Medios internacionales han confirmado el deceso del escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien falleció a los 74 años debido a un cáncer de pulmón.
El escritor, ensayista, periodista y voz de miles de lectores en América Latina inició su carrera en el periodismo, en el semanario de índole socialista “El Sol”, en donde participaba como caricaturista político bajo el pseudónimo de “Gius”. En los años setenta participó en el Semanario Marcha como Jefe de Redacción y durante dos años como director del diario “Época”.
En 1973 fue uno de los miles de exiliados tras el golpe de Estado sufrido en Uruguay, partiendo a Argentina, lugar en donde fundó la revista “Crisis”. En 1985 volvió a su tierra natal en donde fundó su propia editorial “El Chanchito”, además de colaborar semanalmente en el diario mexicano “La Jornada”.
Autor de múltiples obras como Los días siguientes (1962), China 1964: Crónica de un desafío (1964), Los fantasmas del día del león y otros relatos (1967). Guatemala: Clave de Latinoamérica (1967), Reportajes: Tierras de Latinoamérica, otros puntos cardinales, y algo más (1967), Su majestad el fútbol (1968), siendo su obra más representativa “Las venas abiertas de América Latina” (1971).
Eduardo Galeano ha sido uno de los escritores que han tenido pronunciamientos frente a diversas injusticias sociales, recientemente escribió acerca de la situación de Ayotzinapa y de los 43 normalistas desaparecidos. A continuación reproducimos un fragmento de su columna publicada en la Jornada referente a los 43:
“Los huérfanos de la tragedia de Ayotzinapa no están solos en la porfiada búsqueda de sus queridos perdidos en el caos de los basurales incendiados y las fosas cargadas de restos humanos.
Los acompañan las voces solidarias y su cálida presencia en todo el mapa de México y más allá, incluyendo las canchas de futbol donde hay jugadores que festejan sus goles dibujando con los dedos, en el aire, la cifra 43, que rinde homenaje a los desaparecidos”.
Eduardo Galeano, escritor, ensayista, voz de los miles a los que se les ha arrebatado, dice adiós al mundo en el que creaba su utopía, la cual siempre le sirvió para caminar.