Ganancias y pérdidas en el capitalismo: una alternativa obrera y socialista

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Continuando con el debate alrededor del proyecto de ¨Participación en las ganancias¨ enviado por el diputado kirchnerista y abogado de la CGT Recalde, vemos la necesidad de trazar una estrategia concreta y palpable para nuestra clase, que parta de las necesidades y reivindicaciones actuales y sea un puente hacia una perspectiva socialista.

Continuando con el debate alrededor del proyecto de ¨Participación en las ganancias¨ enviado por el diputado kirchnerista y abogado de la CGT Recalde, vemos la necesidad de trazar una estrategia concreta y palpable para nuestra clase, que parta de las necesidades y reivindicaciones actuales y sea un puente hacia una perspectiva socialista.
 
Ganancias y pérdidas
 
Como mencionamos en el artículo anterior (Participación en las ganancias) las ganancias no son más que la materialización del tiempo de trabajo no remunerado a la clase obrera. Es la realización en dinero, mediante la venta en el mercado, de la plusvalía apropiada por los capitalistas en el proceso de producción, es decir, la materialización de dicha plusvalía.
Incluso los bienes de capital que posee el capitalista son producto de la apropiación de plusvalía, lo mismo que el crédito que le adelante el banquero.
Es necesario aclarar a los trabajadores, frente a los lastimosos quejidos de la burguesía y sus plumíferos y burócratas a sueldo, los cuales despotrican contra supuestas y eventuales pérdidas, que dichas pérdidas no son más que el producto de las relaciones de producción que ellos mismos sostienen y reproducen. Las posibles pérdidas de tal o cual empresa son producto de las pérdidas de mercado a manos de otras empresas; es decir, una consecuencia de la competencia capitalista. Y aun, las pérdidas generalizadas en épocas de crisis a nivel global son producto de la imposibilidad de materializar en ganancia gran parte de la plusvalía; es decir, las mercancías no encuentran compradores, aun cuando centenares de millones de personas precisen de ellas. Estas crisis de superproducción tienen su raíz en la tendencia del capitalismo a ensanchar y ampliar su volumen de producción (con el fin de abaratar costos y así superar a su competencia) y por el otro una capacidad monetaria de consumo que no se corresponde con dicha producción. En fin, son las relaciones jurídicas de producción las que encorsetan a las relaciones que establecen los hombres para producir en la etapa histórica actual, que no es más que la propiedad privada de los medios de producción.
También así las crisis como las de las "subprimes" en 2008 en EE.UU, tienen sus raíces en esta contradicción en el plano de la producción capitalista, ya que las empresas que producen bienes industriales, para evitar una crisis de súper producción, en lugar de orientar sus ganancias al ámbito productivo, se vuelcan a las especulaciones financieras, las cuales le dan una mayor tasa de ganancia a corto plazo. Además, es importante mencionar que la cuota de ganancia del capitalista tiende a disminuir en la medida que la parte constante del capital (maquinaria, edificaciones y materias primas) aumente con relación a la parte variable del capital (salarios pagados por la fuerza de trabajo). Las operaciones y especulaciones financieras también sirven para recomponer temporalmente dicha caída. Pero todo esto no es más que patear la pelota hacia adelante y preparar una crisis de magnitudes aún mayores.
 
Perspectiva para los trabajadores
 
Basándonos en esto, es inadmisible que los trabajadores debamos pagar los platos rotos de las perdidas capitalistas, cuando estas no son otra cosa que la consecuencia de unas "reglas de juego" (relaciones de producción) que nosotros no impusimos. No se trata de reorganizar tal o cual empresa pero sin alterar dichas reglas, se trata de organizar toda la producción desde otra lógica, nacionalizando los sectores importantes de la industria, junto con la banca y la tierra y proceder a la realización de un plan de producción racional de acuerdo a las necesidades de la población, repartiendo el trabajo entre todas las manos disponibles. 
Bajo esta nueva lógica, desaparecerá de raíz toda pérdida o ganancia, ya que un elevamiento constante en la producción no llevará a la crisis, sino a un bienestar creciente en la población, aumentando su nivel de vida y reduciendo su jornada de trabajo. En la búsqueda de este camino, la clase obrera debe ir conquistando mejoras y avances en sus condiciones laborales y de vida.
Pensamos que la mejor forma de elevar la participación de los trabajadores en las ganancias es luchando por un aumento generalizado de salarios, para evitar tanto que el ingreso de los obreros dependa automáticamente de los vaivenes provocados por el caos y la anarquía capitalista como también evitar el riesgo de competencia entre trabajadores de diferentes empresas dentro de la misma industria, chantaje patronal y colaboración de clases. Los salarios deben actualizarse cada 3 meses de acuerdo al índice de inflación. Además, es urgente e indispensable que desde las dos centrales obreras, CGT y CTA, se organice una lucha seria para acabar con las lacras del trabajo en negro, tercerizaciones, flexibilización laboral y despidos.