Fue después de la medianoche del 15 de julio, cuando el Parlamento griego aprobó finalmente una ley general que contiene todas las “acciones previas” exigidas por las instituciones. La votación se encontró con huelgas, manifestaciones, una rebelión de 38 diputados de Syriza, y la oposición de la mayoría de los miembros del Comité Central del partido. Tsipras sobrevivió pero tuvo que depender de los votos de los partidos que aprobaron los dos Memorandos anteriores, por los que Syriza fue elegida para oponerse a ellos.
Había sido convocada una huelga general 24 horas por el sindicato de empleados públicos ADEDY, el sindicato de los trabajadores municipales POE-OTA, así como por los trabajadores del metro de Atenas y los trabajadores ferroviarios a nivel nacional, en contra de la nueva propuesta de memorando que el gobierno griego acordó en la Cumbre Europea el 13 de julio y lo que representa de capitulación humillante.
La manifestación de la noche fue grande, aunque mucho menor que el gran mitin por el NO en el referéndum de hace diez días. Había unas pocas de miles de personas en la manifestación frente al Parlamento, con unas decenas de miles adicionales que marcharon con el frente sindical del Partido Comunista, el PAME.
La manifestación fue recibida con un operativo de seguridad que recuerda a los organizados por los gobiernos anteriores cuando estaban tratando de aprobar los Memorandos pasados. La estación de metro de la plaza Syntagma estaba cerrada desde las 6 de la tarde y el gobierno utilizó a la odiada policía antidisturbios (que había prometido disolver) y gas lacrimógeno para atacar a los manifestantes, utilizando como excusa a un pequeño grupo de anarquistas que lanzaban cócteles molotov.
La oposición al acuerdo había estado creciendo en las filas de Syriza, con muchas organizaciones del partido emitiendo declaraciones en contra de él, pidiendo a la dirección del partido que rectificara y a los miembros del grupo parlamentario a que lo rechazaran. Entre las organizaciones de distrito del partido que votaron en contra del nuevo Memorándum estaban las de las poblaciones industriales de El Pireo, Atenas Sur, Tesalónica A, Acadia y otras. La organización juvenil de Syriza, así como la Plataforma de Izquierda, la Organización Comunista de Grecia (KOE), y la Tendencia Comunista, todas salieron a oponerse. No hay informes de ningún distrito del partido que haya votado a favor.
La presión fue tal que incluso afectó a 11 miembros del Secretariado Político de Syriza (SP). Se informó que la mayoría de los miembros del SP cree que el acuerdo es “políticamente inmanejable y socialmente insostenible” y que no debe ser aplicado por la izquierda. El SP también ha pedido una reunión del Comité Central (CC) que debe ser convocado de inmediato y rechazó hablar de expulsiones y dimisiones de aquellos que no estén de acuerdo con el acuerdo.
Aún más importante, esta presión se cristalizó enuna declaración firmada por 110 de los 201 miembros del Comité Central del partido, que se oponían al acuerdo y pidieron a los diputados no votar por él. Aunque la oposición a la línea de Tsipras ha ido creciendo desde que el partido llegó al poder en enero, esta fue la primera vez que la actual dirección perdió el control del partido.
Cuando por fin comenzó el debate parlamentario, la presidente de la cámara Zoe Konstantopoulou (que había renunciado para la sesión) hizo un fuerte discurso en contra. Ella denunció el chantaje de la Troika y dijo que el parlamento griego no podía y no debía legislar ante tales límites de plazo asfixiantes. Añadió que el acuerdo equivale a un “golpe de Estado”, que tendría el impacto de un “genocidio social” y que no tenía derecho a convertir el NO del pueblo en un SÍ”. No hay duda de que si se completa el chantaje esta noche nada impedirá que se repita y no sólo en Grecia “. Agregó que “nos quieren humillar a tal punto que ya no nos reconocemos a nosotros mismos”, como Izquierda.”Buscamos el poder no por el poder mismo sino para devolvérselo al pueblo, camaradas”, dijo.
Tal vez lo más sorprendente, el ex ministro de Finanzas Varoufakis, que había sido un arquitecto clave de la estrategia de negociación del gobierno con la troika, pero que fue obligado a dimitir días antes del acuerdo, también habló en contra. Siguiendo el ejemplo de Keynes, comparó el trato impuesto al Tratado de Versalles y advirtió que no iba a resolver nada. Él también había publicado un mordaz ydetallado ataque en contra del acuerdo en su propio sitio web. En él, entre otras cosas, describe el regreso de la troika a Atenas en los siguientes términos: “La Troika contraataca y exige que el gobierno griego la invite a regresar a Atenas como Conquistador –la paz cartaginesa en todo su esplendor”.
