En el reciente decimonoveno Congreso del Partido Comunista Chino, celebrado del 18 al 24 de octubre en Beijing, Xi Jinping aprovechó la oportunidad para hacerle saber al mundo que China es una “fuerza poderosa” que pronto recuperará su posición legítima, como el “Reino Medio”, es decir, el centro de la humanidad. Sin embargo, detrás de todas las fanfarronadas, uno podría detectar inquietud ante la perspectiva de una creciente inestabilidad interna que fluye de la inminente crisis del capitalismo.
El Congreso fue una rara ocasión para que los medios y políticos del mundo pudieran vislumbrar las perspectivas y prioridades del Estado chino. Las dos características principales del Congreso fueron el discurso de apertura de Xi Jinping y el anuncio del nuevo Comité Permanente del Politburó, el organismo dirigente del Estado chino. Ambos han sido percibidos en los medios de comunicación occidentales exclusivamente a través del prisma de su preocupación liberal por la creciente concentración de poder de Xi, que también temen que esté alejando a China del capitalismo y volviendo al maoísmo. Pero para aquellos de nosotros que no estamos cegados por los prejuicios liberales, es claro que la centralización del poder tiene un propósito muy opuesto: un mayor fortalecimiento del capitalismo en toda China.
Desde que asumió el cargo en 2012, la administración de Xi Jinping se ha caracterizado por su marcada dominación como líder preeminente de China, su campaña anticorrupción contra los poderosos jefes del Partido, sus menciones a Mao y el alto a la privatización de empresas estatales. Muchos de estos rasgos han llevado a algunos en Occidente a creer que Xi tiene un programa para regresar a la era de Mao de una economía nacionalizada planificada bajo una dictadura estalinista.
En un intento de equilibrar el proceso de transformación de China en una economía capitalista mientras mantiene su viejo poder estatal, el Partido ocasionalmente ha tenido que atacar a capitalistas individuales, corporaciones y burócratas rivales que actúan por su cuenta y amenazan la estabilidad del sistema. Tal es el caso de Guo Wengui, un magnate inmobiliario independiente que escapó de las investigaciones de corrupción en China y regularmente expone a funcionarios chinos corruptos en Youtube, particularmente a Wang Qishan, desde su ático en los Estados Unidos.
La cruzada anticorrupción de Xi puede tener como objetivo eliminar los “imprevisibles” u otras amenazas a la estabilidad. Sin embargo, en sí mismo también contiene el riesgo de aumentar la creciente inestabilidad. Por esta razón, representa una desviación dramática de la política más “a puertas cerradas” adoptada por la burocracia del Partido después del caos de la Revolución Cultural. Debajo de toda la retórica altisonante, está claro desde las perspectivas esbozadas en el Congreso del Partido por el propio Xi Jinping, que la creciente liberalización y profundización del mercado es una prioridad en su agenda.
El Comité Permanente (CP)
Con la respiración contenida, los medios de comunicación y políticos capitalistas del mundo esperaban el nombramiento del nuevo Comité Permanente del Politburó. Esta es una rara oportunidad para que el resto del mundo alcance a ver “entre bambalinas”. La nueva composición del comité revelaría cuán fuerte es Xi y qué línea será la que adopte. Este año, como temían los liberales occidentales, el nuevo Comité Permanente se aleja de la tradición del Partido de varias maneras. En lugar de ser un resultado del tira y afloja entre las facciones, la nueva lista está claramente dominada por aquellos que están subordinados a Xi. A ninguno de los nuevos miembros del Comité Permanente se le podría considerar un potencial sucesor futuro de Xi, lo que rompe con la tradición tácita del Partido de que un líder futuro debería ser parte del CP antes de asumir el control. Esto establece las bases para que Xi permanezca en el poder a través de un tercer mandato, algo sin precedentes desde la muerte de Mao. Esta ruptura con la tradición también puede alterar permanentemente la forma en que se forma el CP, ya que la influencia personal de Xi en la decisión de su composición ha socavado el uso tradicional de encuestas espontáneas de los miembros del Politburó para tomar decisiones.
