Marx vuelve y con Él sus ideas que forman
parte insustituible del conjunto de ideas
de esta Revolución (Hugo Chavez 02/07/2008)
Entre el 12 y el 14 de marzo se realizó en el Teatro Cervantes de Buenos Aires el Foro por la Emancipación e Igualdad.
La idea central del encuentro fue debatir acerca de la situación política en América Latina y en Europa tomando a la política como herramienta de transformación y de emancipación. El encuentro contó con una clase magistral, siete mesas de discusión y un teatro desbordado de concurrencia.
Si bien la discusión colectiva es una necesidad fundamental, la misma no debe ser limitada, sesgada o parcializada. Y esto lo decimos en relación a que el Foro no contó con la presencia de ningún intelectual, político o militante que aborde la discusión desde el punto de vista del Socialismo o del Marxismo. Por esto, debemos suponer que ex profeso fue limitado a un segmento del pensamiento político.
Por lo tanto, todas las discusiones giraron en torno a las ideas del reformismo de izquierda, dejando de lado deliberadamente el punto de vista del Marxismo, que como sostuviera el compañero Hugo Chávez, constituye un aporte fundamental en la batalla de ideas y en la praxis política. Esto quedó reflejado claramente en el documento que sintetizo las discusiones que se dio a conocer con el nombre de “Manifiesto de Buenos Aires” (http://www.cta.org.ar/manifiesto-de-buenos-aires-por-la.html)
El Manifiesto
El Manifiesto gira principalmente en torno a 6 prioridades que se relacionan con lo que el documento entiende son las necesidades de la región.
En el primero de ellos, se hace una reivindicación de la política y de las organizaciones libres del pueblo como fundantes de “una democracia participativa universal” que pueda garantizar los derechos y la voluntad de “millones de ciudadanos anónimos”.
Ahora bien: ¿se puede pensar que es posible construir una “democracia participativa universal” bajo un sistema en el que las decisiones fundamentales se toman en las mesas de los directorios empresariales? ¿Es viable una “democracia participativa” bajo el capitalismo donde los 85 más ricos del mundo tienen el mismo dinero que la mitad más pobre del planeta?
Por eso afirmamos que la “única garantía para la expresión cabal y representativa de los derechos y la voluntad de miles de millones de ciudadanos anónimos” no puede estar basada en una democracia que sirva de mascarada para disimular la dictadura del capital, sino que necesitamos una democracia de la mayoría trabajadora, ejerciendo un poder y control efectivo desde la base.
En el segundo punto, se repudia los intentos destituyente que están sufriendo tanto los gobiernos progresistas de América Latina como los movimientos políticos que proponen un cambio en Europa. Por supuesto, acordamos con el repudio que se expresa en este punto, pero lo que debemos decir claramente es quiénes son los que llevan adelante estos intentos destituyente.
La historia de todo el siglo pasado y lo que va del actual, nos ha demostrado una y otra vez que los golpistas son los capitalistas.
Así fuimos testigos de los hechos en Paraguay con la destitución del Presidente Lugo en 2012, en Honduras con el golpe que derrocó a Zelaya en 2009, en Venezuela en 2004, 2007 y 2014 provocando el odio y la violencia fascista o con el arresto del compañero Hugo Chávez en 2002, en el 2010 en Ecuador el intento de golpe policial a Correa y en Bolivia con el intento de partir el país en dos en 2008.
Si atendemos a la experiencia reciente de la región (Chile, Nicaragua, etc.) vemos que mientras no se anule el poder político y fundamentalmente el poder económico de la burguesía, ésta utilizará todos los medios, legales e ilegales a su alcance para derrotar los procesos políticos que atentan contra su status quo.
Mientras la burguesía tenga en sus manos los medios de producción y las palancas fundamentales de la economía, utilizará su poder económico para financiar sus proyectos golpistas.
En su tercer punto el manifiesto expresa la necesidad de poner límites al poder del capital financiero.
Desde nuestra Corriente compartimos la necesidad de poner límites al capital financiero, pero preguntamos ¿es posible desgajar el capital industrial del capital financiero? ¿Acaso no surge el capital financiero del monopolio del capital industrial y su fusión con el capital bancario conocido desde principios del siglo XX como Imperialismo?
¡¡Tomemos un ejemplo cercano!! El capital productivo en Brasil, específicamente las automotrices, despide a trabajadores producto de la recesión con las consecuencias para las familias obreras, así también las automotrices de Argentina, comenzaron con suspensiones, vacaciones adelantadas, hasta llegar a los despidos. Por lo tanto, los empresarios productivos de un lado y del otro de la frontera, o sea capitalistas brasileros y argentinos, optaron por descargar la crisis en las espaldas de la clase obrera. Entonces no es posible optar por un tipo de capitalismo u otro, productivo o financiero ya que son partes indisolubles.