Tsipras originalmente anunció que no iba a intervenir en el debate, habiendo ya defendido el acuerdo en una entrevista de televisión en la emisora estatal ERT la noche anterior. Se dejó al ministro de Finanzas Tsakalotos que defendiera el acuerdo de capitulación. Lo hizo sin ningún tipo de entusiasmo y con el aspecto de un hombre roto: “No sé si hicimos lo correcto. Pero sé que nos pareció que no teníamos otra opción. Nunca dijimos que era un buen acuerdo”. Anteriormente había declarado que no sabía si el acuerdo iba a funcionar, “que aún está por verse”.
Finalmente, después de que se rebasara la fecha límite de la medianoche, el propio Tsipras se dirigió al parlamento, después de que los líderes de ND y Pasok hubieran exigido que debía asumir su responsabilidad. Su defensa del acuerdo también fue poco entusiasta: “Admito que las medidas que estamos presentando son muy duras y no estoy de acuerdo con ellas. No creo que vayan a ayudar a la economía griega, y lo digo abiertamente. También digo que tengo que ponerlas en práctica, esa es nuestra diferencia”. En esencia, su único argumento para el acuerdo era que no había otra alternativa: “Tuve que elegir entre una oferta con la que no estaba de acuerdo, o con una suspensión de pagos desordenada, o la opción de Scäuble de salida del euro”.
Finalmente, la votación fue de 229 Sí, 64 NO y 6 abstenciones. Entre los diputados de Syriza, 32 votaron NO, 6 se abstuvieron y 1 se ausentó. Los diputados de los socios del gobierno, ANEL, todos votaron a favor, lo que probablemente significa el fin de esta formación que se creó como una escisión anti-Memorando de la derecha de Nueva Democracia.
El resultado de la votación significa que los partidos del gobierno perdieron su mayoría, pero el proyecto de ley fue aprobado con el apoyo de los votos de Nueva Democracia (ND), PASOK y To Potami. El número total de diputados de Syriza que no votaron con el gobierno fue de 39. El viernes pasado la rebelión fue sólo de 17 (2 voto NO, 8 abstenciones y 7 ausentes) con otro 15 que votaron SI, pero hicieron una declaración en contra.
El tamaño de la rebelión en las filas del grupo parlamentario del partido fue, por tanto, importante, sobre todo teniendo en cuenta la enorme presión y el chantaje ejercidos sobre los diputados. El grupo dirigente de Syriza había estado agitando la exigencia de que cualquier diputado que votara en contra de las propuestas debía renunciar a sus escaños. El argumento fue presentado (incluyendo al mismo Tsipras) como que ya que hay un complot alemán para eliminar al gobierno de Syriza (verdadero), cualquier voto en contra de las propuestas está ayudando a derribarlo.
Entre los que votaron en contra del gobierno estuvieron el ex ministro de Finanzas Varoufakis, la presidenta del Parlamento Zoe Konstantopoulou, y el portavoz parlamentario de Syriza Thanasis Petrakos. El ministro de Energía y líder de la Plataforma de Izquierda Panagiotis Lafazanis (que se abstuvo el sábado) también votó NO al igual que los viceministros Stratoulis y Isichos.
La ex viceministra de Finanzas Nadia Valavani también votó en contra, habiendo renunciado, y envió una enérgica carta de protesta a Tsipras. A pesar del hecho de que ella había sido miembro del equipo negociador, describió el acuerdo como una “capitulación”: “Esta ‘capitulación’ es tan abrumadora que no permitirá un reagrupamiento de fuerzas. Con su firma habrá un deterioro de la situación de una población que ya sufre, y esto será una lápida en el cuello durante muchos años con poco potencial de redención”.
Tanto los diputados de la Plataforma izquierda como de la KOE, votaron en contra; pero aún así, Lafazanis hizo una declaración diciendo que estaba votando en contra de las medidas, pero continuaría apoyando al gobierno (el mismo gobierno que las ha firmado y se ha comprometido a ponerlas en práctica).
Por tanto, las “acciones previas” exigidas por la troika han sido aprobadas. Estas incluyen aumentos en el IVA (por ejemplo, los alimentos procesados pasarán de pagar el 13% al 23%), amplios recortes de pensiones y contra-reformas, así como “la introducción de recortes en el gasto cuasi-automáticos en caso de desviaciones de las ambiciosas metas de superávit primario”.