En su primer mandato, Xi tuvo que compartir una lista al CP con altos líderes de diferentes facciones como Zhang Dejiang, Yu Zhengsheng y Zhang Gaoli, lo que requirió que se apoyara en gran medida en Wang Qishan para su campaña anticorrupción contra burócratas rivales. Ahora, la nueva lista del Comité Permanente integra 5 nuevos miembros (de 6 que no eran de Xi Jinping) que fueron promovidos por Xi o que están en completo acuerdo con sus puntos de vista.
Li Zhanshu, que ha estado cerca de Xi desde que ambos eran funcionarios del condado en la provincia de Hebei, en la década de 1980, es visto como uno de los lugartenientes más fuertes de Xi en la Secretaría del Partido en el período reciente. Wang Huning había sido el Secretario General de la Oficina de Profundización de las Reformas, uno de los nuevos órganos centrales creados por Xi para impulsar sus reformas económicas. Es considerado frecuentemente como el principal “teórico” pro mercado en el período actual. Zhao Leji, quien sucederá al saliente Wang Qishan como nuevo “zar” contra la corrupción, impresionó a Xi con su fuerte apoyo a la campaña anti-corrupción de Wang como jefe del Departamento de Organización del Partido, especialmente en su destacada función al abordar el fracaso rampante en el pago de las cuotas de los miembros del Partido. Se le confiará la creación del Comité Nacional de Control como el nuevo órgano para combatir la corrupción, tal como lo presentaron Xi y Wang Qishan. Wang Yang es un “reformador” que profundizó la mercantilización de la provincia clave de Guandgong y ha trabajado estrechamente con Li Keqiang (el actual primer ministro). La figura extraña es claramente Han Zheng, el secretario del partido para Shanghai y considerado abiertamente como un miembro de la facción de Jiang Zemin, la camarilla de Shanghai.
También debemos señalar que Liu He, el economista educado en Harvard y uno de los asesores más cercanos de Xi en liberalización económica, también ha sido promovido al Politburó, otra voz influyente para la liberalización y un aliado de Xi.
Pero la consolidación política de Xi no es tanto una muestra de un arte de gobernar sobrehumano, sino más bien la falta de alternativas que enfrenta la burocracia del PCCh en su conjunto. Después de décadas de crecimiento vertiginoso, la sociedad china está llegando a sus límites. La desigualdad y la injusticia desenfrenadas, la contaminación, el estrés y las enormes contradicciones económicas y el endeudamiento están empujando a la sociedad en múltiples direcciones y amenazan a todo el sistema. La burocracia se esfuerza por establecer un control político monolítico y sumamente poderoso con el que aplastar cualquier disidencia o huelga mientras se implementan complicadas reformas pro mercado. Con este fin, Xi ha impuesto un equipo de tecnócratas y ejecutores completamente subordinados a su agenda mercantilista contra todas las demás facciones.
El “aburguesamiento” del PCCh
Dado que la clase capitalista china ha surgido alimentada por el aparato estatal estalinista, no tiene más remedio que adaptar el Partido Comunista a sus propias necesidades, una tarea que la dirección del PCCh ha promovido y en la que ha participado. La composición de clase del PCCh se vuelve cada año que pasa más burguesa.
Los congresos del PCCh, que tienen lugar cada cinco años, brindan una buena ocasión para medir estos cambios. Además de los cientos de delegados empresarios, 27 delegados representaban formalmente a empresas privadas. Entre ellos se encuentran no solo directores generales o presidentes de grandes compañías chinas, sino también representantes de corporaciones multinacionales como Samsung y KPMG. People.com.cn reconocía que las empresas privadas representan más del 60% del PIB de China y crean el 90% de todos los empleos nuevos, para justificar su representación y concluir que las opiniones de estos 27 delegados están ganando cada vez más peso.
