A poco más de cinco años de que 65 mineros quedaran sepultados en la mina Pasta de Conchos a más de medio kilómetro de profundidad, 63 de cuyos cuerpos el gobierno fue incapaz de recuperar; una explosión en la mina de carbón en Sabinas, municipio del Estado de Coahuila, (mismo Estado de la tragedia en Pasta de Conchos), mató a tres trabajadores, sepultó a 11 y desprendió un brazo a un niño de 15 años que trabajaba en la mina.
A poco más de cinco años de que 65 mineros quedaran sepultados en la mina Pasta de Conchos a más de medio kilómetro de profundidad, 63 de cuyos cuerpos el gobierno fue incapaz de recuperar; una explosión en la mina de carbón en Sabinas, municipio del Estado de Coahuila, (mismo Estado de la tragedia en Pasta de Conchos), mató a tres trabajadores, sepultó a 11 y desprendió un brazo a un niño de 15 años que trabajaba en la mina.
Este terrible “accidente” muestra por enésima ocasión que las condiciones de trabajo de los mineros no han cambiado en lo fundamental desde la heroica huelga en Cananea hace más de cien años. Es un “botón de muestra” de las condiciones de explotación infame que el régimen y la clase dominante pretenden imponer con la reforma laboral del PRI (es decir de la burguesía).
Más que un accidente estamos ante un verdadero asesinato industrial solapado por el gobierno de Calderón. De acuerdo con la organización “Familia Pasta de Conchos”: “el siniestro (…) suma a decenas que han ocurrido en esa región, donde han perdido la vida muchos trabajadores sin que el gobierno haga algo por encarcelar a los responsables.” No sólo el gobierno no ha tocado a los magnates mineros ni con el pétalo de una rosa, sino que el cinismo del Secretario de Trabajo, Lozano Alarcón, llega a tal extremo que aceptó que la Empresa Binsa ni siquiera había dado aviso al gobierno para operar la mina de carbón. O Lozano se está lavando las manos, mostrando su incompetencia criminal- y de paso la corrupción e impunidad con la que operan los dueños del dinero- o el gobierno sabía pero no hizo nada al respecto por lo que un accidente así era inevitable. La verdad es una mezcla de ambas: el gobierno encubre la explotación más infame y los empresarios mineros son unos criminales.
Después de que el gobierno panista derramara lágrimas de cocodrilo por la muerte de los 65 mineros en Pasta de Conchos y que hubiera jurado justicia para los trabajadores, la explosión en Sabinas muestra que nada ha cambiado y que la sed de beneficios está por encima de la vida de los trabajadores. No existe supervisión de las minas y si éstas se presentan los supervisores encubren las terribles condiciones de trabajo y seguridad.
El niño Jesús Fernando Lara Ruiz quien trabajaba en la mina, y quien sufrió quemaduras graves y la pérdida de un brazo, no es el único menor que trabajaba en la mina de acuerdo con la organización “Familia pasta de Conchos”. Los trabajadores muertos y sepultados ni siquiera estaban sindicalizados. El trabajo infantil en la mineria (y en cualquier otro ramo de la industria) no es más que una forma de esclavitud. Fernando Lara no estaba, por supuesto, dado de alta al seguro social.
Por eso el gobierno quiere acabar con el sindicato minero porque su proyecto es que todos los trabajadores del ramo (y no sólo ellos) trabajen en las condiciones de las minas de porfiriato. La empresa Binsa de hecho trataba a sus trabajadores como si la reforma laboral ya se hubiera impuesto. En Venezuela acontecimientos similares han generado la nacionalización de las empresas involucradas (algunas de ella puestas bajo control obrero) y el encarcelamiento de los empresarios corruptos –claro es que en Venezuela el proceso no ha llegado hasta el final y la economía sigue siendo capitalista-. Pero estamos en México y es más posible que el infierno se congele a que el gobierno panista siquiera vaya a encarcelar al magnate Luis Gonzales Garza, dueño de la, a decir del propio Secretario de Trabajo, ilegal mina, y financista del fraude electoral del 2006.
La tragedia se hubiera evitado si Luis Gonzales Garza hubiera invertido una ínfima fracción de sus cuantiosas ganancias en un poco de seguridad para sus trabajadores. La industria minera es de las que reporta mayores utilidades, es de los negocios más lucrativos en México y en el mundo. Pero ya Marx había explicado que la lógica del capitalismo es la lógica de la loca búsqueda de beneficio individual en donde los trabajadores no son más que un factor más para la rentabilidad del capital. Si a ello le agregamos el nivel de cinismo, corrupción y descomposición del gobierno de Calderón tenemos la receta acabada para la repetición constante del sacrificio de los trabajadores al altar del capital.
Frente a este asesinato industrial, frente a las pretensiones de liquidar los derechos laborales, frente a la preparación del fraude electoral en el 2012; los trabajadores, nuestros sindicatos y nuestras organizaciones debemos preparar una huelga general, una movilización unitaria en la que la caída de Felipe Calderón y la nacionalización de las minas –entre otras medidas de transición- esté en el orden del día.
¡Encarcelamiento de los responsables de la tragedia!
¡Rescate inmediato de los trabajadores!
¡Por la nacionalización de la industria minera!
¡Hacia la huelga general!