Una vez más, la ilusión de que las negociaciones con sus acreedores podrían producir algo positivo para Grecia se ha derrumbado a la luz de la reciente reunión del Eurogrupo. El ultimátum unánime de los llamados “socios” capitalistas de Grecia de la Eurozona hacia el nuevo gobierno, y hacia la inmensa mayoría del pueblo griego que lo apoya, fue una vez más una provocación.
Le dice claramente al gobierno que: “¡Tienen un par de días para cancelar los resultados de las elecciones griegas, dar al traste con el programa de gobierno que fue votado recientemente por el nuevo Parlamento, y solicitar una extensión del programa de austeridad extrema y, por lo tanto, la aplicación del Memorándum, junto con cualquier medida de austeridad adicional que se requiera!”
Esta reciente ultimátum deja clara la verdadera clase y naturaleza política de la zona euro y de la Unión Europea (UE), y del propio capitalismo. La austeridad extrema que ha sido impuesta al pueblo griego no es una “desviación” lamentable, sino la política inevitable del capitalismo para sobrellevar la crisis profunda en curso y la quiebra en la que se encuentra. Los gobiernos burgueses del norte y sur de Europa, con su postura común frente a Grecia en la reunión del Eurogrupo, han dejado bastante claro no sólo su intención de oponerse a cualquier resistencia a la austeridad extrema por parte de un gobierno de izquierda, sino también que no tolerarán ninguna relajación – por leve que sea – de su política de austeridad, por temor a que cualquier instancia de desafío exitoso pudiera extenderse por toda Europa, desestabilizar al capitalismo europeo, y radicalizar a los trabajadores de Europa. Por ello, ante esta actitud ostensible e innegablemente reaccionaria por parte de los diferentes representantes de los gobiernos del capital europeo, en realidad no habrá margen para la negociación.
Como hemos señalado en artículos anteriores, el gobierno griego – de manera totalmente inaceptable – ha recurrido a dar una serie de pasos atrás, que demuestran su voluntad de negociar, a saber: que “se olvidó” de la cancelación unilateral de la mayor parte de la deuda; que “pone en espera” la abolición del Fondo de Desarrollo de Activos de la República Helénica, la autoridad de privatizaciones de Grecia creada para gestionar la venta de los bienes del Estado, lo que sugiere que ciertas privatizaciones pueden ser aceptables; que ha dejado el sistema bancario bajo el control de los grandes accionistas que han recibido un trato preferencial de proporciones escandalosas; parece haber aceptado el argumento de que las metas de superávit presupuestarios primarios deben alcanzarse antes de que pueda haber cualquier relajamiento de la austeridad, lo que, efectivamente, significa la aceptación de la lógica de austeridad permanente a los efectos del pago de la deuda; se ha ido tan lejos como para afirmar que se acepta hasta el 70% del Memorándum; finalmente, incluso ya en esa noche [es decir, el pasado viernes 13 de febrero] el ministro de Finanzas declaró que estaba dispuesto a firmar un acuerdo que, en efecto, extendiera el Memorándum a cambio de que la otra parte tolerara ciertas medidas urgentes necesarias para hacer frente a la “crisis humanitaria”.
La única cosa que estos pasos atrás han logrado es confundir a las masas y debilitar su confianza en el nuevo gobierno. Ni siquiera marginalmente estos pasos atrás consiguieron mover a los chantajistas que representan el capital europeo. Más bien, el gobierno se presta a tener que dar más pasos atrás ante nuestros chantajistas. Así, mientras que nuestros “socios” habían dado la impresión, unas horas antes, de apoyar un proyecto de acuerdo que tolerara ciertas medidas de la declaración programática del gobierno, al final, insistieron en imponer un proyecto que efectivamente equivalía a la humillación del gobierno griego, quien, de manera enteramente correcta, se negó a discutirlo siquiera.
Durante la rueda de prensa de esta noche (16/02/2015), el ministro de Hacienda reiteró la disposición del gobierno griego para negociar un acuerdo, por lo tanto, lo que sugiere es que si se llegara a un acuerdo que prevé la prórroga del Memorándum que tolerara aunque sea una pequeña parte de la declaración programática del gobierno, el gobierno griego estaría dispuesto a firmarlo. Tal resultado no sólo estaría en contradicción con los compromisos del gobierno ante el electorado y el sentimiento popular, según lo expresado en los últimos días por el pueblo griego que salió a las plazas a gritar “¡Ni un solo paso atrás!”, sino que también ¡carecería de la más mínima base! Como ya es patentemente claro, nuestros “socios” sólo están satisfechos con nada menos que con la capitulación total del gobierno griego, de SYRIZA, y del pueblo griego.
Las próximas horas y días es probable que sean tormentosas. Este miércoles [18/02/2015], el Banco Central Europeo (BCE), se verá obligado a pronunciarse sobre si los bancos griegos deberían disfrutar de más “liquidez”. Parece muy poco probable que el BCE continúe proporcionando “liquidez” al sistema bancario griego sin el compromiso del Gobierno griego para el programa de austeridad existente. A este respecto, una expulsión de Grecia de la zona euro aparece en el horizonte no como un farol, sino como una posibilidad real que puede darse en las próximas semanas, de manera efectiva, como castigo por la elección de un gobierno de izquierda. Sin embargo, si el gobierno permanece firme, como debería ser, los capitalistas europeos tendrían pocos escrúpulos para recurrir a un “Grexit” [en inglés, contracción de “Greece Exit”, la salida de Grecia del euro.NdT] como medio para disciplinar a los trabajadores y a las masas de otras partes de Europa contra cualquier resistencia a las decisiones políticas del capital europeo.
En momentos como éstos, el nerviosismo de la burguesía griega ante la perspectiva de un enfrentamiento definitivo entre el gobierno y nuestros “socios” es palpable. Hay muchas razones para que la burguesía griega deba estar ansiosa por una salida de Grecia de la zona euro. Su posición internacional se ha degradado bruscamente, y su control interno sobre el poder, sin duda, recibiría una descarga con las implicaciones sociales de un retorno a la moneda nacional. Por el contrario, la idea de volver a una moneda nacional ya no preocupa a los trabajadores griegos y, en general, a las masas griegas que han visto una dramática caída en su nivel de vida, debido a la crisis y a las medidas de austeridad extrema, siempre y cuando el gobierno y SYRIZA, que dicen querer representar genuinamente sus intereses desde una posición de poder, apliquen el programa adecuado destinado a la defensa de su calidad de vida.
Nosotros, los comunistas de SYRIZA, creemos que un programa de este tipo debería estar sólidamente fundado en los siguientes aspectos fundamentales:
- ¡El repudio inmediato de la deuda! Esto es indispensable para negar a nuestros acreedores ningún motivo para sus tácticas de intimidación y chantaje, y mantener su hegemonía sobre nuestro país.
- Medidas socialistas con el fin de salvar al pueblo griego del empobrecimiento y del desempleo. La nacionalización de la banca y de todas las grandes empresas del país, bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores. Por una economía centralizada y planificada democráticamente que se ocupe de las necesidades sociales.
- Un llamamiento a los trabajadores de Europa para que muestren su solidaridad internacional hacia Grecia, así como iniciativas políticas específicas para el desarrollo de un frente único de lucha contra la austeridad y el capitalismo en todo el continente ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
Atenas, 16 de febrero de 2015