Al mismo tiempo, la riqueza de los 100 miembros más ricos de la Asamblea Popular Nacional (el parlamento de China que se reúne anualmente en la primavera) aumentó un 64% durante el primer mandato de Xi, alcanzando una fortuna combinada de 507 mil millones de dólares, que se asemeja al PIB de Bélgica y empequeñece la riqueza del Congreso de los Estados Unidos (en sí mismo poco conocido por sus cualidades espartanas o anticapitalistas). La reciente incorporación en las organizaciones del partido de grandes empresas privadas es una prueba más de que la burguesía china ha penetrado y adaptado completamente el PCCh a sus propósitos. El congreso del PCCh de 2017 indicó que el partido se abrirá más a los elementos capitalistas a medida que se profundice la economía de mercado.
Los medios oficiales enfatizan abierta y repetidamente el hecho de que los delegados en el congreso de este año provenían de un entorno más profesional y con mayor educación, lo cual es una manera eufemística de decir que son más ricos e, inevitablemente, más pro-capitalistas. La entrada de capitalistas privados en las estructuras del Partido y el Estado no es un fenómeno nuevo y sorprendente, sino que se remonta a finales de la década de 1990, cuando la restauración del capitalismo se aproximaba a su finalización. Así lo demostró el estudio realizado en 2010 por Christopher McNally y Teresa Wright, Fuentes de apoyo social al orden político actual de China: La “fuerte incorporación” de los inversores de capital privado:
“De hecho, un estudio nacional realizado en 2000 halló que el 20% de todos los empresarios privados eran miembros del PCCh, mientras que para 2003 había subido a casi el 34%. Entre los miembros del partido prevalecían particularmente los propietarios de empresas privadas medianas y grandes: en las encuestas de finales de la década de 1990, formaban el 40% del Partido, y más del 25% del resto habían sido seleccionados por el PCCh y querían unirse. A modo de comparación, a partir de 2007, sólo el 5.5% de toda la población era miembro del PCCh”.
“Se cree, sin duda, que los empresarios privados son el sector social más altamente representado por los miembros del PCCh”.
El creciente peso de la clase capitalista dentro del Partido que vemos hoy bajo Xi es un hecho establecido e indiscutible. Es parte de lo que se han convertido el partido y el Estado. El PCCh no sólo no puede oponerse a esto, sino que lo acepta a medida que la influencia del mercado sobre la sociedad se vuelve global.
Por ahora, la burocracia, especialmente los que están en la cima, puede mantener un grado de independencia con respecto a la burguesía, que sin embargo está acentuando su influencia dentro del partido. Pero a medida que se expande el poder y la influencia capitalista, la crisis del capitalismo está creando las condiciones para que la clase obrera, también cada vez más poderosa, avance hacia una lucha más militante contra el capitalismo. Es por estas razones que Xi se ve obligado a tomar medidas bonapartistas para equilibrar el Partido entre la clase trabajadora y la clase capitalista en un intento por manejar las contradicciones.
¿Qué significa el régimen de hombre fuerte de Xi? Bonapartismo
Como se divulgó ampliamente, en la ceremonia de clausura del Congreso Xi Jinping aprovechó para introducir su “teoría” del “Socialismo con características chinas en la Nueva Era”, apodada el “Pensamiento Xi Jinping”, y se votó en la Constitución del Partido. Esto lo convierte en el segundo líder del partido en tener sus propios “pensamientos” escritos en la Constitución mientras todavía está vivo y en el puesto de presidente, el primero fue el propio Mao. Esto, combinado con la eliminación de prominentes burócratas del PCCh (“la caza de tigres”), indica que algo está en marcha en China.
¿Qué significan estos cambios drásticos y maniobras? Muchos estalinistas en Occidente están sacando esperanzadoras conclusiones de que Xi es Mao reencarnado, y que revertirá por completo el retroceso capitalista de China y regresará a los días gloriosos de la economía nacionalizada planificada, pero esto es obviamente ilusorio, como lo muestran las cifras anteriores sobre la composición del partido. ¿Qué hay, entonces, detrás de las intrigas y por qué el pensamiento de Xi está escrito en la constitución?