Tsipras ha sobrevivido un día más, pero a costa de dividir su propio partido, con una mayoría de miembros del CC que han firmado una declaración en contra del acuerdo.
Sin embargo, no hay garantía de que habrá un acuerdo al final. Toda la situación puede desenrollarse muy rápidamente, tanto por razones políticas como económicas, en Atenas, en Bruselas y en Berlín. La aprobación de estas “acciones previas” abre el camino para el inicio de un debate sobre un nuevo préstamo de rescate, pero no hay garantía de que se llegue a una conclusión exitosa.
Un informe del FMI se filtró el martes, y puso más palos en la rueda, diciendo que el acuerdo significa que relación deuda-PIB griega saltará a más del 200% por lo que es completamente insostenible; y que los europeos, por lo tanto, deben darle a Grecia un alivio sustancial de la deuda, dando a entender por otro lado que el FMI no va a implicarse.
Al mismo tiempo, el ministro de Finanzas alemán Schäuble siguió insistiendo en que su opción preferida era el Grexit (o más bien, un “tiempo de 5 años de período temporal fuera de la zona euro”). Sostuvo que ya que el nivel de la deuda griega era insostenible era necesario un corte de pelo, pero ya que no es posible legalmente dentro del euro, el Grexit era el curso de acción más recomendable.
Así que aquí tenemos un acuerdo, firmado principalmente por Grecia y Alemania, pero donde el primer ministro griego no cree en él, y el ministro de Finanzas alemán dice que preferiría lo contrario.
Incluso más allá de la voluntad política de Tsipras y Schäuble, el nuevo Memorando se enfrenta a toda una serie de otros obstáculos. En primer lugar, la economía griega se ha paralizado completamente. La introducción de medidas recesivas sólo hará que la situación empeore, como admiten todos los actores. Eso le hará un agujero masivo en las previsiones económicas sobre las que se basa el acuerdo. No es lo mismo aspirar a un superávit presupuestario del 1% sobre la base de una recuperación económica leve, que hacer lo mismo sobre la base de una contracción profunda (que algunos economistas ponen en cualquier caso entre un 5% y 10%).
Una cosa es que Tsipras consiga que estas medidas sean aprobadas en el Parlamento (con los votos de la oposición), y otra muy diferente es que funcionen y se apliquen cuando su propio partido está en contra. También está el detalle no tan secundario de cómo encontrar el crédito puente de 7.700 millones de euros, que las “instituciones” tienen que darle a Grecia, en tanto discuten el nuevo préstamo de rescate. Y luego lo más importante de todo es la cuestión del nuevo préstamo mismo, por valor de más 82.000 millones de euros, que debe ser discutido en los próximos meses, y aprobado por una gran cantidad de actores que no están realmente convencidos.
Todo lo que ha sucedido es que el final, casi inevitable, el resultado de esta crisis, la suspensión de pagos de Grecia y la salida de la zona euro, con las implicaciones que tendrán en el frágil equilibrio de la economía europea y mundial, se ha retrasado. Si el retraso será de unas horas, unos días o tal vez un par de meses no podemos decirlo con certeza.
Lo que está claro es que los trabajadores de Grecia y de toda Europa están sacando conclusiones políticas de la debacle de un gobierno que llegó al poder prometiendo poner fin a la austeridad y fue obligado en un corto espacio de tiempo a aceptar una capitulación humillante. Sí, esto se hizo mediante el chantaje, la extorsión y el estrangulamiento financiero, pero al final Tsipras cedió. La razón fundamental detrás de la capitulación, como él mismo ha admitido, era que él no tenía ninguna alternativa. O dicho de una manera diferente, que se limitó a operar dentro de un sistema capitalista en crisis. El secretario general del KKE (Partido Comunista), Koutsoumbas, le dijo a Tsipras: “usted dijo que hizo todo lo posible para luchar contra el chantaje de la troika. Miente. Usted no presentó una alternativa”, y tenía razón.
Dentro de esos límites, ciertamente no hay alternativa. La única alternativa habría sido precisamente romper con el sistema capitalista, declarando el repudio unilateral de la deuda, nacionalizando la banca y las grandes empresas con el fin de comenzar a reorganizar la economía bajo la planificación democrática, el control obrero, y en beneficio de la mayoría, de los trabajadores.
Jueves, 16 de julio 2015