo que nos toca enfrentar hoy es nuestra clase capitalista, detrás de todo el régimen político y fundamentalmente de Milei, que domina nuestras vidas sin entenderlas, desde un trono elevadísimo, alejado de la realidad. No basta con volver a las condiciones de hace un año, que también implicaban una degradación del hospital bajo el capitalismo en crisis. El único camino hacia adelante es la revolución de los trabajadores, uniendo la lucha. Solo luchando por un Gobierno de Trabajadores le pondremos fin a este sistema obsoleto e inhumano.