Se trata de un fortalecimiento y concentración del bonapartismo del Estado chino. Por bonapartismo nos referimos cuando el Estado gana un alto grado de autonomía incluso con respecto a la clase económica gobernante. Esto se conoce comúnmente como una dictadura, pero el significado es más científico y exacto, porque especifica que esta dictadura se logra por el equilibrio y juego de las dos clases principales entre sí. Aunque esto priva a la burguesía del poder político directo, los mayores poderes represivos del Estado se utilizan para defender, en última instancia, el sistema económico capitalista. El bonapartismo salva el capitalismo de los propios capitalistas.
Esto es exactamente lo que está pasando en China. En el período pasado, vimos a muchas grandes empresas chinas establecer células del Partido Comunista bajo la presión del Estado, lo que llevó a muchos a creer que representaba un crecimiento de la interferencia del Estado e, incluso, la hostilidad hacia el funcionamiento del capitalismo. Algunos han especulado que esto es evidencia de un plan de renacionalización. De hecho, sólo en 2016, la proporción de empresas privadas con célula del partido creció un 16,1%.
Mientras que las células del partido de la compañía colocan a la administración bajo una especie de correa política, son en un grado mucho mayor los órganos de control directo sobre el sindicato de la compañía (si hubiera uno), ya que por ley todos los sindicatos de la compañía están bajo la dirección de las células del partido de la compañía. La proliferación de células también ofrece a las propias administraciones un canal para participar en la vida política del Partido, lo que les proporciona influencia y un grado de protección política contra, por ejemplo, un juicio por corrupción. Los trabajadores que son miembros del partido también disfrutan automáticamente de los beneficios y se les da prioridad para las promociones, creando así una capa de trabajadores privilegiados susceptible de enfrentarse a sus compañeros. Por lo tanto, estas células se usan para controlar políticamente ambas clases, pero mucho más a la clase trabajadora, en beneficio de la clase capitalista.
El partido responde a las quejas de la clase trabajadora, pero se opone fuertemente a cualquier intento de resolver disputas laborales fuera del marco permisible. Lo que menos puede tolerar es la actividad militante independiente y coordinada de la clase trabajadora. El sistema de ‘Shang Fang’ o de denuncias y reclamaciones se ha expandido y está supervisado por el Buró Estatal de Cartas y Llamadas. En los últimos 5 años, la provincia de Sichuan afirma haber procesado 3,8 millones de solicitudes, lo que podría derivar en el despido de los funcionarios locales denunciados o en presionar a empresas privadas para que paguen a sus trabajadores.
Por otro lado, a los activistas sindicales independientes como los que participaron en las huelgas de la fábrica de Guangdong, a finales de 2015, se les arresta inmediatamente. La huelga nacional de los trabajadores de Walmart en 2016 también recibió la aprobación tácita del sindicato oficial de la compañía, que simultáneamente acusó a los líderes de la huelga de estar bajo influencia extranjera. El Estado se apoya en la cólera de la clase trabajadora en un intento por manejar las contradicciones del capitalismo, especialmente porque quiere que los trabajadores reciban salarios más altos para impulsar la demanda interna en la economía. También debe demostrar que responde a sus quejas, ya que su justificación para abrirse al capitalismo es que está elevando los niveles de vida y mejorando las vidas de las masas. Pero no tolerará ninguna actividad independiente de la clase trabajadora.
El Partido ha sido capaz de mantener su posición dominante dentro de la sociedad principalmente porque el capitalismo chino es completamente incapaz de desarrollarse sin el apoyo de un Estado fuerte, un Estado que de hecho es responsable de la existencia misma del capitalismo en China. Ésta es la razón por la cual, en ausencia de una crisis económica severa, el PCCh aún puede equilibrarse entre las clases mientras que al mismo tiempo desarrolla el capitalismo chino.
