Después de dos derrotas parlamentarias en dos días, Boris Johnson se encuentra bloqueado en el parlamento. Unas elecciones generales están sobre la mesa. La campaña por un gobierno laborista socialista comienza hoy.
El parlamento le impuso a Johnson la solicitud a la UE de una prórroga del Brexit y también se opuso a la convocatoria de elecciones anticipadas para el 15 de octubre, antes del Brexit, como pedía el Primer Ministro. El Parlamento aprobó una resolución donde declaraba que debía haber un acuerdo de Brexit con la UE antes de que se celebraran elecciones.
Así pues, en menos de una semana, Boris Johnson ha perdido su mayoría parlamentaria y ha acumulado dos derrotas en la Cámara de los Comunes. Ningún gobierno en la historia se ha enfrentado a una racha perdedora tan inmediata. Esto demuestra cuán débiles son el líder conservador y su régimen.
Todo está tambaleándose sobre el filo de una navaja. La situación está cambiando cada hora. Los acontecimientos podrían oscilar rápidamente en cualquier dirección. Esto refleja la inestabilidad y la volatilidad inherentes a esta profunda crisis del sistema político y constitucional británico.
Juegos de Westminster
Es imposible seguir los juegos del gato y el ratón que tienen lugar en el Parlamento de Westminster. Habiendo sido derrotado la noche del miércoles, hay rumores de que Boris podría intentar sabotear los planes de los diputados por otros medios. Los pares Tories en la Cámara de los Lores podrían obstruir el proyecto de ley de retraso del Brexit aprobado en los Comunes ayer miércoles. O Downing Street podría negarse a enviar la legislación a la Reina para su consentimiento real.
Pero todo esto solo retrasa lo inevitable. Con el Primer Ministro ahora bloqueado en el Parlamento, una cosa está clara: Gran Bretaña se está precipitando hacia unas elecciones generales.
Johnson incluso ha sugerido que convocará elecciones él mismo, para obtener una nueva mayoría y aplicar su promesa de llevar a cabo el Brexit antes del 31 de octubre. Pero a muchos parlamentarios les preocupa que el primer ministro pueda elegir celebrar las elecciones después de esta fecha límite.
Los liberales y los blairistas han estado presionando a Corbyn para que no caiga en la “trampa” de Boris. El establishment está desesperado por evitar a toda costa un Brexit sin acuerdo. Por lo tanto, quieren una garantía firne de que se extienda el plazo de entrada en vigor del Brexit, apelando al Artículo 50 de la UE, antes de aceptar unas elecciones generales.
Pero Corbyn y el laborismo no tienen nada que temer de unas elecciones generales, ni antes ni después del Brexit. Sobre la base de una campaña audaz, que movilice a trabajadores y jóvenes en torno a cuestiones de clase, los laboristas pueden derrotar a los Conservadores y sacar a Boris del número 10 de Downing Street.
En realidad, con las protestas estallando en las calles de todo el país, y con Johnson simulando una disputa del “pueblo contra el Parlamento”, ya estamos en medio de una campaña electoral.
Sin opciones
Arrinconado, Boris está arriesgando. Está fijando todo sobre la cuestión del Brexit, utilizando la retórica demagógica, apelando a la chusma rabiosa que constituye la militancia Tory e intentando flanquear al Partido del Brexit, nacionalistas británicos extremistas, de Neil Farage.
Pero esta es una estrategia de alto riesgo. Por cada voto que Johnson espera obtener de las áreas de votación favorables a abandonar la UE, potencialmente perderá uno a favor de los liberales o los laboristas en otros lugares. Los conservadores, ya parecen haber perdido todos sus parlamentarios escoceses, con su dirigente regional Ruth Davidson saltando del barco antes de que se hunda.
Mientras tanto, el líder Conservador prometió purgar a su partido de los “rebeldes” restantes, incluidos los parlamentarios Conservadores que votaron en su contra en los últimos dos días. Esto completaría la transformación del Partido Tory en un grupo de demagogos de derechas, confirmando que la clase dominante ha perdido por completo el control de sus representantes.
Los capitalistas se han quedado sin opciones. En respuesta a las inquietudes de los patrones, Boris respondió: “jodidos negocios”. Mientras tanto, el Partido Laborista de Corbyn promete una “transferencia irreversible de riqueza y poder a favor de los trabajadores”. Entonces, ¿quién defenderá ahora los intereses de los primeros?
“Los votantes se ven obligados a elegir entre Johnson y la seria posibilidad de un Brexit sin acuerdo o la agenda radical de izquierda de Jeremy Corbyn”, afirma Robert Shrimsley en el Financial Times, el portavoz del capitalismo británico. “Va a ser una competencia dolorosa para aquellos que se consideran centristas”.
Dice todo que el establishment liberal se ve obligado actualmente a confiar en Corbyn para liderar la oposición a un Brexit sin acuerdo. Incluso los críticos antes feroces de Corbyn, como el periodista Tory Nick Robinson, ahora prodigan al líder laborista elogiando su comportamiento de “estadista”.
¡Por un gobierno laborista socialista!
Tan pronto como una campaña electoral general comience en serio, todo el estiércol de Westminster y la espuma parlamentaria serán rápidamente arrastrados. Los contendientes se quitarán los guantes y comenzará la verdadera batalla.
Los votantes se enfrentarán con una elección clara: entre un reaccionario Partido Tory liderado por Boris, empeñado en impulsar ataques contra los pobres y recortes de impuestos para los ricos; y un Partido Laborista liderado por Corbyn, que luchará en las elecciones con un programa de demandas radicales de izquierda.
Todo estará por jugar. La mayoría de la gente está cansada de ver a los parlamentarios debatir, intrigar y maniobrar. Sin embargo, en las calles, dirigiéndose a grandes concentraciones de trabajadores y jóvenes, Corbyn estará en su elemento.
Si el laborismo combina una campaña de este tipo con un programa valiente, basado en cuestiones de clase, como en las elecciones anticipadas de 2017, entonces puede, y deberá, ganar. Este es el único camino a seguir.
Esto es a lo que debemos estar mirando. No debemos distraernos con nada más. Todo el frenesí y el nerviosismo sobre esta o aquella minucia táctica pronto se olvidará cuando las masas comiencen a moverse.
El punto más importante es éste: las elecciones son inminentes. Los Conservadores están divididos y en completo desorden. El gobierno de los ricos de Boris pende de un hilo.
La campaña por un gobierno laborista socialista comienza hoy. Necesitamos barrer a los Conservadores y transformar la sociedad en interés de la clase trabajadora. Sin esto, no hay solución a la crisis actual, ni en el parlamento ni en ninguna otra parte.
Esta es la pelea que hemos estado esperando. ¡Vayamos a ella y ganemos!