Al observar las leyes internas del capitalismo vemos que es la tendencia a la sobreproducción de mercancías la que determina la crisis mundial. La cantidad de bienes que producen ya no pueden ser colocados en el mercado haciendo caer sus precios y por ende se reduce el margen de ganancia del capitalista. En esta situación las grandes multinacionales y los grupos financieros recurren a los intentos desesperados de generar dinero del dinero a través de la especulación y la usura.
Como Socialistas Revolucionarios, pensamos que las tendencias depredadoras, bárbaras e irracionales del capitalismo; las tendencias de este régimen social sustentado en la propiedad privada de los medios de producción y en la codicia individual, son irreformables, no pueden ser cambiadas a voluntad. Por eso mismo, la lucha contra el “capital financiero, los fondos buitres y las instituciones de crédito dominadas por las grandes potencias” debe ser la lucha contra el capitalismo de conjunto.
En su cuarto punto, se llama a generar formas económicas de producción “que promuevan una mejor distribución de la renta”, paritarias libres, protección social, así como el estímulo de una explotación de la tierra y los recursos naturales que respete tanto la soberanía y el desarrollo económico de los países como su carácter no renovable.
La lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones de vida, puede hacernos acceder a conquistas estables; pero lo que el capitalismo da con una mano, lo quita con la otra: una mejor distribución de la renta no implica por lo tanto la desaparición de la explotación de los trabajadores por parte de los capitalistas.
El propietario de los medios de producción (fábricas, tierras, bancos, maquinarias), el capitalista, compra la fuerza de trabajo. Como todas las otras mercancías, la fuerza de trabajo es valorizada de acuerdo con la cantidad de trabajo invertida en ella, esto es, de los medios de subsistencia necesarios para la vida y la reproducción del trabajador. Pero el consumo de esta mercancía -fuerza de trabajo- se produce mediante el trabajo, que crea nuevos valores. La cantidad de esos valores es mayor que la que recibe el propio trabajador y gasta en su conservación. El capitalista compra fuerza de trabajo para explotarla. Esa explotación es la fuente de la desigualdad.
Si bien la necesidad de reformas que conduzcan a mejorar el reparto de la renta, garanticen paritarias libres, mayor protección social, etc. son parte fundamental de la lucha por mejorar las condiciones de vida, debemos explicar que éstas no pueden estar garantizadas a menos que el sistema capitalista sea derrocado, ya que las reformas son reversibles.
Si no se profundizan quedan neutralizadas por la presión competitiva que impone el mercado o la crisis orgánica del sistema. Tampoco se acumulan y su mantenimiento exige confrontar con la tendencia patronal a eliminarlas o recortarlas.
En el quinto punto, se llama a defender la soberanía de los pueblos promoviendo encuentros de “todas aquellas organizaciones que enfrentan a los poderes dominantes en defensa y ampliación de sus derechos sociales y políticos”. Este es sin duda un punto muy importante, ya es clara la necesidad de unificar todas las luchas y socializar las experiencias políticas de aquellos que se encuentran luchando para enfrentar al poder real de empresarios, terratenientes y banqueros. Pero esto debe hacerse con una total libertad de debate y no marginando de la discusión a las organizaciones que plantean la necesidad de superar al Capitalismo, justamente la única forma consecuente de enfrentar a los poderes dominantes.
El sexto y último punto, se llama a formular “una crítica abierta y permanente del contenido y del régimen de propiedad de los medios masivos de comunicación” y se señala “la necesidad estratégica de regulaciones anti monopólicas”.
En tiempos en que la reacción abierta utiliza al “partido mediático” como principal ariete para golpear a los pueblos es necesario marcar con claridad y poner sobre la mesa los intereses que persiguen los medios masivos. En este sentido, corresponde decir que el “partido mediático” no es otra cosa que el “partido capitalista” y que tan sólo es una división de trabajo que tienen los capitalistas y su estado mayor.
No debemos olvidar, que en definitiva, los medios son un pilar fundamental en el aparato ideológico de las clases dominantes.
Por lo tanto. la crítica abierta y permanente debe pasar por señalar que en la sociedad capitalista dividida en clases antagónicas e irreconciliables (trabajadores por un lado y empresarios capitalistas, terratenientes y banqueros, por el otro) no se puede lograr una auténtica libertad de la información. Ya que mientras por un lado, una minoría de grandes capitalistas y sus millones tienen a su disposición diarios, radios y canales de TV de alcance masivo para mentir e imponer a la opinión pública sus intereses empresariales, por el otro lado, las organizaciones obreras y populares, que representan a millones de personas, carecen de medios económicos para difundir un programa de radio, una prensa, revista o programa de televisión. Observamos así que la verdadera libertad de expresión es inexistente debido a la asimetría que se produce en la producción y difusión de la palabra.
Avanzar contra los monopolios “Mass Media” implica avanzar contra el capitalismo y esa es la tarea que debemos contemplar si buscamos que la libertad de expresión sea una realidad concreta y palpable.