Sin embargo, una crisis económica severa es lo que le espera a China después de décadas de crecimiento. Xi Jinping y la clase dominante china son conscientes de ello. Por más que intenten posponer ese momento, en el fondo saben que es inevitable. Son conscientes del fuerte aumento de la deuda. Son estos problemas económicos profundamente arraigados y la exacerbación de la lucha de clases que esto traerá consigo, lo que ha provocado esta concentración de poder por parte de Xi: la eliminación de las facciones rivales a través de la campaña anticorrupción, la intensificación propagandística de los denominados “marxistas” pintando a Xi y al PCCh como campeones de las masas trabajadoras y la enorme expansión del aparato de seguridad a niveles sin precedentes.
El verdadero significado de la campaña anticorrupción
En los últimos cuatro años, Xi ha sacudido hasta los cimientos a toda la burocracia del partido con su campaña anticorrupción, creando la impresión de que nadie dentro del Partido, por poderoso que sea, está exento de la disciplina del Partido. De hecho, la campaña anticorrupción eliminó a algunos líderes militares y del partido muy poderosos, como al ex miembro del Comité Permanente, Zhou Yongkang, que tenía un enorme control sobre las empresas petroleras estatales, y el general Xu Caihou. Antes del 19º Congreso, también asistimos a la mayor cantidad de expulsiones de miembros del Comité Central, el más destacado de los cuales fue el aspirante al Comité Permanente, Sun Zhengcai. Según los informes, el jefe de personal del ejército, Fang Fenghui, también fue investigado.
Debemos entender que la purga de ciertos burócratas no representa un cambio fundamental en la política del Estado, sino la eliminación de aquellos que pueden impedir la capacidad de Xi para hacer cumplir sus políticas. Xi teme que en la crisis venidera, la existencia de cualquier facción en la burocracia pueda conducir a dividir o socavar la autoridad central del partido en una situación ya de por sí difícil. Una crisis económica o social pondrá a prueba el antiguo régimen hasta el límite, por lo que no puede permitirse ningún elemento poco fiable.
Sun Zhengcai, como el gobernador anterior de Chongqing, fue un ejemplo revelador de un burócrata prominente cuya corrupción era tan desenfrenada y generalizada que amenazaba al Partido y su programa capitalista. Poco antes de ser sometido a investigación antes del Congreso del Partido, se reveló que Sun había proveído a una oscura empresa de nuevas tecnologías con el capital y las conexiones para representarse a sí mismos en nombre de la iniciativa ‘One Belt One Road’ ante los jefes del Banco Central de Kazajstán y Lituania, esperando cosechar un inmenso beneficio al hacerlo.
Xu, un general del ejército, fue declarado culpable de intercambiar promociones por dinero en efectivo. Fang Fenghui, jefe de personal del ejército, fue acusado de mantener estrechas relaciones con figuras del ejército estadounidense. El más prominente de todos, Zhou Yongkang, miembro del Comité Permanente, utilizó su posición en la Corporación Nacional Petrolera de China para extraer miles de millones en sobornos y enriquecer a los miembros de su familia. Antes de su investigación, Xi se reunió con destacados líderes del partido y ex líderes, principalmente con Jiang Zemin, para sondearlos y avisarles de que su corrupción y decadencia amenazaban la estabilidad de todo el sistema.
La corrupción desenfrenada es una debilidad inherente en las burocracias estatales totalitarias como la de China. Tampoco existen “válvulas de seguridad” democráticas para liberar las enormes contradicciones de la sociedad. Los intereses capitalistas necesitan ganar influencia dentro de cualquier Estado, no va a ser menos en uno tan poderoso como el de China. La ficción de unanimidad y armonía en el aparato estatal está constantemente amenazada por estos factores.
Esto se extiende no solo a la parte superior de la burocracia sino a todo el partido. El PCCh, al ser el único partido y estar fusionado con el Estado, concentra en sí mismo una variedad de fuerzas sociales. Cualquiera que desee hacer carrera se une al partido y, por lo tanto, una de las funciones del partido es tejer una elaborada organización de redes. Es por esta razón que en el último año, el PCCh ha comenzado a establecer criterios más estrictos de afiliación en un intento de detener la podredumbre.
“Según las distintas investigaciones, la afiliación al partido para muchos jóvenes no se hace por vocación, sino como un acceso directo al empleo estable (muchos empleos en el servicio público y empresas vinculadas al gobierno están reservados para los miembros del partido), o simplemente como una forma más de probar su superioridad con respecto a sus compañeros. En 2015, una encuesta en una universidad descubrió que sólo una sexta parte de los solicitantes para ingresar en el partido lo hacían para “servir a la gente”, y que sólo una cuarta parte podía considerarse que tenían un deseo “muy fuerte” de ser aceptados. “(The Economist, 23.11.17).
La burocracia central es más representativa de las partes de China donde el capitalismo está más desarrollado, frente a otros burócratas regionales que dependen más de la propagación y el control de las empresas estatales regionales. La autoridad del Estado tiende a desquebrajarse constantemente por los bordes. Los líderes del partido temen que la corrupción desenfrenada, especialmente en las provincias regionales, pueda abrir grietas en el régimen que aliente a las masas a actuar, iniciando un movimiento de masas que podría amenazar rápidamente a todo el régimen. Ésta es la razón por la cual han detenido preventivamente a una gran cantidad de funcionarios corruptos para disciplinar al aparato más amplio y crear la ilusión de que no toda la burocracia es un parásito de la clase trabajadora, sino que se trata de tan sólo un puñado de corruptos. Simultáneamente, el escándalo anticorrupción también elimina a los rivales políticos de Xi.
Economía de mercado con características PCCh
El muy esperado discurso de Xi duró tres horas y media, y su gran duración no pasó desapercibida para muchos de los medios de comunicación internacionales. Sin embargo, tres horas se llenaron de tópicos vacíos como “nuestro partido debe luchar por el sustento de la gente”; “Debemos realizar el sueño chino y el gran renacimiento de la nación china”; “Debemos ser estrictos con nosotros mismos y luchar contra la corrupción”; así como mentiras descaradas como “en nuestro país, la clase dominante es la coalición de trabajadores y campesinos”; “trabajamos duro para estudiar y desarrollar la teoría marxista”.
Solo media hora aproximadamente del discurso tuvo alguna sustancia, durante la cual pasó la mayor parte del tiempo hablando de profundizar la mercantilización y liberalización de la economía (con puntos ocasionales sobre la necesidad de contar también con fuertes mecanismos reguladores, especialmente, en el mercado de la vivienda), al tiempo que se refuerza el gasto en bienestar. También describió planes para fortalecer el poder del gobierno central en la implementación de políticas a nivel nacional como una forma de afirmar el “liderazgo político” del partido en el país, así como detener la privatización de grandes industrias de propiedad estatal, prefiriendo gestionarlas de forma que sean “competitivas en el mercado”. Cuidadosamente elegidos sus llamamientos a: “aumentar la globalización, mejorar la liberalización y la apertura” y “profundizar la reforma comercial, destruir el monopolio administrativo, evitar el monopolio del mercado, un sistema de monitoreo del mercado perfecto”, resumen la dirección en la que Xi quiere conducir a China.
A pesar de la promesa utópica del PCCh de construir una economía de mercado sin riesgos sistémicos, la economía capitalista de China no puede escapar de la crisis fundamental de sobreproducción inherente al capitalismo. Esto se manifiesta en la desaceleración del crecimiento desde aproximadamente 2014, el fuerte aumento de la deuda, así como los choques ocasionales del mercado de valores. El partido, incapaz de ignorar estos hechos, se ve obligado a admitir a través de la agencia de noticias Xinhua que es consciente de los problemas y que encontrará formas de estimular más inversión privada.
El PCCh intenta lograr esto abandonando primero las restricciones que anteriormente imponía a las empresas extranjeras para operar en China. “Cualquier empresa que esté registrada dentro de la frontera de nuestro país será vista de la misma manera y tratada de la misma manera. Insistiremos en un nuevo modo de administrar las inversiones extranjeras basado en el nuevo sistema de mantenimiento de registros, elevando aún más la conveniencia de la inversión. “El sistema de registro en este caso se refiere a una revisión de los pasos legales que las empresas extranjeras tuvieron que realizar para poder operar legalmente, lo que generalmente toma de uno a tres meses.
China es conocida por imponer muchas restricciones y requisitos a las empresas extranjeras, como el requisito de establecer empresas conjuntas con empresas chinas y compartir su tecnología con ellas. El nuevo sistema propuesto simplificará drásticamente el proceso de registro para las empresas extranjeras y les permitirá entrar en el mercado de China con mayor rapidez. También promete que el Estado no interferirá en las decisiones de las corporaciones individuales sobre cómo asignan sus inversiones. Esto indica que el PCCh ahora tiene suficiente confianza en las grandes empresas chinas para competir con compañías extranjeras sin la asistencia que el Estado le brindó anteriormente, pero también que sienten la urgencia de atraer inversores extranjeros a China para mantener la tasa de crecimiento a flote.
Junto a esta estrategia interna, el Congreso delineó los planes para una estrategia externa para intentar retrasar la crisis de sobreproducción en la economía china: una política imperialista más agresiva de inversión en otros países por y para las empresas chinas. La ley One Belt One Road (que ya analizado previamente en el artículo, El presidente filipino Rodrigo Duterte inclinado hacia China – por qué? Y Pakistán: el poder cada vez mayor de China) es el mayor acto de diplomacia económica desde la Segunda Guerra Mundial y una señal inequívoca de las aspiraciones del floreciente imperialismo chino como un medio para superar temporalmente la crisis que se avecina del capitalismo chino.
China ahora produce la mitad de todo el acero y el aluminio del mundo. Shenzhen se está convirtiendo rápidamente en un centro mundial para la industria de la tecnología. En todos los sentidos, la gran expansión de las fuerzas productivas de China ha sentado las bases para una enorme crisis de sobreproducción (ver China y la economía mundial en 2016: “Vender todo”).
En realidad, la economía china está sentenciada a sufrir una crisis desde hace tiempo, que debería haber llegado con la crisis mundial de 2008. Como sabemos, China rescató el capitalismo mundial en ese año fatídico con un gran estímulo fiscal: el más grande de la historia mundial. Pero eso fue logrado por medios capitalistas, es decir, con deuda, y como Marx y Engels explicaron en el Manifiesto Comunista, tales métodos sólo crean crisis más grandes en el futuro. ¡La deuda total de la economía china se ha cuadruplicado hasta alcanzar los 22 billones de libras desde 2008! En uno de sus comunicados, el FMI, con sede en Washington, que publica informes anuales sobre sus países miembros, había señalado que “la deuda como proporción del producto interno bruto aumentaría del 235 por ciento a casi el 300 por ciento para 2022. Anteriormente, había pronosticado que la deuda alcanzaría un máximo del 270 por ciento del PIB … China necesitaba tres veces más crédito en 2016 para alcanzar el mismo crecimiento que en 2008 … Desde 2008, la deuda del sector privado en relación con el PIB aumentó en 80 puntos porcentuales a alrededor del 175 por ciento, grandes aumentos se han asociado internacionalmente con una fuerte desaceleración del crecimiento y, a menudo, crisis financieras … China ahora tiene uno de los sectores bancarios más grandes del mundo. Con 310 por ciento del PIB, el sector bancario de China está por encima del promedio de la economía avanzada y casi tres veces el promedio del mercado emergente “. (The Guardian, 15.8.17).
Después de décadas de crecimiento asombroso, China ha cambiado profundamente. Todas las contradicciones del capitalismo se han incrustado en el tejido de China y, a su vez, China está inserta en el centro de una economía mundial plagada de crisis. La desaceleración de la economía, el creciente descontento y militancia de la clase obrera, la explosión de la deuda a niveles totalmente insostenibles y el embarque en empresas imperialistas, todo esto expresa la complejidad de la sociedad china y la inevitabilidad de una crisis inmensa. Dirigir China sobre esta base se parece a hacer girar platos y Xi necesita todas las manos para asegurarse de que estos platos sigan girando en beneficio del capitalismo. Esa es la lección del 19 ° Congreso del Partido Comunista Chino y la subordinación del Partido a la voluntad de Xi.